¿Te ayudo con eso?

Había llegado el verano a Privet Drive y ¡maldita sea! ¡El ventilador se había descompuesto! Pretunia Evans estaba mas que desesperada por que su marido había dejado los platos sucios la noche anterior, y ahora no podría reclamárselo por que estaba trabajando. Ahora tenia muchos platos que lavar, un Dudley que recoger de colegio, una casa sumamente sucia y unas grandes ojeras, ocasionadas por los chillidos de las lechuzas que ultima mente rondaban por ahí. Nunca fue una mujer perezosa. Ni cuando era niña tuvo muchos problemas con sus padres por no recoger sus juguetes. Normalmente, era obediente, educada, estudiosa y tranquila. Y entonces frunció el ceño al recordar que a sus padres eso no les basto, cada vez que pensaba en su infancia la cara de Lily Evans se le incrustaba en la mente junto con el desagrado de haber sido opacada por su magia. Recordó de repente cada que su madre le ponía labores en la casa, por lo general a Lily le tocaba el piso de abajo y a Petunia el de arriba, el mas pesado.

Por supuesto, como buena hija, jamás ponía objeción. Su hermana terminaba antes que ella y era ahí cuando empezaba el problema. Siempre se acercaba tímidamente a su hermana mayor y con una voz amable asomaba sus brillantes ojos verdes y le decía: '' ¿Te ayudo con eso?'' ¡Ah! Que coraje le daba, lo peor era que Lily no parecía esforzarse en lo absoluto. Nunca pareció que la quisiera hacer ver menos con intenciones de simplemente hacerlo, nunca fue una hermanita que haya disfrutado atormentándola o metiéndola en problemas como otras. No, para nada. El problema es que era tan amable que ni siquiera Petunia era capaz de decir que la bruja quiso sabotearla en algún momento. Y así la ayudo varias veces, las hojas en otoño, la nieve en invierno, la casa de muñecas, las mierdas del perro… Claro que Petunia aceptaba y así las labores eran más fáciles, inclusive más amenas. ¿Hace cuanto fue eso ya?

Crash.

Tan metida estaba en sus pensamientos que solo se dio cuenta que se le había caído un plato de la mano y los pequeños pedazos se esparcían por el suelo. ''No, no, no puede ser, es de mis mejores vajillas'' pensó con enojo mientras se agachaba a recoger los trozos, y en sus pensamientos empezó a maldecir todo. Maldito Vernon, que no había entendido para que tenia los platos desechables arriba de la mesa, como maldita Lily que incluso muerta en todo estaba, maldito ventilador, maldito verano y maldito Ha…

Al alzar los ojos vio como tímidamente su sobrino se asomaba por la puerta de la cocina, Petunia se quedo en silencio, cosa que aparentemente lo animo a entrar, se agacho y mirándola fijamente le pregunto:

― ¿Te ayudo con eso?

Los ojos de Petunia se salieron de sus orbitas y los recuerdos de Lily a su lado sonriendo, la atacaron como mosquitos. La mujer no dijo nada y dejo que Harry la ayudara sin ser capaz de concentrarse en hacerle una mueca, como siempre. Entonces salió al pasillo tratando de entender de donde había salido el mocoso tan atento, porque simplemente ella no se había tomado la molestia de inculcarle modales, y por más que amara a su hijo, sabia que ser acomedido no era cosa de Dudley. Esa amabilidad y esos ojos eran cosa de Lily, estaba segura. Ahora entendía que quizá no fue justo su terrible fin.

No sabía si era porque tio Vernon no estaba, pero Harry Potter recibió un pedazo de comida grande durante la cena, de los que nunca recibía.