Este fic comencé a subirlo en el foro Stop Rain (link en mi perfil!). Pero me propuse no colgarlo acá hasta haber actualizado el fic 'Lucha constante'. Actualizado ese ya vengo sin remordimientos a colgarlo :D Espero sea de su agrado (:
El Plan
En la azotea del edificio de su instituto se encontraba un joven de cabellos anaranjados, apoyado en la baranda y bebiendo con parsimonia de su zumo de naranja.
Habían pasado dos meses desde que Rukia se había incorporado nuevamente a clases, con el pretexto de vigilar su desarrollo una vez recuperados sus poderes de shinigami. Algunos aún la recordaban. Otros estudiantes que se fueron uniendo al curso a medida que rotaban los integrantes de las clases según el período escolar, la recibieron acogedoramente.
Sin embargo, había un hecho que lo pasmó en comparación a la anterior estadía de Rukia en su instituto, hace más de un año atrás.
La morena se había ganado la excesiva atención de la población masculina en el instituto.
—Aquí estabas —pronunció una voz que hacía acto de aparición en la azotea—, debí suponer que te encontrarías aquí.
Ichigo volteó, dirigiendo su atención al responsable de la interrupción de sus pensamientos, se encontró con Mizuiro.
—¡Ichigo! —chilló otra voz masculina— ¡Nos estás evitando durante el descanso! —lloriqueó Keigo haciendo aparición por la puerta que conducía a la terraza.
El aludido masculló por lo bajo ante el alboroto de su amigo.
—¿No has visto a Kuchiki-san? —cuestionó súbitamente el moreno.
—¿Por qué tendría que saber dónde está? —replicó el joven.
Su compañero sonrió divertido ante la agresiva respuesta del Kurosaki.
—Cuando veníamos hacia acá —explicó, mientras se acomoda en el piso—, escuchamos a unos estudiantes de segundo año que hablaban de Kuchiki-san.
—¡Tenemos problemas, Ichigo —interrumpió el castaño—, Rukia-chan se ha vuelto muy popular!
El joven de cabellera anaranjada frunció el ceño al percatarse que Keigo se hallaba abrazado a su pierna mientras lloriqueaba dramáticamente. Inmediatamente se lo quitó de encima, no muy suavemente.
—Según parece —continuó el pelinegro mientras desanudaba el pañuelo que envolvía su caja de almuerzo—, otro chico de segundo año se le iba a confesar a Kuchiki-san durante la hora de almuerzo —abrió su caja mientras separaba los palillos para comenzar a comer—. Además de que en la mañana encontró en su casillero una caja de bombones.
—No entiendo por qué de repente es el centro de atención del instituto —soltó el, nuevamente, shinigami sustituto.
—Ichigo, sabes que Rukia-chan es encantadora —comentó el joven de cabellera castaña—. ¡Siempre ha sido popular!
Kurosaki sólo alzó una ceja ante el comentario de su compañero, mientras daba otro sorbo a su jugo de naranja.
—Asano-san tiene razón —dijo convincente el moreno, mientras Keigo reclamaba a su lado por ser tan frío al llamarlo por su apellido—. Incluso en nuestro primer año, Kuchiki-san acaparaba la atención —aclaró—. Pero pasaba tanto tiempo contigo que los de nuestra clase ni de cursos paralelos se molestaron en cortejarla.
—¡Yo nunca perdí oportunidad! —manifestó Keigo.
—Exceptuando Asano-san —concordó Mizuiro, ganándose otra escena de reproche de parte del susodicho, por usar nuevamente su apellido—. Sin embargo, ahora Kuchiki-san es sólo una estudiante recién incorporada para la mayoría. Sólo algunos de tercer año, como nosotros, la relacionan contigo. Pero los de cursos inferiores desconocen ese detalle.
Ahora Ichigo comprendía la repentina exageración de atención en la shinigami. Ya casi no la veía durante la hora de almuerzo, sin contar las veces que la veía en casa. Al principió pensó que se debía a que la morena prefería almorzar con las demás féminas de la clase. No obstante, tiempo después se enteró que Rukia no almorzaba muy a menudo con las chicas de su clase. Por el contrario, era entretenida por estudiantes de cursos inferiores, o incluso de su mismo año.
—Además —agregó el moreno—, recuerda el incidente del mes pasado.
Frunció el ceño al reparar en lo que su compañero se refería.
La semana después de que Rukia ingresó nuevamente al instituto, fue "intimidada" por un grupo de estudiantes de cursos inferiores lideradas por otra de tercer año, de una clase paralela. Y lo que más le enfurecía al Kurosaki, era que había sido en parte por su culpa. Puesto que el grupo que se enfrentó a la shinigami, eran unas estudiantes del grupo que Mizuiro solía llamar "Fanclub de Ichigo".
—La manera en que Kuchiki-san enfrentó ese asunto seguramente provocó admiración en algunos y despertó el interés de muchos de los estudiantes masculinos —completó el pelinegro.
Nuevamente, frunció el ceño al considerar ese incidente como una causa de la popularidad de la morena. Sin embargo, sonrió altanero al recordar que la shinigami les plantó cara al grupo de adolescentes y desde entonces, nadie se había atrevido a hacerle frente.
Él no estuvo presente cuando ocurrió el suceso. Pero según había logrado que Rukia le confesara, y otros rumores que se habían expandido por el instituto, la morena les reclamó su debilidad al grupo de féminas. Hablando duramente como sólo ella sabía hacerlo, pero sin llegar a la vulgaridad.
Además, según los rumores del instituto; la chica de tercer año de aquel grupo, que además pertenecía al club de karate, en un momento de exasperación ante las palabras de Rukia, se abalanzó contra ella. Pero la morena la esquivó, saltando hasta quedar posada sobre los hombros de la chica, y luego aterrizar elegantemente en el piso.
Al principio no había creído en ese hecho, sin embargo, la shinigami le confirmó luego, que en efecto la muchacha había intentado agredirla. Pero le confesó que más difícil le resultaba esquivar los acosos de Kon, que eludir a esa adolescente.
—Creo que también se debe a la nueva apariencia de Rukia-chan —comentó el castaño, ganando la atención de shinigami sustituto—. Cuando la vi pensé que ese corte la hacía ver más madura, pero también le daba un toque inocente… —aportó— ¡Se ve tan linda!
Ichigó rodó los ojos ante la expresión soñadora de su compañero. Dispuesto a concentrarse nuevamente en su refresco. Mas, el repentino sonido de la puerta abriéndose llamó la atención de los tres estudiantes, provocando que su atención se enfocara en la persona que acababa de subir a la azotea.
El rostro cansado de Rukia, acompañado de un suspiro que soltó en cuanto hizo aparición por la puerta fue lo que apreciaron los tres compañeros.
—¡Rukia-chan! —ni tonto ni perezoso, Keigo se abalanzó sobre la morena. Ella sólo lo esquivó, permitiendo que rodara escalera abajo.
—Kuchiki-san —saludó el moreno—. ¿Qué te trae por aquí?
La nombrada dirigió su atención a ambos chicos en la azotea. El pelinegro se hallaba sentado disfrutando de su almuerzo, mientras el shinigami sustituto estaba apoyado de espaldas a la baranda, con su usual ceño fruncido.
—¡Oh, Kojima-kun! —reaccionó la shinigami— Sólo buscaba un lugar para descansar —soltó con su tono de voz inocente, provocando que la molestia se reflejara en el rostro de Ichigo.
—¿Es verdad que se te confesó otro chico de segundo año? —preguntó repentinamente el pelinegro.
—Ah… —articuló con voz fatigada— Sí…
—¿Lo aceptaste? —cuestionó con una sonrisa curiosa.
—No —anunció la pelinegra, recordando las palabras de aquel muchacho de curso inferior, declarando que no se rendiría tan fácilmente.
Soltó otro suspiro, bajo la atenta mirada de sus dos compañeros.
—Simplemente deshazte de ellos —concluyó el joven de cabellera anaranjada—. Si los tratas amablemente seguirán agobiándote.
Mizuiro miró atento a su amigo.
—Ya lo intenté —confesó la Kuchiki, ganándose la mirada expectante de ambos jóvenes—. Arisawa-san me comentó la idea —explicó—. He notado que ella igual es bastante popular, pero rara vez algún chico se le acerca.
—Con el carácter de Tatsuki, dudo mucho que quien se atreva salga ileso —bufó Ichigo. La pelinegra lo miró con reproche ante su comentario.
—En fin, intenté tratarlos duramente —prosiguió—, pero sólo logré sentirme observada por el resto del día.
—No creo que esa actitud concuerde con tu apariencia, Kuchiki-san —comentó Mizuiro, tratando de imaginarse a la pelinegra actuando como Arisawa.
—Luego intenté el consejo de Hoshou-san —declaró.
—Y… ¿Qué te sugirió? —cuestionó Ichigo, tomando un sorbo de su jugo mientras recordaba a su compañera de gustos lésbicos.
—Que al próximo chico que me pidiera salir, le dijera que no estaba interesada en hombres.
Kurosaki escupió su zumo, mientras Mizuiro ahogaba una carcajada.
—¿Funcionó? —logró articular el moreno.
—Al día siguiente se me confesó una chica —declaró, temblando ante el recuerdo.
Ichigo se atragantó. El pelinegro sonreía nerviosamente.
—Ahora estaba intentando aplicar el plan de Inoue-san —confesó, determinada—. Aceptar salir con alguien para que ningún chico se me vuelva a confesar.
—¿¡Qué!? —soltó el joven de cabellera anaranjada, una vez recuperado del anterior ataque del jugo de naranja a su organismo.
—¿De verdad? —dijo Mizuiro, ante la resolutiva de la morena.
—Sí, pero estaba pensando más bien en pedirle a alguien que se hiciera pasar por mi… —se detuvo un momento, intentando recordar la palabra que buscaba— ¿Cómo era que se decía, Ichigo? Cuando dos personas salen juntas…
—¿Novio? —articuló, alzando una ceja.
Cuando la shinigami había comenzado a sufrir las recurrentes declaraciones de chicos del instituto, el Kurosaki tuvo que encargarse de explicarle lo que era "salir juntos", ya que la morena pensaba en un principio que se trababa de una simple salida amistosa. También tuvo que explicarle que cuando formalizaban una relación amorosa, pasaban a ser novios.
Rukia sólo conocía los matrimonios arreglados en la Sociedad de Almas, y a lo mucho manejaba el concepto de "prometido". Con esto comprobaba que aún tenía mucho que aprender del mundo humano.
—¡Eso! —exclamó— Estaba pensando en pedirle a un confiable camarada que se hiciera pasar por mi novio —aclaró—. ¡Así me dejarán en paz! —concluyó victoriosa.
Ichigo se tensó y un tic apareció en su ojo.
—Rukia, ni sueñes que yo…
—¡Rukia-chan! ¡Con gusto me hago pasar por tu novio! —interrumpió Keigo, apareciendo nuevamente por la azotea, recuperado de su anterior caída por la escalera.
Mizuiro se divertía con la situación.
—En realidad, estaba pensando en pedirle a Renji…
—¿A Renji? —repitió el joven de cabellera anaranjada, con el ceño más fruncido de lo normal.
—Claro —afirmó la morena, como si el asunto fuera obvio—. Renji es mi amigo, como un hermano para mí —sonrió con convicción—. Estoy segura que me ayudará con ello.
—No creo que sea buena idea —contradijo el sustituto.
—¿Por qué? —rebatió la pelinegra, desafiante.
Kurosaki calló un momento, pensando en las palabras adecuadas.
—Bueno… —comenzó, rascándose la nuca— Tú podrás verlo como un hermano, pero nadie te asegura que él te vea de la misma forma…
—Ichigo, estamos hablando de Renji —frunció el ceño la morena—, ¿o me vas a decir que tú ves de alguna manera especial a Arisawa-san?
—Bien, haz lo que quieras —concluyó ofuscado.
Después de todo la shinigami tenía razón. Si él no tenía ninguna clase de sentimientos románticos hacia Tatsuki, no podría tener la certeza de que Renji los tuviera hacia la Kuchiki. Aunque por un momento pensó que la pelinegra le pediría el favor a él, puesto que él se consideraba un "confiable camarada" para Rukia. ¿Acaso ella no lo vería como alguien confiable?
—Había pensado en ti primero —declaró, sorprendiendo al joven—. Sin embargo, luego pensé que eso afectaría tu reputación que construiste con tanto empeño.
—Rukia… —murmuró el chico.
—¡Ichigo, eres despreciable! —cortó el castaño— ¡Cómo puedes rechazar esta oportunidad! —lloriqueó, mientras se acercaba a la morena y la tomaba de las manos, intentando convencerla que le permitiera a él el honor.
El shinigami sustituto sólo observó cómo su compañera evitaba a Keigo, pronunciando frases cortantes pero con la melodiosa voz que usaba con sus compañeros de instituto, y que a Ichigo tanto exasperaba.
—¿Acaso te hubiera gustado hacerte pasar por su novio, Ichigo? —cuestionó perspicaz Mizuiro.
El aludido volteó hacia su compañero y bufó, restándole importancia y dando por zanjado el asunto.
Así terminó la hora de almuerzo y todos los estudiantes debieron incorporarse nuevamente a clases. Pasando el resto del día, hasta que finalmente terminaron las clases y algunos se quedaron a participar en sus clubes; otros fueron a sus trabajos de tiempo parcial.
Ya entrada la noche, en la Clínica Kurosaki todos los integrantes del domicilio habían cenado. Karin se encontraba viendo televisión mientras su hermana hacía la tarea en la mesa. El mayor de los Kurosaki se encontraba en la clínica, y su primogénito se hallaba en su habitación con la morena.
Tras la puerta de la habitación con el 15 colgado, Ichigo estaba haciendo los deberes en su escritorio mientras la Kuchiki estaba tendida cómodamente en la cama del chico, leyendo un manga.
O al menos eso aparentaba.
Rukia sólo veía las imágenes plasmadas en aquel pequeño libro, pensando en cómo solucionar su problema en el instituto. Las primeras semanas no le importaba. Luego del incidente de las adolescentes que decían formar parte del "Fanclub de Ichigo" todo empezó a complicarse. Desde entonces, chicos que la detenían en los pasillos pidiéndole hablar con ella o notas en su casillero refiriéndose a un lugar de encuentro, fueron aumentando semanalmente. Hasta llegar a regalos como flores o chocolates. Los cuales no comía por seguridad, y porque Ichigo le advertía no comerlos por si tenían droga o algo. El joven shinigami era un exagerado.
Sin embargo, cuando un grupo de chicos comenzó a seguirla por los pasillos del instituto, decidió que tenía que tomar cartas en el asunto.
—Rukia, te estoy hablando —espetó el muchacho, sacando de su ensoñación a la morena y logrando que se percatara del intento que estaba haciendo el chico para hacerla reaccionar.
—¿Qué? —articuló.
—Te estaba diciendo que mejor te vayas a dormir, es tarde y mañana tenemos clases —comentó el joven, viéndola de reojo—. ¿Te sucede algo?
La morena lo observó atentamente. Si Ichigo tenía un club de fans, significaba que él igual era popular. Sin embargo, no veía que el muchacho tuviera los problemas que a ella la atormentaban.
—Ichigo, ¿se te ha confesado alguna chica? —cuestionó súbitamente. Nada perdía con preguntar.
—¿Por qué… —pronunció el chico, desviando la mirada con un ligero rubor en las mejillas. Aun después de más de un año, esos temas seguían incomodándolo— preguntas eso?
—Si tienes un club de fans, es porque eres popular —explicó indudablemente—. Pero no veo que tengas mi problema.
—Bueno… —rezongó, llevando su mano hasta su nuca— cuando pasamos a tercer año unas cuantas chicas me pidieron salir… pero después de unas semanas desistieron.
—¿Las rechazaste a todas? —interrogó la morena, alzando una ceja.
—Claro —reveló, como si fuera evidente—, no estoy interesado en salir con alguien.
—¿Te gustan los hombres? —pestañeó repetidamente.
—¡NO! —negó inmediatamente— Simplemente estaba preocupado de otras cosas.
Rukia prefirió no recriminarle el hecho de que pasó 17 meses sin poderes y no podía excusarse con que lo entretenían los espíritus. Prefirió analizar el hecho de que las chicas hubieran desistido en confesarse al shinigami sustituto.
De pronto recordó algo que le había dicho aquella chica, cuyo nombre no recordaba, pero que almorzó una vez con ella junto con Inoue, Tatsuki y Chizuru.
Aquella chica de tez morena le había comentado que Ichigo era bastante popular debido a que había participado en diferentes clubes pero no pertenecía a ninguno. Que, además, las estudiantes repentinamente descubrieron que una joven de tercer año, que también era bastante popular entre la población masculina y parte de la femenina en el instituto, estaba interesada en el muchacho de cabellera anaranjada. Y por ello habían decidido desistir al no considerarse rival para la joven.
Si Rukia no hubiera estado tan enfocada en su trabajo como shinigami, podría haber intuido que aquella joven de piel morena que respondía al nombre de Mahana, se había referido a Orihime.
—¡Ichigo! —se sentó de golpe la pelinegra, como si hubiera hecho un gran descubrimiento.
—¿¡Qué!? —soltó en un respingo el joven, espantado por la repentina acción de la shinigami.
Si Ichigo había logrado quitarse de encima a sus fans sólo por el hecho de que una chica, que también era admirada en el instituto, estuviera interesada en él. ¿Por qué ella no podría librarse del mismo modo?
—¡Finge que estás interesado en mi! —pidió la morena, con una sonrisa decisiva. Como si fuera el mejor plan del mundo.
—¿Ah? —articuló el muchacho, procesando la información.
—¡No! —se corrigió, pensando en que incluso si él fingiera interés por ella, tardarían en darse cuenta— ¡Mejor finge ser mi novio!
—¿¡Qué!? —bramó, reaccionando al fin— ¿¡No habías dicho que tomaste en cuenta mi reputación!?
—¡Oh, vamos, Ichigo! —reclamó la morena— ¿No habías dicho que no estabas de acuerdo con que se lo preguntara a Renji?
—¡Sí, pero…! —intentó rebatirle, mientras la shinigami se preparaba para disputarle— ¿Por qué yo? —cuestionó finalmente.
—¡Porque te conocen! —evidenció— Si lo piensas bien —explicó—, tú nunca saliste con una chica y aún así sigues siendo popular entre ellas. Pero si salimos juntos… ¡Ya no se me confesarán más chicos! ¡Y puede que tu club de fans se disuelva!
El joven lo meditó. ¡Maldita sea, de verdad lo estaba considerando!
—Rukia, no sabes lo que dices —sacudió su cabeza—. Es más complicado de lo que piensas.
—¿Tan malo sería salir conmigo, Ichigo? —clavó su mirada en él, logrando incomodar al chico.
—Bueno… —se removió ante la profunda mirada de la Kuchiki— No se trata de eso, Rukia… —articuló— Verás… ¿Crees que así te dejen en paz?
—¡Claro! —afirmó— Sólo les digo que estamos saliendo y asunto arreglado.
—Después todo el instituto lo sabrá, Rukia.
—Ichigo —dijo, mirándolo a los ojos—, es tu último año. Cuando salgas del instituto poco importará lo que piensen ellos de ti, ¿o no?
—Bueno…
—Puedes decirle a tus amigos cercanos que sólo me estás ayudando, la idea es sólo engañar a los chicos que me persiguen en las mañanas.
—¿Te persiguen? —interrogó el joven.
Rukia intentó cambiar de tema al notar que estaba dejando escapar información.
—Ichigo —no desistió en convencerlo—, siempre hemos luchado juntos como grandes amigos.
El aludido tragó saliva pensando en lo que estaba a punto de decir.
—De acuerdo…
—¡Gracias, Ichigo! —sonrió encantada la morena. Al joven esa mirada le recordó cuando la pelinegra veía a ese conejo de nombre Chappy.
La shinigami finalmente abandonó la habitación, permitiendo que el muchacho de cabellera anaranjada se cambiara a su vestimenta para dormir. Posteriormente se recostó en su cama dispuesto a conciliar el sueño. Mas, su mente no logró evitar divagar en su anterior charla con su compañera.
—¿En qué me metí? —susurró, mirando al techo.
Como si ahí fuera a obtener su respuesta.
Me he divertido escribiendo este fic así que espero que también se diviertan al leerlo! :D
Saludos! x3
