Disclaimer: La historia es mía, los personajes no :)

Notas: Ninguna en realidad. Dinamarca tiene imaginación volátil y Suecia es un pervertido discreto, nada más. Historia escrita para la tabla 30 Vicios.

Advertencias: Ninguna, bastante rosa esta vez xD

Dröm

(23. Soñar)

De entre el barullo navideño de platos y risas, de los olores a comida y de las luces parpadeantes del árbol de navidad, Dinamarca, a lo único que puede prestarle atención es a aquella gigantesca caja de regalo que ha llevado Suecia...

La ha estado acechando desde que el sueco llegó a la cena. Piensa que debe ser el mejor regalo de todos, el tamaño siempre importa, al menos es lo que el danés opina. Sus propios regalos, al contrario, son pequeños, modestos, al lado de ese. Es que él no se quiebra la cabeza pensando en obsequios, prefiere lucirse adornando la casa y ofreciéndoles la mejor comida para tenerlos contentos. Por eso es que no le importa esperara y esperar, tras las horas de chistes y anécdotas, en las que hasta él mimo participa, con tal de que el tiempo transcurra más rápido.

Para cuando finalmente llega el momento, después de que Noruega, Finlandia, Islandia y él mismo hayan repartido sus regalos, Suecia se pone en pie, entrega los suyos, dejando al último la caja estrella que recoge con lentitud exasperante. El danés casi aguanta la respiración cuando el sueco lo voltea a mirar con una sonrisa que lo pone pálido, al tiempo que se le acerca con los brazos extendidos para acercarle el inmenso obsequio, y Dinamarca, aún con su cara de asombro y alborotada alegría, extendería los brazos también...si el regalo en verdad fuera para él.

Porque eso del obsequio, y lo de la sonrisa, y lo de la escena de película, sólo está en sus sueños. En los de cada año. Si a él con suerte le llega a tocar una tarta, porque el regalo sueco más bello, más caro y más grande, es siempre, y sin falta, para Finlandia.

Cuando entrada la madrugada la sala se queda vacía, Dinamarca apaga la última luz; inhala los últimos resquicios de canela, vino y carne, mientras aparta a ligeras patadas las cajas y papeles de regalo, ya vacíos, ya hechos pedazos. Apenas las luces amarillentas del árbol navideño le iluminan el camino hacia las escaleras de su habitación. Maldice por un momento a Berwald, por su estúpido regalo. Y también hubiera maldecido a Noruega, pero realmente le gustó el bacalao que llevó para la cena. Los ojos le escosen y se detiene al borde de las escaleras. Bosteza y entra en cuenta de lo mucho que tendrá que limpiar mañana. Mañana…, más bien en unas horas, se dice, para luego con pereza estirar los brazos y escuchar sus vértebras crujir. Dispuesto entonces a subir el primer escalón y a bajar los brazos, otro par le abraza el cuello por detrás.

–P´ra ti – le susurran. Una lamida en su cuello le crispa entero, y un cuadrito blando metalizado le mete el sueco en el bolsillo del pantalón.

El mejor regalo. Dinamarca sonríe.

Gracias por leer, se agradecen comentarios ;D