El Tridente

Cataclismo, era la palabra perfecta para describir el infierno que se había desatado junto al Tridente, el canto del acero contra el acero era estridente, los hombres se mataban de formas tan rápidas que la mayoría no supo ni siquiera que segó su vida.

Ser Barristan el Bravo le hacía honor a su nombre, danzaba en el campo de batalla; con cada golpe que daba una vida del Bando Baratheon se apagaba. Del lado de los Baratheon Lord Eddard Stark también demostraba su valía, pese a no ser nombrado caballero lograba abatir a todo aquel que tenía en frente con una destreza digna de cualquier miembro de la Guardia Real. Su arma Hielo el mandoble ancestral de la Casa Stark

Ser Jonothor Darry al darse cuenta del peligro que representaba el joven Lord Stark se batió a duelo con él, Ser Darry acosaba a Stark con golpes rápidos y precisos no dejándole más opción que retroceder. La lucha se trasladó junto al Tridente donde Ser Jonothor de un golpe con el pomo de la espada despojo a Eddard del yelmo y haciéndolo caer a orillas del río, apunto de dar el golpe final cuando en el último momento Lord Stark le clavo Hielo en entre las costillas; el acero valyrio había atravesado la cota de malla como si de una hoja se tratase. Ser Jonothor cayó y se desangro hasta morir.

Sin embargo la batalla no se resumió a la muerte de uno u otro, miles murieron en esa batalla defendiendo al Dragón o al Venado pero todos parecieron guardar un segundo de silencio cuando ambos se encontraron. Lord Robert Baratheon; corpulento y con una gran maza que era tan grande como él iba asesinando a todo aquel que estaba a su alcance, bastaba solo con un golpe de su gigantesco martillo para acabar con la vida de un hombre.

Mientras que el Príncipe Rhaegar por otro lado se desplazaba a toda velocidad por el campo de batalla acabando con la vida de sus enemigos de un golpe certero en el momento y punto justo con su espada, su armadura de rubíes incrustados brillaban con el sol. Ambos Robert y Rhaegar eran grandes factores a la victoria de su bando pero cuando estos se vieron Robert despojo su mente de todo lo demás y exclamo ¡Nuestra es la Furia! y se lanzó contra el Príncipe.

Mato a dos soldados que intentaron detenerlo antes de llegar a Rhaegar, Robert blandió su monstruoso martillo con tal fuerza que de haber impactado contra un árbol lo habría destrozado. Rhaegar evito la muerte al esquivar ágilmente el martillo del Baratheon ¡Violador! ¡Secuestrador! ¡Maldito Targaryen! Gritaba Lord Robert mientras movia de un lado a otro su maza intentanto acabar con la vida del Targaryen pero este era mas rápido y cada vez que Robert fallaba recibia un golpe directo en el peto que aunque no lograban penetrar en la armadura le causaban un daño verdadero.

Pero a pesar de que Rhaegar consiguiera herir varias veces a Robert este ni se inmutaba, estaba poseído por la furia y odio y nada lo iba a parar. Mientras hombres caían y morían a su alrededor el Príncipe de Plata y el que en un futuro seria conocido como el Demonio del Tridente danzaban por todo el campo de batalla, nadie se atrevía a interrumpir su combate porque hay se decidiría quien sucedería al Rey Loco.

En un arranque de furia Robert blandió su maza con tal fiereza que Rhaegar no pudo esquivarla y tuvo que intentar detener el golpe con su espada. El resultado fue una victoria parcial; la espada de Rhaegar se había roto por el golpe pero el Príncipe no se negaba a caer.

En un acto de arrogancia Robert se quitó el yelmo, hecho una mirada furibunda a Rhaegar y luego lo embistió soltando un grito de guerra; ese fue su error. Rhaegar llevaría su mano a su cinto y desenvainaría una daga con un fino filo de acero valyrio, el Príncipe de Plata esquivo el ataque de Robert y viendo su rostro desprotegido clavaria el puñal justo en la frente de Robert acabando así con el líder de la Rebelión.

Sin embargo nada había acabado pues aunque muchos partidarios de Robert (sobre todo los hombres de las Tierras de las Tormentas) habían huido aún quedaban los Norteños, los Ribeños y los Hombres del Valle. Además ahora estaba en medio de un campo de batalla sin más arma con que defenderse que una daga.

Debo vivir, debo vivir por ella– Pensaba desesperadamente Rhaegar.

Pero sus pensamientos pasaron a segundo plano cuando Lord Eddard Stark se postro frente a él y se disponía a enfrentarlo aunque cuando vio que estaba desarmado Lord Stark se quedó un momento en su lugar. Por suerte Ser Barristan Selmy apareció para plantar cara a Ned. Después de tanto luchar Eddard estaba cansado pero Ser Barristan era más viejo y sin duda habría acabado con la vida de más personas que Ned por lo que debería estar más cansado; nada más lejos de la verdad Selmy tuvo a su merced a Lord Stark en todo momento, era un espectáculo digno. Eddard usaba Hielo para acometer con la intención de acabar esto de un golpe pero Ser Barristan era más rápido y habilidoso y logro acercarse lo suficiente a Stark para derribarlo de un golpe.

Ser Barristan se disponía a acabar con Lord Stark pero fue detenido por Rhaegar.

–Ya hemos ganado– Proclamo Rhaegar.

Era cierto las fuerzas rebeldes habían perdido temple desde que murió Robert y cuando vieron a Eddard luchando contra Ser Barristan Selmy la mayoría se retiró. El resto o fueron aniquilados o fueron capturados pero la victoria ya estaba asegurada para el Trono de Hierro y para los Targaryen.

–¿Dónde… esta… Lyanna? –Pregunto débilmente Lord Stark.

Rhaegar quien no era muy partidario a sonreír lo hizo y le tendió su mano a Eddard. Sorpresivamente Eddard se la acepto y le ayudo a levantarse.

–Vamos a verla– Respondió el Rhaegar.

FIN