Capitulo 1

-mama ya me voy, nos vemos luego...

- ven acá, ¿con permiso de quien te largas y a donde rayos vas?- los esmeralda miraron con seriedad y cortaron las palabras de su hija.

-solo es una fiesta, no seas paranoica mamá...- la pelicobalto regresaba con mala cara, odiaba el humor que cargaba siempre su madre.

-responde la pregunta ¿a dónde vas y quien te dio permiso?- la pelinegra se levanto del sillón y camino hasta cerca de la puerta, con una mirada fría y un gesto de plomo.

la pelicobalto rodó los ojos y bufo de fastidio, se planto frente a su madre y respiro para calmarse, era una pésima idea pelear con ella en especial si deseaba ir a la fiesta, donde vería a su... ¿novia?...difícil darle un nombre a lo que eran pero no tenía dudas que no eran amigas, ese sentimiento que latía en su corazón no era amistad, si se llevase mejor con su madre seguramente ya le habría dicho algo al respecto pero no con ese carácter que tenia siempre y a todas horas -bien, una amiga...me invito a quedarme unos días en su casa, ¡¿feliz?!-

-hmmmm así que una amiga eh... ¿Y donde vive y hace cuanto la conoces, estarán sus padres, cuánto tiempo piensas ir, y por qué no me habías dicho con antelación?- la pelinegra señalo una silla próxima en el comedor y tomo asiento frente a su hija, entrelazo los dedos y le miro fijamente, como sopesando las palabras.

-joder mamá una cosa por vez….-

-nada de eso, y responde lo que te pregunte ahora o regresa a tu habitación- los verdes no se apartaron de los rasgos joviales de su hija, relajo la espalda y espero sin inmutarse.

-bien…vive a las afueras de la ciudad con su madre, su mamá no estará, salió de viaje pero esta su empleada domestica que cuidara de ambas, a su madre no le gusta que este sola cuando sale de viaje, la conozco desde que entre a la preparatoria, solo será el fin de semana….y no te dije porque ni siquiera sabía que ibas a estar en casa…- refunfuño la pelicobalto en un acto involuntario de reclamo, odiaba que su madre pasara todo el día en el laboratorio y apenas la veía, cuando coincidían siempre terminaban en alguna discusión, ambas tenían un carácter fuerte, pero la frialdad de su madre terminaba por dejarle sin armas.

Los esmeralda rodaron lentamente, sobre el techo, pasando por las aspas del ventilador que colgaba sobre la mesa de arce y cristal, bajo de morosa forma hasta que ambos verdes se encontraron.

-Haru….sé que no paso tanto tiempo como a ambas nos gustaría, pero debes saber que lo hago porque no quiero que tu pases por las carencias y dificultades de yo, solo es un poco irritante que no me avises de algo como esto de querer largarte a no sé donde con tu amiguita que ni siquiera conozco…- paso su mano sobre el rostro, se puso de pie con tranquilidad y dio media vuelta, solo el ruido de los trastos dejaba en claro que estaba preparando un café, como solía hacerlo en sus escasos días libres.

-entonces…. ¿eso es un "puedes ir" o un no?- una palabra mal dicha y toda la paz y la breve charla se irían por el caño.

-hmmmmmm no lo sé….- Natsuki permaneció de pie sin decir una palabra más, atenta a la cafetera sobre la llama.

-mamá… ¿cómo que no sabes? Ay vamos ma…haré lo que quieras cuando vuelva- la pelicobalto se aproximo hasta quedar cerca de su madre, donde pudo ver su ceño meditativo.

-hmmm ¿lo que yo quiera? Hagamos algo mejor…. Te dejo ir solo el fin de semana, contestaras todas y dije TODAS mis llamadas, llamaras para avisarme que estas bien, y cuando vengas de regreso te diré las...- hizo una pausa tenebrosa y continuo- condiciones, ¿qué tal?- una sonrisa maliciosa por parte de Natsuki daba una clara advertencia sobre lo impredecible de sus peticiones, tomaba su taza y se dirigía a la mesa mientras endulzaba apenas nada su café.

Haru se maldijo internamente, desgraciada y ruin suerte, conocía a la perfección ese gesto en el rostro de su madre, miro su celular y faltaban poco más de cuarenta minutos para la hora acordada. –¡ahhhhh rayos eso es tan malditamente injusto mama ¡-

-tómalo o déjalo, nadie te obliga….- el tintineo del metal contra el cristal de la taza dejaba en claro que Natsuki ni siquiera se había tomado la molestia de girar el rostro hacia su hija, pero en sus gestos permaneció una sonrisa de triunfo.

Tras un berreo y una rabieta entre dientes la pelicobalto acepto su derrota, no deseaba ni se imaginaba cancelando aquel fin de semana donde sin duda esperaba declarar sus sentimientos, hacia su amiga intima –está bien mama, tu ganas, acepto acatar tus ordenes al volver- se aproximo al costado de la mesa y beso la mejilla de su madre, quien le coloco la mano apenas en un roce sobre la cabeza, le entrego las llaves del auto y sin más cada quien siguió en sus asuntos.

La más joven salió con el estomago revuelto, mas por la ilusión que despertaba su profunda amistad con aquella mujer que había conocido desde la secundaria, cosa en que había mentido a su madre, le conocía al menos de 5 años ya.

En la sala el televisor se detuvo en un evento de reconstrucción de vehículos antiguos, aquello había captado los esmeralda, tantas cosas le venían con esas imágenes,su alocada juventud, sus hazañas, su primer trabajo, aquel accidente y esa época donde había conocido el verdadero amor... ¿Qué habría sido de Shizuru...?

Seguramente estaría muy decepcionada al saber que tuvo una hija, después que aquella pelea en que todo se les vino encima y dejaron de saber la una de la otra, miro su lata de refresco, hace poco había dejado la taza de café, eran de las pocas veces que bebía ese "veneno" como solía llamarlo su verdadero pero inalcanzable amor…. y se recostó en el sillón como cuando no tenía que ser la señora rectitud, cuando su hija o quien fuere estuviera cerca. Por primera vez en varios años podía darse la libertad de recostarse y dejar el protocolo de lado, miro debajo de la tele y sin dudarlo encendió la consola que había allí, ya luego encontraría la forma de explicar cómo es que mágicamente había saltado el juego de un punto a otro de la historia, podía ser Natsuki simplemente y aprovecharía el fin de semana libre como no lo hacía desde hace dos décadas.