-Los personajes de KnB son propiedad de Fujimaki Tadatoshi-sensei. Esta historia participa en el reto: ¡Amor por el Crack!, del foro de Kuroko no Basuke en Español :D

Advertencias: Puede contener spoiler ligero referente a la secuela del manga: KnB EXTRA GAME (que yo digo que más que spoiler es un vínculo xD), OoC (espero yo, no muy descarado).

Y pues que viva el Crack. Let' go! :D


EL AMOR ESTÁ EN SU VOZ

Rizel Holmes

.

~Himuro & Takao~

.

La primera vez que lo escuchó, algo en su interior se oprimió casi asfixiantemente, después se agitó, tembloroso. Detuvo su andar instintivamente y permaneció en su lugar, paralizado. Agudizó el oído y se dejó llevar por los matices que la voz de su superior poseía cuando cantaba. Tanto se sumergió en lo que aquella canción le hizo sentir que no se dio cuenta cuando la puerta de la primera regadera se abrió.

— ¿Takao-kun?

— Himuro… san— exhaló densamente, siendo tomado por sorpresa. El mayor estaba de pie frente a él con sólo una toalla alrededor de la cintura y el cabello desordenado escurriendo sobre su frente.

— ¿Estás bien? Luces pálido.

Alargó una mano hasta el rostro del más bajo que aún lo veía con los ojos bien abiertos. ¿Acaso lo había asustado o es que estaba demasiado distraído? Ante el rose de sus dedos, Kazunari se sobresaltó. Más le ayudó a reaccionar y se recordó donde estaba y frente a quién se encontraba. Sacudió la cabeza para alejar las ideas tontas que repentinamente se le habían acumulado.

— Lo siento, estoy bien, sólo estoy cansado— explicó recuperando la compostura. Himuro rió quedamente y Takao volvió a temblar— ¡¿Qué demonios?!

— No tardes demasiado, Kasamatsu-san tiene que cerrar— le recordó.

— Sí— vio que el otro estaba por irse y le detuvo— ¡Himuro-san! ¿Eras tú quien cantaba hace un momento?

— ¿Eh? Ah, ¿escuchaste eso? Es horrible, ignóralo por favor.

Tatsuya en verdad se veía apenado por ser descubierto, así que no le dijo lo que estaba en la punta de su lengua. Volvió a despedirse y lo dejó allí con las ganas de negar a lo que le había dicho.

¡Pero si canta fenomenal! Gritó en su mente. Y no estaba exagerando, alguien que canta terriblemente no puede hacerte sentir mariposas en el estómago… Bueno, quizá Shin-chan era la excepción, pues el peli verde cantaba tan mal que daban ganas de llorar. Pero no, definitivamente era algo distinto. Escuchar a Himuro le había noqueado los sentidos y le había provocado una… ¿cómo le había dicho Midorima que se llamaba? ¡Ah sí! Una taquicardia.

Respiró hondo pues se dio cuenta que los efectos aún no se le pasaban. Tomó su toalla con más fuerza y empezó a desvestirse para ducharse, el entrenamiento había terminado y era hora de volver a casa.

Veinte minutos más tarde ya se encontraba reunido con el resto de su equipo. Kasamatsu echaba un último vistazo al gimnasio para cerciorarse de que nadie olvidaba nada.

— Bien. Duerman llegando, nos vemos mañana a medio día— dijo Yukio antes de despedirse y tomar camino con Mayuzumi a su lado.

— ¡Hasta mañana, Takao-kun!— exclamó Satsuki, quien era escoltada por Kiyoshi y Himuro.

Suspiró, eso de regresar solo a casa ya no le estaba gustando. Extrañaba a Shintarō, aunque lo hacía pedalear cuestas sin compasión alguna. Prefirió no darle más importancia, sacó los audífonos de la mochila, conectó el reproductor escogiendo una canción que le llenara de energía y le hiciera olvidar el bochornoso calor del verano. Llevaba una semana formando parte del Team TFS y estaba cómodo, jamás se le había complicado integrarse, pero estar entre puro senpai lo hacía limitarse un poco. Ser el único de segundo año era ligeramente solitario y excluía a Momoi de la categoría sólo porque ella no era un jugador, sino la mánager.

De allí en fuera todo era bueno, no dejaba de repetírselo.

En algún punto de la trayectoria a su hogar, las canciones habían pasado de Oldcodex a Granrodeo y cuando empezó a sonar Tsuioku no Rinkaku el corazón se le cayó al estómago. ¿Cómo no se había dado cuenta? Era justamente esa canción la que había estado entonando Himuro-san mientras se bañaba. Por supuesto no lo iba a recordar en ese instante si estaba prestando más atención a la voz que a la letra, repitió la pista al menos 3 veces hasta que alcanzó su destino final.

Subió hasta su habitación, la casa estaba completamente sola pues sus padres y su pequeña hermana habían ido a visitar a los abuelos.

Traidores.

Replicó sin sentirse molesto verdaderamente por ello. Botó la mochila junto al escritorio, conectó el reproductor al pequeño estéreo que tenía y puso una vez más el mismo track, para en seguida echarse sobre la cama y descansar los ojos. Mientras la batería, los acordes y el bajeo se esparcían suavemente en todo su interior, Himuro-san se pintó atractivo sobre un escenario de luces tenues, arrugando un poco la nariz al momento de cambiar de tono, moviendo sensualmente las cejas cuando alargaba el final de un estribillo, sujetando el micrófono firmemente y como si de un amante se tratara. Un escalofrío lo devoró cuando escuchó el verso: My love is so sweet. Despertó de golpe pues había dormitado. Lo oyó tan cerca… como si le hubiera susurrado al oído.

Se apresuró hacia el baño, se había sentido acalorado y las mejillas enrojecidas le delataban.

¡¿Qué rayos me pasa?! ¿Cómo puede afectarme tanto su voz? ¡Estoy enloqueciendo!

Se abanicó enfurruñado, apagó la música, se puso el pijama y se escondió bajo las sábanas. Estaba inquieto, se removía sin cansancio y sin poder conciliar el maldito sueño, pero sabía que al día siguiente pasaría y se olvidaría de ello. Estaba seguro… quería estar seguro.

Cuando la madrugada empezaba a despuntar, el esfuerzo físico durante el entrenamiento fue lo que le derrotó finalmente permitiéndole dormir, no sin escapar de los sueños que se empezaron a reproducir como películas.

En cada film, Himuro-senpai estaba presente. Tan presente.

.

.

.

.

.

Dos días más tarde, el domingo se reunió con todos en el centro comercial. Se sintió tan aliviado al ver la casi eterna jeta gruñona de Shin-chan al llegar, que otro poco y se le arrojaba a los brazos, aunque su sonrisa, más amplia que de costumbre, le delató frente al chico de gafas.

— ¿Estás bien, Bakao?— preguntó sin detenerse a pensar ante la impresión que le había dado al ver el consuelo en los ojillos del menor.

— Ahora sí, Shin-chan. — contestó sin darle importancia.

— Como sea, andando.

Le empujó sutilmente para que empezara a caminar, le había mostrado indiferencia como siempre, pero lo cierto era que Shintarō estaba preocupado. Quisiera o no estaba demasiado acostumbrado a la compañía de Takao, por lo tanto le conocía casi perfectamente, y ahora que lo veía después de un buen rato sentía que algo raro pasaba con su sombra. Sin embargo, se debatía entre interrogarle directamente, averiguarlo por su cuenta o no hacer ninguna de las anteriores.

Caminaba observando la espalda del moreno, que muy alegre charlaba con Kuroko y Kise, mientras Akashi caminaba tranquilo junto a Murasakibara y Momoi intentaba aplacar la pelea entre Aomine y Kagami. Un celular sonó y la voz del 10 de Seirin se dejó escuchar alto y claro.

— ¡Tatsuya nos alcanza en la pizzería!

Entonces se dio cuenta, fue mínimo, casi imperceptible, casi inexistente, pero ante la mención del hermano de Taiga, los hombros de su PG se estremecieron. No tenía idea de qué podría ser, pero Himuro estaba relacionado. Sinceramente, lo primero que se le vino a la cabeza fue que éste había estado molestando a Takao por algo o que le había hecho una fechoría. Lo cual lo ponía en alerta.

Y se enfadó, porque si así había sido, Kazunari no había tenido la confianza de decirle nada. ¿Y dónde está la confianza mutua con la que me estás fastidiando todo el tiempo?

En el local juntaron cerca de cuatro mesas para poder acomodarse decentemente, estaban por ordenar cuando llegó Kasamatsu en compañía de Tatsuya. Kagami y Murasakibara se levantaron para dar la bienvenida al chico del lunar y Kise hizo lo propio con su ex capitán, a quien tenía mucho (demasiado para su gusto) de no ver. Se reacomodaron, Yukio quedó sentado junto a su rubio tormento y Himuro con su hermano a la derecha y Takao a la izquierda, quien a su vez tenía a Shin-chan a su otro costado. El peli verde miraba discretamente a los dos morenos, el mayor le dirigía unas cuantas palabras a Kazunari con una sonrisa de por medio. Éste le respondía, aparentemente con naturalidad, aunque procuraba verlo lo menos posible. Poco a poco el ambiente se fue animando hasta donde podía suponerse teniendo en cuanta quienes se encontraban presentes. Y otros dos se dieron cuenta del peculiar comportamiento del niño ojos de halcón. Ryouta y Tetsuya hicieron contacto visual, comunicándose en su propio idioma, quizá más tarde interrogarían a su amigo peli negro.

La rebanada que sostenía en sus manos le estaba llamando, quiso morderla, pero antes de poder tomar el queso derretido, una petición en su oído le hizo sobresaltar de tal manera que soltó la comida y un grito se ahogó en su garganta.

— P-perdón— se apresuró a decir, tomó la salsa que el otro le pedía y se la entregó sin mayor ceremonia.

— Discúlpame, volví a sorprenderte— musitó Himuro, apenado.

— Está bien, estaba distraído eso es todo. No es para tanto, Himuro-san.

Su voz apenas si salió bien hilada, todos en la mesa habían sido testigos de algo muy inusual. ¿Desde cuándo el alborotador y desgarbado Takao se comportaba tan tímido? El moreno cayendo en cuenta de su error, sonrió pícaro y puso en evidencia a Kise de una y mil maneras, logrando distraer a la gran mayoría. Sabía bien quienes no iban a dejar de molestarle hasta hacerle soltar la sopa, así que se daba por vencido. Aunque en realidad aún no sabía qué era eso que empezaba a bullir en su pecho.

¡Han pasado sólo dos días! Esto no puede ser… eso.

Con toda la fuerza de su voluntad pudo permanecer tranquilo, por supuesto, el ponerse a jugar baloncesto había ayudado enormemente y agradecía poder concentrarse en ello como era debido. Aún faltaba para el próximo torneo de Streetball, pero no podía flaquear ni por un segundo.

Después de los cinco partidos que se disputaron con equipos al azar en cada uno, fueron invitados al departamento del señorito Kagami por Tetsuya, quien no dejaba de molestar a su pareja con el título y siempre encontraba la oportunidad de imitar a cierto demonio de mayordomo, evocando la burla general del grupo.

— ¡Karaoke!— aullaron Ryouta y Kazunari, que no perdieron el tiempo y montaron todo de inmediato.

Mientras en la cocina el dueño del hogar, su novio fantasma, el hermano poker face y el gigante traga golosinas vaciaban botana en los recipientes, el rubio quiso iniciar parte del interrogatorio que había estado preparando.

— Nee, Takaocchi… ¿Puedo preguntarte algo?— susurró.

— Ya lo estás haciendo, Ki-chan— se burló, rebuscando entre los CD´s.

— ¿No te estás llevando bien con tus compañeros de equipo?

— ¿Hum? Me llevo de maravilla con ellos, ¿por qué piensas que no es así?— preguntó con una ceja enarcada.

— Pues… es como si estuvieras evitando a Himuro-san.

Se tensó, pero no apartó los ojos de la mirada inquisitiva de su amigo.

¡Estúpido, soy un verdadero estúpido!

— No lo evito, Ki-chan. Sólo…

— ¡¿Empezamos o qué?!— gritó Daiki y el moreno se hizo de la oportunidad para escapar del tema.

Todo iba bien hasta que se dio cuenta de que Tatsuya iba a cantar delante de todos y el nerviosismo lo atacó. Esos dos días no había podido dejar de pensar y soñar con aquél que era su superior. Y todo había empezado por nada. ¡Por nada! Para Kazunari su reacción estaba siendo ridícula y sus pensamientos de reprimenda siempre terminaban con la frase: sólo por escucharlo cantar. Pero si se detenía justo en ese momento a pensar, eso había sido en un principio, pero esa tarde, cuando había pedido le pasara la salsa, sólo había sido el murmullo de su voz lo que le había erizado el vello de la nuca.

El incidente había servido para ser consciente verdaderamente de ese hombre con el que compartía pases y entrenamiento. Subconscientemente había estado prestándole atención a sus movimientos, a su presencia y hasta su esencia. Sintió las mejillas arder, de pronto se sentía como un acosador y rogó a Dios, los demás no se hubieran dado cuenta, en especial Himuro.

— ¡Con todo Tatsuya!— gritó Taiga, le gustaba escuchar a su hermano cantar.

— Kagami-kun, que me dejas sordo— replicó un poco molesto. El pelirrojo ignoró sus palabras y lo besó para contentarlo, lo cual por supuesto, funcionó.

Se agazapó un poco contra Midorima, que hasta entonces no había dejado de mirarlo atentamente. Pronto la melodía de Tsuioku no Rinkaku se escuchó y Takao apretó el pantalón de su luz.

— ¿Por qué justo esa?— susurró casi angustiado a oídos de Shintarō.

Empezó a cantar, tan limpio, tan apasionado, sin siquiera ver la pantalla. Veía directamente al público, sonriendo sereno y galante durante el puente musical. A Kazunari el aire le hizo falta, porque allí estaba Tatsuya, luciéndose exactamente igual que en sus sueños, lo observaba sin parpadear, con el labio inferior temblando y la tela entre sus dedos aún más estrujada.

¡¿Por qué lograba embrujarlo tan fácilmente?!

Unos dedos vendados se deslizaron conciliadoramente sobre el dorso de su mano, para después envolverla y estrecharla con suavidad. Un movimiento sutil que nadie más pudo ver. El menor le miró asombrado, chocando con la mirada jade por breves segundos.

Gracias, Shin-chan.

Después de superar la tormenta de emociones con ayuda del más alto, pudo seguir disfrutando de la velada hasta que se dio por finalizada. Y logró respirar tranquilo nuevamente.

Caminaban en silencio hacia la estación. Él con los brazos por detrás de la nuca, Shintarō con su porte recto como toda la vida. El peli verde iba a iniciar la plática que le urgía con el pelinegro pero este se le adelantó.

— Shin-chan… ¿crees que es posible enamorarse de alguien sólo por su voz?— preguntó en un murmullo.

— ¿Qué?

— Bueno, no te pregunto si te ha pasado a ti porque segurito no te has enamorado siquiera— se mofó— Pero, ¿crees que se puede?— repitió, ahora con un poco de timidez.

— ¿Es así como te sientes por Himuro?— dijo sin rodeos, consiguiendo que el más bajo se alterara.

— ¿Cómo…

— Si no, ¿por qué parecía que estabas a punto de desmayarte cuando él cantaba? Me asustaste, idiota. — le regañó soltándole un zape en la cabeza.

— No lo sé, Shin-chan. De hecho sí sentía que me iba a desmayar. No podía respirar, ¿sabes? El viernes lo escuché en las duchas y su voz me penetró como no tienes idea. Sé que a ti no te gusta mucho escuchar música, por lo que puede que no me comprendas bien, pero… cuando empiezas a apreciarla te das cuenta de muchas cosas, te puede hacer sentir cualquier emoción y todo depende de la letra, de la melodía, el arreglo de cada instrumento o la voz del vocalista. Yo escojo la música que me gusta en base a eso y puedo decirte: ¡Amo la voz de Tatsuhisa o la voz de Kishou!

Pero el viernes, no había música, a la letra no le presté atención y sólo estaba su voz, con todos sus matices, con todos sus colores y quedé atrapado. ¡He soñado con él sólo por eso! ¡Shin-chan me estoy volviendo loco!

— Loco ya estabas, Bakao— repuso con cierta gracia.

— ¡Pues más! Y hoy no pude dejar de sentirme, ansioso, nervioso y hasta paranoico con su presencia. Te juro que hasta pude sentirme sonrojar. Ki-chan y Kuro-chan seguro me vieron como una mocosa enamorada. Sentirse así es porque o te da miedo esa persona o te gusta y miedo, miedo no es. Entonces…

— ¿Se puede gustar de alguien sólo por su voz?— repitió lo que le había preguntado desde un principio y lo vio asentir. Midorima realmente no sabía, ¿era posible? ¿Incluso se puede gustar de alguien por nada o de algo más disparatado, no? ¿Qué respuesta darle a su sombra que ya estaba que se dejaba calvo de la desesperación? — Quizá… sí es posible. Lo siento mucho, Takao.

Dijo con pesar como si esa fuera una sentencia de muerte. Siguió caminando, escuchando los berridos de su compañero.

— ¿Ni siquiera te preocupa que pueda estar enamorado de un hombre?

— Por mí enamórate de un panda si quieres, sólo no te vuelvas irresponsable ni demasiado cursi. Además, allí tienes a Kagami y a Kuroko y todo sigue normal. Así que ya deja de lloriquear. No dejarás de ser mi esclavo si eso es lo que te angustia.

— ¡Qué lindo, gracias Shin-chan!— exclamó jocoso y con sarcasmo.

— Como sea. ¿Mejor?

— Sí. Como nuevo.

.

.

.

.

.

Faltaban dos semanas para el torneo, el arduo entrenamiento les estaba dando excelentes resultados, buena sincronización y velocidad de respuesta. Desde que había platicado con Shin-chan y posteriormente con Kuroko y Kise, hace mes y medio atrás, se sentía más tranquilo en el sentido de no tener que guardarse el secreto, sin embargo la situación se veía cada vez más complicada y es que… ya no sólo era su voz, Himuro le había atrapado de otras maneras.

Le gustaba la serenidad con la que siempre se paseaba por los alrededores, su sonrisa discreta, la manera en que su cabello caía con gracia sobre la mitad de su rostro, el reflejo de la luna sobre su piel cuando salían del gimnasio al anochecer, el perlado de su sudor cuando salpicaba después de un tiro triple, la melódica de su risa, el color de sus ojos y el misticismo con el que ocultaba uno de ellos, el lunar en su mejilla arrodillado ante la majestuosidad de sus pestañas y esa maldita capa de coquetería que sin falta le envolvía por completo.

Siempre había amado la perfecta visión con la que había sido bendecido y ahora la amaba un poquito más porque podía observarle hasta hartarse sin ser descubierto. Lo único que podía delatarlo era cuando se hundía en breves lapsos de ensoñación, cerrando los ojos y escuchándole hablar. Sólo hablar.

Creo que ya te trae cacheteando las banquetas, Takaocchi.

Le había dicho el rubio hacía poco.

Yo me encargo de que Kagami-kun les de su bendición.

Le había prometido Kuroko.

Me impresionas, Takao, pensé que era imposible, pero realmente has quedado más idiota de lo que ya estabas.

Se había burlado, Shin-chan. ¡Midorima se había burlado de él!

¿En serio estaba tan mal?

— Puedo pasarte una cubeta si quieres, Takao— ofreció Teppei amablemente.

— ¿Eh? ¿Para qué?— cuestionó sin entender.

— Himuro te hace babear demasiado, recuerda que estamos en el gimnasio, puede ser peligroso. — explicó afable, palmeándole la cabeza con demasiada fuerza.

— ¿Tan obvio soy? — replicó indignado.

— Si busco la palabra obviedad en el diccionario seguro encuentro tu foto, idiota.

— ¡Kasamatsu-san!— chilló.

— Ya no te juntes tanto con Ki-chan, Taka-chan.

— Incluso Momoi— suspiró.

— ¡No puedes escapar a mi instinto femenino!

— Sólo dile y ya— repuso Chihiro, encaminándose junto a los demás al almacén donde guardaban lo de limpieza.

¡Perfecto, Kazunari! ¡Sí que lo estás haciendo, campeón!

Suspiró y terminó sus deberes. Rogaba porque Himuro fuera como esos chicos que aunque te les estés insinuando en la carota ni cuenta se daban.

Ah~ pero qué equivocado estaba.

Nuevamente era el último en ducharse, por lo que se había ofrecido a cerrar él mismo. Total, se iba solo a casa. Sorpresivamente Kasamatsu aceptó sin hacerlo jurar y perjurar que no lo olvidaría.

Aprovechando que era el único que se encontraba allí había puesto música con el celular y se había permitido cantar sin vergüenza alguna. Al salir se sentía relajado, con la toalla a la cintura fue a los vestidores mientras aún tarareaba el último track que había escuchado.

Un toque frío se afianzó a su cintura, rodeándole tenazmente.

My love is so sweet~

Susurró en su pabellón auricular una voz que para él era inconfundible. Le dio la cara inmediatamente antes de sentirse en verdad vulnerable y aunque las mejillas le ardían y sentía la piel erizada le miró directamente.

— Himuro-san…

— Vaya, creí que te sorprenderías más, Takao-kun— dijo componiendo una pequeña sonrisa felina.

— Estoy sorprendido— aclaró— Creí que ya te habías ido.

— Quería comprobar algo.

— ¿Ah sí?— rió nervioso— ¿Qué cosa?

— Si soy yo… lo que te altera tanto— musitó, acercando su rostro al contrario.

¿Qué si era él? ¡Pues sí! ¿Quién más si no? Tenía la certeza de que justo en ese momento tenía el rostro en llamas, pero aún así intentó no amedrentarse. Que su cuerpo lo delatara no tenía porqué rebajarlo a un pequeño halconcito tímido que desviaba la mirada y respondía a medias. ¿Pero debía decir algo? Himuro no se lo había preguntado, pero ¿era necesario?

— ¿Te hago sentir cosas, Kazunari-kun?

Oh joder, que lo dijera de nuevo, su nombre. Que lo repitiera una y mil veces porque sonaba demasiado bien.

Así que realmente se esconde un galán directo detrás de esa cara de niño bueno, eh.

Era una teoría que no había compartido con nadie. Él tenía la firme creencia de que los calladitos y de caras angelicales guardaban un lado oscuro y atrevido. Kuroko era un claro ejemplo y por eso a veces compadecía un poco a Kagami.

— Kazunari… Hello~ pretty boy!— acarició la mejilla del menor para provocar una mejor reacción— ¿En qué pensabas?

— En que eres un demonio con cara de ángel— respondió con más naturalidad de la que él mismo esperaba, incluso pudo sonreír con picardía.

— Oh, entonces…

— Sí, Himuro-san. Me haces sentir un montón de cosas— confesó nuevamente avergonzado— Caray, ¡qué forma de pedir respuestas!

— Y esta es mi forma de dar recompensas.

La diminuta distancia que Tatsuya había impuesto entre ambos se esfumó en un parpadeo. El menor pudo sentir esos labios con los que por tanto tiempo había soñado— literalmente— contra los suyos, con una presión frágil y que le producía un delicioso cosquilleo. La rosácea y fría piel de Tatsuya robó instantáneamente su calor y pronto los labios del mayor fueron sustituidos por la punta de su lengua, que lentamente delineó el contorno de la boca contraria.

Se separó para contemplar complacido el rostro carmesí que en algún momento había atrapado entre sus manos y sonrió.

— Him...

— Shh. Aún no termino.

Sentenció y volvió a besarlo, disfrutándole pacientemente, entre pequeños mordiscos y tirones, alimentándose de sus suspiros y volviéndolos propios de su aliento, redibujando el relieve de la lengua más pequeña con la suya, cobijándola bondadosamente, hasta extraerle hasta la última gota del elixir que le acompañaba.

Se detuvieron antes de alejarse más de la realidad, y al caer nuevamente en ella, se percataron de lo bien abrazados que estaban. Kazunari había tenido que engancharse a su cuello para no perder el equilibrio y el mayor le había rodeado la cintura por completo con el propósito de servirle de soporte.

— De ahora en más llámame Tatsuya, ¿está bien?— susurró apoyando la barbilla en su hombro, hablándole nuevamente al oído.

— ¿Y eso significará algo?

— Que aceptas tener algo, como una relación, por ejemplo; con alguien que también siente cosas por ti. Como yo.

¿Era en serio? Tenía que reírse. Tatsuya tenía un estilo… poco convencional que sólo hacía que le gustara más. El mayor no se movió de su sitio y sintió como le peinaban tiernamente el cabello.

— ¿Y si digo que no? — bromeó.

— Atente a las violentas consecuencias— dijo, siguiéndole el juego.

— Si no hay más remedio… Acepto, Tatsuya.

¡Ay dios! La boca entera le cosquilleó con sólo pronunciar su nombre.

— Una decisión inteligente— felicitó irguiéndose para mirarle. Dejó de abrazarle, llevándose en el proceso la única prenda que protegía al más bajo del frío— Es muy pronto para hacerte el amor, Kazunari. Además es tarde y debemos irnos, vístete, te veo afuera.

Tardó en procesar el comentario y para cuando estaba listo para arrojarle lo primero que encontró, su maldito y recién estrenado novio ya estaba afuera. Enfurruñado se puso la ropa y fue a su encuentro. Le aguardaba en la entrada, con una sonrisa serena con tintes de travesura.

Himuro le tendió una mano que él no dudó en tomar. Era bastante repentino, y aún se sentía avergonzado, pero sinceramente aunque pareciera tan irreal, estaba feliz. Cerraron el gimnasio y caminaron unidos hasta donde sus caminos se bifurcaban. Se despidieron con un nuevo beso, ocultos en las sombras de un árbol.

.

.

.

.

.

Cuando Midorima se enteró le felicitó de una forma tan rara que sólo supo reír. Bueno, era una de las cosas que mejor sabía hacer Takao, reírse. Pero al mismo tiempo se le hizo tierno. Shin-chan era un amigo rarito que valía oro. Kise casi había bailado sobre la mesa de la cafetería y Kuro-chan le había dicho que había conseguido lo que le había prometido. Aunque en realidad Taiga no estaba para nada en contra de tenerlo como cuñado.

Sus compañeros de equipo… ¿cómo decir que casi arman fiesta allí mismo? Eran unos malditos exagerados, pero le contentaba muchísimo que nadie los rechazara y aunque así hubiera sido, ¡al demonio con ellos! En fin. El torneo era al día siguiente y tenían permiso de descansar por el resto del día. Kasamatsu nada más los había convocado a media jornada para afinar detalles y explicar los planes de resguardo.

— Nada de encamarse esta noche— les advirtió Yukio. Kise había ido a buscarlo para que no se le escapase de nuevo.

— ¡Fight-O, Ki-chan!— animó a su amigo que era obvio aún buscaba algo con su ex capitán.

— Hasta mañana, chicos.

Ese día lo disfrutaron en compañía de Kuroko y Kagami en el apartamento de Tatsuya. Maratón de películas y videojuegos al por mayor. Cuando la noche llegó, le invitó a quedarse y aunque ambos tenían ganas de conocerse más a fondo, decidieron ser obedientes y esperar otro poco.

Llegaron juntos al lugar del evento y se enfrentaron a viejos y nuevos oponentes. Quedando el Team TFS en segundo lugar debajo de un equipo veterano de universitarios. Vorpal Swords sólo jugó de exhibición, aunque no por eso fue menos intenso. Fue una excelente experiencia para todos y cada uno de los participantes.

. . .

Cuando las vacaciones de verano terminaron Tatsuya tuvo que volver a Akita para terminar su tercer grado de preparatoria. Se veían poco, pero lo que había empezado como un sentir cosas, se convirtió en un te quiero y más adelante en un auténtico te amo. Cuando el momento de la graduación llegó, a Kazunari le tocó consolar al grandulón de Murasakibara que lloraba hasta partirle el alma porque ya no iba a tener a su Muro-chin que lo acompañara a comprar golosinas o se las regalara cuando se esforzara en hacer algo. El peli lila estaba totalmente encorvado escondiendo el rostro en el hueco entre el hombro y el cuello del moreno, quien le acariciaba la espalda, dándole palabras de aliento y prometiéndole que cuando se vieran, él le compraría las que quisiera.

Por eso eres el mejor, Taka-chin.

Los días corrieron rápidamente. Para cuando Tatsuya entró a su primer año en la Universidad de Tokio, él ya era un alumno de tercer año y saber que ese sería el último formando parte del equipo de Shutoku lo entristecía mucho y más porque había tenido el privilegio de ser vice-capitán, pronto decidirían qué camino seguir y sería hora de saber hasta qué punto se separarían sus caminos.

Los meses volaron y su última Winter Cup culminó sin él y Shin-chan en la cancha. Había sido terriblemente difícil decir adiós nada más terminar la Inter High, pero ambos estaban orgullosos porque habían ayudado a criar un equipo fuerte y unido, continuando el legado que se les habían dejado con honor. A su lado, Tatsuya le abrazaba discretamente para consolarle, pues sabía lo que padecía. Al llegar su propia graduación no esperó que los polluelos que dejaba atrás le lloraran con tanto pesar y jodidamente conmovido los había apretujado entre sus brazos, llevándose de corbata a Midorima, que a pesar de estar renuente no había puesto resistencia.

— Venga, Shin-chan. Que llenarás el uniforme de mocos— se mofó con la voz quebrantada.

— Si vas a sermonearme, predica con el ejemplo, Bakao— repuso, despeinándole el cabello con cariño. Extrañaría mucho al pequeño idiota.

Tatsuya sonrió enternecido al ver a su halconcito abrazado como niño pequeño a quien era su mejor amigo y divertido al notar como Midorima dejada de lado su tsunderismo (como decía Kazunari), para tranquilizarlo y hacerle saber que lo apreciaba de la misma forma. Takao y Midorima se prometieron verse pronto, el moreno se despidió agitando fuertemente la mano. Quiso ocultar sus ojos irritados pero Himuro se lo impidió, en cambio le abrazó y besó cada mejilla y finalmente su frente para después volver a estrecharlo contra su pecho.

I love you.

Me too.

.

.

.

.

.

Dos años pasaron volando.

— Tatsu-chan, ¿tienes mis audífonos?— quiso saber. Kazunari entró al estudio en el que su novio casi siempre se recluía por las tardes cuando estaba inspirado para componer.

— Los estaba ocupando, perdón cariño. — dijo, extendiéndoselos. Mostrándole una sonrisa ladina.

El menor sonrió con picardía y arqueó una ceja, coqueteando. Tatsuya dejó las partituras que estaba leyendo para separarse del escritorio y abrirle los brazos. Kazunari se sentó sobre su regazo, abrazándose a su cuello y besando este mismo, haciéndole vibrar.

— ¿Te falta mucho?

— De hecho, ya terminé. ¿Quieres dormir?— susurró sobre sus labios para en seguida darle un casto beso.

— Sí, pero debes cantarme para no tener pesadillas— musitó como un pequeño caprichoso.

— Por dios Kazunari, ya no tienes cinco años— replicó, divertido.

— ¡Tú culpa por malcriarme!— se defendió.

Suspiró aparentemente derrotado, pero lo cierto era que le encantaba cantarle para ayudarlo a dormir y más si Kazunari le acompañaba entonando algún estribillo que se iba apagando cuando sus labios se llamaban mutuamente. Todo despegaba después de llevarle en brazos hasta la cama, donde se tiraba a su lado y le atraía hasta su pecho, comenzaba cantando en un hilo de voz sólo para él, acariciándole suavemente, abriéndole espacio a la voz del menor, pidiéndole acompañamiento. La sonata se apagaba y paulatinamente una nueva entrega entre ellos se suscitaba, fogosa y perpetua.

Kazunari, la noche de la graduación de Tatsuya, descubrió que no sólo amaba su voz cuando le hablaba, cuando cantaba, cuando gritaba, también amaba su voz mientras le hacía suyo con paciencia y todo su amor. La voz que lo había hechizado, apresado y que de allí en más le había amado y cobijado sin límites. La voz que lo había invitado a amar a ese hombre hasta por el más pequeño de sus detalles. Aquella que pronunciaba su nombre llevándolo a la gloria.

— T-tatsu-chan… ah...

Your love is so sweet, Kazunari. Let me love you forever.

— ¡Ah!... You… idiot… ah…love you too.

Siempre una dulce risa, vecina a un sentimiento inamovible. Fue por una voz que un mundo tembló, fue por una voz que un corazón se agitó. Y fue por una voz que contestó a otra con la verdad que un amor nació para alcanzar la perpetuidad. Y es que cuando sus latidos cubrieron su voz supo que lo amaba.

.

~FIN~

.


R.H: ¿Qué tal quedó? ¡Es el One-shot más largo que he escrito en mi vida! Jajaja. En lo personal esta pareja (entre todo el crack que se pueda encontrar), es mi favorita. Yo -corazón-HimuTaka. ¡Espero de verdad no haberles aburrido, que se les hiciera ameno o les haya gustado aunque sea un poquito! Sea cual sea el caso, sus comentarios son siempre bienvenidos y muchísimas gracias por leer. Ahora...

-Datos que quiero incluir aún si no son tan relevantes- :D

1. ¿Team TFS? ¡Yep! Fujikami y sus ideas locas, pero me gustó que nos diera a conocer este Team Tadatoshi Fujimaki Selection, conformado por: Kasamatsu, Kiyoshi, Mayuzumi (pronto sabrán bien quién es si sólo se ha visto el anime), Himuro, Takao y Momoi. ¿Estaría genial verlos, no? xD

2. ¿Vorpal Swords? Sólo diré que... GoM+ Kagami, Kuroko se ha materializado xD

3. Tsuioku no Rinkaku, segundo track del Single Punky Funky Love, realmente me gustó esa canción, como es muy... ¿íntimo? el ritmo. ¡Debes escucharla! Por fi. Jajaja.

4. ¿Por qué mencionar a Oldcodex y a Granrodeo? Bueno... es una de las principales razones por las que emparejo a estos dos. Su vínculo con la música (por los seiyuus, Tatsuhisa S. y Kishou T.) x3

5. ¿Por qué tanto inglés al final? Otra cosa que comparten :'D Hay que recordar que Tatsuya vivió en America un buen tiempo y según el KuroFes (si no mal recuerdo), la mejor materia de Takao es el inglés!

6. Creo que había algo más, pero como siempre se me ha olvidado Dx

Creo es todo. ¡Nuevamente gracias por leer! Y espero les guste.

Hasta el próximo. Besos!