Prólogo
Siempre lo escuchaba quejarse. Una, dos, tres veces cada vez que entraba en batalla. Eres débil, decía. No entendía porque lo repetía como si de una grabadora se tratase. Las batallas eran contra hollow normales, ni siquiera salía herido de ellas. Entonces, ¿por qué? Después de varias semanas, ya estaba cansado. No era demasiado sensato, pero se arriesgaría a preguntar a su hollow interno por qué demonios no lo dejaba tranquilo.
Aprovechando que no estaba haciendo nada en ese momento, se concentró en entrar en lo profundo de su mente, hasta llegar a su mundo interno. Se alegró de ver que los edificios volvieron a su aspecto primitivo. Aunque si miraba, a lo que realmente sería el suelo en la vida real, podía ver como había un riachuelo con restos del agua que una vez inundaron ese mundo. En ese momento recordó la tristeza de Tensa Zangetsu. Fue tan estúpido que no supo verlo. Si lo veía por allí, definitivamente, le pediría disculpas.
–¡Ey! ¿Están aquí? –exclamó lo más alto que pudo cuando notó que ni su hollow ni su zanpakuto estaban cerca.
–Hasta que apareciste.
Ichigo se sobresaltó un poco al principio al escuchar su voz tan de repente. Giró la cabeza y luego todo el cuerpo–. Cualquiera diría que esperabas que viniera.
–Y lo hacía –se produjo un largo silencio después de las últimas palabras dichas por el hollow. Ichigo lo interrumpió preguntando aquello que lo tenía tan inquieto.
–¿Por qué siempre te apareces cuando voy a pelear? –frunció más el ceño en signo de estar molesto por ello.
–Ya te lo dije. Eres débil.
Ichigo seguía sin comprender, y aún menos porque veía esa ligera sensación de duda en los ojos dorados de su hollow. Tenía que llegar al fondo del asunto o no se quedaría tranquilo. Intuía que el hollow no decía del todo la verdad.
–Vamos. Aún ni siquiera he salido herido. ¿Te preocupa algo?
El hollow alzó una ceja y luego rió en voz alta. Falsa, pensó Ichigo–. No seas ingenuo.
–Tengo todo el tiempo del mundo –se sentó en el suelo de piernas y brazos cruzados. Y se quedó ahí, quieto, con una extraña sonrisa en el rostro.
–No sé de qué me hablas. No me tomes el pelo –su tono de voz empezó a cambiar a uno molesto.
–Tal vez yo debería decir eso –ahora no se creía que estuviera haciendo que su hollow se sintiera incómodo. Parecía haber una razón de peso para que lo molestara tanto.
–No deberías estar ahí sentado con tanta tranquilidad, mi rey –habló en tono amenazador dando un paso hacia él.
Ichigo puso una expresión seria, pero no se movió del lugar. Se quedó observándolo mientras seguía avanzando hacia él. Ichigo aún trataba de figurar las cosas. Por desgracia, no encontraba una teoría razonable. Sólo que su hollow estaba actuando extraño. Miró como tornaba sus dedos alrededor de la empuñadura de Zangetsu. Estaba confuso, si realmente quisiera atacarlo, ya hubiera usado el shunpo y lo hubiera atacado con la guardia baja, sin embargo se estaba acercando lentamente a él, como si esperara a que hiciera o dijera algo. Algo parece estar molestándole, pero yo no he hecho nada. Tampoco es que vaya a decírmelo o… Se levantó y el hollow se detuvo en ese momento.
–Volveré –el hollow iba a decirle algo o a saltar sobre él, Ichigo sólo notó como sus músculos se habían tensado–, cuando quieras contarme qué te pasa.
El hollow parecía molesto y mucho pero, a la vez se veía… ¿decepcionado? Clavó a Zangetsu en el suelo y le dio la espalda a Ichigo.
Seguía sin entender el extraño comportamiento de su hollow y con todas esas dudas en su cabeza, se marchó de su mundo interior despertando en el mundo material.
–Dios, eso fue muy raro –se pasó la mano por su desordenado cabello naranja y se levantó de su posición sentada en el suelo. Se le ocurrió pensar en ir a hablar con Shinji. Sí, eso haría. Tal vez él pudiera ayudarlo un poco.
