¡Hola!

Esta es una nueva historia, espero les agrade y me sigan... intento que la idea sea original, acepto todo tipo de comentarios y sugerencias, en esta oportunidad la historia esta beteada por la maravillosa Konnyxa, mil gracias por tus extensos correos y tu disposición.

Capítulo 1.

Perfectos Extraños.-

Dando trompicones entraron los amantes a la oscura habitación, entre risas y caricias fueron despojándose de su ropa. Ella dejó caer su chal de cachemira con terminaciones brillantes en el suelo alfombrado; él viajó con sus manos a los finos tirantes del vestido deslizándolo por sus pecosos hombros.

—Humm, nena —dijo él besando sonoramente su piel. Ella tan solo dio un jadeo de excitación cerca del oído de su amante, estaba ansiosa, deseosa, no podía creer su suerte.

Finalmente lo haría, finalmente lo lograría, había seguido al pie de la letra las indicaciones que había leído de aquella página web que decía tener la solución a sus males, por sus venas corría más alcohol que de costumbre, y no había tenido indicios de él durante toda la noche.

El hombre que la acompañaba, que ahora intentaba torpemente bajar la cremallera de su espalda, gruñó como un animal al acecho cuando ella fue a los botones de su camisa.

La desesperación era mucha, las ganas de probarse a sí misma (y a él) que podía, eran más intensas que una estúpida camisa, por lo que terminó por halarla con fuerza fuera de los pantalones de él, arrancándole en el camino uno botones.

— ¡Nena! —gritó entre sus labios.

Ejem. —Un tercero aclaró su garganta—. ¿No se sabe tu nombre, o te llama nena porque cree que es sexy?

Bella cerró sus ojos con fuerza, apretándolos hasta que vio destellos verdes en sus párpados.

No, no, no. Por favor no dijo en su cabeza.

Apresuró sus manos al cinturón del chico desamarrándolo con rapidez.

No lo apresures tanto, nena —le dijeron con burla—, si lo estimulas de más, te vas a quedar con las ganas. —Bella ignoró la voz, no podía ser, no, no y no. Lo había hecho todo como había leído, tenía ya 3 días que ni lo veía ni oía, por eso se había aventurado a venir con… sacudió la cabeza, no tenía idea de cómo se llamaba el hombre con quien estaba.

Pero no se iba a dejar vencer, no lo iba a permitir, ¡demonios! ya habían pasado dos años, ¡ella tenía derecho!

Caminó con fuerza empujando al misterioso, blanco y velludo contra la cama, el hombre cayó sobre el colchón sintiéndose de repente abrumado por la fiereza de su cita.

—Oye, oye. Con calma, nena —dijo y ella pudo escuchar la leve risita desde una esquina de la habitación, en ese momento añoró ser sorda.

—Solo cállate —le dijo ella molesta. El hombre que la acompañaba estaba quizás un poco más bebido que ella y no tomó mal sus palabras.

Bella se encaramó mejor sobre él, intentó besar su pecho encontrándose que era extremadamente velludo.

Ew —exclamaron con repulsión del mismo rincón anterior—. Nena, tus gustos han cambiado, el tipo parece perro ovejero.

No pudo más, se separó del pecho del enorme hombre dejándose acostar sobre su espalda, puso una mano sobre sus ojos y la otra sobre su agitado pecho, que ahora solo lo cubría el sujetador.

—Vete —dijo en voz baja, el hombre no le hizo caso, se incorporó acercándose a ella, besándole el estómago y queriendo juguetear con su ombligo; Bella rodó los ojos obstinada y se puso de lado en la cama, el perro ovejero besaba ahora su espalda mientras ella se estiraba a la mesa de noche, pulsó un pequeño botón, siempre encendido de color rojo.

—Miss —dijeron por el comunicador.

—Emmett, saca a este idiota de aquí, ¿sí? —dijo con voz apagada.

—Enseguida. —La comunicación se apagó con un pequeño sonido, Bella tan solo tuvo chance de tomar una de sus almohadas y cubrirse el cuerpo. A los 10 segundos las puertas de la antesala de la habitación se abrieron y hubo un pequeño toque en la habitación como tal.

—Adelante —dijo Bella y finalmente su acompañante dejó de besarle la piel.

El pobre no lo vio venir, en un momento estaba besando la piel suave y delicada de la hija del anfitrión de la fiesta, sintiéndose el crabrón más afortunado del mundo y ahora se sentía cegado por las luces repentinamente encendidas y halado por los pies, sacado por un efectivo de seguridad.

Bella cubrió sus ojos con el dorso de su mano y sintió más que vio como se llevaban a su acompañante fuera de su habitación.

—Que se lleve sus cosas, Emmett por favor —dijo sin abrir los ojos. Escuchó como Emmett, el jefe de seguridad y hombre de confianza de su padre, le daba órdenes a otros agentes a los que estaba segurísima no dejó entrar en la habitación.

—Por supuesto Miss —dijo la voz del chico desde la puerta—. ¿Hay algo más que pueda hacer por usted?

—No Emm —dijo ella soltando el aire de golpe—. Deja la luz encendida y déjame sola ¿sí?

—Por supuesto —dijo tomando la manija de la habitación en sus manos—. Su padre está ocupado con Mrs. Swan, así que tiene algunos minutos.

Bella le sonrió apartándose finalmente la mano del rostro.

—Gracias —dijo observándolo. Emmett asintió y cerró la puerta sin emitir algún otro comentario.

Clap, clap, clap.

Bella rodó los ojos ignorando el sonido.

Nena, puedes intentar ignorarme tooooda la noche, sabes que no me canso.

Bella resopló obstinada y resignada, giró el rostro hasta la fuente del ruido.

Ahí se encontraba él, su divino, exquisito y muerto ex.

—David —dijo ella susurrando. Él, rubio, divino y exageradamente guapo entrelazó los dedos sobre su rodilla e hizo una pequeña inclinación con la cabeza.

Hola linda. —Bella cerró sus ojos girando de nuevo el rostro, se sentía frustrada.

¿Me extrañaste? —preguntó subiendo una ceja, Bella intentó ocultar la tristeza de su voz.

— ¿Qué haces aquí? —contraatacó sin voltear a verlo nuevamente—. Pensé que te había perdido la pista.

David lanzó su cabeza hacia atrás dando una corta carcajada.

Linda. —Comenzó componiendo su postura—, unas velas encendidas y repetir las mismas palabras como un lorito, no iba a hacer que me alejara.

Bella volteó su rostro.

—Llevaba 3 días que no te veía.

David se encogió de hombros afianzando sus dedos entrelazados.

Me tomé unas cortas vacaciones. —Subió su ceja y completó—. Además, tu rostro día tras día pensando que me habías perdido me dolió en el alma. —Bella alzó sus cejas—. Bueno —dijo él haciendo una mueca despectiva con su mano—, entiendes a qué me refiero, linda, parecías feliz de haberme perdido.

Bella bufó y dio un golpe contra el colchón.

— ¡Lo estaba David! —Lo próximo que sintió fue una corriente de aire deslizarse a su alrededor, para después ser abrazada por una briza helada que podía llegarle hasta los huesos.

—No hagas eso —dijo Bella cerrando sus ojos—. Sabes que es malo para los dos.

Bella no había observado pero sabía que ahora su ex prometido, David Forthman, estaba intentando tocarla.

Muero por tocarte, linda —susurraron en su oído, Bella abrió sus ojos.

—Yo también —dijo bajito—, pero han pasado dos años ya David, tengo que superarte, tengo que encontrar a alguien más.

David sonrió con ternura, como quien ve a un cachorrito intentando alcanzar algo imposible.

Lo harás —dijo bajito viéndola a los ojos. David tenía los suyos de un azul muy profundo, Bella se perdió en ellos, levantó la mano despacio intentando tocarlo aunque sabía que no podría hacerlo, cuando sintió de nuevo el aire frío helarle los huesos, se detuvo, suprimiendo el pequeño escalofrío.

—Nunca voy a poder hacerlo —convino en voz baja—. No si siempre apareces para interrumpirme.

David dio una risa corta.

Aparezco porque tú me llamas, linda —dijo apoyando el codo en la cama y su puño contra su sien—. Cuando dejes de llamarme, dejaré de aparecerte.

—Yo no te llamo —dijo ella negando, él volvió a sonreírle tiernamente.

Lo haces —convino bajito—. De todos los espíritus que ves, yo soy el único que invocas.

Bella negó apartando la mirada de él.

—Te extraño —susurró viendo la puerta de la habitación. Escuchó un suspiro tras su oreja y de nuevo la suave y helada caricia.

Yo también.

— ¿Por qué no me morí contigo? —reclamó volteando a verlo nuevamente, él mantenía la misma posición, dedicándole aquella sonrisa que tanto amaba.

Jamás lo hubiera permitido. —Con la mano libre intentó una caricia a la mejilla de ella, Bella sintió una lágrima descender por el costado de su ojo, David negó despacio.

Mereces vivir —le dijo, ella negó—. Sí —dijo él interrumpiéndola—. Lo mereces y mientras me sigas llamando, no voy a dejar de evitar que cometas errores, no voy a dejar que hombres como el imbécil que metiste aquí arruinen la maravillosa persona que eres.

Bella cerró sus ojos sintiendo más lágrimas en ellos, escuchó entonces como tocaban su puerta.

— ¿Sí? —preguntó en voz alta.

—Miss, su padre me mandó a buscarla. —La voz del jefe de seguridad la hizo abrir los ojos nuevamente, observó el techo.

—Voy Emm —contestó con desgana. Se quedó de nuevo acostada viendo con atención el techo blanco y corrugado de su habitación.

Tienes que ir, linda.

—Ujum —contestó en voz baja.

Más temprano que tarde, se incorporó sobre sus pies dejando caer la sábana con la que se había cubierto, David la observó pasivamente mientras ella subía lo más que podía su cremallera.

Cómo agradezco que los deseos carnales se hayan esfumado de mí ser, verte así y sentir lo que sentía cuando estaba vivo, creo que me hubiera muerto de nuevo. —Bella lo vio con ojos tristes.

—No hables de tu muerte como si fuera un juego. —David asintió disculpándose en silencio.

Pero hablo enserio, linda —dijo mientras ella recogía su chal de la silla de la entrada—. Es un alivio no desearte en este momento, pero a la vez una tortura.

Bella no supo qué contestar. Pasó el chal por su espalda cubriendo la porción de cremallera que no alcanzaba subir, se dio un vistazo en el espejo teniendo como testigo a David que se recostó casualmente a su lado observándola mientras retocaba su maquillaje y aplacaba un poco su cabello.

Estás hermosa. —Ella le sonrió girando apenas el rostro.

—Gracias.

Ve —le dijo en voz baja señalando la puerta—. Charlie seguramente querrá bailar contigo. —Bella respiró profundo y asintió.

Mientras caminaba hacia la puerta sintió como él la observaba, tomó la manija entre sus dedos y antes de bajarla volteó a verlo.

David vestía igual al día que habían tenido el accidente dos años atrás, camisa de botones blanca, mangas arremangadas con los tres primero botones abiertos, jeans muy claros y desgastados, y unos botines converse azul marinos, su cabello dorado y largo iba amarrado en una coleta baja al nivel de la nuca, la única diferencia que existía entre estas ropas y las reales, era que estas estaban impecables, como lo habían estado cuando salieron del apartamento que compartían rumbo a casa del padre de ella, antes de que perdieran el control del auto y se cayeran puente abajo, sumergiéndose en el río.

—No te irás ¿cierto? —preguntó presa de la angustia de sentirse y verse sola. David negó con una sonrisa tierna en los labios.

Mientras tu cabecita me siga llamando, aquí estaré —completó abriendo sus brazos, Bella sonrió pero sus ojos se veían tristes, llevó su mano a su boca y le sopló un beso, David lo atrapó en el aire y lo llevó hasta su corazón.

Si te portas bien puede que te deje escaparte con el perro ovejero —Bella rio sacudiendo la cabeza.

—Llevo dos años esperando —empezó—, y tienes razón, no vale la pena desgastarme con cualquier idiota. —David asintió complacido, Bella abrió la puerta divisando a Emmett detrás de esta. El guardia de seguridad arregló su saco en un ademán nervioso y extendiendo una mano la exhortó a caminar hacia la otra puerta, Bella asintió y antes de caminar se giró susurrando.

—Ninguno es como tú.

Emmett hizo una inclinación de cabeza permitiéndole pasar primero, sin hacer comentario alguno del monólogo que había medio escuchado desde afuera, sin poder evitarlo, se asomó dentro de la habitación donde había salido la joven, no había nadie, alzó sus cejas y pensó que para ser tan bonita, Bella Swan estaba realmente tocada de la cabeza.

*O*

En la gala que se estaba ofreciendo en terreno trasero de la mansión, Charlie esperaba a su hija mayor un tanto exasperado.

Abrió los brazos al aire cuando por fin la vio despuntar de lo más alto de las escaleras, en su traje blanco satinado, la seguía Emmett, vestido como era costumbre para el personal de seguridad, de traje negro, camisa blanca y corbata fina igualmente negra.

Charlie colocó sus manos como jarras, abriendo ligeramente la cola de su frac gris ratón.

— ¿Dónde estabas? —Preguntó cuando su hija estaba a una distancia lo suficientemente corta para que lo escuchara.

Bella rodó los ojos con exasperación.

—Lo importante es que ya estoy aquí. —Dijo altanera, —Emmett me dijo que me buscabas ¿Qué querías?

El rostro de Charlie se tornó considerado, su hija mayor demostraba una fachada fuerte y hasta grosera, pero él seguía sintiendo una eterna consideración con ella, sabía lo que había sentido su pequeña cuando perdió a su prometido, él había pasado por algo similar, bueno… el divorcio para él fue como si Renné hubiera muerto.

—Es hora del baile. —convino en voz baja, Bella lo vio a los ojos asombrada.

—Habíamos hablado de esto. —Argumentó de inmediato, Charlie la vio a los ojos.

—Y recuerdo haberte dicho que no aceptaba su propuesta. —Bella abrió la boca para argumentar, Charlie levantó una de sus manos haciéndola callar.

—Es tradición.

—Alice estará más que contenta de tomar mi lugar.

Charlie respiró profundo.

—Alice estará más que contenta de verte bailar conmigo. —Estiró una de sus manos al frente, colocando la otra en su espalda, haciendo una pequeña reverencia dijo.

— ¿Me haría el honor de concederme esta pieza señorita?

Bella no pudo evitar sonreír y a pesar de no desear bailar, aceptó la propuesta de su padre con una pequeña reverencia.

Charlie la tomó de la mano y caminaron entonces a la ahora desolada pista de baile, todos los invitados detuvieron momentáneamente sus actividades viendo a la pareja más esperada de la noche.

Por que ver a Alice Swan, robarse la noche, era más que normal, pero divisar a Isabella Swan, la hija mayor del magnate hacer algo parecido, era noticia de primera plana.

Bella sintió sus mejillas encenderse cuando una enorme, redonda y blanca luz se encendió sobre ellos, Charlie la tomó de la cintura y juntó sus otras manos.

—Un paso a la vez pequeña. —Susurró para que sólo ella lo escuchara, Bella salió de su burbuja sonriéndole y asintiéndole a su padre.

El Maestro de ceremonias habló al micrófono posicionado frente a la banda musical e introdujo el baile oficial e inaugural del magnate Swan y su hija mayor.

Un Vals suave y rico en música e instrumentos comenzó a sonar, El Danubio Azul, de Johann Stratus, empezó a cubrir la pista, Charlie con delicadeza empezó a moverse con su hija por la pista, Bella parecía nerviosa, Charlie la llamó en silencio y se vieron a los ojos, la chica le sonrió a su padre y poco a poco se fue entregando al baile.

—Sabes. — Comenzó Charlie una charla banal, —Tengo que viajar a Japón a finales de la semana.

—Jum. — Contestó Bella sin darle importancia.

—Charlotte y Alice vienen, me preguntaba si querías acompañarnos.

Bella retiró un poco su rostro viéndolo a los ojos.

—No me llama la atención conocer Japón.

Charlie la vio a los ojos, moría de pena de verlos tan tristes, Bella le dedicó una tímida sonrisa, Charlie desvió momentáneamente la mirada a la mano izquierda de su hija, en el dedo anular reposaba de nuevo el solitario sencillo y elegante que David le había dado unos años atrás.

Bella se dio cuenta del escrutinio y bajó la mirada apenada, Charlie besó su frente.

—Te vamos a extrañar en Japón. —Dijo contra su piel.

El Vals tomó más cuerpo y ella se dejó llevar fácilmente en las vueltas, absolutamente todos los invitados admiraban a la pareja, tanto así, que cuando el Vals terminó, fueron víctimas de montones de flashes y aplausos, Charlie tomó de la mano a su hija señalándola como la estrella de la pieza, Bella inmensamente sonrojada aceptó los aplausos.

—Creo que es suficiente. —le susurró a su padre que asintió complacido, había sido un gran avance que ella aceptara bailar esa pieza.

Unas manos en ambas espaldas los hicieron voltear sus rostros.

En el medio de ambos, abrazándolos se encontraba Charlotte, la segunda esposa de Charlie y madre de su media hermana Alice.

—Por dios se veían hermosos. —Dijo apretando tan sólo un poco su agarre—Creo que voy a llorar.

Bella se apartó educadamente.

—Charlotte. —Dijo a modo de saludo.

La relación entre ambas mujeres era cada vez más espaciada, Bella no era ni por asomo compatible con su madrastra, así que simplemente la ignoraba, la casa era lo suficientemente grande para lograr mantener las distancias, pero Charlotte, no perdía oportunidad de intentar conciliar con ella, queriendo ganársela como fuera.

—Bailen otra, se veían tan hermosos—pidió con ojitos encantadores, Charlie la observó sonriendo, pero Bella no la correspondió.

—Estoy cansada Charlotte, ¿Por qué no bailas ahora tú con mi padre?

Charlie le sonrió a su hija y asintió para darle permiso de marcharse, ya había logrado mucho y eso lo hacía feliz.

Pero la mayoría de los invitados habían sido testigos de la petición de la anfitriona de la gala, por lo que tintinearon sus copas pidiendo otro baile de padre e hija.

Charlotte sonrió encantada y le hizo señas al maestro de ceremonias ignorando la petición de su hijastra, Charlie la vio apenado y volvió a tomarla en brazos.

—No será tan malo, es tan sólo un baile más. —Dijo en voz baja, Bella lo vio entre sus pestañas y rodando los ojos, volvió a tomar posición de baile.

Charlie observó como su esposa le daba algunas indicaciones al director de la orquesta, esperó y entonces hizo una pequeña seña indicándoles que podían comenzar.

Las notas musicales inundaron la gran pista de baile, Bella se heló en brazos de su padre, sus ojos que estaban recientemente secos volvieron a inundarse cuando Strangers in the Night de Frank Sinatra empezó a sonar en el enorme espacio.

Charlie intentó que la siguiera en el baile, Bella simplemente no podía mover sus músculos, en el exacto momento que una lágrima bajó por su mejilla pudo distinguir a David, parado entre la multitud, observándola tan intensamente como ella lo hacía en ese momento.

Se soltó entonces de las manos de su padre, no podía estar ahí, le dolía mucho el pecho, el recuerdo de David se aferraba a su cuerpo, a su corazón, corrió entonces como alma que lleva el diablo, pasando al lado de los rostros anonadados y sorprendidos de los invitados.

Charlie vio impresionado como su hija se marchaba, Alice, que se había tensado en lo que escuchó la canción, se levantó de su puesto en la mesa principal y corrió tras su hermana, seguida muy cerca de su padre.

Bella llegó a su habitación en el segundo piso de la mansión, no llegó a cerrar la puerta de la antesala, pero se encerró en su cuarto como tal y esa puerta si pudo pasarle el seguro, desplomándose en el suelo con un llanto incontrolable.

—Bella. —Llamaron desde afuera— Por favor ábreme.

Alice daba toques gentiles.

—Mi mamá no sabía, lo, lo lamento mucho.

Alice conocía la relación de David y su hermana muy bien, de hecho ella iba a hacer dama de honor de la boda y había sido la gran alcahueta de las escapadas de aquellos dos a sus fines de semanas románticos.

Por lo que sabía muy bien lo que significaba aquella canción para Bella, David se la había dedicado en su primer aniversario, diciéndole que la letra era exactamente igual a como se sintió la primera vez que la había visto.

Todos desfilaron por su puerta cerrada, Charlie, Alice y la misma Charlotte, ofreciéndole disculpas y perdones, Bella no salió, no habló, tan sólo quería estar sola.

Se dejó escurrir en el suelo llorando silenciosamente sobre su alfombra.

La briza helada se apoderó de ella, tembló ligeramente al sentirla.

¿Quieres que te deje sola? — preguntó con pena en la voz. —me mata verte tan triste linda, sé que lo estas por mí, si quieres me marcho para no hacerte más daño.

Bella estiró su mano temblorosa negando, a los segundos sintió que los huesos de su mano se helaban.

Lo siento tanto. — Dijo David en voz baja, ella no contestó, no dijo nada, tan sólo lloró sacando de su sistema la tristeza que la embargaba.

Al día siguiente Charlie estaba en su estudio, sentado en su gran sillón de cuero color caramelo, estaba viendo hacia el jardín donde se había tenido lugar la gala de la noche anterior, su rostro mostraba preocupación y pena.

Un leve toque en la puerta hizo que saliera de sus cavilaciones, luego de dar la orden, su visitante entró con seguridad.

—Me mandó a llamar Mr. Swan.

Charlie señaló la silla de visitante, el jefe de seguridad asintió y tomó asiento desabotonando el único botón de su traje eternamente negro.

— ¿Hace cuantos años trabajas para mi Emmet? Y por dios, llámame Charlie.

Emmet asintió, esa era una regla que él nunca quebrantaba y que Charlie siempre buscaba cambiarla, no era correcto que se dirigiera a él por su nombre de pila, pero él era tan insistente que había accedido a hacerlo tan sólo cuando no estuvieran con compañía.

— Ocho Charlie.

Charlie asintió agradecido por aceptar su sugerencia y respiró profundo.

—Eres mi hombre de confianza. — Emmet asintió en acuerdo.

—Salgo en 4 días a Japón, Charlotte y Alice vienen conmigo, tú y Sam también.

Emmett asentía a todo, sin saber que quería específicamente su jefe.

—Bella no está bien. —Dijo y el jefe de seguridad escuchó el tono dolido en su voz—Quería que viajara con nosotros, pero no voy a obligarla, no después de lo de anoche.

— ¿Qué desea que haga Mr.?

—No quiero dejarla sola, la prensa va a acribillarla por lo de anoche, además los negocios con Asia no tienen del todo contentos al medio oriente por lo que no quiero dejarla sin seguridad.

Emmet asintió.

—Sé que es muy pronto y fuera de agenda, pero confío en que podrás ayudarme, ¿tendrás a alguien calificado? necesito un escolta para Bella, sólo para ella.

Emmet meditó un segundo las palabras de su patrón, tenía razón, era muy pronto para pedir un escolta a la agencia.

Él escogía a los agentes con los que trabajaría, los conocidos estaban ya ocupados y escoger uno nuevo, no era una actividad que se podía tomar a la ligera.

Pensó en decirle a Charlie que no había nadie que contara con su total confianza en ese momento, pero entonces recordó a su antiguo compañero de trabajo, Edward Cullen.

Aun seguía expulsado de la agencia, pero Emmet sabía que aquella expulsión había sido totalmente injusta, Edward acababa de mudarse a la ciudad y estaba seguro que apreciaría un trabajo, aunque fuera de nuevo como escolta.

—Puede que tenga a alguien Charlie.

Este suspiró aliviado.

—No está activo como escolta ahora, pero lo conozco desde que entré a la Armada entrenamos y estudiamos juntos en el ejercito, es de mi total y absoluta confianza.

—No necesito saber nada más entonces. —Dijo Charlie complacido. — ¿Puedes traerlo? ¿Convencerlo de que trabaje para mí?

Emmett se colocó de pie.

—Si me autoriza iré de inmediato a verlo, luego lo traeré para que usted lo conozca.

Charlie asintió sintiéndose relajado.

—Ve, ve, dile a Sam que esté pendiente de todo.

Emmet asintió y con una pequeña inclinación de cabeza asintió, saliendo del despacho de Charlie y comunicándose de inmediato con Sam.

*O*

Edward estaba en la sala de su ahora desbastado apartamento, acababa de mudarse y habían cajas y bolsas por doquier, su aspecto era totalmente descuidado, barba sin afeitar, ropa arrugada y algo sucia, estaba descalzo de pie en la mitad del espacio rodeado de cajas, en sus manos habían sujetados por la cuchilla unos 6 puñales.

Tomó el primero y dando un toque del mango de madera contra las cuchillas de su otra mano, apuntó y lanzó el puñal hacia la puerta de entrada, este se clavó con precisión en el marco visiblemente herido de tantas prácticas.

Tomó el siguiente puñal y lo apunto apenas dos centímetros por debajo del que ya había clavado, lográndolo impecablemente.

Tocaron su puerta y gruñó obstinado, a menos que fuera el conserje (cosa que no creía posible porque el pobre hombre lo evitaba desde que se había mudado) sólo había una persona más que sabía donde quedaba su nuevo departamento.

— ¿Qué quieres Emmett? —gritó lanzando otro puñal.

—Ábreme Bro, sólo quiero conversar.

Edward puso sus ojos en blanco, esas palabras podían significar cualquier cosa, desde sus quejas eternas por no conseguir novia por lo fuerte de su trabajo, hasta discusiones de armas, entrenamientos y estrategias.

—Está abierto.

Emmet giró la perilla de la puerta y esta cedió, Edward lanzó otro puñal, Emmet gracias a sus entrenamientos, no se asustó, vio al nivel de sus ojos los distintos cuchillos clavados y estirando una de sus manos para hacerlo detener, los sacó del marco de la puerta.

Se posicionó al lado de su amigo y se puso a practicar tiro al blanco con él.

Después de lanzar y recoger los puñales dos veces, Emmet conversó.

— ¿Qué dicen tus nuevos vecinos de tus hobbies?

Edward lanzó otro puñal y luego del ligero pam de la madera al clavársele el cuchillo contestó.

—Ninguno me habla lo suficiente como para venir a reclamarme algo, además, no estoy hiriendo a nadie.

Emmet pensó en decirle, solo te hieres a ti mismo, pero se contuvo.

— ¿Cómo va la mudanza?

Edward lo vio subiendo una ceja y viendo a su alrededor, Emmet rió sacudiendo la cabeza.

—Ok, ok, lo admito, fue una pregunta estúpida.

Edward no contestó, fue por tercera vez a la puerta para quitar los puñales del marco.

— ¿Para qué viniste Emm? — preguntó dándose la vuelta, Emmet respiró profundo.

—Tengo un trabajo para ti.

Edward sonrió irónico sacudiendo la cabeza.

—Si es de escolta, sabes cuál es mi respuesta.

Emmet cerró los ojos, le iba a costar convencerlo.

—No será por mucho tiempo, salgo en un par de días para Japón de trabajo, Sam va conmigo, una de las hijas del jefe se queda en casa, necesitamos un escolta que se encargue de ella mientras estamos fuera, sólo serán un par de semanas.

Edward respiró profundo.

—Sabes que te vendría bien el dinero.

Eso lo hizo bufar.

—Me vendría bien, no meterme en esta mierda otra vez.

—Vamos Bro. —Dijo Emmet acercándose y palmeándole un hombro. —Esto es lo que hacemos, no somos buenos en nada mas, a veces las cosas no salen bien, pero hay que salir adelante.

Edward se sacudió con rabia de su agarre.

—No me consueles con semejantes palabras tan estúpidas, pareces las terapeutas de la agencia.

Emmet rodó los ojos con exasperación, sacó del bolsillo interno de su chaqueta una tarjeta.

—Esta es la dirección, el trabajo es ser escolta de Isabella Swan, la hija mayor de Charles Swan, si cambias de opinión, acércate, tienes mi buena palabra con el patrón, no tendrás problema en que te acepten.

Edward no contestó, observó sin emoción alguna el pequeño rectángulo de papel que había colocado en la repisa desteñida de la entrada.

Antes de salir, se llenó de valor y preguntó por un tema bastante complicado para su amigo, sin embargo sabía que eso era lo único que lo haría entrar en razón.

— ¿Cómo está Nicole?

Edward alzó la vista con ojos muy abiertos, eso era un golpe bajo.

— ¿Crees que le gustará cuando la traigas aquí?

Edward no contestó, lo vio con rabia, Emmet señaló la tarjeta.

—Mañana a las 8, sabes que sólo quiero ayudarte.

Y sin más se marchó, dejándolo temblando de desesperación y de rabia por tener tanta razón.

*O*

Ya habían pasado dos días desde que había pasado aquel nefasto incidente en la gala, Bella aun estaba acostada en su cama, no había salido esos días, Klhoe, el ama de llaves y la mujer que amaba como una madre, había intentado llevarle comida en vano, ya que siempre alguna de las mucamas retiraba la bandeja tan llena como la había dejado.

—Mi niña por favor. —Suplicó Klhoe junto a la cama, —Necesitas comer algo, traje tu plato favorito, waffles con sirope de caramelo. —Bella se encogió en la cama cuando sintió la caricia en su cabello.

Bella. — llamó aquella voz, haciendo que una lagrima se desbordara de nuevo. —ya es suficiente linda— dijo preocupado. —tienes que comer, tienes que levantarte de ahí.

—No quiero. —contestó con voz débil. —quiero morirme.

— ¡Por Dios mi niña no digas eso! —Exclamó Klhoe con terror, ella pensaba que Bella le estaba hablando, pero David sabía que era con él, respiró profundo y en tono amenazador dijo.

Me voy a ir. — Bella parpadeó asustada, buscándolo por la habitación, lo enfocó entonces parado junto al ventanal.

—No. —susurró ella en una súplica, David la vio a los ojos con dolor, Klhoe la seguía convenciendo de que comiera algo, creyendo que las palabras de Bella eran dirigidas a ella y no a su difunto prometido.

Come. —indicó de nuevo David. —levántate de esa cama, vive, me lo debes.

Bella lo vio a los ojos con asombro y sorpresa, David nunca le había dicho esas palabras, eran ciertas, ella le debía su vida a él, ¿pero cómo seguir viviendo si Él era la única razón por la que valía la pena hacerlo?

Trata. —Susurró.

Bella mintiendo del miedo que le producía no volverlo a ver asintió, Khloe, ajena al intercambio de Bella con seres extrasensoriales, se sintió complacida y aliviada cuando su niña se enderezó tomando los cubiertos de plata de la bandeja y picando un pequeño trozo de waffles.

Masticó viéndolo a él, que le dedicó un guiño y una sonrisa gigante.

Después de ese día, Bella había salido de su letargo, para los demás parecía que estaba bien, sin embargo ella simplemente había puesto otra coraza a su alrededor, adormeciendo sus sentidos y sus sentimientos, porque para ser miserable, era mejor no sentir.

En la mañana del día en que su "familia" se marchaba a Japón, Bella se despertó con un poco mas de ánimos, tendría la casa para ella sola por exactamente 4 semanas, no era que iba a armar fiesta o iba a hacer desastres, pero era un alivio saber que no se encontraría por los pasillos con Charlotte.

Había pensado en invitar a Rose y a Jake para que se quedaran algunas noches con ella.

Mientras extendía el cobertor sobre su cama un dulce tarareo llamó su atención.

Sonrió sacudiendo la cabeza.

—Hola Nana. — dijo en voz baja volteándose.

Marie Swan estaba detrás de su nieta mayor, se veía como Bella la recordaba, mayor, canosa y sencilla, un vestido floreado y un chal de punto siempre la acompañaba.

Hola cielo. —Contestó risueña — ¿has estado bien?

Bella asintió, no valía la pena preocupar al fantasma de su abuela, sobre todo cuando eran contadas las veces que iba a visitarla.

— ¿y tú Nana? ¿Cómo has estado? —señaló su cama invitándola, Marie aceptó sentándose junto a su nieta.

Hablaron un rato que resultó gratificante para ambas, David no estaba por ahí, pero eso no preocupó a Bella, primero porque no veía a más de un fantasma a la vez y segundo porque él le había prometido que no se alejaría, así que sabía que andaba por ahí, cuidándola, como siempre.

Bella le dijo a nana que Charlie le había dicho que bajara, que tenía algo importante que decirle antes de salir al aeropuerto, Marie, le pidió si podía acompañarla, ya que le gustaría mucho ver a su hijo de nuevo.

Bella asintió sonriendo de verdad por primera vez desde la gala, mientras ambas bajaban por las escaleras, pensó que definitivamente lo que ella tenía era un don.

Era cierto que esa particularidad que había quedado con ella después del accidente, la hacía a veces temblar de miedo al ver personas no vivas rondándola, pero era una real bendición poder ver a sus muertos, Nana era increíble, a veces veía a Jon, el padre de su mamá y el más importante era David que por él aguantaría el apocalipsis zombie por completo.

Bajó las escaleras, confiada de que su padre no estaría por ahí, había visto por la ventana de su habitación como él, Emm y Sam caminaban por los alrededores del jardín verificando las cámaras de seguridad y los cercos electrificados que rodeaban la casa.

También sabía que Alice y Charlotte estaban encerradas en la habitación de su hermana, terminando de escoger las prendas que se llevarían al viaje.

Por lo que no le angustió para nada, bajar hablando aparentemente sola, el personal de la casa, estaba "acostumbrado" a que ella se expresara de esa manera y nadie la juzgaba ni veían extraño.

—Tendremos que esperar a que Charlie entre. —Le dijo a nana mientras ella bajaba y su abuela se deslizaba a su lado, —A menos que no te importe salir al jardín.

No cielo, no me importa, vamos. — Bella sonrió asintiendo.

—Viniste en buen momento, papá sale de viaje hoy, no regresa sino en 4 semanas.

Ya tenía ambos pies en el suelo cuando vio una sombra proyectada en el suelo de mármol del salón.

Asustada alzó la cabeza, nunca iban dos espíritus a buscarla, cuando se giró hacia Nana descubrió que se había desvanecido, no supo el motivo, pero le aterró que fuera por un nuevo y no vivo visitante.

Bella bajó el último escalón despacio, vio al visitante de arriba abajo, no lo conocía, nunca había ido a esa casa por lo que no podía ser nada más.

— ¿Estás extraviado? —preguntó en voz baja, el hombre frunció el ceño con una mirada cauta.

—No tengas miedo— dijo ella asombrándolo más —puedo ayudarte ¿Cómo te llamas?

—Edward.

Bella le sonrió tanteando el terreno.

Edward la observaba con real escepticismo, estaba hablando sola… no solo eso, estaba manteniendo una conversación, sola…

— ¿Sabes que te ocurrió Edward? ¿Cómo llegaste aquí?

— ¿Bella? — dio un respingo al escuchar la voz de su hermana.

—Quédate ahí Alice. — dijo estirando una mano escaleras arriba.

—Bella, ¿Qué haces? — la voz de Alice era baja y apenada.

—Quédate arriba Alice— repitió sin dejar de ver al nuevo visitante, Edward observaba el intercambio de ambas mujeres asombrado, la que se llamaba Bella no dejaba de mirarlo, de hablarle extraño, no sabía cómo manejar la situación por lo que se quedó callado, observando.

—No puedo ayudarte ahora— le dijo Bella a Edward —Tienes que regresar después.

Edward frunció el ceño, ¿esa chica estaba loca?

— ¿Estás loca? — preguntó sin poderlo evitar, Bella frunció el ceño, pero hubo bulla en la entrada haciendo que rompiera el contacto visual con el fantasma nuevo.

Charlie al verla le sonrió feliz de que estuviera fuera de su habitación, fue a su encuentro y la abrazó, Bella devolvió el abrazo pero sus ojos se abrieron de mas cuando Emmett saludó al fantasma.

—Ed, llegaste. — Bella vio como estrechaban manos fraternalmente.

Se separó de su padre asombrada.

— ¿Lo ves? — preguntó a Emmet. — ¿Puedes verlo?

Ambos hombres la observaron con asombro, no entendían a que se referían las palabras de la chica, Alice, que había bajado las escaleras al escuchar a su papá hablar, fue hasta ella hablándole al oído.

—Ese chico en verdad está aquí. — susurró. —era lo que quería decirte, no es un fantasma.

Bella sintió que sus piernas se desvanecerían, moría literalmente de vergüenza, ahora era víctima de todos los ojos de las personas de la sala, pero con los que más se sentía avergonzada era con los ojos verdes de aquel hombre, que había confundido con un espíritu.

—Bella. — llamó Charlie rompiendo la tensión, ignorando como siempre, las excentricidades de hija mayor —quiero que conozcas a Edward Cullen, él se encargará de tu seguridad mientras estemos de viaje.

Los ojos de Bella se abrieron aun más.

—Encantado. — dijo el joven inclinando la cabeza, Bella pudo observar que se sentía incómodo, su postura era rígida y sus palabras secas.

Bella sintió morir de vergüenza, se soltó de brazos de su padre y subió las escaleras queriendo desaparecer.

Se encerró en su habitación con un sonoro portazo.

Las risas que escuchó el segundo siguiente la hicieron rodar sus ojos.

—No te burles. —pidió con dientes apretados.

Linda. — dijo él y no pudo continuar de las risas, Bella tomó uno de sus zapatos y se lo lanzó, haciendo que le atravesara el estómago.

David acomodó su postura.

Lo siento. — dijo y apretó los labios, Bella bufó obstinada y fue cojeando a buscar su zapato, se dejó caer en la cama cubriendo sus ojos con una de sus manos.

—Dios, que vergüenza. —Dijo a la nada, David se acostó a su lado.

—No te rías. — pidió ella de nuevo, entonces escuchó como respiraba profundo.

Se quedaron unos segundos en silencio, cuando David controló su risa, le dijo.

Si embargo tengo algo que agradecer a ese chico. — Bella frunció el ceño y giró el rostro.

Le hizo tomar un color adorable a tus mejillas. —Bella lo vio a los ojos frunciéndole el ceño, David sonrió y ella lo siguió, lo próximo que ambos hicieron fue estallar en genuinas y enormes carcajadas, David rió extasiado viendo como ella lloraba, pero esta vez de la risa.

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Nota del autor:

Este es el piloto, dependiendo de la aceptación de ustedes la continuaré y estableceremos un patrón de actualizaciones.

¡Nos vemos!

Marjo