N.A: Esta historia no me pertenece, sino que corresponde ala escritora Juliet Landon y los personajes de FMA, tampoco.
Una nueva adaptación que espero les guste, más relajada y sin tanto sufrimiento como la anterior. Espero que sea de su agrado y a leer.
Capitulo 1:
La habilidad de Riza Hawkeye de parecer serena ante la adversidad fue puesta aprueba el día en que se realizaba el paseo anual en la milicia. Estaban en un lindo parque en ciudad Central y Riza llamo la atención no tanto por su habilidad para montar a caballo sino por la graciosa caída de espaldas en el rió, y por el hecho de que ella fingiera de que no había sido nada. Aunque Riza había conseguido impresionar al Furer, había una persona que se negaba a dejarse impresionar de un modo tan comprensivo.
Todo había comenzado tan bien. Aquel día de mediados de verano prometía una ausencia de vientos y un sol resplandeciente perfecto para aquel día. El parque era extenso, con un gran numero de arboles, y aves acuáticas, y el selecto grupo de militares favoritos del Furer iba detrás de el como una pincelada de colores brillantes, compitiendo discretamente entre ellos por su popularidad.
Siendo la nieta del General Grumman, la presencia de Riza en aquella reunión no solo era aceptada sino también deseada por el hecho de ser pariente de alguien tan importante, ya que tenia muchas compensaciones aunque su abuelo no lo considerara así.
Riza ya había provocado las sonrisas y atraído las miradas de muchos militares. Su belleza deslumbrante y su cabello dorado reflejaban el mismo color que el de la yegua que le habían regalado la semana anterior por su cumpleaños. A su lado montaba el teniente Jean Havoc, otro miembro de la milicia, un joven atractivo y dinámico, que tenia la idea de que su futuro mejoraría si se relacionaba con la nieta del general Grumman. Aunque no era ajeno a los atributos físicos de Riza, Jean era mas practico que enamoradizo y su presencia a su lado esa mañana no era mera casualidad.
Entre aquel mar de colores y caballos, la compañía esperaba mientras el Furer hablaba con algunos militares. Pero como estaba al borde del grupo, la joven e inexperta yegua de Riza se espanto con los aleteos de las aves que sobrevolaban sus cabezas graznado ensordecedoramente. De modo que la yegua levanto las patas delanteras, y se tambaleo hacia atrás, temblando de miedo, y Riza consiguió controlarla no sin dificultad para evitar que arroyara a otros caballos cuyos jinetes estaban distraídos hablando. Entonces pensando que el trance había pasado, centro su atención en sus compañeros. Pero es ese momento unas cuantas aves volvieron a hacer un revuelo cayendo al rió formando un enredo de plumas blancas.
Quizás por este motivo nadie se dio cuenta de que la yegua de Riza, todavía nerviosa, había decidido por cuenta propia unirse a las aves, a pesar de los intentos de la amazona por detenerla. Retrocedió con las patas traseras, a pesar de los esfuerzos de Riza, la yegua se metió con determinación en el agua. A su alrededor algunos hombres hablaban en vos alta, algunos reían, pero nadie, ni siquiera Jean se había dado cuenta de que Riza y su yegua de color dorado pálido estaban en el agua, adentrándose cada ves mas al ser arrastradas por la corriente.
-¡Jean!- le grito ella- ¡Jean! ¡Ayúdame!
Pero el estaba con todos los demás, atento a las conversaciones, y Riza se vio obligada a utilizar su látigo para que el caballo avanzara hacia delante, mientras el agua comenzaba a cubrirle los pies y a mojarle el bajo del pantalón. Pero como no lo hizo lo bastante rápido, el látigo golpeo el agua en lugar del caballo, que de todos modos se negaba a responder las exigencias. La ayuda llego inesperadamente en forma de un hombre a caballo que se lanzó al agua delante de ella, agarrando si ceremonia alguna las bridas de la yegua tan solo segundos antes de que la corriente se llevara la montura.
Preocupada solo por llegar a la orilla, Riza no presto atención a la apariencia del hombre, salvo para notar que su caballo era mas grande que el suyo y que el también era bastante fuerte como para quitarle las riendas de la mano y arrastrar a su yegua por el agua embarrada hasta llegar a tierra firme.
Apartada del resto de la gente que no dejaba de hablar, Riza recupero la voz.
-Gracias, oh gracias- le dijo, agarrándose a la perilla de la montura al tiempo que la yegua se echaba hacia adelante-. Gracias al cielo que por fin alguien me ha visto.
Su agradecimiento no fue bien interpretado.
-Si piensa que es la mejor manera de que se fijen en usted, señorita, recapacite- le soltó el hombre con antipatía-. La atención que ha captado ha sido en honro a sus locuras, en un futuro, trate de que la consideren por otras cosas.
Riza no era una persona que se quedara sin palabras muy a menudo, pero aquella grosería tan calculada la dejo sin aliento. Y para colmo de males, el hombre desmonto muchas mas deprecia que ella, mucho antes de que le diera tiempo de responder, la agarro con sus brazos fuertes y la plantó en el suelo con eficiencia.
-Me refería, señor, a mi petición de auxilio- le respondió en el mismo tono mientras se libraba de la mano que le ofrecía su ayuda-. Si hubiera planeado hacerme notar, como parece creer, no habría elegido tirarme al rió delante de los miembros mas destacados de la milicia, créame. No me disponía a llamar la atención. ¿Quiere que le quite alguna otra duda antes de marcharme?- sin mirarlo se sacudió el pantalón azul pálido, entonces, por el rabillo del ojo vio a Jean, que estaba desmontando e hizo el saludo militar y Riza vio que su rescatador también estaba haciendo lo mismo.
La gente se apartaba y, al tiempo que Riza se recuperaba de la impresión, el Furer pasó delante de ellos montado en su precioso caballo.
-Los caballos castrados son mejores para estas ocasiones, señorita, o eso me han dicho- dijo el militar-. Su caballo es una belleza, pero tal ves algo nervioso, ¿no le parece?
El furer, la gentileza personificada, destilaba una comprensión hacia la aflicción de Riza muy distinta ala brusquedad de su rescatador.
Sin embargo Riza no pudo deja que pasara la ocasión. Sin dejar de sonreír, le hecho una mirada altiva al hombre antes de contestar.
-Realmente es muy amable, Furer. Mi yegua es aún muy joven, sin embargo uno tendría que rebanarse los sesos para encontrar una excusa similar para otras formas de desconocimiento.
La intención de su cometario fue bien clara, y el hombre se quedo mirándola con cara de pocos amigos mientras el resto de los militares y el Furer se pusieron a reír.
Pero la mirada de Riza le había dado la información que ya sospechaba de sus modales imperiosos y su vos refinada. Parecía un hombre aferrado a sus ideas, extremadamente apuesto Tenia los ojos negros, las facciones bien definidas y la piel clara; que contrasta con la oscuridad de su cabello algo despeinado.
Cuando el Furor le hizo un gesto para que se acercara Riza se dio cuenta de que no se había equivocado al pensar que parecía fuerte y ágil. El Furor seguía sonriendo.
-Como ve, Coronel Mustang, no es tanto lo que uno hace sino el modo de hacerlo. Espero más de usted si tengo la desgracia de caer al rió.
El coronel Mustang tuvo la gracia de reírse al tiempo que hacia una inclinación.
-Furer- dijo el- estoy seguro de que la luna se caería al rió antes que usted.
-Espero que tenga razón- acepto el Eligio y se volvió de nuevo hacia Riza-. Señorita Hawkeye, hay pocas mujeres que pueden mantener el tipo después de un susto tal. Espero que no nos deje.
Riza reconocía una orden cuando la oía.
-Le doy las gracias, Furor. No pido más que poder quedarme.
-Entonces quédese cerca, señorita y deje que alguno de mis hombre le enseñe a esa bonita yegua un par de cosas sobre la obediencia. Coronel Mustang, atienda a la dama.
El coronel Mustang hizo otro saludo al tiempo que el Furer se apartaba de nuevo en medio de la multitud, pero Riza no tenia intenciones de dejarse atender por aquella criatura incívica, por mucho que lo dijera el Furer. Se volvió hacia Jean Havoc, pero la vos que hablo a sus espaldas le llamo la atención.
-Señorita Hawkeye. La nieta del general Grumman. Vaya, vaya.
-Riza hablo volviendo un poco la cabeza.
-Y supongo que usted es uno de los militares preferidos del Furer, y que sabrá mucho de caballos. Quizás por eso es más amable con los caballos que con sus jinetes. Menos mal que no puedo decir lo mismo de todo los militares de por aquí.
-Señorita, si no recuerdo mal la tuve que sacar recientemente del rió delante de todos los presentes. No es su bonita yegua la que necesita lecciones, sino la caballista la que debe aprender a controlarse- en ese momento la yegua dorada estaba comiendo algo de la mano del coronel Mustang, dócil como un cordero-. Lo crea o no, eso es lo que el Furer le estaba diciendo.
Furiosa, se dio la vuelta al tiempo que Jean y dos de sus amigos se acercaban a ella y al ayudabas a escurrir un poco del agua de sus pantalones.
-¡Tonterías!- exclamo Riza con fastidio-. No hay nadie en Edmundo que hable con más sinceridad que el Furer. Si hubiera querido decir eso, lo habría dicho. El me ordena que permanezca junto al grupo y eso es lo que debo hacer. Le he dado las gracias por su ayuda, Coronel Mustang, pero ahora no tiene mas responsabilidades hacia mi, a pesar de lo que le haya dicho el Furer. Puede ir a practicar cortesías con su caballo.
-¡Riza!- la alarma de Jean Havoc le indico que sus modales rayaban al límite-. El caballero es Roy Mustang, Coronel del cuartel de ciudad del este y alquimista estatal. Lo trasfirieron a Central.
Antes de poder contestar otra repuesta cortante, Roy le tendió la mano a Jean y sonrió.
- Y usted, teniente Havoc, tampoco se queda atrás, he oído que últimamente ha hecho un muy buen servicio, ¿he oído bien?
Se echo a reír.
-Perfectamente- dijo Jean-. En otras palabras eh estado cumpliendo con lo que se espera de mi.
Pero Riza no estaba lista para ninguna señal de concordia. Le dio las gracias a sus dos amigos y se volvió hacia Jean para que la ayudara a montar aunque llegado el monto estaba tan distraído riéndose, que Roy se le adelanto y en dos pasos se planto delante de ella, la agarro de la cintura y la monto sobre el caballo como si fuera una niña.
Por un instante su visión del mundo se tambaleo cuando el le rozó el hombro y el cuello con la cabeza. Riza aspiro el olor almizclado de su piel y la firmaza sus manos debajo sus hombros. Y entonces, al momento siguiente, el mundo volvió a estar derecho, y Riza lo miraba ala cara, escudriñando esos ojos oscuros de mirada seria que a su ves la miraban fijamente, con desafió, tal ves un instante mas de lo necesario. Confundida por lo que vio allí, Riza pestañeo, tomo las riendas que el tenia en la mano y espero mientras Jean y el se despedían.
El grupo ya había comenzado a retirarse.
-Gracias Coronel Mustang- dijo con frialdad mientras observaba sus movimientos-. Creo que debería marcharse.
El no contesto a eso, sino que se acerco a su caballo y se monto de un salto. Al momento Roy iba al paso al lado de Riza; miro a Jean que estaba al otro lado y asintió con la cabeza.
Cuando llegaron a campo abierto, lejos del rió, Riza fingió recuperar la compostura, de modo que cualquiera de los que estaban con ella podrían haber dicho que parecía relajada. Aquello estaba sin embargo muy lejos de la verdad, y solo demostraba lo muy acostumbrada que estaba a fingir.
La humedad de su ropa había llegado a mojar la silla, que estaba caliente y pegajosa, y se le pegaba a los muslos; y la grupa de su yegua dorada estaba llena de barro. Pero peor que todo eso era la turbadora presencia de aquel que la había salvado de empaparse del todo, y cuya inescrutable expresión le impedía adivinar por que se había quedado a su lado, y si había sido por que quería o por que se lo habían ordenado. Aun sentía en la cintura la presión de sus manso, pero no pensaba decirle en modo alguno, ni siquiera llevándose la mano a la cintura con disimulo, que le haba causado el mas mínimo efecto.
Como el Furer había ordenado, Roy la llevo a donde estaba todo el mundo, para que se implicara más; pero eso no hizo sino aumentar mas el desasosiego de Riza. Cuando todos se hubieron reunido, se comunico que se serviría una merienda campestre.
En ese momento, Riza se retiro con sigilo para unirse a sus amistades que estaban en un extremo del grupo, mientras los más jóvenes se agrupaban para hablar entre ellos. Trato de no pensar en el incidente del rió y de ser afable con Jean, pero sus ojos parecían tener voluntad propia y se desviaban hacia la figura cuya risa llena de frescura iba dirigida a un grupo de muchachas que parecían muy felices de su suerte.
La ropa de Riza estaba media seca ya. Muy pronto volvería a sentirse cómoda. De modo que fue hasta donde estaba su yegua atada a un árbol.
-¿Tienes las patas bien, bonita mía?- le susurró mientras observaba la grupa embarrada-. Hemos estado a punto de tener un accidente tu y yo, ¿verdad? ¿Te vas a calmar un poco esta tarde?
-Eso depende- dijo una vos a sus espaldas-, sobre todo de quien la monta.
Riza se negó a aceptar otra confrontación y se dispuso a examinarle las patas a la yegua. Roy lo hizo con mucha mas confianza en si mismo de la que mostraba ella, y en un instante se planto delante de Riza con la seguridad de un jinete experimentado. Tenía bonitas manos y Riza observo con renuente admiración la ternura con que sus dedos presionaban y comprobaban. Alzó la vista, y para sorpresa suya, comprobó que el la estaba observando con evidente humor, sabiendo que el progreso de sus manos había estado marcado con un interés que no era del todo objetivo. En contra de su voluntad, Riza se dio cuenta d e que no podía apartar su mirada de la suya.
-¿Y bien?- dijo el con suavidad-. La yegua sigue bien después del chapuzón en el rió, y su temperamento no tiene nada que un poco de adiestramiento no cure. Pero enséñele quien es la que manda- mientras hablaba su manso acariciaba le flanco satinado de la yegua, que parecía feliz con al sensación, y Riza sabia que sus palabras se referían tanto al animal como a ella misma-. Es una criatura hermosa, pero no para aficionados.
Al decir la ultima frase, el dejo de mirarla un momento y fue a fijarse en Jean Havoc, que desde donde estaba no habría podido oírlos, para volverse hacia ella de nuevo, a tiempo de ver la rabia que teñía sus mejillas.
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Y chicas, fin del chap y espero que les haya gustado, como siempre les recuerdo que la historia se actualizara de lunes a viernes, espero sus comentarios, ciao.
