N/A: Mente seca en Fanfics de FNAF, así que me voy a escribir el nuevo ship yaoi que miré hace unos días y que me llegó al kokoro, el Tomco. En realidad, ese fue el primer cap de Star vs. Las fuerzas del Mal que vi y fue como: "OMG! Es shippeable" y aquí me ven.
Estoy orgullosa de mí misma, cabe aclarar. Son más de 2,700 palabras por sólo el prólogo. Es uno de los caps más largos que he escrito -suelen ser de 1,600 para abajo- pero bueno, es lindo iniciar en un nuevo fandom. Espero que les guste este fic. Es escrito con cariño y perdonen mis faltas. No llevo mis lentes de contacto puestos.
Sumary: Casualidad o no, ese humano había metido muy profundo en su piel. Estaban unidos de manera etena, ¿no? ¿Por qué no lo parecía entonces? Algo estaba realmente muy mal...
Pairing: [Tom x Marco] [Tom es dominante y Marco el sumiso, por si las dudas] [Algo de Marco x Star y menciones de Tom x Star]
Rated: +T [Por Leguaje menor y posibles escenas medio calenturientas más adelante]
Capítulos: [10/12] [No planeo hacer esto muy largo de capítulos]
Advertencias: Escenas alternativa al Episodio "BloodMoon Ball" [La típica XD], Slash/Yaoi [Hombre x Hombre], Algo de Hetero [Hombre x Mujer], Lenguaje Vulgar, Faltas Ortográficas y Gramáticas, Posible OoC [Out of Character/Fuera de Personaje], Actualizaciones algo lentas [A más tardar 1 Capítulo cada 2 semanas], Escenas calientes más adelante, Romance, Posible violencia, Y Etc.
Disclaimer: Star vs. Las Fuerzas Del Mal no me pertenece desgraciadamente. Hago esto sin fines de lucro. Sólo por pura diversión. No gano dinero ni nada con esto. Sólo satisfacción de saber que puedo escribir de una manera más o menos decente.
Notas: Muy bien. Seré precisa. Si vienen a joder con que este Fic no les gusta, ¿por qué coño están aquí? Ya di las advertencias. Maldiciones zukulenthas para los/las haters Cough, cough.
Prólogo: Máscara.
PD: Dedicatoria a los fans de esta ship rara pero linda.
PD 2: Un review es como una galletita. Así que si me dan una, sería muy happy. Además, estudios certificados por la Asociación de Esta es Una Soberana Mentira afirma que el 85% de los autores actualizan más rápido si tienen reviews en sus historias.
Los tres ojos del príncipe demonio y los dos castaños del chico enmascarado entraron en contacto.
Estaba asustado, por supuesto. Por Dios, estaba costándole trabajo no orinarse ese instante en los pantalones. Tanto maldito trabajo le estaba costando. La mirada del príncipe lucía realmente furiosa, aunque, de manera increíble, ésa misma mueca que amenazaba dolor infinito se esfumó de manera casi mágica cuando una especie de luz rojiza rodeó a los dos chicos. Ahí fue que el demonio abrió sus tres ojos como platos, su expresión reflejando sorpresa absoluta. Algo que él no comprendía. Y que la gente comenzara a susurrar cosas que Marco no alcanzaba a entender ayudaba para nada. Observó a su mejor amiga, Star de soslayo, para ver su mirada llena de sorpresa. Ésa mirada que muy en el fondo tenía un destello de pánico.
Star Butterfly nunca mostraba ésa clase de pánico. Nunca. Definitivamente nunca.
Marco no sabía en qué estrellas estaba metiéndose. ¡Rayos! No sabía en qué se había metido desde el inicio de su misión de rescate -Era estúpida, pero hey, estaba tratando de proteger a su mejor amiga-. Sólo sabía que el ex-novio de la princesa de cabellos dorados la había llevado al Baile de la Luna de Sangre -o Luna Sangrante, daba igual- en un intento de unirla a sí mismo permanentemente. No entendía por qué Tom le miraba con sorpresa, o por qué Star lucía a punto de tener un ataque de pánico total.
Tom tosió en volumen bajo, llamando la atención del chico latino que, parecía mirar a todos lados como si buscase a alguien que lo salvara de él.—Tal parece que, uh, vamos a tener que bailar.—Jamás había sonado tan avergonzado en su vida, juraba el demonio mentalmente. Jamás había estado tan avergonzado en su vida. Observaba con ojos entrecerrados la mirada marrón de la máscara con forma de una calavera del Día de Muertos, y, sabía con ver esos orbes que ya había visto a ese chico antes, aunque no lo recordaba. Decidió tener que dejar ese asunto de lado, al menos por el momento.
El humano parpadeó varias veces, antes de ver cómo de manera algo incómoda, el de piel grisácea -juraba que de vez en cuando su piel lucía como si fuera morada o rosada- y traje obviamente costoso extendía su brazo dominante hacia él y llevaba el otro hacia la espalda, en una invitación cortés de bailar. Aunque, algo le decía que si no bailaba terminaría jodido. Y bueno, quería vivir, gracias. Se juró a sí mismo que jamás volvería a salir de su maldita zona de comfort -Aunque, ¿a quién quería engañar? Por proteger a la gente que amaba haría lo que fuera-.
—Eh... supongo que, u-uh, está bien.—Aunque se trabó un poco al pronunciar, Marco había logrado hablar de manera calmada y serena a pesar de estar derrumbándose por dentro. Llevó su mano morena a la palma de la ajena, soltando algo parecido a un grito femenino en voz baja cuando los delgados e irónicamente fríos dedos del demonio -irónicamente por el hecho de que, el demonio soltaba llamabas cuando entraba en estado de ira- se enredaron en la mano de Diaz, sosteniéndola con algo de fuerza bruta. Marco calló toda queja que burbujeaba en su garganta mientras el demonio llevaba su brazo a la mano morena restante del castaño, dirigiéndola cálidamente a su propio hombro y dejarla ahí reposando, antes de llevar la suya propia a la cintura ajena y, como último, dar un firme apretón.—"¿Tengo yo el papel de chica?"—Marco pensó de manera molesta, observando los tres serios ojos del demonio posarse en los dos que él poseía. No sabía por qué, pero, al ver cómo el chico con cuernos soltaba una ligera sonrisa -Apostaría la mesada de toda su vida a que ésa mueca simple era totalmente sincera- la posición que tenía había dejado de interesarle casi de manera inmediata.—"Supongo que no importa"—Se dijo a sí mismo, preparándose mentalmente para lo que seguía.
—¿Listo, niño?
Tras ignorar sus mejillas arder ante la intensa mirada que le mandaba el ser sobrenatural, el humano asintió lentamente, dándo luz verde para lo que siguiera.
Fue entonces que el baile inició.
Paso tras paso, el príncipe demonio tomaba el liderazgo del baile con habilidad inhata, sorprendiendo al chico más bajo, que seguía como podía los rítmicos y acompasados pasos del pelirrojo. Marco sabía bailar bastante bien, ¡lo tenía en su sangre latina! Pero, a pesar de aquel hecho, no restaba que Diaz fuera de vez en cuando dudoso en sus movimientos y que actualmente estuviese totalmente intimidaso ante el baile perfecto de más alto y años -quién sabe cuantos posibles centenares- mayor. Temía pisar los pies del demonio, y que éste entrara en una furia tan intenda que posiblemente dejarlo muerto incluso fuese una bendición. Sólo miraba a Butterfly con súplica y pánico cuando la princesa entraba en su rango de visión y, la chica, estaba en blanco de ideas. Cosa que pasaba muy pocas veces en su vida. Y era comprensible. Star aún estaba aturdida por el hecho de ver a su ex-novio bailar con su mejor amigo. Ambos eran hombres. Uno era un mortal frágil y el otro un demonio y esas cosas que no iban siquiera al caso. Pero de todas las cosas, le parecía totalmente shockeante que Tom había dejado de prestarle atención a ella en cuanto la luz roja iluminó a ambos hombres. ¿Sería por esa cosa de la Unión de Almas Eterna que ella no entendía niún poco? Y si así fuera, meh, eso significaba que ella estaba a salvo de ése loco chico de problemas de manejo de la ira -¡Rayos! La ira de Hulk no era nada comparada con la de Tom-, aunque Diaz fuese la nueva víctima. ¿Estaba mal que Butterfly quisiera ser egoísta? Ahora que lo pensaba, si Marco y su Ex-novio estaban unidos eternamente como pareja, no tenía sentido separarlos. Lo único que ella deseaba en ése instante era una porción de los deliciosos nachos que había en la Tierra. Oh~, su boca babeaba con sólo pensarlo,
—"Supongo que Star no va a ayudarme esta vez"—Pensó el latino de manera agria, al mirar de reojo a la rubia de diadema roja bastante ocupada soñando despierta con nachos. ¿Por qué no le sorprendía aquello? Star era bastante extraña y distraída. Aún era sorpresa que no estuviese ya internada en la escuela para Princesas Caprichosas. Estaba nervioso como nunca. Miraba a todos lados menos al demonio con el que bailaba.—"Por la varita mágica de Star, ¿qué hago? ¿qué hago? ¿qué hago? ¿qué-...?"
Tom sonrió al ver al chico enmascarado soltar un jadeo al ser forzado a dar una vuelta repentina en medio baile, para volver a la posición comprometedora de antes. Había sacado al chico más bajo que él de sus pensamientos, y, le alegraba un poco, porque eso significaba que podría conocerlo un poco más.—Luces bastante aterrado, niño.
'Es porque lo estoy', se vio tentado a responder, pero no lo hizo. Simplemente siguió de manera inconsciente los pasos marcados mientras la música seguía. Bajó la vista, desviando de nuevo la mirada marrón que poseía de los tres ojos del demonio.—Sólo estoy algo nervioso.—Murmuró tan bajo que ningún oído humano podría haberlo escuchado. Pero Tom si lo hizo, causando que el de cuernos suavizase por completo su aún dura mirada. Es decir, aquél niño no era culpable de haber sido elegido junto al demonio por la Luna de Sangre.
—Pues no lo estés.—Dijo el príncipe sin rastro de emoción alguna. Pegó por completo el cuerpo del chico contra el suyo y sonrió con algo parecido a satisfacción sadística al oírlo de repente dar un sollozo de sorpresa. Marco levantó la mirada, sus dos ojos conectándose con los tres del demonio. Sus mejillas morenas ardieron y, supo -para su desagrado-, que se estaba ruborizando.—Sólo respira lentamente y piensa en algo realmente adorable.—Fue lo que dijo el mayor, su consejo tomado muy en cuenta por el castaño quien, obedeció casi sin problema alguno. Tom notó el tenso cuerpo ajeno relajarse por completo y, oyó un pesado suspiro salir de los labios del enmascarado. Era como si hubiese soltado todo una gran peso de encima.
Fue entonces cuando la música acabó, dándole a ver a ambos chicos que el baile había terminado. Si Marco se iba en aquél instante, probablemente jamás tendría que preocuparse por el demonio mientras Star no lo delatase. Pero, por alguna razón, el castaño estaba quieto en su lugar, sin mover ningún músculo.
Tom gruñó entre dientes mientras desviaba su mirada cabreada hacia el DJ, bastante enfadado por aquél hecho mientras Diaz seguía en su lugar, ignorando el rojo langosta de su cara al ver el rostro de Adonis que era el del demonio, rostro tan cerca del suyo. Era una bendición que tuviese un auto control de acero, pensó el castaño mientras mentalmente se daba palmaditas en la espalda, mientras su cuerpo al fin reaccionaba y lentamente se apartaba del más alto, lo que logró que el de tres ojos reaccionara y como el rayo voltease su cara contra la del menor, sus tres ojos demoniacos mirando al humano de manera suplicante.
—Uh, fue un, eh, gran baile, su Alteza pero y-yo tengo que-...—Diaz balbuceó, buscando a Butterfly con la mirada para descubrir muy para su lástima que no estaba presente. ¿A dónde estrellas podía esa princesa de cabello rubio haberse ido? Algún día terminaría con un maldito paro cardiaco. Necesitaba irse de ahí. Rápido. Ya.—Y-Yo ya tengo que irme de aquí, eh. Ya s-sabes...
—¡Espera! No te vayas todavía.—Sostuvo el cuerpo del castaño contra el suyo con su fuerza sobre-humana, deteniendo al chico en pánico. Esto le parecía una versión bizzarra de la Cenicienta, en donde la damisela había sido reemplazada por un lavaplatos enmascarado. Pero eso no estaba actualmente en la mente del demonio. Lo que pensaba era en posibles trucos para mantener a ese chico lo suficiente como para, al menos, saber quién corchos era.—Quédate un rato más, por favor.
Marco trató de liberarse aún con más fuerza. Quería salir de aquél enredo. Él no debía haber estado ahí. Star no debió haber estado en aquél baile. No, el nunca debió colarse en primer lugar.—Ya te dije que tengo que irme de aquí.—Dijo con algo de enfado, molesto con el demonio por estar tan insistente. Tampoco entendía aquél hecho muy bien que digamos.—"¿Qué le pasa a este demonio? Primero va por Star y ahora quiere que yo me quede con él."
Por el otro lado, el pelirrojo estaba por tener un ataque, pero ésta vez no era de furia. No, iba a tener una crisis si no lograba mantener a ése chico a su lado un rato más. Había sido muy poco tiempo para Tom. Quizás para Marco había sido una experiencia divertida -quien en fondo, muy en el fondo había disfrutado aquél baile-, pero para Tom, aquél baile le había dado esperanza nueva. Quería estar con aquél desconocido un poco más. Tenía algo de pánico por el posible hecho de que, al igual que Star, aquél muchachito se convirtiese en un simple pedazo de su pasado.
No. No lo permitiría.
Marco estaba por lograr safarze del agarre -más por el hecho de que el demonio estaba demasiado sumiso en sus pensamientos que por su propia fuerza- cuando sintió sus manos ser apresadas por las del mayor con una fuerza más que dolorosa. Era como si en medio segundo el pelirrojo hubiese soltado la cintura del castaño y se enfocase en sus muñecas. Soltó un siseo de dolor pero, cuando creyó que la sorpresa había pasado, sus orbes se abrieron cual disco cuando Tom se inclinó de manera rápida contra su rostro, estampando de manera salvaje sus labios contra los suyos con una fuerza que, logró un hilo de sangre descender del labio inferior de Marco -producto de un diente canino de Tom golpeándose con la piel sensible de su boca-. Fue básicamente cuando la mente de Marco Diaz quedó completamente inutilizada por primera vez en toda su corta y humana vida.
Su primer beso. Estaba teniendo su primer beso. Con un hombre. Y con un príncipe demonio.
El castaño sintió como si las venas bajo la piel de su mejilla hubiesen explotado y, soltó algo parecido a un quejido al tratar de liberar sus brazos. Pero sin éxito alguno. Odiaba admitir que su fuerza, comparada a la del demonio, era la de un pequeño niño recién nacido. No podía apartarse, así que simplemente cerró los ojos y dejó que el demonio hiciese lo que se le diese la regalada gana con él. Si no podía ganar, entonces disfrutaría lo que podía de toda aquella experiencia que era besar a alguien por primera vez.
Cuando sintió las manos de Tom soltarle, Marco llevó sus brazos al cuello del demonio, enredándo sus delgadas extremidades ahí, acercándo al pelirrojo contra sí. El príncipe tenía sus manos en la cabellera del enmascarado, sus delgados dedos acariciando sus hebras marrones como si fuese su amado conejo. Estaba demaciado tranquilo ante aquél suave y dulce beso. Y estaba realmente satisfecho con lo conseguido. No necesitaba nada más de él. Sólo su nombre y tendría el inicio de una nueva relación. Le emocionaba un poco la idea. Tanto que había olvidado a su coach para ayudarle con el manejo de la ira a varios metros, con un conejo adorable entre sus brazos. Tom se sentía completo, así que decidió apartarse del chico, soltando su agarre de la cintura ajena. Sonreía abiertamente, observando al castaño que, le miraba, sin duda, con total desorientación.
Sin embargo, la sonrisa de Tom se borró cuando el chico rompió su cariñoso abrazo del cuello y a pasos veloces, abandonó la sala, dejando a un demonio en la sala del baile, con el extraño haz de la Luna de Sangre desvaneciéndose poco a poco.
No se había enterado siquiera de su nombre.
Mientras tanto, Marco corría tan rápido como sus piernas tambaleantes podían en busca de Star Butterfly. Su cuerpo gritaba algo parecido a una tregua. Sus sentidos estaban a lo mínimo. No sabía de absolutamente nada. La encontró comiendo del extraño ponche que, sin lugar a dudas, no le daba buena espina beber. La princesa sonrió de manera extraña al verle, casi de manera resignada, pero, al instante su actitud burbujeante borró esa mueca por una verdadera. El "guardián" de la chica de ojos celestes notó aquél cambio, pero lo dejó de lado. Por el momento, no le importaba nada más que largarse de ahí y nunca volver a ver a ése... roba primer besos.—¡Eh, Marco!—Casi gritó la princesa, agitando su varita en el aire al verle frente a ella, respirando agitadamente. Star se preguntaba porque los humanos eran tan frágiles. Diaz sería su humano preferido, sin lugar a dudas. Aunque tal parecía que, no tendría oportunidad alguna de decir aquello en voz alta.—¿Te divertiste, pillín~?—Preguntó divertida, ignorando tanto como podía el hoyo en su pecho. Dolía bastante. Marco le miró con cara de pocos amigos, aunque, en realidad sí que tenía pocos amigos. No era de sorprenderse.
—No quiero hablar sobre eso, Star.—Suplicó casi el chico latino. Cuando revisó su rostro, notó no llevar puesta la máscara. Quizás se le había caído al correr -y así había sido-. Si ya estaba en pánico, ahora moriría de crisis. Debía irse ya. Si Tom llegaba a verlo sin su máscara, entonces sabría quien era. Y no quería aquello. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera por libertad. Lo juraba.—Sólo llevame de vuelta a mi casa.
—¡Okie Dokie Lokie~, Marco! ¡A la Tierra se ha dicho!—La chica de orbes celestes asintió casi de inmediato. Y, cuando estaban por largarse por medio del Portal de Las Tijeras, Marco volteó su vista del portal por un momento. Había deseado por última vez observar de lejos al demonio, a sabiendas de posiblemente no volverlo a ver jamás. Y volteo, sólo para ver Tom mirando exactamente en su dirección en ese mismo instante, con la máscara entre sus manos. ¡Bien! ¡Increíble! ¡Genial! Tom lo miró.
Mierda...
Los dos hubiesen estado clavando hoyos uno en el otro por varias horas probablemente, pero la mano de Star jalándolo hacia el portal había sido la salvación del chico de raíz latina. Pero, ahora, sólo tenía un problema. Un gran problema. El problema de los problemas.
No podía ocultarse del demonio ahora que había visto su rostro. Y Star, quien miraba de Marco con algo parecido a la simpatía, lo sabía.
De una manera u otra, estaba jodido.
