HOLA ... ESTA ES MI PRIMERA HISTORIA versión de un buen libro el hombre de mis sueños de Johanna Lindsey Espero que les guste a los personajes la Naoko Takeuch
i ¿ Qué es lo que estás mirando, Andrew Whitely? El tono de voz de Serena Tsukino sonó injustamente áspero, pero esa había sido su intención. Cuando lo miró, su expresión denotó un marcado como, como si no fuera verdad al hombre. Claro que no había nada de cierto en eso, pues el honorable Andrew Whitely el resultado de veras muy agradable.
Se trata de un joven muy apuesto, de cabellos rubios a los que lograron controlar con un toque de aceite de la India. Las finas son finas, aunque no son muy largas como para disimular la firmeza de su mandíbula. Sus ojos verdes también fueron bonitos. Una altura considerable aunque no exista al punto de que una pobre muchacha tenga desnucado si quiera mirarlo.
Su figura en sí no era intimidarte, pero tampoco falta de fortaleza a pesar de su enjutez. A sus veintisiete años, era un joven con buenos prospecto, sin mencionar el hecho de que había heredado una cuantiosa suma por parte de la familia de su madre. Serena no tenía ni la menor duda de que Andrew era el esposo ideal para ella. Hasta que tenía que haber tenido la iniciativa de aprender más amiga, Lita Roberts, no has confesado Poco tiempo después de conocerlo que ella también lo deseaba. Y estas fueron las palabras textuales de Lita. "Lo deseo, Ser".
Las muchachas siempre habían tenido por costumbre hablar con toda la franqueza, al menos entre sí y cuando estaban seguras de que nadie podía escucharlas e impresionarse por semejantes expresiones y comentarios. Pero ese día Lita estaba tan exaltada que muy poco él había importado sí alguien las escuchaba. -Sinceramente, es "el" hombre. Jamás me tuve sentido tan ... tan ... y cuando me sonrió, oh, me sentí ... demonios, no puedo describirlo exactamente, pero creí que iba a desmayarme. -Quizás era el corsé que te apretaba demasiado -había bromeado Serena con una sonrisa-, Ya sabes que debes dejar espacio suficiente para que te pase un poquito de aire al menos ... -Oh, basta ya -se había quejado Lita-. Estoy hablando muy en serio. ¿Qué hago con él, Ser? Sólo por el hecho de que Serena tuvo cinco meses de edad que se suponía que debía ser la misma en el asunto y que tenía una respuesta adecuada para cada cosa.
Sin embargo, por mucho que odiara admitirlo, Serena sabía muy poco al respecto. Después de todo, en su caso personal fueron los hombres que se desanimaron en atenciones para poder conquistarla. Esa situación era embarazosa para ella, sobre todo cuando no era su intención atraerlos. Claro que, después de dos años de tener las visitas de todos los candidatos disponibles Serena concluyó que el acoso obedecía simplemente a su apariencia física, a pesar de que el color de cabello más claro que todos los rubios: Un blanco muy brillante y brillante único rasgo que había heredado de su padre. De modo que ese día Serena había apelado al sentido común para aconsejar a su mejor amiga: -Solo sonríe y actúa con naturalidad. Así, él no tiene escapatoria. Y así fue exactamente. Luego de un trato de dos honorable Andrew le propuso matrimonio. La boda se celebró el día en que cumplió los dieciocho años, en poco menos de tres meses, y nada de ceremonias sencillas para la boda del hijo de un vizconde.
Sería la gran fiesta en la cumbre del Y nada de ceremonias sencillas para la boda del hijo de una vizconde. Sería la gran fiesta en la cumbre del Y nada de ceremonias sencillas para la boda del hijo de un vizconde. Sería la gran fiesta en la cumbre del
Teniendo en cuenta que la contentan, Serena por su amiga y que agradable que la otra, Andrew, la pregunta que no tiene tanto que gritar, que se ha debitado haber sorprendido a los novios, que se acerque a la iglesia en ese día soleado de domingo. Y por cierto Andrew se sorprendió porque la actitud de Serena siempre lo había desconcertado al principio y luego empezó a irritarlo porque él no lo había provocado para que se comportaba así. A Lita no la sorprendió en lo más mínimo porque ella conocía perfectamente la razón de su proceder. Al principio Lita había aceptado el buen grado que Serena fingiese ante Andrew era la más pequeña de las mujeres, dado que cada joven por el mismo Lita había mostrado el menor interés invariablemente se había enamorado de Serena. Y no porque Lita no fuera bonita. Era muy atractiva: tenía cabello rizado Castaño y ojos verdes como las esmeraldas. Pero ante la indiscutible belleza con la que Serena había sido bendecida sus cualidades parecían insignificantes. En consecuencia, desde un principio, Serena se había propuesto que la atención de Andrew no divagara por ninguna otra parte, mucho menos en dirección a su amiga. Pero esa estrategia de Serena, por cierto, muy poco ortodoxa, ya se había extendido más allá de la cuenta: tanto que ya no se podía sonrojar ni pedía disculpas por lo que podía haber ofendido a Serena que ahora se defendía con vehemencia y lo lograba con bastante éxito.
Mientras jalaba fuertemente de las riendas del bayo que alejaba el carruaje de la casa de Lita, por dónde había pasado a buscar muchachas, Adrew se volvió a mirar a Serena: No estoy mirando nada, señorita Tsukino. Absolutamente nada. Lita se quedó inmóvil. Nunca antes Adrew le contestado con tanta crueldad. Notó que Serena también se había tomado muy a pecho la respuesta. Se puso colorada de furia y volvió la cabeza para que Adrew no notara que la había herido. Pero Lita puede podía llegar a Andrew. Un hombre capaz de tolerar groserías por parte de una mujer hasta cierto punto, a partir del cual se tornaba tan grosero como ella. En realidad se siente culpable por no haber puesto punto final al plan de Serena mucho antes. Pero no lo había hecho porque el fondo le quedaba la sospecha de que era Serena se mostraba como era antes de que Adrew, él podría haber caído en la tentación, al igual que todos los demás, con una sola sonrisa de Serena. Bueno, pero ya era suficiente. Lita estaba segura de que Serena la amaba. Y sí en ese momento fue incapaz de retenerlo porque no lo merecía, mejor dicho, él no la merecía a ella. Hablaría con Serena no bien el vicario termina con su sermón o quizás antes, por lo menos antes de que el dolor volviera a su amiga.
Esa idea la preocupaba pues cuando Serena se enojaba, cosa que por suerte no sucedía a menudo, podía tornarse terriblemente impredecible. Lita encontró la oportunidad de hablar cuando llegó a la iglesia en el límite de Teadale Village. Andrew se adelantó para presentar sus respetos a una dama Metalia ya sus tres hijas. Como condesa de Wedgwood, Metalia Thackeray poseía uno de los títulos más nobles de la vecindad y por eso era despótico a quienes eran inferiores a ella. Y ni siquiera Serena era inmune a la actitud de Metalia. Nunca perdí oportunidad para que la condesa notara su presencia, pues como anfitriona reinante del condado sus invitaciones eran muy apreciadas. Serena estaba dispuesta a todo con tal de conseguir una. Lita tuvo que retenerla para que no saliera, que estuviera detrás de Andrew a saludar a la condesa. Deseaba hablar con ella en ese momento.
No obstante, por la impaciente expresión de su rostro, Serena no prometió prestar mucha atención a su amiga. Por el contrario, trató de eludir la conversación de antemano. -Espero que no menciones lo que ocurrió en el coche, lita. -Por supuesto que sí -replicó Lita, sin lugar a vacilaciones-. Sé tú eres tú táctica, Ser, y créeme que te amo por eso. Estoy seguro de que en un principio me ayudó mucho. Pero ahora me gustaría estar convencida de que Andrew está a mi lado por lo que soy, que no caerá rendido a tus pies por el solo hecho de ver esos simpáticos hoyuelos de tu sonrisa.
Serena parpadeó y con una espontánea aunque muy poco femenina carcajada abrazó a su amiga. -Sí que tienes razón, pero se ha hecho una especie de hábito hostigar a este pobre muchacho. -Entonces abandona hoy mismo este hábito.
