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How to train your dragon no me pertenece.

Feliz día de las madres, atrasadísimo, pero también celebro un año en este fandom!

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-Ella-

En cuanto mi hijo dio la orden de regresar a Berk, los pocos hooligans habían mostraron su lealtad.

Hipo no dijo nada, al igual que el resto, mostrando un valor meramente vikingo, guardó el dolor dentro del pecho, incluido el extraño trampero de quien destruí el fuerte la noche de ayer.

-Lamento lo de tu fuerte. –digo si mucha convicción, en realidad fue por cortesía.

El extraño hombre asiente, aturdido por todo lo que ocurrió

-Lamento haber atrapado a tus dragones. –se disculpa con el mismo tono que yo. De un día para otro, él cambió… quizá lo humanos también pueden hacerlo.

Nos sonreímos con algo de complicidad.

-Por cierto, soy Eret, hijo de Eret. –me ofrece una mano.

-Valka. –le digo con amabilidad.

Dirijo mi vista hacia el resto de los demás. Apenas y hablamos mientras preparamos el funeral de Estoico. Mi hijo me habló superficialmente sobre ellos.

Tengo entendido que son Patapez, los gemelos, recuerdo que ellos eran extremadamente lindos y bien portados de bebés, quizá sigan siendo iguales, mi sobrino Patán, obviamente Bocón y…

Mi vista recae en la chica que volaba el Nadder, ¿cómo olvidarla?

-No las había presentado oficialmente. –dice Hipo, rascándose la nuca.

-Mamá, ella es Astrid, Astrid, ella es… Valka, mi mamá. –mueve sus manos nerviosamente.

Veo a la chica, una palabra la puede definir: hermosa.

Un cabello fuerte, figura esbelta, clara señal de un buen entrenamiento, ojos azules y penetrantes, pero hay algo que me llama la atención en ella: la capucha sobre su espalda.

Ese tipo de piel, o para ser más concretos, el estilo de esa ropa, hace años sólo la usaba una mujer en la isla, mejor dicho sólo una mujer podía usarla, debido al status que representa, y esa mujer era yo.

-Mucho gusto. –me sonríe con diplomacia.

Yo también correspondo ese gesto, sin dejarla de apreciar.

La muerte de Estoico fue tan inesperada como su regreso a mi vida. No podía creer que por un momento volvimos a bailar, y al otro… ya estaba en el Valhalla.

Me arrepiento tanto de haberme ido, de no actuar con el corazón y ser cobarde, alejándome los problemas en lugar de defender y luchas por mis convicciones, haga lo que haga jamás podré remediar ni reponer el tiempo que desperdicié.

Me le quedo viendo, observándola claramente.

-Lindo atuendo, señorita. –comentó, a ver si ella o Hipo me da una explicación. –

-Gracias… fue un regalo. –comenta por contestar. Me voltea a ver con admiración y algo de dolor. –Lamento mucho lo de Estoico, yo… -se ruborizó un poco. –Lo apreciaba mucho.

En ese momento lo entendí.

La ropa, el atuendo, y el dije de una pulsera que disimuladamente sobresalía por debajo de la manga, ese dije lo reconocería en cualquier lugar, lo tenía completamente grabado en mi mente y corazón, dos curvas entrelazadas por una piedra roja… ella traía la pulsera que veinticinco años atrás Estoico me regaló para pedirme que fuera su esposa.

Mi respiración empezó a alterarse.

Estoico me había pedido que volviera a ser la su esposa, claro… porque él…

-Iremos a el santuario, allí están los dragones que digo. –dijo mi hijo, dando media vuelta y caminando rumbo al lugar que ella estableció.

Todos se adelantaron, Hipo y yo quedamos al final, iba tan absorta en lo que deberíamos hacer que no me percaté que mi hijo resbaló, quise ayudarlo, pero la muchacha que ofuscaba mis pensamientos se dio media vuelta, tendiéndole la mano para ponerse de pie.

-Maldita pierna. –se quejó mi hijo después de levantarse y permitir que la chica le sacudiera un poco la nieve que se pegó a sus ropas y cabello.

Me les quedé viendo un rato, esa conexión no era común, hasta que entendí que ella era nada más y nada menos que Astrid, Astrid Hofferson.

Sonreí de medio lado, después de todo era la hija de mis amigos.

-¿Cómo están tus padres? –me atreví a preguntar.

La chica miró a Hipo y después me miró, se humedeció los labios y me miró con una mirada autocompasiva.

Carraspeó un poco, claramente sintiéndose incómoda.

-Fallecieron hace quince años. –confesó con fortaleza.

Me sentí fatal por recordarle una experiencia que seguramente fue devastadora para ella.

-Lo lamento mucho. –comenté, realmente fue lo primero que me vino a la cabeza.

Tenía mucho camino qué recorrer, esa chica era ex prometida de Estoico.

Tendría qué ver lo que mi pelirrojo había visto en ella.

De momento, había dragones qué entrenar para regresar a Berk.

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Notas de la autora:

Se me ocurrió una idea acerca e la relación de Valka y Astrid, a ver qué sale

Tengo un año en este fandom hace un año publiqué "Apariencias", hoy me acordé y decidí celebrar jeje

Pronto subiré otro capi, no será largo :D

Hasta la próxima.

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Gracias por leer

Dios los bendiga

**Amai do**

-Escribe con el corazón-

Publicado: 10 de mayo de 2015