Inspirada en mi película favorita de Walt Disney: Mulan. Le traigo a todo aquel amante de la lectura este singular fanfic de mi pareja favorita Lily/James.

-Una chica nada femenina, unas amigas unidas por el dolor, un novio que debe salir a la guerra en vísperas de su boda, una general con un pésimo humor, tres amigos que desean más que nada acostarse con una chica... y una historia que une a todos estos personajes en una mágica fábula de amor, amistad, lealtad y valor.-

Espero que lo disfruten como yo lo disfruté escribiendo. A continuación una de mis obras maestras en fanfiction...

UNA CHICA NO PUEDE IR A LA GUERRA

LA CASAMENTERA

"...A lavar y a secar, deslumbrante tú vas a quedar, esta formula no va a fallar, nos vas a brindar honor..."

Hermosa simplemente, no había otro calificativo para describirla. Tenía unos ojos grandes y expresivos color miel, su cabello era largo y ondulado de un color rubio castaño. Su piel era blanca, tersa y delicada. Y lo más importante, en uno de sus dedos llevaba una hermosa argolla de compromiso, hecha de oro puro y con un diamante incrustado.

Ella observaba complacida la hermosa joya y pensaba en todo lo que representaba. Sonrió al recordar que semanas antes su prometido, el general Frank Longbottom, le había pedido que se casara con ella.

Suspiró de solo recordar como había pasado todo eso, Frank la amaba y ella a él.

¡Vamos, vamos! Baja ya de tu nube color rosa, tanto dulce y amor en esta casa me va a enfermar.- dijo una joven entrando al cuarto.

OH, vamos, eso dices tú por que todavía no te has enamorado, pero cuando al fin encuentres a alguien que haga...

Basta de cursilerías, ¿quieres? Se me revuelve el estomago.

Alice sonrió por los comentarios de su amiga Lily. Ella era una hermosa pelirroja de ojos verdes y mente audaz. Las dos habían sido amigas desde que la pelirroja perdió a sus padres. Alice la adoptó y la crió como una hermana menor, pues tenía los recursos suficientes. Alice provenía de una noble familia del valle de Hogwarts. Sus padres habían muerto hacía ya varios años por una guerra, al igual que los padres de Lily, por eso fue que Alice, de doce años, quiso que Lily, de ocho años, fuera su nueva hermana, por que sabía que las dos se sentían solas.

Pero eso ya había pasado hace diez años, ahora ellas eran dos hermosas jóvenes de veintidós y dieciocho años cada una, listas para enfrentar al mundo.

Lily, Lily, Lily... cuando vas a sentar cabeza y dejar de comportarte como una niña. Ya estás en edad de salir a bailes y buscar esposo.

Lily sonrió. Ella nunca encontraría un esposo y nunca se iba a casar. Su plan era vivir siempre junto a su amiga Alice, cuidando de ella por que, según Lily, "la pobre había caído en manos de un cruel y despiadado monstruo que quería casarse con ella".

Aparte que ocupa casarse... no queremos a una solterona en la familia. ¡Mis amos se revolcarían en su tumba de solo pensarlo!- dijo mientras iba entrando Madame Mcgonagall, la ama de llaves de la casa de Alice.

Ella y Lily no se llevaban muy bien. Madame Mcgonagall siempre la había visto con malos ojos pues no era de "sangre limpia". Aparte de que Lily nunca le agradó la idea de usar vestido, cosa que Madame Scroll siempre criticaba por que Lily no era nada femenina, ni una pizca.

Lily le sacó la lengua a Madame Mcgonagall cuando dejó la cena de Alice sobre su cama, lo que provocó la risa de Alice, Mcgonagall volteó pero Lily volvía a tener su cara de niña buena.

Y debo de recordar- dijo severamente.- a la señorita Lily que mañana es su prueba con la casamentera.- después de decir eso, Madame Mcgonagall sonrió, parecía encantada con la idea de preparar a alguien para ver a la casamentera.- Te pondremos hermosa, como nunca lo has estado en tu vida. Yo misma me encargaré de ese arduo y cansado proceso. Espero que ya hayas estudiado todas las reglas que debe saber toda buena esposa, y la forma correcta de servir el té...ah, que no se te olvide hablar en voz baja y solo cuando se te ordena, procura siempre tener la vista hacía bajo y ser sumisa, también debes recordar...

¿Y mi cena?- preguntó Lily sin haber escuchado media palabra de los que había dicho Madame Mcgonagall.

Madame Mcgonagall se volteó con ella y se fue acercando mientras le decía.

¿Tú cena? Oh, pequeña, creías que te iba a dar de cenar siendo que mañana vas a tener tu prueba con la casamentera.- sonrió muy contenta, al fin le había ganado a Lily en algo.- No, no, no, debes estar en forma y delgada para ella.

¡Pero si estoy delgada!- reclamó Lily con cara de cachorro.- Aunque sea un poco de leche y galletas.

No, y ahora te pondré tu faja para dormir. Pareciera como si nunca hubieras usado una faja, no tienes nada de cintura ni de busto. Si te dejas poner la faja,- dijo rápidamente por que Lily ya iba a reclamar.- talvez te daré de cenar.

Lily no tuvo más opción que ponerse en las manos de la ama de llaves. Aunque no fue muy fácil por que la faja parecía haber sido hecha para un pequeña niña de ocho años, así que después de muchos empujones y apretadas, al fin Lily pudo meterse en esa faja que moldeaba especialmente tu figura.

Alice no quiso ayudar en lo más mínimo, la expresión de Lily cuando le ponían la faja parecía a la de un doberman cuando tiene hambre y está muy enojado. Ella mejor se tomó su cena que consistía de una ensalada y tres nueces, tenía que cuidarse demasiado para estar en forma para su boda, era lo único que le tenía que preocupar.

Las mujeres de su pueblo solo tenían dos cosas de que preocuparse, que su esposo fuera feliz y de que la casa estuviera limpia. No podían estudiar, salir con otras amigas, opinar sobre ningún tema y muchos menos contradecir a sus esposos. Ella tenían que ser sumisas y abnegadas... cosa que Lily no compartía, por eso es que nunca se quería casar. Alice también pensaba lo mismo, pero cambió todo cuando conoció al general Frank Longbottom.

Cuando se vieron por primera vez ella estaba caminando por una calle y tropezó, Frank fue inmediatamente a ayudarla a levantarse, aunque eso no se podía, pues si una mujer se caía era sinónimo de que no era delicada al caminar y los hombres decían que no servía.

Pero Frank no era así, el pensaba muy distinto a todo eso, y cuando vio a Alice se quedó flechado por su belleza. Después de eso, él había ido a visitarla a su casa en varias ocasiones, tardó tres meses en declararle su amor y después de un año de noviazgo al fin se decidió a pedirle que fuera su esposa.

¡Perfecto!- dijo Madame Mcgonagall.- Ahora ya puedes dormir, Lily.

¿Cómo? ¡no puedo respirar con esta cosa! ¡Me voy a ahogar!- Alice se rió.- Y tú no te rías de mis desgracias. Bien, ahora... dame mi cena Scroll.

Madame Mcgonagall la vio muy enojada, odiaba que le dijera solo Mcgonagall, ella era una Madame y tenía que decir su nombre con cortesía, como una dama. Pero sonrió para sus adentros, sabía como educar a esa niña, y lo iba a hacer.

Yo te dije que tal vez te daba de cenar... y no se me antoja darte nada, así que buenas noches y adiós.- tomó la bandeja vacía de la cena de Alice y se retiró.

Lily se quedó con la boca abierta al ver como había ganado en esta ocasión Madame Mcgonagall, y lo peor del caso era que no podía quitarse la faja por que ocupaba de alguien que le ayudara. Aunque le pidió ayuda a Alice ella no se la dio pues le dijo que "era por su bien".

Eres una traidora.- dijo Lily antes de dormirse.

Alice solo sonrió, Lily se había vuelto más rebelde desde que ella estaba con Frank. Cada que él llegaba, Lily solía hacerle una broma, siempre lo molestaba y trataba de ahuyentarlo. Una vez le dijo que a Alice le olían mal los pies y Frank le respondió que con un poco de talco podía remediar eso. Cuando Alice lo supo se puso de mil colores y pensó que Frank ya no la iba a querer, pero él solo le sonrió y le dijo que aunque le oliera la boca, él la seguiría amando.

Alice se durmió con una sonrisa en el rostro y deseó que su amiga Lily pronto encontrase a alguien que la amara tanto como Frank a ella.

¡¡¡LEVANTATE!!!- gritó Madame Mcgonagall por decimoquinta ocasión a Lily.

Ella se levantó alterada, pues le acababan de vaciar una jarra de agua helada. Miró a todos lados y vio a Madame Mcgonagall muy enojada, no le tomó importancia y se volvió a acostar.

Niña, que hoy es tu cita con la casamentera y vamos retrasadas.

Con esto, Lily se levantó de inmediato. No era por que le importara mucho, pero sabía que para Alice, ser bien vista por la casamentera era un orgullo, y no quería defraudarla, haría cualquier cosa por ella, después de todo era como su hermana.

¿Por qué no me levantaron antes?- preguntó Lily tallándose un ojo y bostezando.

Madame Mcgonagall solo le lanzó una mirada asesina. Lily se puso una bata y fue escoltada por Madame Scroll a la habitación continua, donde la esperaban ya cinco mujeres para arreglarla para su cita con la casamentera.

Cuando Lily las vio abrió muchos los ojos, pues tenían toda clase de maquillajes, vestidos, colores, shampoo y demás que hacían que ella se mareara con solo verlos.

Te dejo en buenas manos, señorita Lily.- dijo Madame Mcgonagall.

No me dejes, Mcgonagall por favor... ¡creo que van a intentar peinarme!- dijo Lily al ver que una mujer estaba acomodando varios cepillos grandes de los que jalan el pelo.

Madame Mcgonagall sonrió y solo le dijo que la veía en un rato más.

Bien querida, comencemos.- dijo la mujer más grande.

Primero que nada Lily se metió a bañar, el agua estaba fría, pero se tuvo que aguantar por llegar tarde. Habían puesto mil y un perfumes y Lily no paraba de estornudar por todos os olores que se colaban por su nariz.

Huele delicioso, verdad.- decía una mujer mientras le lavaba su cabello.- Hermoso cabello, lo único mal es que lo tienes muy enredado.

¡AY!- acababa de darle un jalón de cabello a Lily mientras trataba de desenredarlo.

Las catrinas se aguantan, querida.

Yo no quiero ser catrina.

Todas las mujeres rieron. Vieron a Lily como una niña, aunque tenía dieciocho años, ella actuaba como una de doce, siempre había sido así de inmadura eh infantil y todo eso por que vivió mucho dolor cuando fue pequeña y no pudo disfrutar al máximo su niñez, por lo que ahora no quería dejarla.

Vamos, querida, ahora ocupas ponerte tu vestido.

¿Vestido?- dijo con una cara de horror mientras que las demás le sonreían y asentían.-esto va a ser una gran pesadilla.

Un carruaje se detuvo enfrente de la casa de Alice. Ella salió corriendo a recibir al apuesto hombre que salía del vehículo y lo abrazó como si no lo hubiera visto en años. Él la recibió y la alzó unos centímetros del suelo mientras que daba vueltas con ella en brazos.

¡Te extrañe mucho!- dijo Alice todavía abrazándolo, pero ya sin girar.- No podría soportar otra separación tan larga, Frank.

Ni yo, mi cachorrita hermosa.- dijo él sonriéndole y besando su frente.

Te amo, tanto corazoncito.

Yo te amo más, princesita.

No, yo...

¿Ahora entienden por que esta pareja desesperaba tanto a Lily? Ella nunca había visto a Alice tan enamoradas y atontada... pero tan poco tan feliz en toda su vida. Y aunque Lily no lo aceptaría nunca, estaba muy contenta por ver a su amiga tan feliz, no obstante lo ocultaba bien.

¡BASTA YA DE SUS ARRUMACOS!- dijo Lily desde la puerta viéndolos muy enojados.- No nos importa quien ama más a quien, en realidad.

Ni Alice ni Frank le contestaron pues la observaban aturdidos. Lily llevaba un hermoso kimono azul con flores plateadas bordadas que hacía lucir su hermosa figura. Sus labios iban pintados de un tono rojo suave, y su cabello estaba agarrado estilo japonés con un hermoso broche de esmeraldas que combinaban perfectamente con sus ojos y la hacían ver, por primera vez en mucho tiempo, como una gran dama.

¿Qué me ven, eh? ¿Tengo algo en la cara o qué?

Claro, que todo eso se arruinaba al momento de abrir la boca y decir algo usual en ella. Lo cual hizo sonreír a la pareja. Al momento siguiente llegó Madame Mcgonagall y le dio un zape.

¿Y eso por qué? - preguntó Lily mientras se sobaba la cabeza.

Por hablar sin que te dieran permiso.

Frank se rió de eso y Lily le sacó la lengua, pero antes de que Madame Mcgonagall le diera otro zape se subió corriendo al carruaje después lo hicieron Alice y Frank. El carruaje era de este último, se ofreció a llevar a Lily hasta la casa de la casamentera para que no sudara o algo por el estilo.

Mientras que el carruaje se perdía por la calle, Madame Scroll juntó sus manos y rezo por que todo le fuera bien a ese pequeñuela, después de todo le tenía mucho cariño a Lily y la quería como a una hija, una muy traviesa.

Iban a buen tiempo, Lily estaba viendo por la ventana toda la ciudad. De repente el carruaje disminuyó la marcha, vio al frente y observó que un grupo militar estaba pasando y ellos tuvieron que detenerse para dejarlos pasar.

No le gustaba eso, como si un grupo de tontos soldados fueran tan importantes como para detenerse a su paso, solo por que lanzaban unos cuantos hechizos y se hacían los valientes, y no era precisamente por eso, sino por que eran hombres y por eso, según en el pueblo de Hogsmeade (donde vivían), ellos eran mejores y más valiosos que una mujer.

Eso hacía enojar de sobremanera a Lily.

Hombres inútiles.- murmuró ella desde la ventana del carruaje.

Más vale que no digas eso en alto.- le dijo Frank seriamente mientras tomaba la mano de su prometida.- Yo soy un hombre liberal, pero cualquier otro puede hacerte daño por decirle eso. Las personas aún no entienden que somos iguales.

Lily lo miró completamente seria y entendió que lo decía por su bien. Ella se sentó de nuevo y no volvió a decir nada.

Pero su rápida pasada por la ventana había sido observada y escuchada por alguien. Uno de los hombres del ejército, el que iba hasta adelante, la había volteado a ver por unos segundos sin que ella se diera cuenta. No pudo evitar pararse a contemplar a esa hermosa mujer. Sus cabellos rojos sujetos firmemente, su mirada verde con fuego en su interior, su piel tersa y delicada y sus labios como una manzana pidiendo por ser mordida.

¿Pasa algo, general?- preguntó un soldado a aquel hombre alto y moreno que lideraba el grupo.

No, nada. Sigamos más rápido.

El general James Potter era un hombre que pensaba igual a todos los demás. Para él, una mujer solo servía para tener hijos, cuidar la casa y hacer feliz a los hombres. Cientos de mujeres habían pasado pero su cama y cientos más desearían estar en ella de por vida, pero él no se había querido enganchar con ninguna. Él no era de esos hombres tontos que se amarran con una sola mujer, él tenía un chica distinta cada noche ¿porqué conformarse con una?

Peter.- le dijo James al soldado que le había preguntado antes.- Investiga de quién es ese carruaje de atrás. Quiero a la mujer que tiene ese carruaje.- sonrió con satisfacción mientras que Peter daba media vuelta e iba a preguntar por la mujer.

A él no se le escapaba ni una sola. Y esa bella dama no iba a ser la excepción.

En Cambio, Lily ni si quiera vio al capitán James. Ella comenzaba a sentirse un poco nerviosa por la visita a la casamentera. ¿Qué haría si no salía bien? ¿Alica la querría igual si no lograba casarse?

Llegamos.- anunció Franck y Lily tragó saliva.

Estaba temblando cuando bajó del carruaje.

Lo vas a hacer bien. Ahora todo mundo sabrá que vas a ser una gran esposa.- le animó Alice y ella se sintió peor.

Había siete muchachas aparte de Lily esperando para ver a la casamentera. Todas ellas llevaban hermosos vestidos e iban de la mano o de su padre o de su prometido. Pero como Lily no tenía ninguno de los dos, Franck la llevó hasta allá de la mano. Era una vieja tradición.

No te preocupes, vamos a estar aquí afuera esperándote.- le dijo Franck.

Ellos dos no sabían que estaban siendo vistos por un soldado que malinterpretó el hecho de que Franck la llevara.

¿Quién es ese hombre?- preguntó a un señor apuntando a Franck.

Oh, él es el gran coronel Franck Longbottom.

Peter miró interesado a la pareja. Se escuchaba rumores de que el general iba a contraer matrimonio y llegó a la conclusión que esa mujer era su prometida. Así que con esa información, fue con el general James Potter.

Mientras tanto, una nerviosa Lily entraba a la casa de la casamentera para comenzar su examen. Todo le temblaba, desde los pies has te tocado que llevaba en su cabello. Tenía las manos empuñadas para evitar tocar algo y que se callera.

Nombre y edad.- exigió la casamentera.

Esa mujer era una señora de unos cuarenta años. Tan delgad ay alta que Lily subió la cara casi mirando al techo para poder verla, y la casamentera le devolvió la mirada cargada con desprecio. Y ahí vino el primer azote.

Con una vara, la casamentera golpeó a lily en la cara haciendo un corte profundo en su mejilla.

Una mujer jamás levanta la cara. Mirada abajo.- con sus manos forzó a que Lily bajara la vista.- Nombre y edad, última vez que repito.

Su voz quedó reducida a un simple murmullo. Jamás en su vida había sentido tanto miedo como hasta ahora. Madame Scroll era toda bondad comparada con esta señora. Ella jamás había sido golpeada y que esa mujer lo hiciera de forma tan cruel la hacía temblar.

Liliana Elizabeth Evans.

La miró y chasqueó la lengua.

Horrible nombre. De ahora en adelante serás Liza pues suena más femenino.

Me dicen Lily, como la flor...

Y ahí recibió el segundo castigo. Por hablar cuando no se le había dicho, la casamentera golpeó su boca con la vara y Lily pudo sentir que sus labios comenzaban a hincharse.

Mientras más te equivoques más te voy a golpear, para dejar marcas y que los hombres no se fijen en tu horrible rostro.

Ella quería llorar, pero no lo hacía por temor a que la volviera a golpear por alguna otra cosa.

Ahora, comienza a recitar alguna poesía para cuando tengas que honrar a tu futuro esposo.

Lily asintió, pero las palabras no salían de su boca por más que quisiera. Él miedo la tenía presa y su garganta se hizo un nudo del cual no salía un solo ruido.

¡He dicho que recites!- golpeó sus brazos. Y Lily se quedó paralizada.

Ella lloraba amargamente en su cuarto mientras Alice acariciaba su cabello y Madame Mcgonagall limpiabas las heridas de su espalda. Había recibido varios golpes de vara por todo el cuerpo, pero no le dolía tanto como el haber fallado con la casamentera.

Tranquila, pequeña.- le susurraba Mcgonagall a Lily cuando le ponía los trapos y esta se estremecía.- Esto hará que casi no queden marcas. Hacer esta barbaridad es detestable.- se refirió a los golpes.- Pensé que ya no se utilizaban, por eso acepté que fueras. Pensé que cuando mucho te iban a regañar. Pero esto...

Lily seguía llorando fuertemente. Toda la frustración estaba saliendo.

No te preocupes, con esto casi no quedarán marcas.- aseguró.

Alice besó la cabeza de su amiga y la dejó, pues comenzaba a tranquilizar sus llantos. Había pasado mucho rato llorando y al parecer el cansancio estaba ganando a su cuerpo. Alice Salió del cuarto y fue a la sala donde Franck la esperaba.

¿Cómo está?- preguntó él al momento de que se levantaba del sillón.

Las heridas están horribles. Esa mujer utilizó una vara envenenada para que las heridas no se curaran tan fácilmente. Pero creo que no quedarán muchas cicatrices. Eso espero.- se sentó en un sillón y Franck se sentó a su costado.

No te preocupes, si un hombre la ama no se va a fijar en esas heridas.

Alice lo volteó a ver y le sonrió tristemente.

Si antes Lily no se quería casar, menos ahora. Ella ya sabe que si se va a otro lugar que no sean las seguras paredes de esta casa va a sufrir.

Bien.- le dijo sonriendo el chico.- Ella puede ser entonces nuestra hija mayor, no te parece.

Alice sonrió dulcemente. Sin duda, ella había ganado al mejor hombre de esa tierra. Y estaba muy agradecida.

Tranquila Amor.- él la abrazó para consolarla.- Ahora los tres vamos a ser familia. Si ella no se quiere ir de esta casa no lo hará, la protegeré como si fuera una pequeña hermana. Nada ni nadie nos podrá separar.

Cuando él dijo eso, Alice sintió una punzada de miedo. Y cuánta razón tenía, porque ese día apenas era el inició de todo lo que se avecinaba. Un destino un tanto amargo.


Fin del capitulo....

Espero Reviews si les gustó!!! y sino, también!!! jajaja

Ya tengo otros capitulos más preparados para subir poco a poco.