Un regalo con mucho cariño para HardLohve en su día del nombre. Espero te guste este pequeño detalle.

Escribí sobre Sansa y Joffrey porque son personajes que me gustan bastante. Espero que te guste y que sigas pasando un feliz día.


«Obediencia» repite constantemente en su cabeza, flagelando su alma por el terror que provoca el saber que su sueño no es más que una despiadada pesadilla.

Desde niña se prometió a sí misma entregarse en matrimonio a un joven caballero, que fuera poseedor de gran carisma, atractivo y gentileza; a un buen mozo que le recordara a Aemon el Caballero Dragón, por quien tanto suspiraba al leer sus historias de antaño.

Pero tan sólo se trataban de viles mentiras, el amor verdadero no existía para ella. Aquellas viejas historias sobre caballeros que daban su vida por sus doncellas o sobre un romance de ensueño como el de Florian y Jonquil, no eran más que eso: cuentos sin sentido que la llevaron a empapar su corazón de falsas esperanzas al creer que en Joffrey Baratheon hallaría a su príncipe de gran bondad, belleza y nobleza.

¡Pobre de aquella loba ingenuamente enamorada! Vestida de novia rumbo a las garras de una bestia, con sus ilusiones destrozadas y una familia golpeada por la despiadada muerte.

«Engendrarás a sus hijos» tales palabras hacen que tiemble de angustia, mientras un escalofrío recorre su espalda de tan sólo imaginar el acto que consumirá su unión en matrimonio.

«No despiertes su furia o terminarás dentro en una tormenta de sufrimiento» solamente sería sumisa; callada como una buena esposa que cumpliría con sus deberes y una reina que sonreirá tomada de la mano de su amado, pero con el corazón hecho trizas, porque sabe que su rey en las sombras seguiría siendo un monstruo.

Y entonces, el momento llegó...

Nadie le negaba nada a un rey y menos al muchacho de cabellos dorados con sus ojos azules llenos de malicia.

Sansa Stark le pertenecía y lo confirmó con cada embestida.

Los besos de Joffrey eran torpes, sí, pero llenos de crueldad que reafirmaba su superioridad con fuertes mordiscos.

Sus caricias demostraban su falta de experiencia, pues se aferraba a su cuerpo como un niño deseoso de explorar un paisaje desconocido y peligroso. La lujuria se reflejaba en su mirada, pero parecía que el hecho de estar al mando de la situación, lo complacía más que el simple hecho de tener a su tan bella recién esposa, cubierta tan sólo con una tela de satén recostada en su lecho, como una criatura indefensa siendo despojada de su virtud de doncella.

«¿Ámalo?»

No. Simplemente era imposible amar a un ser despreciable como él. Sin embargo, si tan sólo se acostumbrara a que el dolor iría acompañado del placer; que las humillaciones traerían consigo conocer a momentos algunos destellos buenos de su rey, quizá así podría llegar a verlo como un extraño y patético amor.