La última pregunta respondida en la web oficial del manga de Owari no Seraph me dio un golpe de inspiración y escribí esto.

Para las personas curiosas, en ese mensaje se ha confirmado que (debido al aburrimiento) los vampiros tienen una fuerte necesidad por ser amados. Como no me gusta la desinformación aclararé que el mensaje se refería al sentimiento de amor en el sentido romántico (o de pareja, que fue lo preguntado y respondido que, debido al aburrimiento, los vampiros añoran ser amados románticamente) pero para propósitos del escrito lo hice en el sentido global (que bajo mi interpretación también esta incluido)


Sangre.

La necesitaba hasta el punto que se perdía en sus propios sentidos y sus acciones se guiaban por el instinto de consumirla. Era doloroso no tenerla y cuando era capaz de beberla el placer que sentía era incomparable. La necesitaba, la quería. Incluso en sus momentos de lucidez su sola presencia era capaz de dominar sus pensamientos haciéndolo usar toda su fuerza de voluntad para concentrarse en algo más.

Conforme menos le saciaba la sangre de Krul, la necesidad por ella crecía hasta volverse enceguecedora. Quería sangre humana, por mucho que lo detestara la necesitaba más que a nada llevándolo a arrojarse a una posible fuente en su intensión de beber, pero siempre se detenía.

Amor.

Conforme el tiempo pasaba y la monotonía de su nueva vida se asentaba en él pudo percatarse de la existencia de otra necesidad, una que lo detenía cuando se encontraba a escasos centímetros de clavar sus dientes en algún humano. Era la misma necesidad de ser amado que de niño le hizo soportar el maltrato de sus padres y la impulsaba a proteger a su familia del orfanato.

Quería que alguien lo mirara y lograra ver algo que él mismo ya no era capaz de ver, quería que alguien le mostrara lo que significaba ser amado y cuya presencia cambiara los grises días de sus existencia.

Un amor que sabía que como un vampiro nadie podría dárselo. Sin darse cuenta de ello las ocasiones en que luchaba por contralarse para no morder a un humano se trataba de una batalla entre las dos grandes necesidades que los vampiros podían llegar experimentar.

Su experiencia bajo su dominio nunca lo preparó para la realidad que experimentaba donde su sed de sangre era igual que su sed de amor. Dos fuerzas en su mente contradictorias que durante mucho tiempo lo mantuvieron al borde de la locura diciéndose que nunca podrían llegar a saciarse de ambas.

Sangre y amor.

Las quería, las necesitaba, las añoraba… y les temía. Porque era bajo la influencia de ellas que perdía el control sobre sí mismo cediendo a actos que nunca se imaginó cometer.

Fue combinación de ellas lo que verdaderamente lo encadenó a Sanguinem, lo que terminó convirtiéndolo en un vampiro completo y aliado con humanos en los cuales no confiaba, pero que usaban esas mismas necesidades para intentar llegar a él.

Ver el pasado y darse cuenta de ello le hacía temer lo que podría llegar a hacer por saciar esas necesidades arraigadas en su ser.