Capítulo 1: Rich or Millionaire
Tres meses. Doce sesiones. Una sesión a la semana.
Kurt llevaba tres meses acudiendo al piso de Rich. Todos los miércoles sin falta llamaba al timbre de un acaudalado corredor de bolsa de Wall Street. Un hombre de 38 años, atractivo, divorciado y millonario, un hombre inteligente que sabía exactamente cuándo comprar acciones de cada empresa. Cada vez que las acciones subían, su cartera también lo hacía, y nunca se equivocaba. Pero por desgracia y a la vez alivio esta había sido su última sesión. Ya no pisaría nunca más esta habitación de ensueño ni tampoco volvería a ver a este sensual y pervertido hombre.
Mientras abrochaba los botones de su camisa turquesa de Prada empezó a recordar cómo había llegado a esta situación. Sonrió satisfecho y emocionado por el premio que le esperaba.
Tres meses antes Kurt trabajaba como camarero en un restaurante de mucha reputación de la quinta avenida. Un restaurante dónde iban familias adineradas, hombres de negocios o algún que otro famoso. Había conseguido el trabajo gracias a un cliente del taller de su padre, le había pedido el favor que le buscara a su hijo un trabajo en el que cobrara un sueldo razonable, no importaba de que. El hombre no hizo ninguna pregunta y al día siguiente lo llamó diciéndole que Kurt fuera al restaurante Cornucopia esa misma tarde.
Kurt llegó al restaurante y buscó al encargado, solo tuvo que nombrar al amigo de su padre para que a los cinco minutos lo estuvieran contratando. No le hicieron ninguna pregunta ni pusieron objeción a su edad.
Trabajaría todas las tardes en el bar y por las noches atendería las mesas para la cena, los sábados trabajaría el día completo y los domingos solo al mediodía. Sabía que sería difícil mantener el ritmo de sus estudios si salia del restaurante a las doce y media y al día siguiente entraba al instituto a las ocho pero no puso objeción. Necesitaba dinero y su padre no podía comprarle todos los caprichos.
Los meses pasaron y Kurt llegaba cada dia a su casa agotado. Algunas noches no tenía fuerzas para hacer sus tareas y cuándo se proponía estudiar para algún examen se quedaba dormido sobre sus apuntes. Despertaba desorientado, con la ropa del día anterior y con el tiempo justo de darse una ducha y coger el metro hacia el instituto.
Es cierto que su padre tenía un taller mecánico pero solamente tenían un coche y él no lo podía coger prestado todas las mañanas sabiendo que su padre lo necesitaba más que él.
La mitad de lo que ganaba en el restaurante se lo gastaba en las mejores tiendas de la quinta avenida y la otra mitad lo ahorraba para poder comprarse un coche digno de la ropa que se compraba. A Kurt le encantaba el lujo aunque no estuviera a su alcance, si un par de noches a la semana se privaba de cenar para poder comprarse algo de la última colección de Dolce & Gabanna, no sentía ningún remordimiento. Quizás era un chico mediocre pero a ojos del mundo exterior Kurt tenía clase, mucha clase.
Salió de sus pensamientos al notar un brazo que lo rodeaba por la cintura. se dio la vuelta y miró esos ojos tan dulces que lo habían admirado durante tres meses.
-¿Sabías que te voy a echar de menos?- susurró Rich en su oído -No puedo creer que ya hayan pasado tres meses...¿Seguro que no podemos alargar este precioso acuerdo?
-No, a no ser que tengas algo más para darme- contestó picarón.
-Creo que lo que te voy a dar es más que suficiente- se separó un poco y fue hasta la mesita de noche para coger una cajita negra de terciopelo -Sabes que no ha sido un trato justo ¿no?- Kurt asintió con una sonrisa.
-Lo sé, pero...¿valió la pena?- preguntó sabiendo la respuesta.
-Cada centavo, precioso- Le extendió la cajita a Kurt para que la abriera -Espero que sea de tu agrado ¡Es una máquina!- exclamó Rich emocionado.
Kurt aceptó la cajita y la abrió lentamente con los nervios a flor de piel. Frunció el ceño al ver el contenido ¿Era una broma? Esto no era lo que él había pedido, era mucho más, muchísimo más. Con mucho cuidado cogió las llaves, aun sin creérselo y acarició el llavero plateado con la palabra "Lamborghini"
-¿Va todo bien?- preguntó Rich un poco desconcertado -Creí que te gustaría aunque podemos cambiarlo si quieres. Nunca dijiste cuál querías así que me decanté por uno que fuera tan magnífico como tú- Rich no obtenía respuesta de Kurt. Se pegó mentalmente pensando que la había cagado hasta que vio que Kurt negaba con la cabeza.
-No puedo aceptarlo- dijo de golpe mirándolo a los ojos -Es demasiado, yo no pedí esto Rich, yo... ¿En que pensabas?
-¿Cuál es el problema? Yo tengo tres coches... ¿Crees que me voy a arruinar por comprar uno más? Y no uno cualquiera, uno perfecto para ti, precioso.
-Pero... es un Lamborghini, Rich ¿Cómo se supone que le voy a explicar esto a mi padre? Con lo del restaurante no puedo haber comprado este coche, ni en cinco años podría...
-Escucha, no voy a devolverlo. Es tuyo, está a tu nombre y pagado íntegro. Lo siento pero vas a tener que vivir con el peso de que tienes un Lamborghini.
-Has dicho que podíamos cambiarlo- Kurt entrecerró los ojos.
-Mentí pero porque no creí que quisieras devolver esta joya- Rich finalmente cogió las llaves de la mano de Kurt y las guardó en la cajita, la dejó encima de la cama y volvió su atención a Kurt cogiéndolo de las manos -Acéptalo por mí. Te he adorado durante tres meses ¿No crees que te lo mereces?- Kurt comenzó a dudar -Al menos déjame que te lo enseñe, si después no lo quieres me lo quedaré yo e iremos a comprar otro de tu agrado. Te lo prometo.
-Está bien- asintió Kurt -pero no cantes victoria todavía.
Terminaron de vestirse y Kurt recogió todas sus cosas y las metió en una maleta. Viniendo durante tres meses siempre se dejaba algo en el dormitorio o en el baño, esta vez se aseguró de guardar todas sus pertenencias.
Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina para tomar un vaso de zumo. La cocina era con barra americana, y desde ahí se quedó mirando el interior de la casa, era tan bonita. Estaba en el piso doce, era el ático-dúplex.
En la planta de arriba solamente estaba el dormitorio, un baño exageradamente grande con jacuzzy y una gran terraza con unas vistas maravillosas a Central Park. En el piso de abajo estaba el gran salón pintado de blanco con sofás de cuero negro y una alfombra burdeos debajo de un mueble de madera negra con una gigantesca televisión de alta definición con home cinema que tenía varios altavoces repartidos por las esquinas del salón. Varias estanterías con infinidad de libros y películas decoraban las paredes. Había un par de puertas más aunque Kurt nunca entró supuso que serían el despacho de Rich y quizás otro baño u otra habitación. Kurt dejó el vaso en el fregadero al escuchar a Rich bajar las escaleras.
-¿Estás listo para ver a tu nuevo bebé?- preguntó Rich impaciente.
-Vale, vale- Kurt soltó una risita y negó con la cabeza -Estás más emocionado tú que yo- cogió la maleta y abrió la puerta principal que daba a un ascensor por el que bajarían hasta el párkin del edificio.
-¡Espera!- gritó Rich desde el interior. Kurt vio como salía del que ya había supuesto que era su despacho con un objeto pequeño en sus manos -Te dejabas esto- le dio a Kurt un pen-drive -Creo que es muy importante que te lo lleves hoy. Ese era el trato.
-¡Dios mío! No puedo creer que me lo dejara, gracias- sonrió Kurt.
Eran las grabaciones de las sesiones que había tenido con Rich. Desde un principio que aceptó este trato lo único que Kurt pidió fue que las sesiones fueran grabadas, quería tener un seguro por si Rich no cumplía con el trato, al menos tendría material para chantajearlo o simplemente publicar esas imágenes aunque esperaba no tener que hacerlo. Felizmente Rich había resultado ser un hombre de confianza.
-No se si te molestará, si es así me lo dices y lo borro pero me he quedado con el video de la sesión número siete. Es mi favorita -Kurt hizo memoria mientras pulsaba el botón del ascensor.
-Ese dia no hicimos precisamente algo descabellado para que quieras guardártelo, yo me hubiera quedado con la cuatro- soltó una risita.
-Sé que no lo és pero para mí fue muy erótico y lo que vino después fue fantástico- sonrió recordando.
Entraron en el ascensor y Kurt pulsó el botón del sótano dos. Segundos después salieron a un gran garaje con varios coches de los otros vecinos. A la izquierda estaban las tres preciosidades de Rich y el cuarto estaba tapado con una lona plateada, únicamente un trocito de las ruedas era visible.
-Adelante, abre tu regalo- le señaló con la mano.
Kurt dejó la maleta en el suelo y se acercó al coche un poco nervioso. Cuándo estuvo justo delante volvió la mirada hacia Rich que le sonreía cálidamente. Volvió la mirada al coche y con cuidado fue levantando la lona hasta que finalmente cayó al suelo.
-¡Dios mío!- Kurt se llevó las manos a la boca, estaba sin palabras. Esto no era un coche, era su coche, un precioso Lamborghini gallardo de color naranja metalizado. Kurt había estado conteniendo la respiración y no se había dado ni cuenta, soltó el aire retenido y miró a Rich.
-¿A que es precioso?- preguntó mordiéndose el labio. Ver a Kurt tan emocionado lo llenó de alegría.
-No...- Kurt acarició el capó con suavidad y volvió a mirar a Rich -No voy a devolverlo, lo siento- dijo con una sonrisa.
Rich se acercó a Kurt, lo abrazó por la espalda y aspiró el aroma de su cabello. Lentamente puso las llaves del coche delante de sus ojos. Kurt las cogió rápidamente y pulsó el botoncito del mando, al segundo escuchó un pitido. Abrió lentamente la puerta y se inclinó hacia delante disfrutando del olor a coche nuevo. Se sentó y puso las manos en el volante para creerse de verdad que era suyo y finalmente lo había conseguido. Rich lo miró con un poco de tristeza, ahora que Kurt estaba dentro del coche lo hacía mucho más real.
-Desearía que no terminara- dijo con un susrro -Realmente te voy a extrañar- Kurt lo miró y abrió la boca para hablar pero Rich lo calló con un gesto de su mano -No digas nada, se que este era el trato y no lo voy a romper, tranquilo. Es que me he acostumbrado a tenerte todos los miércoles y saber que a partir de hoy ya no vendrás más me entristece, te he cogido mucho cariño.
Kurt salió del coche y automáticamente abrazó a Rich con fuerza, él también lo echaría de menos. Al principio pensó que si accedía con el trato acabaría enamorándose de él pero a medida que las semanas pasaban se dio cuenta que jamás sentiría nada por Rich, solamente cariño, amistad y una fuerte atracción sexual.
-¿Que voy a hacer sin ti a partir de ahora?- preguntó con tristeza.
-Todavía tienes un video, puedes verlo tanto como quieras- respondió Kurt. Los dos se rieron y se abrazaron más fuerte.
-Vete ya anda, esto está siendo más difícil de lo que pensaba- Rich se separó de Kurt, cogió la maleta y la metió en la parte de atrás. Kurt ya se había metido en el coche, cerrado la puerta y bajado la ventanilla -¿Me das un último beso, precioso?- preguntó Rich apoyándose en la ventana. Kurt se acercó lentamente y lo besó apasionadamente, cogiéndolo del cuello para acercarlo más. Se separó dejando un último beso suave sobre los labios de Rich.
-Ha sido un placer, Rich. Ha sido divertido y ha valido la pena, gracias por esto- acarició el volante del lujoso coche.
-De nada- Rich se separó un metro del coche -Espero que todo te vaya bien y ahora vete porque creo que empezaré a llorar- dijo con una sonrisa que escondía amargura.
-Adiós Rich-Kurt respondió con una sonrisa. Se puso sus gafas de sol Gucci y arrancó el motor.
-Adiós Kurt- dijo Rich viendo como el flamante coche desaparecía del garaje y se adentraba en las calles de la gran ciudad.
En el momento en que Kurt condujo por la carretera encendió la radio para poder descubrir que los altavoces de ese coche hacían retumbar hasta los asientos. Buscó su emisora de radio favorita cuándo estaba en un semáforo en rojo. Sonrió emocionado al escuchar las primeras notas de "Hey girl, hey boy" de The Chemichal brothers, en ese coche se escuchaba mejor que en ninguna otra parte.
Justo antes de que el semáforo cambiara a verde se fijó en el coche de su lado. Eran dos chicos más o menos de su misma edad que lo miraban con rabia, se notaba que la envidia les corroía por todo el cuerpo. Kurt sonrió y arrancó el coche haciéndolo rugir.
Condujo por la ciudad hasta llegar al garaje de su edificio dónde un mes atrás alquiló una plaza al lado de la de su padre sabiendo que llegaría este día. Lo que no esperaba es que su preciosidad haría sombra a todos los cochecitos tristes de su alrededor.
Cuándo llegó al piso dónde vivía con su padre fue directamente a la nevera para servirse un refresco con hielo, lo llevo hasta su habitación, lo dejó en el escritorio y cogió sus libros de instituto para poder terminar unos ejercicios.
Obviamente no pudo llegar ni al segundo problema, sus pensamientos fueron directamente a Rich y en el momento en que lo conoció, en como había empezado todo lo que ese mismo día había terminado.
Sabía que a la mañana siguiente iba a ser secuestrado por Santana para que le contara todo lo sucedido pero por hoy no pensaría más ni en Rich, ni en su coche, perdón, ni en su súper coche, ni en Santana y ni en lo que le diría a su padre. Esa noche durmió más relajado de lo que lo había hecho en meses.
XoXo Evita!
