Disclaimer: Ningún personaje de este anime me pertenece. Es propiedad de Kishimoto y si fueran míos, en primer lugar...

Haría yaoi para TODOS

...

~oOo~

...

Error

.

.

.

Cuando era niño solía pensar que a veces la vida era más divertida si la disfrutabas en compañía...

Luego descubrí que en realidad es más placentera cuando la vives en grupo. Más que nada, con un amigo con el cual compartir todos esos recuerdos que alguna vez formaron algo importante en tu vida.

Por lo general, cuando uno es un niño solo piensas en juguetes, dulces, premios y diversión sin nada más que te importe...

Yo no era muy sensato y sigo sin serlo, lo confieso.

Pero si algo sé es que de pequeño cometí una equivocación.

Ella fue mi más grande, y a su vez, mi pequeño error.

...

—Buenos días, Kiba-kun.

Shino y Hinata se encontraban en el área de entrenamiento. Siempre puntuales y yo —por lo general— el único retrasado, o por lo menos así era la mayoría del tiempo.

—Llegas tarde —agregó Shino con aquel tono de voz serio e irritable de siempre.

Suspiré en aquel momento tanto por el cansancio como la exasperación. Había llevado una mano a mi cabeza para rascarla mientras trataba de no pensar demasiado, era realmente intolerante a los comentarios de Shino y no deseaba crear una discusión en aquel momento, por lo que me limité a bajar el brazo intentando ocultar mi mala cara frente a él y Hinata.

A veces mi falta de responsabilidad y compromiso —según Shikamaru— puede llegar a ser muy problemático, y creo que tiene un poco de razón.

—Lo lamento —me disculpé en voz alta sin tanto escándalo encogiéndome de hombros y mirando al cielo—. Tuve problemas en casa... otra vez. Así que no estoy de humor para discutir, Shino.

Incluso cuando Shino tiene aquella fea capucha arriba cubriéndole la mayor parte de la cabeza, y aquel abrigo que le cubría la mitad del rostro, noté que alzó ambas cejas con poca impresión como si aquella excusa no era de sorprenderle porque estoy casi seguro de que debí de usarla en alguna otra ocasión. Aunque esta vez de verdad era en serio.

Hinata hizo el mismo gesto por un segundo; pero como siempre y lo acostumbrado, ella suele cambiar esa expresión por una de preocupación, o eso parecía...

—¿S-Sucedió algo?

Sentí mi corazón latir demasiado rápido en cuanto ella llevó una de sus manos a los labios para cubrirlos. Tsk, era un gesto tan infantil que me hacía..., no sonrojar. Era imposible el que pudiera sonrojarme en algo como aquel tan infantil gesto, pero sí podía hacerme sentir... nervioso...

Tragué saliva, bufando al aire con falsa despreocupación. Era como tratar con un pequeño niño, o más bien... con algo frágil, delicado y fácil de romper. Siempre relacioné a Hinata con algo así. Un pequeño objeto de cristal que en un momento u otro podría romperse si no sabías tener el cuidado suficiente.

Más al no darle una respuesta siguió haciendo la misma pregunta, y yo gruñí en voz alta sin saber cómo responder sin sentirme y parecer tan frustrado. Aquel rostro que ella ponía, aquellas sonrojadas mejillas, aquellos ojos preocupados y tiernos como el de una niña... ¿Por qué ella siempre tenía que hacer eso? Me refiero a ser tan tierna e infantil a la vez. Era desesperante. Sé que no es por molestar, pero... no me deja muchas opciones sobre cómo actuar o responder ante aquellos gestos sin querer tomarla de los hombros para abrazarla o alejarla gritándole cosas absurdas para que me dejara en paz.

Es difícil saber el cómo tratar a una pequeña criatura como ella lo es, y no la podía culpar por ser ella misma:

—Estoy bien —respondí sin tantos rodeos, bufando como acto seguido para disimular mi nerviosismo. Algo con lo que había batallado durante todos estos años para guardar las apariencias. Incluso, siendo inevitable, mi exasperación estaba saliendo a flote de nuevo de solo pensar en cuanto más tendré que soportar aquella difícil tarea de mantener mis sentimientos y emociones bajo el profundo océano donde se ocultaban para mantener nuestra relación de amistad tal y como estaba; me gusta que se preocupara por mi, pero cada cercanía o atención me hacía desear más de ella y eso era algo que debía evitar. Ella no tenía por qué hacerlo. Yo no tenía porqué aceptarlo. Eso me daría falsas esperanzas, y eso, es justamente lo que no quiero—. ¿Cuándo empezamos?

...

Durante aquel entrenamiento lo pensé demasiado, y entonces recordé que, cuando era niño, yo no veía la diferencia de enamorarse, obsesionarse, atraerse o gustar.

Pensaba que eso podría definirse con el olfato o la lengua. Ja, vaya tontería…

Si hubiese sido como un pequeño bocadillo o un ingrediente de alguna comida hubiese sido más sencillo y más fácil de sobrellevar. Solo te lo meterías a la boca y ya está.

Pero a lo que quiero llegar es... ¿qué clase de niño piensa en esas cosas?

Los hombres a esa edad lo único que piensan son en cosas peligrosas, juguetes y libertad de hacer todo que quieran sin nadie que los detenga ni una madre que les reprendan.

Y volviendo a lo mismo

¿Cómo podríamos reaccionar a algo tan idiota como el amor?

¿Cómo podría yo, Kiba Inuzuka, dejar de enamorarse de alguien quien en realidad no está enamorada de mí?

...

¡Hinata-chan! ¡Hinata-chan!

Aquel grito fue lo que me despertó de mi siesta en la azotea en aquel medio día en la academia. Al levantarme un poco para observar desde arriba, noté a Sakura correr tras la pequeña Hyuga en el descanso, quien, por lo general, Hinata se limitaba a mantener su distancia de las demás niñas para regar las flores o cortándolas cuando yo lograba observarla de vez en cuando a esa edad.

Sakura también era de aquellas niñas que solía estar siempre por sí sola, pero desde que comenzó a ser ella misma gracias a Ino, siempre trataba de ayudar también a personas que estuvieran pasando por lo mismo que ella. O esa era la impresión que lograba dar a los demás.

¿Quieres venir a jugar con nosotras? ―preguntó la frentona con una suave mirada― ¡Ino y las demás quieren jugar verdad o reto! ¿Te animas?

Hinata, aquella vez, se sonrojó deliberadamente como si hubiese entendido las intenciones de la frentona y la cerda. ¿Y quién no? Podremos ser idiotas en esas cosas, pero cuando se trata de Ino es muy fácil y sencillo el saber a lo que quiere llegar. Y aquella ocasión, yo sabía que Hinata no era idiota. Ino jugaba verdad o reto porque quería sacarles la sopa a todas. Todas querían saber "quien le gustaba a quien". Dah, simple trampa mortal de niñas. Aquella ocasión debatí conmigo mismo en si sería una buena y prudente opción bajar y llevarme lejos a Hinata de ellas o dejar que todo fluyera para ver qué sucedía.

Y opté por la segunda.

G-Gracias... Sakura-chan.La dulce Hyuga lo hacía de nuevo. Juntar sus pequeños y lindos dedos. Pero no creo que...

¡Anda! ¡Vamos!La pelos de chicle no dejó que recibieran su invitación con un no. Llevó a Hinata casi por la fuerza y la hizo sentarse con las demás niñas que estaban en su lugar esperando a Sakura con su invitada en la parte trasera del edificio donde casi siempre se reunían.

Apenas podía observar bien desde el ángulo que me encontraba y, sin tener que verla de frente, sabía que Hinata no quería estar en ese lugar. Se le notaba, y parecía desearle a Kami-sama con todas sus fuerzas el que la sacara de ahí, lejos de aquellos monstruos que se hacen llamar sus amigas.

Eso me hacía pensar el que ella de verdad no era una verdadera tonta. Sólo no quería admitir en público quién era el chico que le gustaba y no quería rechazar la invitación de las demás para evitar alguna pelea innecesaria. Aunque fuera demasiado obvio…

...

¡Verdad o Reto!Ino Yamanaka apuntaba a la pequeña Hyuga con su dedo índice, y se podía apreciar cómo la pequeña Hyuga temblaba con ligera fuerza. La idiota de Ino había anunciado la hora de la verdad para Hinata, y sin importar nada, no se la dejaría pasar—. ¡Te toca!

Llevaba tanto tiempo ahí arriba observando que me tomé la libertad de comprarme unas papas fritas y disfrutar del espectáculo. Trataba de no hacer mucho escándalo, ya que si me descubrían hubiera sido posible que me llegaran a aventar piedras con la intención de correrme con todo y mis papas pero a juzgar por la altura de aquel edificio sabía que sin importar nada, no me podrían alcanzar.

—¿Y bien Hinata?Aquella sonrisa siniestra de la cerda apareció en su cara. En realidad daba risa. Sólo la hacía ver más fea de lo que ya estaba―. ¿Verdad o reto?

En aquel entonces logré ver aquella sonrisa llena de malevolencia y soberbia como si pudiese aprovecharse del momento para poder obtener lo que quería. Ino siempre hacía las cosas con doble intención. Un arma de doble filo que daba una señal de que esa era tu perdición... dependiendo de lo que respondías o no.

Verdad…

—«Esto se está volviendo tedioso...»—pensé para mí mismo en su momento mientras me limitaba a observar como Hinata se removía en su lugar— «¿Podrías soltar esa pregunta ya? Acaba con su sufrimiento.»

Pareciese que el mundo escuchó mi plegaria, porque tan pronto como lo pedí Ino comenzó a hablar:

Dinos... ¿quién de los chicos del aula te gusta?

Ni siquiera tuve que tomarme la libertad de ver su rostro para saberlo. Muchas niñas incluso ya se estaban riendo.

Quiero decir, ¡Era demasiado obvio!. El que lo dijera no haría ninguna diferencia. Solo obtendría la burla de todas, y era justo eso lo que parecía que pretendía.

N-Na...

En cuanto terminó de decir el nombre, todassí, absolutamente todas se rieron. Al principio pensé que me lo tomaría divertidoy así fuepero después de un rato sentía que eso ya no tenía tanta gracia. Sobre todo por la manera despectiva en que la miraban.

¿Uzumaki?preguntó Ino con incredulidad en su expresión¿Es en serio?

Hinata, hecha un ovillo, asintió con suavidad juntando sus manos como si quisiese proteger su cuerpo o como si se preparara para llorar:

S-Sí...

Todas volvieron a reírse aún más fuerte haciendo comentarios absurdos y despectivos. Todos los comentarios eran hirientes hasta cierto punto. Sólo decían cosas similares a las siguientes que son las qué llego a recordar: "Hinata-chan... creí que tenías mejores aspiraciones que ese inepto" o "Yo siempre pensé que todos veían a Naruto como un feo" o "Vamos, ya en serio. Dinos, Hinata. ¿Quién es el chico? ¿Es Sasuke, cierto? Tiene que serlo" o "Todas sabemos que no hay chica que no se sienta atraída por Sasuke, ¿por qué tú serías la excepción?"

Oigan, oigan.Sorprendido, observé como Sakura intervino con una mueca en su rostro como si tratase de ocultar una sonrisa frente a Hinata para no burlarse de ella. Aunque, como quiera, ya se estaba burlando por mucho que tratase de hacerse la cabeza hueca, aunque era difícil saber si realizaba una mueca para ocultar la burla o para evitar poner una mala cara frente a sus nuevas "amigas". Son sus gustos, respétenlos. ¿O acaso les gustaría que se burlaran de ustedes porque les gustase Sasuke o Shikamaru o cualquiera de los chicos?

En vez de calmar las cosas, estaba pensando en que Sakura solo las empeoraba. Estaba casi seguro en que las chicas que les gustase Sasuke iban a hablar, y dicho y hecho, lo hicieron. Todas las estúpidas…

Vamos, Sakura. No puedes comparar a Sasuke con los de salóndijo una compañera cualquiera.

Es cierto, Sakuraprosiguió otra—. Es obvio que Sasuke es mucho mejor que cualquiera de todos... sobre todo más que Naruto.

―¡Tienen toda la razón! ―gritó Ino mostrando una sonrisa cínica―. Naruto ni los demás se le comparan, Sasuke es perfecto. No nos vengas con tus tonterías, frente de marquesina.

Las chicas comenzaron a reír aún más fuerte de cómo lo hacían antes. Fue ahí cuando vino mi rabia. Desde ese punto todo dejó de ser divertido. Maldita bola de estúpidas…

¡Oigan!Desde el techo grité a los cuatro vientos. Las miré a todas con una sonrisa mostrando mis colmillos y tratando de que Akamaru no resbalara de mi cabeza ya que, al igual que yo, también se encontraba en posición defensiva mientras les ladraba y les gruñía—. ¿Y quién les dijo que todas ustedes son hermosas?

¡Kiba-kun!Ino se levantó del suelo mirándome con repudio y de forma acusatoria—. ¿Estabas escuchando?

¿Que si estaba escuchando?Alcé una ceja aguantando una carcajada—. Estaba durmiendo tranquilamente en mi descanso hasta que sus "cursis" y embarazosas confesiones de amor no correspondido empezaron a hacer sangrar mis oídos dije, entre molesto y divertido, fingiendo exageración al pasar mis manos por mis oídos como si estuviese limpiando sangre que escurría de ellos. Ya estaba fastidiado de sus risas de gallina atorada con gargajos. Ellas necesitaban una lección—. ¿Cansadas de que Sasuke no les dirija la mirada ni para echarse un pedo frente a ustedes? ¿Eh? ¿Se sienten solas?Aquella ocasión llevé mis manos a los parpados imitando a alguien que llora para al final dejar caer mis manos con desgana sintiendo lastima por todas ellas que se burlaban de Hinata—. Mínimo Hinata se esfuerza de no ser acosadora constante de alguien hasta el punto de ser insoportable. No como ustedes..., ¡bola de estúpidas y cobardes!

¡Eres un maldito!gritó la primera chica que lanzó una piedra.

¡Vete de aquí! continuó otra, que hizo su segunda lanzada.

¡Lárgate! ―gritó Ino esta vez.

Piedras comenzaron a ser lanzadas por los aires. Gracias al cielo no me alcanzaban lo suficiente como para darme, pero no pude evitar esconder mi cabeza en un principio, y seguí burlándome de ellas todo el tiempo que pude. Todo con la esperanza de que tuvieran su atención en otra cosa como en las burlas y en mi, alejando todo pensamiento burlesco sobre Hinata o Sakura.

—¡Estúpidas, estúpidas! —canté al aire sacando la lengua con desgana, y riendo a todo pulmón al ver que ninguna roca me alcazaba—. ¿Quieren un poco de esto?

Levantándome lo suficiente me di la vuelta y enseñé el trasero. Todas ellas comenzaron a gritar horrorizadas y prácticamente salieron corriendo excepto Hinata. Ella tan solo bajó el rostro y lo ocultó con sus pequeñas manos pálidas.

Cuando se fueron, me levanté los pantalones y tomé a Akamaru de mi cabeza para celebrar con victoria sobre nuestra misión una vez que alejamos a las arpías. Aquella ocasión cuando giramos para ver si Hinata se había ido, me sorprendió que no fue así. Ella seguía ahí, sentada en el suelo, ensimismada y perdida en sus pensamientos observando hacia el techo donde nos encontrábamos Akamaru y yo mientras trataba de ignorarla realizando comentarios a mi amigo sobre todas aquellas caras que las niñas pusieron.

Lo más extraño de todo es que fue ahí donde mis sentimientos y mis pensamientos hacia ella comenzaron a florecer hasta el punto de volverse una tormenta de emociones.

Parecía tan sorprendida aquel día que, por alguna razón, no pude borrar ese rostro lleno de asombro a pesar de los años que habían pasado desde aquella vez que realicé semejantes tonterías para salvarla de ser el foco de atención.

Aun cuando ya había pasado casi ocho años, todavía puedo recordar aquellos ojos brillantes observándome y yo feliz de saber que esa mirada la había causado yo. Jamás olvidaré aquella mirada, ni aquella sonrisa de júbilo que le regalé compartiendo mi victoria con ella haciéndola nuestra. Tal vez el volvernos un equipo no fue el inicio de nuestra amistad, sino en aquel momento.

Supongo que hay cosas que pasamos todos por alto, tanto en los buenos momentos y los malos, ignorando en ocasiones lo que tratan de decirnos aquella tormenta de sentimientos. Sobre todo cuando somos niños.

...

—Kiba-kun. —Hinata volvió a hablarme por no sé cuántas veces desde que llegamos a Ichiraku , y no fue hasta ese momento en que le presté atención soltando como acto seguido los palillos sobre mi sopa perdiendo el apetito—. No has comido nada desde que llegamos... ¿en serio estás bien?

A pesar de estar recargando mi mejilla en mi mano izquierda dirigí mi vista hacia redondo rostro de mi amiga con una de mis cejas levantada tratando de encontrar alguna solución para dejar de recordar aquellos flashbacks de mi vida como si fueran un balde de agua de helada de recuerdos poco placenteros. Caí en la conclusión en que, en en vez de hacerme sentir mejor, me ponían nostálgico.

—Estoy bien, Hinata —repetí la misma frase por milésima vez mientras pellizcaba la comida con los palillos de nuevo—. ¿Es que acaso no puedo pensar?

—Estuviste distraído todo el día. —La voz de Shino retumbó en mi oreja izquierda mientras éste separaba sus palillos para la siguiente ronda de comida que llegó poco después de que él los partiera—. Llegaste distraído en la mañana y en el entrenamiento fuiste un desastre —explicó, llevando el primer bocado de ramen a su boca—. Inclusive Hinata lo reconoce.

—¡¿EH?! —Golpee la mesa con mi puño derecho haciéndola temblar, mostrando mi enfado con suma evidencia hacia el estúpido de lentes que tenía a mi izquierda—. ¡¿Y quién te hace creer que fuiste el mejor el día de hoy?! ¡¿Eh?! ¡Dime!

—Estropeaste la misión de hoy, llegamos tarde en dar un comunicado por tu evidente retraso, Hinata tuvo que disculparse mil veces con la Hokage, luego te caíste de Akamaru y después de eso recibimos un castigo por falta de disciplina y estaremos sin misiones por una semana todo porque caíste sobre el hijo de un Jounin quien, al parecer, fue a quejarse con la honorable Hokage...

―Tsk… ―con irritación observé como Shino llevó con precisa lentitud otro bocado de ramen a su boca, y apretando uno de mis puños con fuerza hasta llegar al punto de doler, exhalé aire antes de abrir mi boca y comenzar a soltar maldiciones, además de gritos y mil justificaciones:

—¡EN PRIMER LUGAR! —Alcé mi dedo índice en mi defensa—. ¡No tengo la culpa de nada! ¡Si llegamos tarde fue porque tú quisiste entrenar en la mañana del día de hoy!

—Llevábamos sin entrenar seis días. —Observe como Shino terminó su tazón y lo dejó a un lado de la barra lejos de mi alcance como buena estrategia. A estas alturas, soy tan capaz de tomar el tazón y aventárselo a la cara sin importarme si eso causaría una pelea, pero controlé aquel impulso porque a mi lado se encontraba Hinata, aunque no me vendría mal pelear—. Hinata tenía una reunión importante de su familia durante toda la semana, por otro lado, yo tenía todo el tiempo que quisiera y lo aproveché para recolectar insectos, pero tú estabas ayudando a tu mamá y eso también fue un obstáculo. Cabía la casualidad que el día de hoy nadie iba a tener nada que hacer, así que escogí precisamente hoy para entrenar, ya que ayer cuando les pregunté si iban a tener algo que hacer, ambos me contestaron precisamente que nada.

Es todo. Que se pudra él y la maldita paciencia. Que se pudra el tazón de ramen y todas aquellos recuerdos de mi cabeza.

Me levanté del asiento tomando a Shino del cuello de su abrigo o chaqueta. Me vale una mierda lo que sea.

—¡Maldito hijo de…!

—¡H-Hey! ¡Chicos! —Hinata apretó mi brazo derecho con ligera fuerza para tranquilizarme, acto que, inconscientemente, me tomó desprevenido haciéndome girar la vista hacia ella observándola sin aflojar el agarre que hacía sobre Shino. Su mirada estaba más que nada centrada en él que en mí, y a pesar de su insistencia, yo quería seguir renegando. Pero aquel pequeño e infantil apretón me lo impedía como una súplica mucho más poderosa que un "por favor" por parte de ella.

Luego, Hinata me observó fijamente, implorándome con su mirada que me detuviese y que volviera a sentarme. Maldecir para mis adentros fue lo único que me quedaba, sentándome como consecuencia y desviando mi vista hacia el frente sintiendo arrepentimiento, enojo e ira acumulada en mi pecho. Tenía tantas ganas de romperle la cara a Shino, pero si ella me sostenía el brazo sería difícil. Además de que... tenía el miedo de llegar a lastimarla…

—Relájense... por favor. No hay que pelear. Solo tuvimos un mal día, y y-yo...

—¡Ohayo! —Una voz chillona e irritante interrumpió la escena. Ni siquiera giré para ver de quien se trataba. Con solo reconocer aquella irritante voz chillona sabía quien era. Tsk, vaya momento para aparecer, Naruto…

―Buenos días, Naruto ―observé a Teuchi, el dueño del local recibiendo gustoso al Uzumaki con una sonrisa limpiando sus manos antes de colocarlas sobre su cadera―. ¿Te sirvo lo de siempre?

―¡je, je, hi!

Por un segundo comencé a pensar que, de verdad, el escuchar a Naruto estaba llegando a ser demasiado doloroso. ¿De verdad odio al rubio o solo esto es producto de los ce-…?

Sentí un apretón más fuerte, y volteé hacia Hinata dejando aquella oración en mi cabeza inconclusa. Estaba roja, su cara cubierta y oculta por su cabello pero aún así podía notarse aquel gesto. Parecía que humo salía de sus orejas en cuanto me percaté en qué lado del pequeño puesto se encontraba el Uzumaki y ella, aún no dejaba de soltarme el brazo.

Y carraspeando, traté de llamar la atención de Shino para que girara la cabeza y me ayudase un poco con el estado de la Hyuga. Sin embargo, pareció ignorar por completo mi llamado de auxilio como si quisiese dejarme en aquella tarea sólo.

Maldito cabeza hueca...

—Hola, Naruto. —Saludé al rubio quien apenas notó que estábamos ahí adentro.

—Hola, chicos. —La voz de Sakura se escuchó detrás de nosotros un poco después, acompañando a su compañero de equipo—. ¿Tenían una discusión otra vez, cierto? Hace un momento podría jurar que te escuché gritar, Kiba.

—Algo así —respondió Shino por mí.

Gracias Shino.

―Je, no se preocupen. Solo discutíamos algo sin importan… ―no tuve tiempo de terminar de hablar al sentir un apretón más fuerte. Observé a Hinata y luego a Naruto, quien no había cambiado en nada y seguía siendo un idiota. ¿Entonces, por qué rayos Hinata me apretaba el brazo? ¿Por qué no simplemente volteaba y seguía comiendo? ¿Qué rayos es lo que pasaba? ¿Cuál es la razón real para apretarme con fuerza el brazo hasta llegar al punto de quererla amputar? ¡Necesito mi brazo!

Luego volví mi vista a Naruto y me di cuenta en un santiamén de algo que había pasado por alto. Qué estúpido…

El muy imbécil estaba sentado a un lado de ella.

—¿Quieres cambiar de lugar? —pregunté a Hinata en voz baja, pero esta sólo negó con la cabeza y giró con lentitud hasta quedar de frente a su plato a medio comer.

No era de esperarse el que Naruto ni siquiera se hubiese dado cuenta de la presencia de la Hyuga situada a su lado izquierdo, y por ende era un verdadero idiota... ¿es que acaso lo cabeza hueca nunca se le quitaba? Después de casi 3 años no veo cambios en nada...

—¿Eh? ¡Hinata-chan!

La pequeña Hyuga —aun apretando dolorosamente mi brazo —se sobresaltó ligeramente, pero siguió sin levantar la mirada.

Yo apreté mis labios volviendo mi vista a mi plato e implorando a dios en que la sangre siguiera fluyendo en mi brazo derecho, ya que, para mi mala suerte, no soy zurdo…

—¿Te vas a comer eso?

Hinata, con lentitud, negó con la cabeza y éste sin escrupulosos tomó su plato y se lo devoró en segundos.

Me enfadé, muy en el fondo, porque ella había querido venir aquí en primer lugar porque tenía hambre. No puedo creer y seguiré sin creerlo el que ella prefiera poner a Naruto en primer lugar que a ella misma.

Pero bah, no importa. Al final la única opción positiva que se me vino a la cabeza fue en deslizar mi plato hacia ella con indiferencia, sobresaltándola a tal grado en que ―por fin― soltó mi brazo cuando captó la intención de aquel simple gesto.

—K-Kiba-kun...

—Solo come ―ordene en voz baja con indiferencia antes de sonreírle para que se tranquilizara y dejara de protestar.

—P-Pero...

Suspirando en aquel momento, tomé los palillos sosteniéndolos con mi mano izquierda para señalé el plato con simplicidad restándole importancia.

—Se por qué lo hiciste —aclaré sin quitar mi sonrisa del rostro para mostrar, en primer lugar, empatía y comprensión—. Así que deja de quejarte y come.

Sabía que sino lo hacía, yo tampoco iba a comer.

...

Aquella noche había terminado en mi casa observando el cielo recostándome en el tejado de la misma. Ya era una rutina el analizar cada uno de los olores que podía detectar en cada uno de los entornos o al rededores. A veces detectaba el olor de ardillas o animales, pero también de las personas.

Había aprendido a oler la esencia de una persona a kilómetros de distancia. E incluso desde donde me encontraba podía oler a la dulce Hinata caminando por los terrenos Hyuga conviviendo con quizás otros miembros de la familia. Lo sabía por los olores familiares: podía oler a su hermana y su padre cerca en sus propias habitaciones.

Después de varios minutos todos los olores quedaron fijos en un solo punto estable. Poco a poco dejaron de moverse por los alrededores hasta tomar un momento de paz donde aquellas esencias dejaban de esparcirse por todas los pasillos y habitaciones.

En una en especial estaba ella, posiblemente dormida o leyendo algo que le podría gustar.

Nunca la había visto leer un libro, pero es posible que ese tipo de cosas le guste emplearlas como pasatiempo tratándose de alguien serena y tranquila como ella. De solo pensarlo, una sonrisa apareció de nuevo por la ironía de solo imaginarme lo que sea que ella pudiera estar haciendo. Conozco demasiado bien a Hinata que, con solo pensar en ella y sus pasatiempos, me hace reflexionar sobre cuánto tiempo más debería ocultar este sentimiento.

Un sentimiento no correspondido.