HOLA! Soy Hachi y esto es algo súper cortito de todo lo que siento por mi OTP SUPREMA RAN X SHINICHI!
Espero que os guste! Besitos!
La luz anaranjada que había estado calentando la habitación, se había vuelto de un tono azul, plateado, un tanto frío... hasta que sólo se podían ver las sombras artificiales que las luces de las farolas dibujaban en su techo.
No sabía cuántas horas llevaba con la mirada perdida, ni le importaba. A lo lejos, se escuchaba a su padre reir, seguramente, viendo las mismas tonterías en la tv y, tristemente, era eso lo que la unía al Mundo Real.
Volvió a suspirar, sin separar la vista de lo que fuere que estaba mirando. Su mano derecha aún sujetaba el móvil, con la tapa abierta y la yema del dedo pulgar acariciando la tecla de colgar. La voz del fantasma con el que había estado hablando, aún resonaba en sus oídos, aunque se apagaba a medida que pasaban los minutos.
Los faros de un coche iluminaron toda la habitación, alumbrando una foto que decoraba su escritorio. Una foto en la que dos jóvenes sonreían. Un chico y una chica, de unos 17 años, riendo y haciendo bromas delante de una cámara de fotos.
La miró de reojo. Si no es porque se miraba cada día al espejo, antes de ir al instituto, juraría que esa chica tan risueña no era ella. Ya ni se acordaba cuándo fue la última vez que se sintió así de feliz. ¡Ah, sí! Hace unas horas, cuando la voz del chico que sonreía a su lado, le había estado hablando por teléfono. Porque daba igual lo mal que hubiese ido el día, o lo sola que se sintiera; en cuanto veía su nombre en la ventana del móvil, todo se disipaba y volvía a ser feliz, como en la foto. Pero en cuanto escuchaba el pitido después de colgar, toda la tristeza y soledad, volvían a pesarle el doble.
Y eso la agotaba. La cansaba más que cualquier semana intensa de exámenes y competiciones de Karate.
La habitación volvió a quedarse a oscuras. Ya no veía el marco de la foto y se oía, levemente, los pitidos de que no había conexión telefónica.
Cerró los ojos e inspiró hondo, por milésima vez.
Esa noche tampoco dormiría. Y al día siguiente, iría con mala cara al Instituto, alegando, con una falsa y tonta sonrisa que se había quedando estudiando hasta la madrugada, que les había pillado el truco tarde a los ejercicios de Matemáticas. Y miraría a las nubes y se sentiría victoriosa porque su actuación engañaría hasta a su mejor amiga, la que siempre presumía que la conocía al milímetro.
Ya no pudo retener más lágrimas, mientras sonreía, dejando que la obvia verdad la apuñalara en el corazón tantas veces como quisera. La estúpida e irónica realidad de que, el causante de que todo su mundo se desmoronara, el mismo que se reía con ella en la foto de la mesa, la voz que ya no escuchaba por teléfono... era el único al que nunca podría engañar con sus mentiras. ÉL era la única persona que realmente la conocía... y también la única que ignoraba cómo se sentía en ese mismo instante.
"Por qué te has ido? Por qué no estás aquí, conmigo? Por qué no puede ser todo como antes?"
Las mismas preguntas de siempre, que, sin saberlo, sólo podía contestar el niño que dormía en la habitación de al lado.
