Secreto…

Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, son obra de Rumiko Takahashi, yo solo cree este fanfic con motivos de entretenimiento.

¿Y cómo no temerte cuando te paseas por las sombras como si fueras la oscuridad misma? ¿Y cómo no amarte cuando te paseas por mi corazón como si fueras el alma misma? Pero eres tan enigmático…Por favor… déjame descubrir todos tus… secretos…

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1 C A P : El chico misterioso

La lluvia crepitaba fuertemente sobre los tejados de las casas. El cielo, oscuro, frio, nublado…. No se encontraba nadie por las calles, ni un alma… lo único que alumbraba las resbalosas banquetas eran los faroles que se encontraban allí postrados. El lugar desolado más por el horrible clima que por la hora. Una moto plateada pasó a una velocidad demasiado alta considerando el clima y las resbalosas calles, zumbando y cortando el frío viento. La persona que le montaba, no mostraba su identidad debido al oscuro casco que portaba y cubría todo su rostro, solo se dejaba apreciar un largo cabello plateado amarrado en una coleta baja demasiado larga. Únicamente se sabía que era un muchacho por su ancha espalda y fuertes brazos que eran cubiertos por una sudadera negra con gorra.

-¡Demonios Miroku, en ese lugar no había nadie!- hablo el chico al parecer por un intercomunicador pegado a su oreja

-No es mi culpa que se hayan escapado antes de que llegaras- respondió una voz masculina del otro lado

-¡¿Y entonces para que me mandaron?- contesto el chico de mal genio

-Fueron órdenes de Onigumo -

-Ese bastardo…- fue lo único que soltó el muchacho apretando fuertemente el manubrio y acelerando aun más

-Sabes amigo- habló la voz nuevamente –Si sigues acelerando de esa manera un día de estos te vas a matar y… va a ser difícil volver a encontrar a alguien con instinto suicida que ocupe tu puesto-

-Cállate- fue su seca respuesta para después volverse a concentrar en las calles y dar por terminada la conversación

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-¡Ya me voy mamá!-

-¡Que tengas un buen día hija!-

La muchacha de quince años de edad recién cumplidos corrió escaleras abajo con un pan tostado en la boca, se le hacía tarde y no podía perder el examen de primera hora. Corrió con dirección a su escuela, pasando las casas y cruzando las calles llenas de estudiantes que también iban tarde, meciendo su verde falda en el camino.

-¡Fíjate!- le gritó un hombre algo choncho desde su automóvil azul a la despistada chica

-¡Lo siento!- la chica se disculpó al casi ser arrollada por un coche al cruzar la calle sin mirar a ambos lados y continuó su loca carrera

-¡Kagome!-

La muchacha subió la vista al ver a sus amigas esperándole en la parada del tren. Apresuró su paso y corrió con la respiración agitada hasta llegar y subir apenas a alcanzar el móvil.

-Vaya que esta vez si te tardaste- le reprochó su amiga Yuka tomando asiento en el tren junto a la puerta.

-Si amiga te pasaste esta vez- apoyó Ayumi quien le acompañó

-Lo… lo siento- apenas se logró disculpar la chica entre jadeos por la agotadora carrera que tuvo que hacer por llegar a tiempo y tomar el tren, si tan solo no se hubiera quedado dormida.

Las chicas se bajaron en la siguiente parada con dirección hacia su escuela y caminaron hacia su salón platicando alegremente de lo que hicieron el fin de semana, e intentaron convencer a la joven de ir con ellas a ver una película al salir de la escuela, obteniendo una negación alegando que tenía que estudiar para el examen de historia.

-¡Higurashi!-

Kagome giró en si dejando que su largo cabello azabache se moviera por tan brusco movimiento y se topara con un apuesto chico de cabellos castaños y ojos grises quien le miraba sonriente.

-Houyo…- pronunció algo sorprendida.

No esperaba ver a tan apuesto joven tan tarde por los pasillos.

-Disculpa no quise entretenerte- le comentó algo apenado y apresurado a la vez –Es solo que se te cayó esto- le dijo mostrándole una tarjeta

La chica abrió los ojos impresionada cuando notó que era su credencial de estudiante tomándola de sus manos

-¿Pero cómo se me cayó esto?- se preguntó a sí misma en voz alta, pero luego recordó cuando al llegar a la escuela sacó entre su carrera los libros de la primera hora para dar una última repasada para el difícil examen y no reprobar –Muchas gracias- le dijo y luego le regaló una hermosa sonrisa al chico en señal de agradecimiento

-Ehmmm si, de nada- le respondió algo apenado y con un leve rosado en sus mejillas por la hermosa sonrisa que la joven le había regalado.

Kagome estaba maldiciendo su suerte cuando recordó porque hacia unos minutos venía como loca corriendo por los pasillos.

-¡Oh no! ¡El examen!- exclamó asustada y luego se hecho a correr no sin antes agradecerle nuevamente al joven que se quedó allí, parado… en los desiertos pasillos.

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¡Maldición!

Simplemente no podía parar de maldecir cualquier cosa o persona que se cruzaba en su camino.

FLASH BACK

¡¿Qué, están locos?- pronunció colérico el chico al levantarse de golpe de su asiento y chocar su puño contra el escritorio en señal de desacuerdo, logrando que su largo cabello plateado se meciera en el acto y sus ojos dorados mostraran fuego

-Sabes que no te servirá de nada hermanito, tendrás que hacerlo te guste o no- le dijo calmadamente su hermano parecido a él, solo que con aire más frío

-Grrr Sesshomaru- gruño el chico acercándose amenazante a su hermano quien no se inmutó ni un poco

-Bueno bueno- hablo ahora un muchacho de cabellos negros recogidos en una coleta baja y profundos ojos azules como una noche sin estrellas alzando sus manos en señal de paz –Hablando se entiende la gente, hablando se entiende la gente-

-¡Tú no te metas Miroku!- le grito el albino menor

-Lástima que Inuyasha no es una persona- hablo una tercera persona, logrando las risas de todos los presentes en ese lugar

Inuyasha se acercó hacia el muchacho rápidamente rodeando la blanca mesa -¡¿Quieres que te enseñe lo que soy capaz de hacer lobo?¡-

El "lobo" se levantó de su asiento con ojos azules como el cielo sedientos de pelea encarando al otro muchacho quien era de su altura –Cuando quieras perro-

-¡Basta ya!

Los presentes giraron su cabeza simultáneamente al escuchar ese grito proveniente de la puerta

-Oh mi adorada Sanguito creí que no vendrías- El chico de cabellos negros y ojos azules llamado Miroku, se levanto de su asiento rápidamente y caminó con dirección a la chica castaña quien traía un traje de piel negro que se pegaba a su cuerpo como segunda piel, mostrando sus generosas curvas y sostenía un casco bajo su mano derecha.

¡PLAFF!

Todos negaron con la cabeza automáticamente.

La chica se sentó en el asiento vacío y apoyó sus codos en la mesa tomando su cabeza entre sus manos logrando que su largo cabello castaño callera sobre la superficie de esta.

-¿Todo bien Sango?- preguntó serio el ojiazul que minutos antes le recibiera sentándose a su lado y mirándola con preocupación

La chica lanzó un suspiro al aire –…No-

Los demás solo tomaron asiento y guardaron silencio esperando escuchar el reporte de la castaña.

-Naraku sabe bien en que anda metido, cuando llegué al lugar no había nada que pudiera inculparlo, todos, parecieron huir y llevarse consigo las pistas- susurró con pesar

Todos cerraron los ojos incluyendo al peliplateado que minutos antes estuviera actuando como histérico.

-…Bien…- hablo entre un suspiro el chico de pequeña coleta, luego recargó todo su cuerpo en la silla inclinándola para quedar con sus brazos tras su cabeza y la vista fija en el techo

Un largo silencio reinó en esa habitación, ninguno de los cinco integrantes hiso ruido alguno, todos sumidos en sus pensamientos y enredos mentales. Habían albergado la esperanza de atraparlo y acabar con todo de una buena vez, pero parecía que el destino quería lo contrario.

-¿Y ahora que?- preguntó el albino menor rompiendo el silencio

-¿Ves porque es tan importante que lo hagas Inuyasha?- obtuvo otra pregunta a cambio

-¡Bien! ¡Lo hare!- respondió fastidiado el chico -¡Pero si no es lo que sospechamos entonces me las pagaran!- y con esa última amenaza salió de la habitación hecho una furia

-Debe de controlar su mal genio- hablo Miroku aun sin moverse de su anterior posición, obteniendo una afirmación por parte de todos

-¡Quite sus manos de ahí!-

PLAFF

FIN FLASH BACK

Ahora por su culpa tendría que ir a la escuela. El no iba a la escuela, no porque fuera torpe o lo hubieran expulsado, simplemente porque creía que era una pérdida de tiempo. ¡Bah! ¿Quién necesitaba la escuela?

El chico lanzó una última maldición y cruzó la avenida sin importar que el semáforo estuviera en rojo. Al fin y al cabo que cuando estaba en el trabajo nunca se detenía a verlo, además ya iba tarde a su "primer día de clases"

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-¡Bien jóvenes, el tiempo se agotó!-

Los murmullos comenzaron a hacerse más fuertes conforme el maestro pasaba a cada mesa recogiendo los exámenes de los alumnos quienes inmediatamente se giraban para conversar con sus compañeros sobre la dificultad de este.

La pelinegra se estiró en su banca y lanzó un bostezo que cubrió con su antebrazo, había sido agotador. Sus amigas se reunieron alrededor de ella en el momento que la campana sonó anunciando el cambio de clases.

La maestra de matemáticas entró unos instantes después para acomodar sus cosas en la banca de maestros y llamar la atención del grupo. La azabache solo se acomodó más en su asiento y se preparó mentalmente para la larga hora que tenía por delante. Odiaba las matemáticas, es que simplemente no podía sentarse ahí y concentrarse en aburridas letras que luego resultaban siendo números, cuando podía ver por la ventana a los pájaros volar o simplemente el cielo y soñar .

-Bien, hoy tendremos un nuevo compañero-

Eso fue suficiente para apagar los pocos murmullos que quedaban en el salón y despertar nuevas dudas ¿Un nuevo compañero? ¿Quién sería? ¿Por qué entraría casi cuando están a mitad del año? Y la típica pregunta entre las mujeres ¿Estaría guapo?

La maestra giró su vista un momento hacia la puerta como si estuviera asegurándose de algo y luego se levantó de su asiento hasta quedar parada frente a todos.

-Bien jóvenes por favor denle la bienvenida a Inuyasha Taisho-

Las quijadas de las chicas quedaron por los suelos y muchos suspiros se escucharon por todo el salón en cuanto el chico dio un paso dentro. Kagome simplemente ya no pudo apartar su vista de él y tuvo un extraño presentimiento, concentrando sus cinco sentidos en el nuevo estudiante. Vestido con el típico uniforme masculino, el chico miró a su alrededor y maldijo en silencio nuevamente. Ahora tendría que estar ocho horas encerrado en ese lugar y perder el tiempo en cosas estúpidas que no necesitaba saber y de nada le iban a servir. Se las pagarían.

El ojidorado recorrió el salón con su fría mirada, su semblante aburrido, quedo grabado a fuego en la memoria de todas las chicas, lo que ocasionó que el chico se sintiera extraño y llegara incluso a incomodarse debido a que su trabajo normalmente era pasar desapercibido y ahora era todo menos desapercibido, pero claro, con ese físico y ese color de ojos y cabellos tan inusuales era prácticamente imposible. Estaba por concluir su análisis cuando llegó a la última fila y allí su corazón empezó a latir rápidamente acompañado de una cálida sensación que nació desde su estómago. Sentada junto a la ventana y mirándole fijamente, estaba un chica... no… un ángel.

Cabellos negros con luces azules, ojos marrones grandes y expresivos piel pálida como la porcelana luciendo tan suave al tacto y una mirada… una mirada que le cortó la respiración. Cuando sus ojos hicieron contacto visual, los dos sintieron una corriente eléctrica recorrer toda su columna vertebral haciendo imposible la tarea de separar sus miradas.

-Bien joven- hablo la maestra interrumpiendo a los muchachos y logrando que separaran sus miradas, obteniendo como resultado a una chica algo sonrojada que miró por la ventana para disimula –Por favor tome asiento a un lado de la señorita Higurashi-

Higurashi... El nerviosismo le recorrió de pies a cabeza y su corazón empezó una frenética carrera ¿Qué? ¿Por qué ella? Había más bancas vacías junto a sus amigas, entonces ¿Por qué justamente junto a ella? Ella que con una mirada de ese chico se sentía como gelatina y sabía bien que la banca le impedía derretirse hasta el suelo, se sentía tan vulnerable ante esa mirada que extrañamente le quemó el alma. Tanto que le asustaba.

-Señorita Higurashi, levántese para que el joven Taisho pueda localizarla-

Kagome se levantó rogando a Kami-sama no desfallecer, pero es que sentía que todo le daba vueltas y sus piernas eran gelatina.

El chico se impresionó un poco al notar que la mujer que se levantaba era la que anteriormente le corto la respiración. Caminó hacia ella con pasos firmes y su corazón latiendo rápidamente , una vez que llegó, se sentó sin decir nada en el asiento a la izquierda luciendo indiferente. Esta solo se sentó lentamente sin mirarle a los ojos y con la cabeza gacha decidida a no mirarle.

-Bien, ahora abran sus libros en la página ochenta y siete-

Eso fue lo último que escuchó a la maestra decir antes de perderse en la ventana con la intención de evitar la ardiente mirada de Inuyasha.

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-¿Me está diciendo que usa la escuela como un campo de protección?- Su mente rogaba porque no fuera de esa manera, de lo contrario, sería imposible atraparlo

-Si mi querida Sanguito, sabe que dentro de esta… está fuera de nuestro alcance-

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La luna iluminaba los ventanales de los pasillos, parecía querer bañar todo con su manto, inclusive el interior del edificio, colándose por donde hubiera opción. La escuela, parecía de hielo a esas horas de la noche. Tan sola y fría… abandonada por la calidez que los estudiantes le regalaban… ahora parecía una simple estructura… gris… sin vida.

Inuyasha se recargó una vez más en la banca y esperó la respuesta.

-Creo que no hay más opción amigo, Sango y yo iremos en una semana-

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-¡Ay no!- la azabache lanzó una exclamación de horror y se pateó mentalmente.

Había olvidado su libro de historia en la escuela y tenía que hacer una tarea que era muy importante para obtener una buena calificación, sin mencionar que tenía que estudiar para el examen.

Kagome dejó caer todo su peso en la silla de su escritorio, estaba en su cuarto y ya era muy tarde.

-Tendré que ir por el- susurró con pesar levantándose de su asiento y tomando un suéter de su armario para bajar y regresar por el a su escuela, estaba segura que su olvido se debió al chico que ahora se sentaba a su lado y no pudo evitar recordar cómo le costó trabajo concentrarse en las cosas o poner atención en clase.

-¿Vas a salir hija?- preguntó extrañada su madre desde la cocina al ver a su hija ponerse sus sandalias

-Si, no tardaré- le contestó sonriente

Abrió la puerta que daba hacia fuera y bajó los escalones del templo rápidamente, su familia se encargaba de cuidarlo, en él, rondaban muchas leyendas, pero la que más le llamaba la atención y le gustaba era la de un Hanyou, una Miko y sus amigos que habían salvado a la humanidad de un ser despiadado que quería apoderarse de el mundo atravez de una perla. Corrió por las frías calles, con la leyenda en el pensamiento, era algo tarde ya y hacía algo de frío, quería llegar temprano a casa, sabiendo que tardaría ya que su escuela se encontraba lejos. Tomó un pequeño atajo y al llegar a su destino se saltó la barda de la escuela, entró por el baño de chicas que mantenía la ventana siempre abierta y se coló por el salón de artes hasta llegar a las escaleras al final de los oscuros corredores, las cuales subió para tomar el camino de la derecha y abrir la puerta de su salón.

Una exclamación de sorpresa escapó de sus labios y estuvo a punto de desfallecer allí mismo, llamando la atención de la persona que la acompañaba. Recargado en una banca dando la espalda a la ventana, una silueta se dejaba apreciar, la silueta de un muchacho. Sus largos cabellos plateados brillaban a causa de los rayos lunares que se colaban por la ventana y lo contorneaban. Su rostro no se podía ver por la oscuridad que le rodeaba, pero lo único que se dejaba apreciar y lo que le había asustado, eran sus ojos dorados, que parecían tener brillo propio, como los de un… demonio.

Kagome tomo grandes bocanadas de aire y con una mano tomó su pecho, queriendo tranquilizar su pobre corazón quien parecía querer brincar de su cuerpo.

-¡Me asustaste!- no pudo evitar reclamarle algo histérica

-¡Feh! Fue tu culpa por entrar así mujer tonta- le respondió el peliplateado no esperando ver a la chica allí y rogando no haber sido descubierto

Kagome frunció el ceño algo molesta ¡Pero qué grosero! Decidió ignorarle y pasó a un lado para llegar a su banca, se agachó y rebuscó entre sus cosas hasta encontrar su libro. En todo el trayecto el chico no apartó su mirada de ella, siguiendo con sus ojos dorados cada movimiento mas mantenía un semblante duro y frío.

-¡Lo encontré!- escuchó a la chica anunciar feliz

Kagome se levantó con el libro en sus manos y caminó hasta la puerta, deteniéndose unos metros antes y girando para observar al muchacho que no se había movido ni un centímetro en todo ese tiempo, en completo silencio.

-¿Te vas a quedar aquí toda la noche?- preguntó curiosa

El chico no le respondió, simplemente avanzó hasta ella para quedar frente a frente, notando que sus suposiciones eran ciertas. La chica era una cabeza y media más pequeña que él, alcanzando a llegar solo a su pecho. Kagome por el contrario solo se sintió intimidada por su altura y no pudo evitar creer que le faltaba el aire.

-Solo he venido por algo- anunció indiferente

La azabache caminó unos pasos hacia atrás algo aturdida por el perfume varonil que rodeaba a ese chico, nunca habían estado así de cerca. Un incómodo silencio se formó entre ambos.

-B…b…bueno yo… yo ya me tengo que ir- susurró algo nerviosa caminando hacia la salida, pero fue detenida por una grande mano que tomó su brazo izquierdo ocasionando que una corriente eléctrica le recorriera de pies a cabeza y un sonrojo apareciera en su rostro.

-T e llevó- le ofreció el chico tratando de ignorar la sensación que le recorrió antes cuando toco a esa mujer

-¿Eh?- fue lo único que se le ocurrió decir

El peliplateado solo soltó su mano y abandonó el salón seguido de ella –La calles son muy peligrosas a esta hora y más para que una chica ande sola-

La azabache no comprendió mucho el punto, al fin y al cabo ella había venido sola, Tokyo era una ciudad muy segura. Pero de todas formas, le siguió.

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-Señor- una voz femenina se dejó escuchar entre la oscuridad

-¿Cuál es el informe- pregunto ahora una voz ronca, masculina como si supiera a que veía la mujer

-Ellos… ya saben de su paradero- anunció

-Perfecto….-

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Se subió a su moto sosteniendo su casco con su mano derecha y esperó a la chica que se había quedado plantada en el suelo a un lado de él.

-¿Qué esperas?- le preguntó algo impaciente

La azabache solo retrocedió unos pasos, el color había abandonado su rostro hace mucho –Yo… yo… no creo que sea buena idea- anunció con voz temblorosa

El ojidorado no pudo evitar rolar los ojos, pero que mujer más cobarde.

-Sube- le ordenó ya algo irritado

La muchacha le miró desafiante

-No-

Inuyasha le miró asombrado, hace menos de dos segundos temblaba como gato que le teme al agua y ahora se mostraba valiente. No pudo evitar pensar que mujer mas extraña era. Exasperado se bajó de la moto dejando el casco en el asiento caminando hasta la chica que no pudo evitar soltar un pequeño gritito cuando este la tomó en brazos de forma poco delicada como si pesara una pluma y la sentó en la parte trasera de la moto.

-¡¿Pero que te pasa!- le gritó enojada con intención de reclamarle su poca delicadeza

El chico solo le ignoró y se monto frente a ella

-Toma- dijo entregándole su casco negro

La ojicafé solo lo recibió algo impresionada

-Pero… ¿Y tu?- preguntó algo asustada esperando ver que el chico sacara otro casco, pero parecía que ese era el único que tenía

-Yo estaré bien- dijo una vez le ayudo a la chica a colocárselo y encendió la moto -Agárrate fuerte-

Kagome se sostuvo de los laterales de la moto segundos antes de que él arrancara, pero al ver la velocidad que tomó, no pudo evitar soltarse para rápidamente rodear con sus brazos el torso masculino con un gritito y esconder su cabeza en su espalda y su suave cabello amarrado en una coleta baja.

El ojidorado no pudo evitar sonreír al sentir el cuerpo femenino pegado fuertemente al suyo. Esa chiquilla era todo un caso.

Pasaron zumbando por las calles de esa ciudad, Inuyasha solo seguía las indicaciones de la azabache, quien parecía haber olvidado todo su miedo, ya que ahora solo se dedicaba a contemplar emocionada las luces de la ciudad nocturna, claro, sin soltar el torso de el chico, aspirando su fragancia masculina que sin saber como, le adormecía. Se tardarían un poco más en llegar debido a que su casa estaba a hora y media de la escuela, razón por la que tenía que tomar el tren con sus amigas quienes también vivían por donde ella en las mañanas. Pasó media hora hasta que en un callejón, justamente el que ella había tomado como atajo para recortar un buen tramo, se comenzaron a ver ambulancias y varias patrullas extrañando a los dos chicos.

-Miroku- habló el muchacho en voz baja -¿Qué ha pasado en el callejón cercano al Norte de la ciudad?

Kagome no pareció escucharle debido al casco que portaba y porque se encontraba muy entretenida observando las luces aproximarse.

-Parece que un hombre atacó a una mujer que venía de compras… le acorraló, le violó y después la apuñaló, no sin antes cortarle la parte baja de el estómago, según me informan… el accidente pasó no hace menos de quince minutos-

¡Maldición! Eso significaba que aun no habían retirado el cuerpo de la mujer y había mucha sangre. El chico cerró los ojos un momento y al abrirlos giró su vista a su compañera, quien se encontraba tras él observando las luces de las ambulancias y patrullas que se acercaban.

-Escucha- comenzó

-Ta… Taisho ¡No apartes la vista de el camino!- le gritó horrorizada

El muchacho ignoró eso y continuó

-Tendré que disminuir la velocidad al pasar por allí, o si no los policías podrían arrestarme por ir tan rápido-

-"Y apenas se da cuenta"- pensó algo molesta la azabache

-Quiero que por ningún motivo voltees a ver el accidente ¿De acuerdo?-

Kagome solo le miró extrañada con sus grandes ojos cafés, pero asintió y escondió su cabeza en la espalda del chico al pasar por allí.

Inuyasha disminuyó la velocidad y continuó por el camino, observando las luces acercarse más y más, pero parecía que el destino no estaba de su parte porque justo al pasar junto el accidente un policía le paró. Maldijo en voz baja y disminuyó la velocidad justo para frenar junto el policía. Giró la vista y pudo observar que justo a su izquierda se encontraba la mujer, o lo que quedaba de ella… era una escena horrible. La mujer se encontraba desnuda, en el suelo y había marcas de puñaladas por todo su cuerpo además la sangre manchaba todo el pavimento y su rostro, haciéndola lucir como esas mujeres que salían en las películas de terror a matar gente. Que triste destino.

-¿Por qué nos hemos detenido?- escuchó a la chica preguntar desde su espalda y tratar de levantar la mirada

-¡No mires!- le gritó el ojidorado

Kagome simplemente volvió a esconder su rostro algo asustada por el grito

-Joven-

El chico dirigió su atención al policía que le hablaba a un costado de su moto

-Dígame oficial- respondió con toda la calma que pudo

La azabache tan solo abrió sus ojos enormemente desde su espalda al escucharle. ¿Oficial? ¿¡Entonces los habían detenido! Comenzó a temblar al imaginarse en la cárcel, ella era aun muy joven, ¡No podía estar encerrada no lo soportaría! ¡Su madre le mataría!

-Me temo que tendré que infraccionarlo- empezó el policía calvo y algo gordo

-¿Por qué?- preguntó el peliplateado. En estos casos, mejor hacerse el tarado.

-No trae casco- le anunció el hombre

-Lo se- respondió con calma

-¿La razón? Sabe que ir en una moto sin casco va en contra de la ley- le recriminó el policía

Inuyasha roló los ojos mentalmente ¡Pero que fastidio!

-Se lo di a la chica- respondió simplemente

El oficial se asombró un poco al ver a la mujer de cabellos negros montada tras el muchacho y aferrada a él. Pero es que como no hiso ruido ni se movió, el hombre no la notó.

-Le ofrecí llevarla a casa después de que esta saliera de casa de su tía- inventó el peli plateado excusándose

El policía pareció meditarlo por unos instantes –Pues si joven, pero sabe que aun así está prohibido estar sin casco-

Inuyasha contó hasta diez tratando de no perder la paciencia, sabía que con enseñarle su placa el hombre le dejaría ir, pero no podía permitir que la azabache se enterara de quien era.

-¿Y dejar a la señorita irse sola a su casa?- pregunto con voz ofendida –Por favor señor, está viendo justo ahora las consecuencias de ello- dijo refiriéndose al accidente –Ademas...- agregó –Ella debe de tener la prioridad-

El policía lo pensó unos momentos y luego lanzó un largo suspiro en señal de derrota –Bien, pero que sea la última vez, si no trae casco la señorita se irá en taxi-

Inuyasha agradeció al hombre como buen civil y arrancando se alejó nuevamente, cuando estuvo seguro de que estaba fuera de el alcance de el ojo de los policías volvió a acelerar obteniendo como respuesta un apretón seguido de un gritito por parte de la azabache.

-G… gracias por… por traerme a mi casa- susurró la ojicafé un poco nerviosa

Pero como no ponerse así, si el chico se veía demasiado apuesto bajo los rayos de la luna, sus ojos dorados brillando como los de un animal salvaje y sumado a esto, montado en una moto.

-Deberías tener más cuidado con tus cosas- respondió el muchacho al entregarle su libro de historia que guardó en su mochila

Kagome simplemente asintió en silencio sin poder despegar su vista del suelo y las mejillas rojas como un tomate

-Nos vemos mañana Hi….-

-Kagome- le interrumpió la chica mirándole por fin a la cara y mostrándole un hermosa sonrisa que hiso el corazón de el chico latir fuertemente –Puedes llamarme Kagome-

El muchacho solo asintió –Entonces puedes llamarme Inuyasha-

-¿Inuyasha?- preguntó curiosa

-Si ¿Algún problema?- respondió cortante y con voz fría

-No… es solo que…- continuó la chica pensativa

-¿Qué?-

-Es un nombre hermoso-

El muchacho se quedó en silencio unos minutos. Había escuchado toda clase de sinónimos para su nombre: curioso, exótico, extravagante, raro, hasta sexy, pero nunca hermoso…

-Nos vemos mañana Kagome- y con esto encendió su moto para arrancar y desaparecer entre la profundidad de la noche

La chica no pudo evitar sonreír… su nombre… se había escuchado y sentido tan bien en sus labios… como si hubiera sido hecho solo para eso…. Comenzó a subir los escalones de dos en dos con un sonrojo y una gran sonrisa adornando sus rostro.

-Nos vemos mañana… Inuyasha…-

Inuyasha solo se preguntaba una cosa ¿Por qué había sido tan amable con esa mujer?

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NDA (Notas de autora)

Hola! Espero que les haya gustado por asi decirse "mi intro" Esta historia nació cuando escuche una canción algo romántica pero no empalagosa y eso mismo quise hacer. En esta historia habrá romance, comedia y mucha acción, espero que les guste. ^^ Podran comentarme lo que quieran asi que son mis críticos.

Espero les guste, estoy de su fiel servidora.

Espero reviews : ) para continuar