Un nuevo y oscuro comienzo
Hace frio, como todas las noches en Frankfurt, pero es necesario acudir, la ciudad ha sido casi destruida debido a la guerra y hay muchos heridos, no puedo dejarlos solos, aunque esta vez parece distinto, hay una especie de energía entre los nuevos soldados que se pasean por nuestro hospital improvisado, estamos a mediados de 1944, se murmura que la guerra terminara en algún momento, que las personas volveremos a ser libres sin distinción alguna pero ¿en realidad será así? A mis 21 años aún sigo viendo la catástrofe aunque mantengo la esperanza a pesar de todo.
Me decidí a ser una enfermera voluntariosa después de ver mi hogar consumirse por las llamas y mi familia morir mientras volvía de buscar medicinas, fue duro y aun así continuo pensando en la fascinación que sentí al ver las llamas propagarse por todo el lugar.
Un soldado de la SS se acerca, varios pasean por aquí a menudo, todos tan silenciosos dan más miedo que si fueran violentos, lo extraño es que hoy hay más que de costumbre; uno de ellos se acerca a la pequeña tienda de lona en donde cuido de las personas heridas, se asoma y me señala para que lo siga.
-¿Es usted la enfermera de aquí?
-Así es, hay otras dos más pero están trayendo agua señor ¿necesita algo?
-Debe venir con nosotros
-¿Por qué?
El soldado se limita a mantener la mirada fija en mis ojos y no me queda más que ir con él, noto sin embargo, que hay otras dos enfermeras en la camioneta a donde me dirigen, temo lo peor.
El soldado me hace una seña para que me siente junto a las enfermeras que observan todo con cara de terror, creo que una de ellas va a desmayarse.
-El doctor necesita enfermeras dedicadas señoritas- nos explica un hombre que está sentado frente a nosotras al ver nuestras expresiones de duda y horror ¿el Doctor?
Atravesamos un largo trayecto, realmente largo en donde veo lo que ha dejado la guerra
-Hemos llegado a la base en Polonia señoritas- anuncia el soldado que me saco de mi pequeña tienda de lona
Polonia. Estoy tan lejos de casa, tengo miedo.
Llegamos a un inmenso edificio, nos hacen pasar y en la entrada nos recibe un hombre alto y rubio con extraños anteojos, tiene una bata, supongo que es el Doctor.
-Bienvenidas señoritas, las he traído de muy lejos porque necesito chicas fuertes que no se rindan ante nada y que sean buenas cuidadoras.
-¿Qué o a quien cuidaremos?- me oigo decir ante todo esto que cada vez me parece más retorcido
El doctor me sonríe y me hace un gesto para que lo acompañe
-Tu nombre jovencita
-Arabella Van Winkle doctor
-Ah que hermoso nombre
No dice más en todo el trayecto que atravesamos, más que una base militar parece un laboratorio, me dirige a una habitación en especial, decorada con buen gusto y en una cama se encuentra un hombre alto con mirada perdida.
-Capitán le he traído una enfermera que cuidara bien de usted
El capitán se limita a mirarnos y asentir despacio, me evalúa con la mirada y vuelve a cerrar los ojos, la puerta se vuelve a abrir y entra un hombre regordete con gafas, sonríe complacido
-Muy bien Doc. Ah esta es la enfermera del capitán, que niña tan linda parece una muñequita asustada
El hombre regordete, el capitán en cama incluso el doctor me dan la sensación de encontrarme en casa, siento que mis ojos se llenan de lágrimas una vez más, tengo que cuidar del capitán y siendo sincera creo que también del extraño hombrecito que tiene facha de líder.
