Hola chics, pues aquí estoy yo de nuevo. Sé que dirán OMG se robo la historia de JAdeita, somos la misma persona ya que es mi otra cuenta de ; sé que también dirán ¡Dios! ¿Hasta cuando nuevas historias? Pues está ya está terminada y la publicaré rápido.

A ver les cuento, esta historia tiene una temática muy sutil, pero es "M" por los capítulos que tienen contenido sexual. Es, antes de Bajo la Lluvia, mi primera historia Seddie y la que más he tardado en terminar. Espero de verdad la disfruten y saber sus comentarios. Hoy en la noche público el segundo capitulo.

Besos

Isa..

Capitulo 1

El reencuentro...

Carly revisaba todo a su alrededor, todo tenía que estar perfecto ya que esperaba ver a sus amigos de nuevo y se quedarían allí, al menos uno de ellos. Tenía 2 años y medio que no veía a Sam y al menos 3 años que no veía a Freddie. Al parecer a su amiga estaba trabajando para un gran ejecutivo en Nueva York, aunque Sam solía mentir sobre sus trabajos podía imaginar que, por su emoción, era cierto.

Subió hasta el tercer piso donde solían hacer iCarly, su programa de internet. Todo estaba como lo había dejado antes de la partida de Freddie. Su partida fue dura, estudiaría en Princeton y eso quedaba muy lejos de allí, entonces se vieron obligados a cancelar iCarly. La morena sonrió al recordar el momento en el cual su amigo había traído la carta de aceptación, tenía miedo de leerla. Sin embargo, Sam se la arrebató y la abrió para luego decirle en un tono extraño "Felicidades, Freddie…".

Él había quedado en una sola pieza, había sido admitido en Princeton, pero ese no era el problema. Ahora se vería obligado a dejarlas por lapsos muy largos y de seguro eso significaría el deterioro de su nueva amistad con Sam. Aunque la distancia no significaba nada sabía que su amiga era muy insegura con respecto a mantener relaciones a distancia.

Sam era una chica muy insegura, sus temores pasaban de lo absurdo a lo verdaderamente temible. Uno de sus grandes temores era abrirse con las personas y por primera vez en su vida le abría su mente y corazón a él, la persona que aborrecía o al menos eso decía ella. Ese día se realizó iCarly sin su presencia y después de terminar la transmisión él fue a buscarla, lo que paso en ese momento es un misterio para cualquiera, solo él y ella lo saben.

El repicar constante del intercomunicador la saco de su ensoñación, Carly no estaba esperando a nadie más que a sus amigos, pero no podían ser ellos aun faltaba mucho para su llegada. La morena bajo las escaleras rápidamente y se acercó al intercomunicador.

-Diga…

-Buenas tardes, ¿Carly Shay? –preguntó una voz muy gruesa para ser una mujer pero muy fina para ser un hombre.

-Sí, ¿Qué desea? –preguntó la chica interesada.

-Tiene un paquete aquí en el lobby, desea buscarlo o que se lo enviemos a su apartamento –preguntó el joven rápidamente.

-Suba por favor…

Carly no tenía idea de lo que contenía ese paquete, lo más seguro era que perteneciera a su hermano Spencer. Él no había dejado de hacer sus esculturas por lo que trataba de buscar materiales extraños.

Escuchó el timbre indicándole que ya había llegado el repartidor. Corrió hasta la puerta, pero cuando la abrió se llevó la sorpresa de su vida.
Una hermosa chica de cabellos rubios le sonreía de forma cómplice, como cuando ella realizaba una maldad, y vaya que lo hizo. Carly recorrió su mirada de arriba abajo sin poderse creer que la persona que tenía al frente era Sam, su mejor amiga. La chica estaba vestida con un hermoso uniforme color negro. La camisa blanca acompañada con un chaleco negro manga larga y una falda hasta las rodillas, era un conjunto hermosos con un accesorio muy peculiar, una pañoleta celeste.

-¿Qué, te quedaras allí y no me saludaras? –preguntó Sam divertida y algo incomoda por la inspección.

-Wow… estás diferente –soltó Carly de pronto y no pudo evitar sonrojarse, pero era verdad su amiga se veía totalmente diferente.

-Gracias, creo… -dijo la rubia con cautela. -¿Tienes algo de comer? muero de hambre… -gritó abriéndose camino por el apartamento.

La morena no pudo evitar reír ante eso, su amiga seguía siendo la misma pero algo diferente.

-Y… ¿Cómo te va en Nueva York? –preguntó Carly interesada, no habían hablado bien de eso por correo. La rubia sonrió antes de responder.

-Muy bien, mi mamá se sometió a terapia con uno de los doctores del hospital donde trabajo…

-Espera un segundo… ¿Trabajas en un hospital? –Sam se vio interrumpida por el grito de Carly.

-Sí… -respondió incomoda. –Ya amiga, deja eso… soy la misma, me haces sentir extraña…

-Lo sé, es que… estas diferente, te felicito –la joven sonrió ante sus palabras. Guardaron silencio por escasos minutos, cuando ese momento incomodo había quedado en el olvido siguieron en la conversación.

-Me decías sobre la terapia de tu madre… -recordó la morena con interés.

-Oh, si… mamá está recuperándose rápidamente, estoy muy orgullosa de ella –los ojos de la rubia se humedecieron antes de proseguir. –Melanie se enamoro del hijo de un doctor, el Señor Clonan, él es mi jefe.
-Pero, ¿Cómo te dio trabajo?

-No lo sé, un día vio como cuidaba de mi madre y él me pregunto "Samantha, estas interesada en trabajar" –Sam imitaba la voz del hombre con gracia-, yo solo le dije que no podía porque cuidaba de mi madre y él dijo que no me preocupara.

-¿Qué haces allí? –preguntó Carly más interesada si eso era posible.

-Soy recepcionista en las noches, aparte de ser auxiliar –respondió encogiéndose de hombros.

-Pero, tienes que ser al menos estudiante de enfermería para conseguir ese puesto… -le recordó la morena mientras procesaba todo lo que ella le había dicho, de pronto todo fue claro para ella. –Por dios, estas estudiando enfermería –gritó en modo de afirmación.

Sam se limitó a sonreír y asentir, era tan fácil conversar con Carly que ya hasta lo había olvidado. Su vida se había convertido en un infierno cuando su madre había sufrido un accidente de tránsito y quedó paralitica, de eso habían pasado dos años. Se vio obligada a mudarse a Nueva York donde vivía Melanie, al principio se sintió extraña al invadir la privacidad de su hermana pero ella solo le dijo que no se ahogara en un vaso de agua que lo hacía por su madre.

Al dejar Seattle dejó atrás a su mejor amiga, dejo atrás cualquier posibilidad de tener una relación con el chico de sus sueños. Sam subió hasta el cuarto de Carly y abrió su maleta, estaba tan estresada que su prioridad era tomar una ducha de agua tibia. Caminó perezosamente hasta el cuarto de baño y se encerró allí, pegó la cabeza en la puerta y sonrió.

La última vez que estuvo allí, encerrada en ese mismo baño, lloró como nunca por la pronta partida de Freddie. Ese día sintió que lo había perdido para siempre, no eran novios ni nada por el estilo pero tenían algo especial y ella quería descubrir ese mundo que él le ofrecía.

Dejó salir el agua caliente y un poco de agua fría, necesitaba despejar su mente y dejar de sentir nervios. Sí, Samantha Puckett moría de nervios en ese momento. Por años se comunicaba con Carly y con Freddie, aunque debía admitir que hablaba más con el chico que con su mejor amiga.

Se dejo caer suavemente en la bañera con el agua tibia y se sintió en el cielo "Diablos, esto está bien" susurró. Después de tanto tiempo eso era lo más cercano a unas vacaciones, todo fue una locura cuando su jefe y amigo le dio trabajo en el hospital de Nueva York-Presbyterian, solo quedaba a dos horas de su casa y viajaba todos los días. Al principio se acostumbro pero después que le ofrecieran una plaza para estudiar enfermería su vida "tranquila" acabo.

Ella no se arrepentía de nada, gozaba de un buen sueldo, su madre se estaba recuperando y ahora estudiaba en una excelente universidad. Sin embargo, necesitaba algo más en su vida para ser feliz, lo necesitaba a él.

Por otro lado, a dos cuadras de allí, en un taxi se encontraba Freddie. Aunque, aparentemente, se notaba relajado, en realidad estaba muy ansioso. Ansioso no solo por ver a Carly sino por verla a ella. Habían pasado tres años desde que se fue a la universidad y la extrañaba como nunca.

Su celular repicó, y sonrió al ver el nombre de su madre en la pantalla.

-Hola, mamá… -sonrío ante su entusiasmo. –Te esperaré, no te preocupes sino me consigues ya sabes dónde encontrarme –dijo antes de cortar la comunicación.

-Ya está aquí, Señor, son 30 dólares –le pagó y tomó sus maletas. Sintió como su cuerpo se tensaba y su corazón se aceleraba.

Estaba feliz de estar allí, en su casa, con sus amigos aunque sea por un mes. En años anteriores no había tenido descanso, decidió tomar intensivos para adelantar su carrera y eso le quitaba la mayor parte del tiempo, y solo le dejaba para charlar con ellas por chat o uno que otro email.

Ya en el Lobby no pudo aguantar la emoción, se acercó rápidamente al ascensor y presionó el número 8 mientras las puertas se cerraban. Cerró los ojos y comenzó a recordar lo que había sucedido allí la noche antes de su viaje.

"Freddie necesitaba despejar su mente, estaba muy emocionado por ir a la universidad y sobre todo por conseguir la beca para su carrera. Sin embargo, se sentía muy triste por dejar a sus amigos, a su familia y por dejarla a ella. Dejó caer su cabeza en las puertas del ascensor mientras presionaba la "T" de terraza, allí estaría solo y lograría despejar su mente.

Tomó asiento en una de las sillas que había dejado con Carly y Sam cuando querían ver las estrellas y hablar de todo y nada al mismo tiempo. Le faltaban meses para cumplir sus 18 años y no podía creer como había cambiado todo.

Conoció a Carly cuando se mudo a este lugar, le parecía la chica más hermosa del mundo, siempre acompañada con la "loca" de Sam Puckett. Freddie sonrió ante eso, él le tenía mucho miedo a la chica, lo espantaba su forma de ser tan ruda. Con el pasar del tiempo se hizo amigo de Carly y de Sam, si eso se podía llamar amistad ya que la chica aprovechaba cada minuto para molestarlo o insultarlo.

-Hola… -la voz de Sam interrumpió sus pensamientos, pero no se giró sabía que ella se acercaría. –Discúlpame… -susurró la rubia con voz temblorosa.

-No te disculpes, Sam… no me has hecho nada –respondió él escuetamente.

-Si te he hice muchas cosas, yo… -Sam gruñó a causa de la impotencia y las lagrimas comenzaron a acudir rápidamente. Freddie estaba sorprendido, ella nunca lloraba. –Maldición Freddie, no puedo creer que esto me este pasando a mi…

El aludido no salía de su asombro, ¿Qué le estaba pasando? No supo en qué momento se acercó a ella y la abrazó con fuerza.

-¿Cómo me pude enamorar de ti? –Susurró la rubia entrecortadamente-, mi mundo se detuvo por completo cuando nos dimos ese beso, mi primer beso… después se me hizo imposible tratarte mal… estaba tan ilusionada y a la vez asustada que no me di cuenta cuando mi trato hacia ti cambio. Luego te besé otra vez y me dio tanto pánico que me rechazaras que no intente buscarte más…

-Sam, yo…

-Ahora había tenido un gran progreso, ya había logrado ser más abierta más expresiva contigo. Había dejado de tratarte mal y estaba jodidamente segura que podía expresarte mis sentimientos… -no pudo seguir más, Freddie la había besado.

Sus besos eran fuertes y seguros, no había temor y mucho menos inseguridad. Poco a poco Sam comenzó a responder, ambos estaban experimentando un sentimiento único y sublime. La atrajo más a su cuerpo al punto de acostarla sobre él, sus lenguas se unieron haciendo el contacto más íntimo y sus corazones estallaron a causa de la emoción.

Ninguno noto a dos personas que estaban asomadas en la entrada de la terraza, Carly y la señora Marissa. Se separaron por la falta de aire y se vieron a los ojos, ambos tenían un brillo especial. Dos lágrimas cayeron lentamente de los ojos de la rubia y él las detuvo con sus labios.

-No llores... me parte el alma verte así –susurró con voz temblorosa.
-Entonces deja tú de llorar… -Freddie se sorprendió e intento tocar su rostro, pero ella limpió los rastros de lágrimas con su pulgar. –Te amo…

Él suspiró y sintió como su estomago se retorcía a causa de la emoción…

-Yo también, más de lo que puedes imaginar. –Vio con alivio como la rubia esbozaba una sonrisa radiante pero que borró casi al instante.

-¿Qué vamos a hacer? –preguntó en medio de un susurró.

-No lo sé… -dijo el castaño con dolor en su voz. -¿Me esperarías?
La aludida lo miró a los ojos y sonrió con timidez: -Tarde tanto tiempo en darme cuenta de mis sentimientos hacia ti, puedo esperar.

Ambos sonrieron antes de volver a unir sus labios."

-Joven, ¿se encuentra bien? –Freddie abrió los ojos y sonrió apenado con la señora que de seguro llevaba mucho tiempo esperando.

-Disculpe, estoy algo cansado –se excuso mientras tomaba sus maletas y se acercaba a su apartamento.

Como era de esperarse estaba vacío, su madre estaba en una convención y regresaría muy tarde. Dejó todas sus cosas en su habitación y corrió hacia el apartamento de Carly, estaba ansioso por verlas.

Tocó el timbre y escucho gritar a su amiga un "adelante". En ese momento su cuerpo comenzó a temblar de emoción, al fin estaba en casa.

Carly
Ella estaba preparando un estofado con papas asadas para la cena, de seguro su amiga se lo agradecería. Mientras picaba las papas observaba el reloj repetidas veces, él llegaría pronto y no estaba para nada segura de lo que ocurriría en el momento que se encuentren.

Recordó con una sonrisa en el rostro la noche donde realizaron una fiesta de despedida para Freddie, todos estaban felices de que él pudiera seguir sus sueños, todos menos ella. En un momento de la noche la rubia había desaparecido y Freddie también, su madre lo buscaba como desesperada y decidió ayudarla a buscarlo. Recuerda haber subido hasta la terraza para buscarlo, de seguro estaba allí. Pero ninguna estaba preparada para ver lo que estaba sucediendo.

"-No puedo creerlo… -susurró Carly con sorpresa.

-Yo sí, no puedo creer que tardaran tanto en darse cuenta –susurró Marissa, la mamá de Freddie, en medio de un lamento.

-¿Usted ya lo sabía? –la aludida asintió y sonrió de vuelta.

-Mi hijo es ingenuo y esa chica también, vi tantas veces como trataba mal a mi hijo y de pronto fue cambiando… -explicó con una sonrisa en el rostro. –Esa chica estaba enamorada de mi hijo y Freddie de ella, su mirada me lo decía. ¿Cuántos jovencitos ves que les guste ser maltratados por una chica?

-Pues…

-Mi Freddie buscaba que ella le contestara mal, sonreía e intentaba fingir estar molesto…"

El timbre el saco de sus pensamientos, ¿Cuánta gente podía molestar en una sola tarde?

-Adelante… -gritó Carly con fastidio.

La puerta se abrió y dejo entrever a un hombre de cabellos castaños bien formado, pero con la típica sonrisa ladeada y ese movimiento de cejas que era único en él. –Freddie… -gritó Carly nuevamente dejando el cuchillo en alguna parte de la mesa para abrazarlo.

-Hola… ¿Cómo estás? –dijo Freddie con una sonrisa radiante en el rostro.

-Perfectamente bien, pero… mírate, estás grande –el aludido sonrió mientras ingresaba a la sala.

-Este lugar está como lo recuerdo –dijo con añoranza. – ¿Ella está aquí?
Al principio Carly no entendía su pregunta, pero luego asintió y la llamo: -Sam, baja ya…

Ella notó con satisfacción como su amigo se ponía nervioso, eso significaba una cosa que aun sentía algo por ella y solo hacía falta saber si ella sentía lo mismo.

Carly abrió la boca sorprendida al ver el atuendo de su amiga, no hacía falta ver a Freddie para saber que él estaba en iguales condiciones. Sam portaba una minifalda y una polera verde ajustada con sus converse que hacían juego.

-Carly, no consigo la secadora… -gruñó mientras se quitaba un nudo de su cabello. –Detesto cuando se me enreda, a veces siento que lo mejor es no peinarlo…

Se detuvo de golpe al verlo, sus mejillas se sonrojaron y su respiración se agito. La morena se giró para observar a su amigo que había dibujado una media sonrisa en su rostro.

-Hola, Sam…

-Hola… Freddie –dijo antes de acercarse y abrazarlo con fuerza.
Él no la recordaba tan pequeña, pero sintió que ese abrazo era correcto, se sintió en casa.