Ira

"La ira, si no es refrenada,

es frecuentemente más dañina para nosotros

que la injuria que la provoca "

Disclaimer: Ya saben que estos personajes no son míos...pero me gusta jugar con ellos. Amén a Conan Doyle y a la BBC.

Pareja: John/Sherlock, Para los que digan que Sherlock no tiene corazón...es por que se lo dio a John.


Cabrón de mierda. Cabrón de mierda.

Esas eran las únicas palabras que se te pasaban por la cabeza (exceptuando otras peores) cuando, medio dormido, te levantaste del sillón y te acercaste a la puerta, encontrándote, después de tanto tiempo, a tu mejor amigo, que había fingido su muerte y aparecía allí, como si nada hubiera pasado.

El manto de la noche cubría Londres, las estrellas brillaban, imponentes, en el cielo. Tú tenías ganas de mandar a la mierda a todas y cada una de ellas.

¿¡Como se atrevía!?

Estaba allí, delante de ti, imperturbable. Pues claro que sabías que estaba vivo, siempre lo supiste. Después de todo, era de Sherlock Holmes de quien hablábamos. El gran detective ¿muerto? Por supuesto que no.

Pero que no te dijera nada….ni un simple "estoy vivo, John"

No. Se había ocultado, se había escondido entre las sombras. Se había ocultado de ti.

Y eso era lo que realmente te enfurecía.

No dijiste nada. Volviste a tu sillón, intentando tranquilizarte, pero solo pasaban cosas peores en tu cabeza.

En ese mismo instante, se te ocurrieron más de mil maneras de cómo fastidiar, desmembrar, pegar o matar a Sherlock Holmes.

Sabías que él no se había movido del marco de la puerta. Estaba sorprendido.

¿Y qué esperaba? ¿Un abrazo? ¿Una bienvenida?

Pues ya podía irse por donde había venido. Tu corazón estaba frío. Hacía mucho que lo estaba. Cuando él se tiró de aquel hospital se llevó también tu corazón a la tumba.

Te había llenado de rabia. De rabia, de ira, de tristeza y de desesperación.

De eso es de lo que estaba lleno ahora tu interior. Y no sabes si vas a poder cambiar eso de nuevo. Lo hiciste una vez, al volver de la guerra en Afganistán. Pero es difícil hacer lo mismo dos veces.

Oyes a Sherlock moverse dentro del piso. Se quita el abrigo y se sienta enfrente de ti, en el sillón que tanto tiempo ha estado vacío. Empieza a desabrocharse la bufanda, dejando desnuda una pequeña parte de su cuello.

Sabes que el siente tu mirada, del mismo modo que tú siempre sentías la suya. Penetrante. Misteriosa. De verdad, de verdad, como añoras esa mirada.

El recién llegado se levanta y se pone frente a ti.

-Vamos-dice. Tiene la bufanda colgando sobre su cuello, y esa camisa morada que recuerdas de hace tanto tiempo atrás.

-¿Vamos qué?- estás furioso, más de lo que has estado nunca.

-Pégame- te incita- Lo estás deseando, además de que en parte también me lo merezco.

¿Lo estará diciendo en serio? ¿Sherlock Holmes invitándote a un puñetazo?

-¿Qué quieres, Sherlock?- tu rabia va en aumento, pero, como buen soldado que fuíste, y que en tu interior aún eres, sabes que pegarle no sería lo adecuado.

Pero tienes unas ganas enormes de hacerlo.

Quieres pegarle hasta que sienta todo lo que tú has sentido estos tres años. Hasta que vivir ya no merezca la pena, por el simple hecho de que el dolor es demasiado fuerte. Quieres pegarle hasta que se desespere de tal manera que no quiera volver a despertar nunca. Por que así es como has estado tú estos últimos años. Y sabes que nadie, por horrible que sea, se merece lo que tú has pasado.

Te levantas, intentando quedarte frente a frente con Sherlock, lo que no es posible, ya que mide poco más de media cabeza más que tú. Aun así, te quedas frente a él, y le miras directamente a los ojos.

Unos ojos fríos, como el hielo mismo.

-Eres inteligente, Sherlock. A ver si entiendes esto. Vete-a-la-mierda.- le sueltas, como un niño pequeño con un berrinche. Pero te da igual, por que estás enfadado, y eso te está nublando todo lo demás.

Te alejas con rapidez hacia tu cuarto, subiendo las escaleras y haciendo ruido, para que tu amigo sepa a dónde vas. Entras y cierras la puerta, y al instante de cerrarla te sientas en el suelo, apoyándote sobre la puerta. Te sientes mal.

Para cuando te das cuenta, la ira sigue ahí, pero dejando paso a mas emociones y sentimientos, algunos contrarios a otros, ocasionados por los últimos acontecimientos.

Tristeza, alegría, miedo, un poco de vergüenza por tu comportamiento, tal vez.

Oyes como Sherlock te ha seguido por las escaleras y se ha sentado al otro lado de la puerta, igual que tú.

-John, por favor, déjame entrar- tiene una voz de niño, arrepentido y triste.

Tal vez sea una de sus patrañas, pero por alguna razón, tienes que creerlo, quieres creerlo.

Ahora lo que quieres es abrir, y ver esa cara que tanto has hechado de menos. Sigues enfadado, pero, poco a poco, lo haces. Te levantas y giras con lentitud el pomo de la puerta. Abres y ves su cara, triste, mucho más triste de lo que creías poder verla nunca. Un gran peso cae sobre tus hombros, haciendote sentir tan deplorable que lo único que haces es caer al suelo de tu cuarto, sobre tus rodillas.

Notas como Sherlock se asusta ante tu caída, y con rapidez, baja al suelo, a tu lado.

Te levanta la cara, por la barbilla y con el dedo pulgar de la otra mano te limpian unas lágrimas que antes no habías notado.

Te avergüenzas de que te vea así, sigues enfadado, pero verle así te pone tan triste..

Su cara te muestra la tristeza de haberte separado tanto tiempo de ti.

-P-perdóname- te pide- por todo. Las mentiras, los engaños…todo. N-necesito que me perdones, John.

-Siempre, Sherlock.- sonríes- pero luego deberás perdonarme tú, por lo que voy a hacer ahora.

Agarras su bufanda, y, con toda la ira y la furia del mundo, le atraes hacia ti, forzando un beso que a los pocos segundos deja de se forzado y se convierte en un beso en toda regla.

Él ha acabado encima de ti, y tú le has puesto la mano en la espalda, pegándolo a tu propio cuerpo.

Él continúa el beso, con torpeza, pero ya no te importa.

Su cara tiene lágrimas en los ojos.

-Tenía miedo- le miras, esperando que continúe- tenía miedo. De que me odiaras. De que no quisieras volver a verme.-

Te parece tan inocente ahora mismo. Tan niño y joven. Tan necesitado.

Le abrazas.

-Ahora solo quiero que estés aquí, conmigo-

Te sonríe, una sonrisa real, como la que más. Pocos segundos mas tarde esa sonrisa tan buena se convierte en una sonrisa picante, sensual, incluso.

Le devuelves la sonrisa y vuelves encima de él. Ahora ambos estáis tumbados sobre el suelo de tu dormitorio. Tu mano le revuelve el pelo mientras él se tira a tus labios de nuevo.

No sabes cuantas veces te habías imaginado una escena así. Pero ahora querías más. Seguías cabreado, pero habías dejado esos sentimientos a un lado, de momento, por lo menos, no puedes desaprovechar esa oportunidad.


Ojalá les haya gustado, dejen un review por John y Sherlock...¿que más? Ah, sí, mañana escribiré el segundo shot. Confirmado: No tengo ni idea de lo que voy a escribir. Lo consultaré con la almohada.