Hola a todo aquel que este leyendo esta historia. La escribí hace algún tiempo(hace unos 3,4 años o más. No me acuerdo muy bien). E incluso la llevé a la sociedad general de autores y la registre para poder presentarla a concursos, así que todos sus derechos legales son míos.
Al saber que en fanfiction también estaba la opción para subir historias propias,decidí subirla para que la gente me diera su opinión y viera mis primeros trabajos para que se den cuenta la inexperiencia que tenía por aquel entonces.
Bueno...con eso dicho,os dejo con la historia. Hasta luego.
La profecía.
Y llegará un día en que una noche de eclipse de Luna,un rayo de luz caerá sobre la casa donde el elegido nacerá.
Los sabios vaticinaron que el elegido acabaría con la gran dama oscura y traería la paz y la vida a nuestras tierras y al resto del mundo.
Pero ¡cuidado! Ya que si la gran dama oscura se enterara de su nacimiento lo mandaría matar y nos gobernaría por siempre y para siempre.
Cuidad al elegido, cuidadlo y llenarlo de amor ya que de él depende nuestras vidas y nuestro futuro. Haced de su vida un lugar agradable ya que acabará enfrentándose a ella.
Profecía de Rudmila y Rastó.
CAPITULO 1. EL NACIMIENTO DEL ELEGIDO.
Rijua dejó a su bebe sobre la cuna del primer piso.
Acababa de darle el pecho y ahora el pequeño dormía plácidamente con la leche casi saliéndole por las orejas.
Rijua acarició la cara de su pequeño. Desde que nació en aquella noche de eclipse de luna había notado que era especial.
Sonrío débilmente y se volvió al oír un ruido en la ventana.
Ella se acercó a esta, vio algo negro en el alféizar, la abrió y observo al cuervo negro.
Parecía un animal pero brilló en sus ojos un deje de inteligencia. Inteligencia maligna.
Echó al cuervo que abrió las alas y ,lanzando un graznido, elevó el vuelo.
Rijua miró al cuervo e hizo un signo contra el mal. Ese cuervo en la ventana de su hijo le había infundado un gran temor.
Cerró la ventana.
El hombre observó a la dama que se sentaba ligeramente hacia un lado. Su actitud infundía respeto y obediencia ciega pero también miedo. Su rostro no se podía observar ya que permanecía eternamente en la sombra. Era esbelta y delgada y unos cabellos castaño claro se vislumbraba en torno a su cintura.
-¿Qué es lo que has dicho? – le dijo la gran dama oscura a su esbirro.
-Lo que habéis oído ,mi señora.
Un hombre alto y musculoso de cabello negro y ojos oscuros y tez morena vestido totalmente de negro inclino la cabeza hacia su señora, sentada en el trono de su eterno palacio de cristal y hielo.
-Un niño a nacido en un pueblo, en Estorí del Sur, y la familia decidió no revelaros su existencia y traerlo ante vos, como se hace con todos los niños que nacen con eclipse de luna.
La señora se quedó pensativa.
-Pero, ¿ellos saben que yo solo quiero ver al pequeño?
-Sí, mi señora.- dijo sumiso el sirviente. – Pero temen algo, algo han visto en el niño, ya que lo tienen en una sala vacía.
La señora se puso en pie lentamente.
-¡Mata a ese niño ,siervo! ¡Mátalo! Pues él parece ser el elegido de la profecía. Quiero verle bien muerto ,sirviente, porque ,si no, sobre ti caerá el peso de mi ira.
La dama se volvió a sentar en su trono blanco, cuanto la rodeaba era blanco en su palacio eterno.
El sirviente hizo una reverencia y salió.
Alexia y Rijua estaban sentadas junto a una agradable chimenea. En aquel lugar siempre hacía frío y llovía casi cada día, aunque fuera una llovizna ligera. Alexia era alta, pero no muy delgada ya que era esposa del panadero. Era guapa, su cabello rubio apagado y sus ojos oscuros eran su mejor arma contra la adversidad. Rijua por el contrario era alta y delgada pero con musculatura ,ya que su esposo era el herrero y le ayudaba en su trabajo. De tez bronceada, tenia el cabello negro y corto y los ojos marrones. Tenia veintitrés años y ya tenia un hijo de casi dos años. Alexia sin embargo tenia apenas dieciocho y acababa de tener su primer hijo.
-¿Cómo la llamaras?- Le pregunto Rijua.
-He pensado llamarla algo así como Deyanides.
-Un nombre muy bonito.
Alexia sonrió y su cara se iluminó.
-¿Y tú?.
Rijua inclinó la cabeza hacía un lado.
- Todavía no lo tengo decidido.
Alexia miro por la ventana.
- Pues será mejor que pienses rápido o tu marido elegirá por ti.
Rijua hizo un mohín.
- Ya lo sé.
Alexia mecía en sus brazos a su pequeña, una niña preciosa y sana de cabello rubio platino y los ojos violeta claro.
Las dos madres se habían puesto de parto a la vez y llegaron juntas a la casa de la comadrona. Sus esposos, también amigos, que llegaron juntos, permanecieron en el salón dando vueltas como leones enjaulados y mirando a las ayudantes de las tres comadronas que corrían de un lugar a otro como locas.
Cuando ellas se repusieron del parto ,hicieron que sus maridos se marcharan a casa y ellas se quedaron en la casa de la comadrona, velando por sus hijos.
La comadrona jefa, una señora ya entradita en años, pequeña y vivaz, andaba de un lugar a otro. Alexia y Rijua se miraron y sonrieron. Eran tan amigas que se comprendían con solo una débil mirada. Lo hacían desde niñas.
Por la noche el bebe durmió plácidamente. Su madre había dejado levantada un poco la ventana para que la habitación se refrescase un poco. Ese leve hueco aprovecho el cuervo para colarse en la habitación y fue dando pequeños saltitos hasta colocarse al lado de la cuna del bebe. El cuervo miró la puerta cerrada y observo la habitación detenidamente. Allí no había nadie. ¡Perfecto! Su misión seria más fácil de lo que había supuesto en un principio. El cuervo cerro los ojos y se concentro.
El cuerpo del cuervo se expandió. Las plumas desaparecieron, le crecieron brazos y pelo. Cuando su transformación acabo un hombre musculoso vestido de negro y de facciones duras estaba en la habitación.
Miró por un momento al bebe que dormía con una débil sonrisa en sus pequeños labios. Su piel rosada era tersa. El sirviente flaqueó.
-No es nada personal. Si por mí fuera vivirías, pero mi señora es estricta y exige tu muerte inmediata.
Con estas palabras deslizo su mano derecha hacia su bota y saco una daga sencilla pero de doble hoja. Estaba afilada y con solo rozarla te cortaba. El asesino acercó la daga a la cabeza del bebe mientras este dormía a pierna suelta, ajeno a lo que ocurría a su alrededor.
El asesino volvió a flaquear.
-No puedo. Es muy pequeño.
Observo al bebe durante largo tiempo hasta que el aullido de un lobo en la distancia lo saco de su ensoñación. Tenia que hacer su trabajo o las consecuencias caerían sobre él. Y su sombra cubrió al niño.
…...
Rijua se desperezó.
Se habían quedado dormidas en los sófares que habían al lado de la chimenea.
Miro por la ventana pero ,aunque las nubes cubrían el cielo, calculo que el sol no hacía mucho que había salido. Una hora y poco más.
Miro a Alexia. Madre e hija descansaban plácidamente.
De repente, se dio cuenta de que algo no andaba bien. No se oía el llanto de su hijo pidiendo comida.
Se puso en pie y subió las escaleras. Se encontró con las ayudantes y siguió hacia delante.
Cuando llego a la habitación del final del pasillo, abrió la puerta y miro la cuna. Sonrío complacida. Veía el cuerpo de su niño y parecía dormir profundamente. Se acerco lentamente a él, en silencio, pisando sin hacer ningún ruido, pero cuando llego a la cuna de su hijo, se quedo de piedra, con la boca abierta y se le saltaron las lagrimas.
Su pequeño aparecía con una raja en el cuello y todo indicaba que había muerto ahogado en su propia sangre.
Su vista reparo en algo negro que había en el suelo.
Las piernas le flaquearon y cayo de rodillas al suelo. Cuando cogió aquella cosa y la examino detenidamente, se dio cuenta de lo que era. ¡Una pluma de cuervo! Entonces sus temores eran infundados.
El cuervo espió a su hijo nada mas nacer y con aquella muerte se confirmaba algo terrible.
Durante toda la noche anterior, las matronas discutieron sobre el extraño rayo que cayo sobre la casa e intentaban convencer a las demás de quien había sido el causante del rayo que recogía la profecía. Entre la hija de Alexia y el de Rijua, se había elegido el de esta ultima e intentaron protegerle, pero había sido inútil.
La gran dama oscura por fin podía respirar tranquila, ya que nadie amenazaría a ella o a su poder. Rijua lloró desconsolada por la muerte de su bebe, la destrucción del elegido, porque la gran dama oscura se había salido con la suya. Todo llegó a la vez a su corazón y no pudo dejar de llorar, por mucho que lo intentase.
Alexia la encontró allí, cuando su otro hijo rompió a llorar.
El entierro fue corto y sencillo. Solo los padres y los amigos más cercanos acudieron. Rijua no levanto la vista de la tumba de su hijo y no reparaba en su hermano gemelo, que sostenía en sus brazos casi insensibles.
Alexia permaneció todo el tiempo a su lado, consolándola con su mera presencia. Sus maridos permanecieron con las miradas bajas y en absoluto silencio. El hijo mayor de Rijua, Leto, depositó una flor en la lapida de su desconocido hermano y volvió a colocarse junto a su madre, que casi ni le veía. Su marido estaba preocupado y con razón. Desde la muerte del pequeño, Rijua no había hablado, ni comido, ni se había comunicado con nadie.
Alexia hizo un gesto a su marido, que la entendió y se llevó al esposo e hijo de Rijua. Ella se mostró despreocupada en ese sentido. Alexia colocó una mano en el hombro de su amiga. Compartía su dolor en completo silencio.
-Le voy a llamar Namrek - dijo de repente Rijua.
Ella se mostró un poco sorprendida.
-A mi hijo le pondré ese nombre. Este se lo iba a poner a él.- dijo señalando con la barbilla la tumba.- Pero, ahora que no está, ¿qué más da?
Alexia se acercó más a ella.
-Por favor, Rijua, no te abandones así. Todavía tienes dos hijo, un marido maravilloso y toda una vida por delante.
Rijua rió sin mostrar ningún tipo de alegría en su carcajada. Un frío glaciar recorrió la espalda de Alexia.
- ¿Para que quiero todo eso si no he podido defender al más importante, al elegido para acabar con nuestro sufrimiento?
Alexia meneó la cabeza. No había forma de animarla, se seguía echando la culpa de todo y eso molestaba a Alexia.
Cuando salieron del cementerio, Alexia se acercó al herborista y le pidió que le diera la planta más fuerte para aliviar los dolores del corazón.
Alexia compró la planta sin perder tiempo. Fue a casa de Rijua, una casa parecida a todas las del pueblo. Le preparó la infusión y obligó a Rijua a tomárselo. De repente, a esta le entró un sueño terrible y Alexia le acompañó hasta su cama. La tumbo y le quitó los zapatos, dejándolos a un lado. Por último, cogió una manta cálida y la arropó dulcemente.
-Descansa, amiga mía.
Cuando el herrero volvió a casa, Alexia se marchó rápidamente, debía dejar a la familia sumida en su dolor.
Su esposo, con Deyanides en brazos, la esperaba en junto al hogar.
-¿Cómo está?- pregunto.
-Te lo puedes imaginar. Está totalmente destrozada y que se tratara del elegido no suaviza las cosas.
Su marido asintió y observo atentamente a su pequeña que en aquel instante intentaba agarrar la barba corta de su padre mientras reía inocentemente.
-Yo creo que estaría igual. No imagino la vida sin nuestra pequeña.
Alexia se acercó a su marido y los abrazó a los dos.
…...
Rijua observo a su hijo, que descansaba después de comer. Tenia el cabello negro como su madre y los ojos verde menta como su padre. Su hijo era el protector del elegido, pero este había muerto. Su hijo no servia para nada.
Se oyó que alguien llamó a la puerta y Alexia entro con su hija. Dejo a Deyanides en la cuna con Namrek y colocó sus brazos en torno a los hombros de Rijua.
-No te tortures más. El elegido volverá a reencarnarse.
Rijua la miro de reojo.
-Sí, pero ¿cuándo? Podría tardar años, siglos. Si yo hubiera estado atenta...
Unas lágrimas corrieron por sus mejillas.
Alexia la abrazo con fuerza.
Imaginaba como se sentía y se odiaba por no poder ayudarla.
La sacó de sus cavilaciones el grito de felicidad de su hija. Namrek estaba poniendo caras y si no fuera por que era demasiado pequeño, diría que lo hacia aposta.
Rijua miro un momento a su hijo y salió de la habitación.
Alexia la siguió y le preparo una taza de té bien cargado. Rijua se lo bebió de un trago y dejo la taza en la mesa.
Ella no sabia por que, pero notaba algo raro en su hijo. ¿Se habrían equivocado las comadronas?
Su amiga se sentó a su lado y Rijua poso su cabeza en el regazo de su amiga. Alexia le acaricio el cabello y susurraba una bonita melodía. Siempre se dormía así.
-Nuestros hijos permanecerán siempre juntos y se ayudaran siempre- le susurro.
Alexia sonrió con dulzura y no dijo nada. Siguió acariciándole el cabello.
II
-Tened cuidado. Hace poco llovió y el lago podría ser peligroso- les dijo Alexia.
Deyanides y Namrek se miraron. Solo tenían diez años, pero eran muy traviesos.
-Vamos, mamá. Aquí casi siempre llueve. Déjanos ir al lago.
Alexia estaba a punto de decir un no rotundo, pero miro los enormes ojazos violetas de su hija y su puchero. No podía vencer eso y las dos lo sabían.
-Esta bien- dijo.
Los niños sonrieron y desaparecieron por la calle.
-¡Pero, tened cuidado!
No la habían oído. Estos pequeños, siempre con prisas.
Tenia que preparar la comida. Entro en la casa.
…...
Namrek se desnudo nada más llegar y se metió en el agua. Deyanides, por el contrario, se quedo mirando el agua. Notaba algo raro, pero no sabia que.
De repente lo vio. Una sombra alargada se acercó a la superficie y se volvió a hundir. Namrek la miro y le hizo un gesto para que se metiera en el agua.
-¡Venga! ¡Esta muy buena!- le grito mientras sonreía.
Deyanides se paralizo. Tenia una sonrisa tan bonita.
Toco el agua con el pie y en ese instante, una serpiente gigante salió de entre las aguas para devorarla. Namrek salió corriendo, trepo por el cuerpo del animal y agarro fuertemente el cuello.
-¡No te acerques a ella!- grito a la bestia, que empezó a agitarse para deshacerse de él.
Namrek apretó más fuerte. La serpiente comenzó a ahogarse y se retorció con más intensidad. Deyanides estaba paralizada en la orilla, con los ojos casi fuera de sus órbitas y la boca abierta.
Namrek apretó mucho más y las venas se le marcaron en el cuello. Se decía que era el hermano del elegido, pero Deyanides veía algo extraño en él.
La serpiente cayo al suelo, completamente muerta. Namrek salto a su lado y la cogió por los hombros.
-¿Estas bien? -le pregunto, con un deje de preocupación en su voz. Deyanides no dijo nada. Estaba demasiado sorprendida para articular palabra alguna. Namrek volvió a meter a la serpiente en el río, un poco más abajo del lago y volvió junto a ella. Se vistió y cogió la mano a Deyanides.
-No le contaremos esto a nadie, ¿de acuerdo?
Ella lo miró fijamente y asintió. Se alejaron de allí cogidos de la mano, pero ella no pudo evitar mirar hacia atrás.
Namrek la acompaño a su casa y se despidieron hasta la tarde. Cuando entro en su casa comprobó que su padre todavía no había llegado de trabajar. Todavía tardaría un rato más. Su madre estaba en la cocina, preparando algo delicioso para comer. Alexia asomó la cabeza, siempre sonriente y miro detenidamente a Deyanides.
-¿Cómo te ha ido, cariño?
Ella la miró, preocupada y cayo desparramada sobre el sofá central. Alexia salió rápidamente de la cocina.
-¿Qué es lo que ocurre, cielo?
- Ha pasado algo verdaderamente extraño, mami, muy raro.
Fin.
Como habréis visto,no es que se me diera muy bien escribir hace unos años. Me faltan añadir detalles y demás,y profundizar en las escenas,pero...aun así,subiré la historia entera poco a poco para que vosotros me deis vuestra opinión en un review,¿de acuerdo?. Espero veros a todos en el siguiente capitulo y que no seáis muy malos conmigo.
Besos y nos seguimos leyendo.
Bye.
