Serenade of Time
Dicen que la vida de un guardián del tiempo no tiene trascendencia mayor, y que su historia se pierde entre las muchas escrituras épicas que viven en el tiempo.
Sin embargo, pocas veces se ha visto que la unión entre un disrupter y un guardián se sostenga.
Y nunca se había visto que un fruto de esta unión naciera y sobreviviera.
Los hilos del Destino, El inicio de la Tempestad
Ah, el pasado, la tristeza del pasado, los oscuros recuerdos, las presiones que viajan con ella.
La ambición de poder.
La enfermiza obsesión por el control.
Aquella decisión que la llevaba a cometer los actos más despreciables.
¿Que tan lejos podía llegar?
Ninguna barrera era capaz de detenerla, ya que cualquiera que se alzara, era pronto eliminado del camino. De SU camino.
Ah, la última barrera, la sagrada figura a la que nadie tocaba.
Tampoco sería obstáculo para ella.
Tampoco aquél que la sagrada figura llevaba en sus brazos se convertiría en una barrera. No le daría el tiempo para eso.
(…)
Rosette.
Nadie sabía más detalles sobre ella, excepto que había ingresado siendo joven, y que ahora ya se retiraba por cuenta propia.
Nadie sabía sobre su pasado, nadie sabía sobre sus ambiciones.
Había en ella un misterio tan grande, como las historias que circulaban sobre ella.
Incluso se hablaba sobre un hijo no reconocido, abandonado en algún lugar, hermano de la joven Juliet, la hija de Rosette, que asumía por cuenta propia el cuidar de los niños que llegaban a esos lugares, para luego ser entregados, como si fuesen esclavos, a diferentes agrupaciones.
Sin embargo, la preocupación de Rosette sobre estas historias era tan leve como su interés en su propia hija.
Su mente estaba en otra parte, preocupada de planear el momento justo en que derribaría aquella "barrera" que le impedía el paso a sus mayores ambiciones.
El tiempo avanzaba a la velocidad requerida. No se apresuraba, ya que su propia ansiedad no haría que llegara el momento propicio.
Solo un par de semanas, y podría aprovecharse de la debilidad de la joven para quitarla del "tablero de ajedrez".
Ah, cuan inesperada había sido esa noticia… y cuan útil le era actualmente.
En unas semanas más, nacería aquél que sería la llave para lograr sus objetivos.
Y gracias a eso, la barrera se debilitaría lo suficiente como para aparentar que fue un accidente.
(…)
Había llegado el día. La actividad común de los pasillos había cesado, no se oían pasos, solo voces de preocupación.
Desde su estudio, Rosette vigilaba, atenta a cualquier variación, cualquier suceso que mereciera su preocupación.
Sin embargo, todo acaeció sin novedad. Ya en la tarde, con fingido carácter, se dirigió a la habitación de la joven.
Beatrize.
La que era llamada "Oráculo del tiempo", una muchacha joven, silenciosa como una luminosa muñeca, de dulce mirada, pero serio rostro.
Conocía el destino de cada uno de los que pasaran por aquella dimensión alterna, en la cual el tiempo no existía.
Conocía incluso el suyo, sin embargo, era incapaz de escapar de él.
El mismo destino le impedía burlar lo que acontecería en su vida.
Conocía el destino que tendría su hijo, una criatura que había nacido en la mañana, como el sol que se asomaba por las sinuosas montañas. Sabía que es lo que ocurriría en su vida, cual sería su sendero. Que papel jugaría en el eterno drama de la historia.
Y también sabía, que no estaría a su lado por mucho tiempo
Que su propio hijo no la recordaría jamás, por no haberla visto más que por unas horas.
Y sabía también quien seria el culpable de esto.
(…)
Solo un movimiento.
Tan rápido como un haz de luz, y la blanca mano cayó vencida hacia el vacío por el que descendía, a la vez que descendía con lentitud una gota carmesí, dejando atrás su enfermiza estela.
Tan solo una sonrisa, y se disponía a retirarse a no ser por…
(…)
Frialdad en su mirada.
No tenía compasión con nadie.
El también podría convertirse en una barrera.
No debía correr el riesgo.
Alzando el arma mortal, aquel que aún tenía rastros de aquel desquiciado acto.
El llanto de su próxima victima no tenía señales de terror ante un fin inexorable, ningún sentimiento involucrado.
Podría llamársele quizá venganza, su voz podría levantar la atención de los resientes en aquella oscura noche.
Sin embargo, jamás pensarían eso de una criatura recién nacida, un bebé que no tenía noción de la vida.
Si, su voz era algo con lo que debía acabar pronto.
Sin embargo pasan los minutos y nadie acude en ayuda.
O es que no hay nadie en este lugar?
El arma mortal desciende, mientras su portador observa con una simple sonrisa.
Hasta que…
-Ah… cuan irónica puede ser la vida-
El brazo detiene su movimiento repentinamente, el portador observando con sorpresa a aquél a sus espaldas.
-Y pensar que ambos creíamos no vernos de nuevo jamás, y las circunstancias nos reúnen otra vez-
La idéntica figura del arma que portaba la muerte, amenazando con cercenar el cuello expuesto.
-…Aléjate…-
Una simple orden, pronunciada con odio, rencor.
Acatando furiosa, se aleja de su víctima, lanzando el arma homicida hacia el piso.
-No intentes acercarte a él… por que lo sabré antes de que efectúes una maniobra en su contra-
Voces comenzaron a oírse.
El simple sonido del metal contra el suelo había llamado la atención de muchos.
Levantó la vista hacia la puerta, calculando cuanto demorarían en aparecer las primeras personas.
Las voces acercándose…
-Alégrate, vienen a salvarte-
Pasos que se dirigían a la puerta
-Nos volveremos a ver… Rosette-
Desapareció en segundos, consumido por un haz de luz negra.
(…)
Voces de sorpresa, tristeza, horror.
Voces preguntándose en que momento, quien lo había hecho.
El delicado cuerpo de la joven, ahora descansando en lecho de caoba, cubierto de flores, sosteniendo una entre sus manos.
La incertidumbre rodeándola.
Confusas lágrimas, liosas miradas.
Solamente una persona, aquella que sostenía a la criatura con preocupación, sabía perfectamente lo acontecido.
Pero, bajo la voz oscura del asesino, bajo las muchas amenazas, su propia voz se había callado, sin revelar la verdad, esperando el momento en que todo se supiera.
Si es que algún día se le fuese permitido revelar.
