Disclaimer: Todo de Ellen Schreiber, menos la trama.
Claim: Comencemos con un Aexander/Raven. Lo canon. Luego me verán crear pairings raras xD
Notas: Mi primer historia de este fandom. Y es que leí los libros y dije que tenía que escribir algo.
Advertencias: Mis deditos escriben por si solos, no se asusten :3 Puede ser algo WAFF, pero vamos que el canon es así.
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Surprise
Raven esperaba pacientemente, sentada entre lápidas, jugando con un hilo suelto de su vestido de encaje morado oscuro, y haciendo un ritmo constante con sus botas de combate sobre el césped húmedo. Y es que ya se estaba aburriendo. Nunca fue paciente si se trataba de Alexander, y menos si éste le había prometido una sorpresa. Él más que nadie debía saber que ella no era buena en eso de esperar en un lugar por más de tres minutos seguidos.
Los segundos le parecían minutos, y los minutos horas. Horas muy largas, demasiado desesperantes. El estar sin su novio vampiro le era una tortura. No tenía idea de dónde estaba o qué hacía. No sabía qué sorpresa le haría, ni de qué se trataría. La curiosidad le carcomía.
Cuando hubo enrollado y desenrollado el hilo suelto de su vestido unas cien veces, se decidió a ir a buscarlo. Se incorporó, y la luna le dio una vista limitada y simple del cementerio de Dullsville. Sus ojos humanos apenas veían las siluetas de las lápidas.
Comenzó a caminar, sin saber dónde la guiaban sus pies. Sólo quería encontrarse con su amor gótico, la paciencia era efímera en ella.
Se golpeó con una rama sobresaliente, y trastabilló unos cuantos pasos, queriendo recuperar su equilibrio. Las botas de combate hacían ruidos extraños en el césped húmedo, ruidos de succión debido al agua del último aguacero.
Cuando creyó que había recuperado su estabilidad, una roca, o algo por el estilo osó llevarle la contraria.
— Mierda —masculló, mientras sentía el inevitable envión de la caída, y preparándose mentalmente para darse cuenta de que su vestido preferido iría a enlodarse por completo.
Pero el suelo húmedo y frío nunca hizo contacto con su cuerpo, y sintió unas familiares manos en su cintura, rígidas, fuertes, salvándola de un buen porrazo.
E iba a hablar, si no fuera por una cosa.
Alexander besó delicadamente su cuello, y el corazón de Raven se disparó. Y aunque no lo quisiese, su mente ya había comenzado a maquinar miles de ideas esperanzadoras con esa simple acción de parte de su novio gótico.
— ¿Al fin te has decidido? ¿No debemos beber ese líquido rojo antes? —no pudo evitar el transfondo anhelante que se filtraba por su voz.
Alexander sonrió en su cuello, y sin despegar sus labios de la piel de su novia, dijo—: Raven, ya hemos hablado de este tema.
Sus dientes filosos rozaron suavemente la piel, y la piel comenzó a hervirle a la muchacha.
— ¿Cuál era tu sorpresa entonces? —el anhelo aún se notaba, pero la frustración había aparecido también.
Él besó juguetonamente el cuello de ella, desde el nacimiento de éste, hasta el inicio de los hombros descubiertos por su vestido strapless, haciéndole cosquillas.
— Bueno, la sorpresa tecnicamente era yo, pero además planeaba esto.
Y se separó de ella, para mostrarle un mantel blanco extendido en el húmedo césped del cementerio, con una pequeña cesta de picnic, iluminado por la tenue luz de una vela negra derretida.
— Alexander... —dijo ella sorprendida—. Esto... ¿esto es...?
— Por nuestro aniversario, sí.
Ella no dijo más, y se volteó para colgarse de su cuello y besarle enérgicamente.
— Es el mejor regalo que me has dado.
Sí, ella podía esperar un poco más para tener su preciada inmortalidad.
