"Amados, ¿Qué fue de la bondad que guardaban sus corazones?,
¿la paz que transmitía su mirada?,
¿Todo ha sucumbido a las garras de la codicia y el odio?
Abracemos la armonía que en Gaia habita, no acabemos con ella.
Volvamos a estrechar nuestras manos como los hermanos que siempre hemos sido.
Hasta entonces queridos, Lemuria los espera…"
Dedicatoria
A aquellos los cuales ven en los mitos una cuota de verdad que los transporta a un mundo sin los límites que el día a día nos ha impuesto.
Quienes se permiten viajar por los fructíferos paramos de lo que parece fantasía, libremente y experimentando su infinito encanto.
Prólogo
Mu -o Lemuria- y la Atlántida, dos continentes envueltos en el misterio. Muchos a raíz de la aparente falta de evidencias sobre su existencia, creen que fueron solo un mito de antiguas eras, otros aseveran su realidad.
El presente trabajo pretende revelar lo que llevó a ambas civilizaciones al colapso, así como sus características particulares, y su modo de vida, apoyado por antiguos escritos encontrados en lugares remotos del Tíbet, así como Sudamérica.
Así también, parte del actual texto pertenece a los diarios de dos de los combatientes en aquella guerra que se desató, contenidos en el llamado «Libro de las memorias de dos guerreros», reflejo de las dos visiones de aquellos continentes que una vez vivieron en armonía entre ellos, los dioses, la tierra y las demás formas de vida que existían en su superficie, y que por las diferentes posturas que tomaron sobre un tema, llegaron a la violencia extrema.
¿Cuál fue el origen para aquella masacre?, podrá parecerle extraño, pero fuimos nosotros. En aquellos tiempos remotos, cuando apenas comenzábamos a emerger, a relacionarnos con este mundo que hoy tomamos como nuestro, y que al parecer azotamos.
Tanto Lemuria como la Atlántida eran las dos civilizaciones más avanzadas de la época, y cada una rendía culto a alguna deidad. Por un lado estaba Athena, la cual protegía la tierra, y por el otro Poseidón, el dios del mar. Por la mitología sabemos que el hermano de Zeus deseaba poseer los dominios de la diosa de la guerra, y posiblemente el conflicto podría haber sido la excusa perfecta para este duelo entre deidades.
Shonshe de Leo, un lemuriano que al igual que su pueblo no deseó llegar a esa instancia, y Akaldan de Dragón Marino, un Atlante con la firme idea que tenían los suyos, son quienes a través de sus testimonios, nos ampliarán la información al respecto del conflicto que en esta obra se intentará describir. Demostrando que una guerra no solo puede generar sufrimiento físico, sino que también puede herir el alma, una herida que es más difícil de cerrar.
El método por el cual se dice que la información vertida en este texto llegó a nuestros días fue por unos cristales. Actualmente estos pueden encontrarse en nuestras casas como simples ornamentos, pero en aquellas épocas, dentro de las muchas cosas que ahora desconocemos sobre ese pasado, eran un medio para guardar memorias, las cuales podrían ser revividas por alguien con el debido conocimiento del asunto.
Fue así que el móvil para inmortalizar esos momentos fue recordarnos los horrores de aquella lejana guerra, para que nosotros, sus sucesores, aprendamos su futilidad.
Tras hallar los dos cristales de quienes serán nuestros principales testigos, en épocas más recientes esas experiencias fueron transcriptas por algún anónimo descendiente de esos que pudieron huir de aquella catástrofe.
"Aquellos prístinos parajes en donde nuestros ancestros alguna vez vivieron pacíficamente con todo lo que les rodeaba. Hoy solo son un lejano recuerdo de lo que fuimos. Testigos silenciosos de la violencia que terminó en la perdición de muchos"
Así recita aquel autor en sus notas finales, aludiendo a la guerra que dejó gran devastación, y secuelas que hoy podemos ver en lugares como el desierto del Sahara y del Gobi, o zonas de Australia.
Así que piense lector, ¿cuántos conflictos se generan día a día en base a las divisiones?, por más pequeños que parezcan en comparación con la violencia generada en una guerra, muchos tienen ese común. La decisión está en nosotros, si mantenemos la paz, o si convertimos las diferencias en discordia. Usted sabrá que hacer, con su decisión influirá en su destino…
