—Encuentras placer propagando el dolor, ¿no es cierto?
Akashi se encoge de hombros. No trata de negarlo. Sabe que es impropio de él ejecutar un acto que se presta tanto a interpretaciones. Pero no quiere ir tan preciso con Kagami, que es tan predecible que no hace falta ser la certeza.
—Puedes tomarlo como quieras— su voz, sin embargo, no pierde la seguridad. Recuerda cómo Kagami y él quisieron destruirse el uno al otro, y en ese momento se encuentran en una heladería frente al puerto, como si lo anterior sólo hubiera sido el preludio de una relación extraña que ninguna de las personas a su alrededor logra explicar.
—Está bien para mí— Kagami da otro bocado a su helado de ron, mala elección como casi todas en su vida, y se pregunta por qué está tan atraído a alguien que hirió a Kuroko y se caracteriza por sólo utilizar a las personas, aunque jurase que había cambiado. Debe ser una más de sus malas decisiones causadas por la impulsividad que le hace ser él.
—Entonces para mí también— es el intercambio de palabras más absurdo de la historia, pero no le importa. Se siente a gusto y no necesita nada más por el momento. Está felizmente sentado en un puesto de helados frente a la playa, una noche de agosto, con un chico que le calma los demonios del interior. No lo vio venir y eso le satisface. De vez en cuando no saberlo todo está bien.
—Akashi… Esto es extraño— Taiga se rasca la nunca, un gesto de duda y temor en su cara—. No sé qué pensar.
El corazón del aludido se agita ante las posibles continuaciones de esa frase, pero recupera la calma enseguida. Kagami no saldrá corriendo, no le dejará solo.
—Te diré qué pensar— le gusta tener el control, le gusta sentirse con poder—. Que tú y yo estamos aquí porque así tenía que ser, y te vas a quedar conmigo.
Kagami lo mira con los ojos muy abiertos y un sonrojo muy tenue en las mejillas. No es que entienda aun lo que pasa, pero esas palabras son suficientes por el momento para calmar a la bestia de preguntas en su interior. Él tampoco lo vio venir, y todo se revuelve a su alrededor. Se supone que sería con una chica, o con Kuroko en su defecto, quizás incluso Aomine, pero Akashi no. Akashi Seijurō está… No puede pensar que está mal. No cuando todo se siente tan correcto. Seijurō es hábil en lo que más ama, es inteligente, es brillante y le transmite la calma absoluta que contrasta, que equilibra el desorden de su interior. Además tienen el mismo color de pelo, combinan, eso según Momoi Satsuki.
—A Momoi le gustamos— Taiga se siente cohibido al recordar a la chica y sus sospechas acerca de ellos.
—Sólo porque ya tiene vía libre con Kuroko— Akashi no se corta al expresarse—. Y… A mí también me gusta nosotros. Intentemos disfrutarlo.
