Capítulo 1: ¿Por qué?

Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a Masashi, no obstante, la trama de esta historia es fruto de mi perturbada imaginación, aguardo que disfrutéis de la lectura y en caso de dudas u objeciones ya sabéis donde acudir para solventarlas.

―¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?—Era la única cosa que me invadía en aquellos momentos la mente―¡¿POR QUÉ?! ¡¿Por qué él?!

Una fatiga inexplicable me recorría todo el cuerpo, un malestar impresionante se apoderaba progresivamente de mí; no pude contenerme y tras leer aquella carta rompí en un llanto ahogado e incesable.

Mis manos temblaban nerviosamente, todo mi cuerpo dejaba de pertenecerme, el corazón se me estremecía de angustia y de dolor. Me derrumbé, no podía soportar leer aquellas palabras, era incapaz de asimilarlo.

Las lágrimas comenzaron a caer sobre el papel que difícilmente sostenía entre mis temblorosas manos provocando que la tinta empezara a correrse. Volví a observar ese maldito escrito en el que ya apenas se podían apreciar las palabras penosamente redactadas por el Hokage en las que constaba aquella condenada noticia: "Sasuke Uchiha ha sido asesinado."

No podía leerlo otra vez, se me escapó un ensordecedor chillido lleno de sufrimiento, rabia y sobretodo tristeza que inundó cada rincón de la sombría habitación en la que me encontraba. Tenía las ventanas completamente cerradas, al igual que las persianas, y las rosadas cortinas cubrían sus cristales para evitar que la tímida luz de las primeras horas del atardecer se abriera paso hacia mi cuarto. Me desplomé en el suelo, un vacío enorme acababa de penetrar en mi pecho efímeramente dejándome sin una razón para seguir existiendo.

Tras "serenarme" dentro de mis precarias posibilidades, pues ya se me antojaba como imposible, salí de casa con un rumbo fijo.

Anduve por la villa confusa, deprimida, cabizbaja y con pasos cortos y debilitados. Más que andar era como si... bueno, no tiene importancia. Me tomé mi tiempo, pero al fin llegué al lugar donde tantas veces había ido en busca de alguna misión, subí las escaleras y toqué a la puerta casi sin fuerzas ni para levantar la mano.

―Adelante―murmuró la voz quebrada y apagada de Naruto.

Me adentré en la oscura sala donde se podía distinguir la silueta del Hokage apoyada sobre su mesa; se veían lejanos aquellos tiempos en los que Tsunade-sama tenía la botella de sake sobre la mesa, los libros y documentos por el suelo y las ventanas abiertas de par en par por donde se daban a la fuga numerosos papeles (algunos de ellos importantes y otros no tanto) junto con alguna que otra silla. Ahora todo estaba sumido en una oscuridad prácticamente absoluta, de no ser por la pequeña lamparita situada en la estantería que ofrecía una escasa iluminación.

Los documentos, en su mayoría, estaban en los cajones o en la papelera y los libros curiosamente colocados sobre el pupitre, los estantes y por qué negarlo, los de menor importancia, bajo la mesa. Hay que aclarar que todo ese orden era gracias a la joven Hyûga, quién ocupaba el importante puesto de ayudante del líder de la villa; Naruto no perdía el tiempo (como él decía) en ordenar.

―Lo siento―pronunció en voz baja y sin alzar la vista para que no me percatara de que estaba llorando.

―No te culparé.―Hice intento de consolarlo evitando que las lágrimas volvieran a brotar manteniéndome estática en el centro de la estancia.

―No mientas, no es típico de ti―masculló sabiendo que yo jamás se lo perdonaría.

―Naruto... ―No pude acabar de hablar puesto que mi empeño de evitar llorar había sido completamente en vano. Él se levantó e intentó abrazarme tras secarse los ojos, pero yo me aparté. En esos instantes ni su cariño podía ayudarme.

―Sakura, no me quedaba otra opción... no tenía alternativa―intentó explicarse sintiéndose plenamente culpable.

―Pero... ¿es cierto?―pregunté procurando asimilar cuál sería la respuesta.

―Gaara me apoyó, pero el resto de los Hokages se cerraron en banda; no pude hacer nada... Él era un ninja renegado, en parte se lo buscó.―Al finalizar esas palabras Naruto se hundió, comenzó a llorar silenciosamente intentando mantener la compostura como líder de Konoha, pero le fue imposible.

―Los otros eran mayoría, no cargues tú con toda la culpa―comenté con un hilo de voz mientras observaba la tristeza reflejada en sus claros ojos.

―He fallado, os he fallado... como amigo, como Hokage, como todo.―Se calumnió entre amargos y persistentes sollozos que se negaban a abandonarlo.

―¡Basta! Por favor... para―supliqué procurando calmarlo, pero lo único que logré fue deprimirme yo más aún.

―Sakura..., no he podido cumplir la promesa que te hice.―Se achacó apenado bajando la cabeza―Y le he fallado a Sasuke como amigo, he sido incapaz de protegerlo―añadió afligido mirando la cinta de su viejo compañero que se encontraba colgada en la pared, justo debajo de la foto del equipo siete.

―¡Si tú le has fallado, yo qué he hecho! ¡¿Eh?! Soy una idiota y una imbécil, fui incapaz de ayudarte y de convencerlo para que se quedara... o volviera.―La voz se me entrecortó al pronunciar esas palabras a la vez que miles de perlas translúcidas continuaban deslizándose por mis mejillas.

―¡Eso si que no, Sasuke jamás aceptó tus sentimientos y te hizo sufrir muchísimo! Ahí no tienes tú la culpa―gritó entre lágrimas y algo enfurecido.

Le di un guantazo, no pude contenerme. Sus palabras eran ciertas, no obstante, a mí me costaba demasiado aceptarlas, era como una lenta tortura que me iba devorando a medida que pensaba más en ello.

―Lo siento, no debería haberlo dicho―articuló de inmediato apesadumbrado al caer en la cuenta de lo que había soltado mientras se tocaba la cara.

― … ― preferí no contestarle, tampoco tenía fuerzas para hacerlo, así que me quedé en silencio contemplando la foto mientras un incontable número de recuerdos afloraban en mis pensamientos haciendo que las lágrimas, al igual que el malestar, se multiplicaran.

Naruto permaneció también en silencio mirando la placa de Sasuke al tiempo que apretaba su puño derecho, así como los dientes.

Aquel pesaroso silencio fue interrumpido por unos tímidos golpecitos en la puerta que resonaron en toda la estancia debido a su amplitud, ésta se abrió lentamente y se pudo escuchar una dulce voz que logró arrebatarle una leve y casi imposible sonrisa a Naruto.

―¿Se... se puede?―preguntó tímidamente Hinata.

―Sí claro, pasa.―La invitó el Hokage acercándose hacia ella. Hinata, al ver la escena, entendió que no era un buen momento.

―Mejor vengo luego―susurró un tanto compungida.

―No Hinata-chan, yo ya me voy.―Me apresuré a decir secándome las lágrimas para hacer ver que mantenía algo la compostura a la hora de salir del edificio. Me dirigí hacia la puerta del despacho y entonces la Hyûga me habló con su habitual tono, ésta vez algo entristecido.

―Siento mucho lo sucedido, Sakura-chan.―Me dio el pésame mientras observaba como nuevamente brotaban lágrimas de mis ojos. La chica se me aproximó ofreciéndome un pañuelo.

―Gracias Hinata―pronuncié intentando disimular un poco el tono ahogado que había cogido mi voz de tanto llorar.

―No es nada―correspondió abrazándome con una calidez a la que yo me aferré como acto reflejo sintiendo la necesidad de no querer estar invadida por la solitud.

Ella no podía entender exactamente mi sufrimiento, pero sí que se aproximaba bastante. Su vida nunca había sido fácil, especialmente desde que salía con Naruto puesto que su familia no aceptaba la relación. Tengo entendido que tuvo una fuerte discusión con su padre, que la echó de casa y que la amenazó con desheredarla y dejar a su hermana menor, Hannabi, como heredera; esto último no sé si lo llegó a cumplir. Su abrazo fue reconfortante, pero en él pude notar la tristeza que la inundaba, al parecer, yo no era la única afectada. Al menos una cosa quedaba clara, con Naruto la felicidad la tendría asegurada y éste disfrutaba de su presencia incluso en los peores momentos.

―Me voy.―Me despedí con voz apagada dispuesta a salir por la puerta sabiendo que ya no pintaba nada allí.

―A... adiós...―correspondió Hinata decaída y con la indecisión que tanto la caracterizaba. Naruto no tenía fuerzas ni para hablar…

Antes de cerrar la puerta pude escuchar como ella le decía algo a su novio, pero yo preferí seguir caminando por el largo y casi interminable pasillo.

Descendiendo por las escaleras iba completamente sumida en mis pensamientos, hasta que alguien me hizo volver a la realidad durante un fugaz instante.

―¿Está el gusano Uzumaki en su despacho?―preguntó en un tono imperante y algo alterado Anko que iba subiendo por las escaleras a toda velocidad.

―S...sí señora Mitarashi―contesté algo sorprendida manteniendo mi tono deprimido.

―¡Mira que tiene ganas de dar por culo el niño, le voy a ordenar que traslade su despacho a la planta baja!―replicó reemprendiendo nuevamente la acelerada marcha

―¿Qué le debe pasar?―Me pregunté a mi misma

―¡Sakura, por cierto, si comienzan a caer ángeles del cielo que no te extrañe... porque con el macizorro que acaba de subir al cielo o bajar al infierno, eso nunca se sabe, no me extraña que se peguen el piñazo aquí en tierra firme! ¡Eso sí, el Uchiha nunca será competencia para el machorro de mi Kakashi!―gritó la examinadora de los exámenes Chunnin en su peculiar manera de darme el pésame mientras se perdía escaleras arriba.

―No tiene remedio―pensé, a su manera había logrado alegrarme un poco, pero mi depresión volvió en cuanto me quedé a solas.

De vuelta a casa no tenía ni ganas de caminar ni de hacer nada... ni siquiera me quedaban fuerzas para llorar. La noche se abría paso, había refrescado bastante y corría un viento algo enfurecido; las nubes tapaban la preciosa luna llena y yo no tenía ánimos para regresar a casa, así que desvié mi trayectoria y me dirigí hacia la mansión Uchiha.

Se veía tan impresionante como de costumbre, los árboles que la rodeaban se agitaban ferozmente al viento acompasando el murmullo de su espeso follaje con los intensos e inquietantes silbidos de la impetuosa brisa nocturna. De repente, un vacío se apoderó de mí ser, me resultaba imposible creer que el prestigioso clan Uchiha había llegado a su fin. Su último miembro había muerto, nos había dejado, me había dejado... Un fuerte dolor atacó mi pecho y yo, sin poder soportarlo, liberé un leve chillido y acto seguido perdí la consciencia.

Fin del cap!

Bueno, este es el primer fic SasuSaku que hago, y como tal, me gustaría darle mis agradecimientos a las autoras Shira-san y Pochi-san, quienes me animaron a escribirlo después de comentarles la trama. De hecho, algunos de vosotros quizá ya sabréis que los primeros capítulos estaban antes colgados en el perfil de la primera dado que yo no disponía de cuenta propia.

El traslado ya se puede dar por finalizado y, a partir de ahora, todas las actualizaciones las podréis encontrar aquí.

Gracias por animaros a leer!