La nieve caía suavemente, llenando las calles de un suave manto blanco. Las calles y casas, adornadas con elementos navideños, indicaban la proximidad de esas fiestas.
Una chica, de no más de 23 años, caminaba con paso firme. Su melena larga y platinada, ondeaba al viento, mientras que sus grandes ojos azules, buscaban una casa en concreto. Vestía con unos pantalones en color negro, largos y ajustados, acompañados por un par de cadenitas en uno de los lados. Sus pies se cubrían del frío con unas botas blancas, altas pero sin tacón. En la parte superior, lucía un jersey de cuello alto blanco como la nieve que la rodeaba, y un abrigo negro, a juego con una bufanda y un gorro del mismo color. En sus manos, llevaba una maleta, no muy grande, empuñando el mango con sus dedos entumecidos por el clima invernal. En el fondo, había echado de menos sentir ese frío rodeándola, allí de donde ella había venido. Había echado tanto de menos ese sitio...
Caminaba con pasos firmes, mirandolo todo a su alrededor. Su rostro estaba levemente enrojecido, pero no le importaba. Se prometió a sí mismanir caminando hasta llegar a su destino, por lo cual llevaba ya un par de horas en la calle. Había echado de menos caminar por esas callles, tan blancas y frías en Invierno, con las casas alegremente adornadas para la Navidad. "Ha pasado tanto tiempo..." pensó. Dió un leve suspiro y siguió caminando, siendo envuelta por la música que salía de sus auriculares. En su mente veía la imagen de una niña de 16 años, con uniforme escolar, que iba camino al Instituto por esas calles. Volvió a suspirar.
Por fin encontró la casa. Se quedó observándola unos instantes. Estaba adornada, pero no completamente. No pudo evitar reirse. Sus pies se movieron despacio hacia la puerta, notando como la nieve crujía bajo sus botas, y como su corazón se aceleraba. Pensó en correr, en huir y en dar marcha atrás, pero no podía hacerlo. Tenía que enfrentarse a él de una vez, no podía seguir huyedo, como hizo cuatro años atrás. Sacó unas llaves del bolsillo, y las encajó en la cerradura. Con un suave movimiento de muñeca, la puerta se abrió. Natalia miró fijamente el interior de la casa.
"He vuelto, Iván..."
