Título: He didn't care
Resumen: La verdad, es que a Gaara no le importaba. Y a ella tampoco. Al único al que parecía importarle era a Lee. SakuGaa y SakuLee.
Pareja(s)/Personaje(s): Sakura/Gaara, Sakura/Lee
Advertencia: Ninguna.
N/A: mi primer SakuGaa, no sé porqué lo escribí, simplemente... me dieron ganas, supongo ;D Y muy cerca del final, algo de SakuLee. Y perdonen, no Yaoi esta vez XD
A Gaara no le importaba.
Cada vez que iba a Konoha, que era bosques, y frescura y humedad, se olvidaba de gran parte de sus problemas. Se había convertido en una especie de ritual, tras darse cuenta de que era humano, como todos, y que ese ser humano era atractivo para varios. Cada vez que tenía que reunirse con la Hokage aprovechaba para escapar unos segundos que se convertían en minutos los cuales desembocaban en horas.
A Gaara no le importaba perderse en la piel cremosa que era suave y pálida, un poco rosa como el melocotón, y que le recordaba al tacto de la seda. Ella era como la arena, cuando tenía sus pequeños senos redondeados pegados a su pecho, era fácilmente moldeable, atendía a su voluntad, le dejaba satisfecho.
Gaara no podría dar cuenta con plena seguridad cómo había comenzado todo. Una noche, cree él, o fue una tarde, no está seguro. Lo único que viene a su mente es que cada vez, con ella debajo de él, o encima (eso también está bien) era simplemente absorvente, en todo el sentido de la palabra. Y aunque a veces la chica se le hiciera insoportable, sobretodo cuando no paraba de hablar e insistía en abrazarlo en público, a Gaara no le importaba.
Volvía a Konoha y regresaba a ella como si fuese su oasis en medio del desierto. Y bebía de su mirada y se maravillaba con su cuerpo plano y falto de formas, porque así es como le gustaba, simple en apariencia pero cuando se desataba, era lo único que acaparaba sus sentidos. Aunque muchos murmuraran en la villa y sus hermanos dijeran que no estaba bien que se enamorara, por más que el pelirrojo negara este hecho, de una kunoichi de otra aldea, a Gaara no le importaba.
Gaara era, probablemente, una de las personas más egoístas que hubiese podido pisar la Nación del Fuego. Era posesivo y esta misma posesividad rayaba en lo obsesivo. Como ser humano tenía un montón de defectos, aunque como máquina fuese perfecto. Por eso, a pesar de que al salir con la pelirrosa, al permitirle besarle la mejilla de vez en cuando y tomarle de la mano mientras paseaban por la aldea, él sabía que el que más sufría con todo aquello era aquel molesto jounin al que se había enfrentado años atrás, no se detuvo. Sí, le rompía el corazón, a Lee, cada día y cada noche. Ese pequeño músculo que latía con tanta agitación, Gaara lo estaba haciendo añicos diminutos que el viento podía barrir sin misericordia alguna. ¿Pero saben qué? Esto tampoco le importaba.
