¡Hola! Aquí solo una ideita (bien corta) que se me ocurrio ¡comiendo cerezas! Jaja, espero que les guste n.n


La cereza

El tensai pasó la cerecita entre sus dedos, lentamente. Era pequeña, pero lucía deliciosa. La dejó rodar sobre la palma de su mano izquierda, hasta que cayó sobre la otra. La encerró en su puño derecho, pero sin aplastarla. Sintió que la pequeña frutilla estaba fría aún.

Eres delicioso, eres tentador.
Te tengo en mis manos,
Sin embargo no te probaré aún.
Quiero saberte intacto,
Quiero tenerte para mí y solo para mí,
Y aún así,
No te probaré aún.

Acarició con un dedo la suave superficie rojo vino tinto, casi con ternura hacia la fruta. Sintió como el dulce aroma llegaba a él, como la tentación de comérsela lo asaltaba. Sus labios se curvaron en una sonrisa. Acercó la cereza a su boca y la deliciosa esencia se intensificó

Primero solo inocentes caricias,
te voy acercando a mí.
Tu dulce fragancia me tienta a tomarte.
Dejo mi boca recorrerte,
sube por tu cuello hasta llegar a tus propios labios,
para luego tomar lo que se oculta tras ellos.

Tan cerca, tan expuesto, tan embriagador,
Siento tu perfume invadirme,
es como si estuviese a punto perder el control.
No puedo,
te atrapo entre mis brazos.

Apretó de manera suave la blanda esfera entre sus dedos índice y pulgar. La observó detenidamente durante unos segundos, para luego arrancarle el tallo que hasta ese entonces había quedado intacto. Dejó caer al suelo el palillo y volvió a acercar la cereza a sus labios, tentándose a sí mismo a morderla. Se permitió acariciarla con la lengua, percibiendo con más fuerza el seductor aroma.

Te tengo para mí,
solo para mí.
Te tengo a mi merced,
esta noche será tu turno.

Ropa que se desprende de tu piel,
estorbos que son deshechos.
Permito que mis manos te exploren,
que te causen estremecimientos.
Me voy a dejar tentar,
solo porque sé que puedo resistir mejor que tú.

Sintió como si la pequeña fruta se deshiciera en su boca, como el dulce sabor le parecía adictivo. Sintió como deseaba más, sabiendo que era la única fruta que tenía en ese momento. Saboreó tomándose su tiempo, no se apresuró a tragársela. Finalmente la cereza desapareció.

Y así como veo que te está impacientando,
no puedo evitar pensar en que,
no pasará ni una semana hasta que te arrepientas.
Disfruto el hecho de ser el primero,
disfruto el hecho de que lo olvidaré.
Pero tú no lo harás.

Y, ¿sabes?
Es como si ahora mismo,
al entregarme tu propia virginidad,
me entregaras una cereza.
Me la comeré y ella desaparecerá.
La olvidaré y tu,
tú la habrás perdido.

Sin sentir la culpa se limpia los dedos con la servilleta.