Capítulo reescrito el 18-10-15

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¡Hola a todos!

Como ya mencione en el fic del Nalu week, aquí está el fic llevo mencionando días. :3

Este fic se me ocurrió en pleno examen global junto con una película que me vi pocos días antes (a la que también menciono en el fic). xD Pero no lo empecé a escribir hasta hace unos pocos días porque me estuve organizando las ideas de cómo hacer la historia y que canciones meter en la historia. Porque como habréis leído, el fic se llama "The Prince and the Singer" y calco el Singer porque la cantante (que en este caso es Lucy) tendrá que tener canciones, ¿no? Pero no una canción cualquiera, sino que son canciones de Aya Hirano, la seiyu que interpreta a Lucy. Y bueno, espero que haya escogido bien los temas de la ocasión.

Como en este caso, he puesto un tema y cuando haya capítulos con canción (no en todos cantará) antes de empezar el capítulo pondré el título de las canciones.

Y también me gustaría dedicarle el capítulo a mi amiga FairyNahi que ha sido su cumple :D ¡Omedeto! ¡Espero que te haya felicitado mucha gente, que te hayan regalado muchas cosas bien pros y que cumplas muchos más ;3

Y bueno, ya no sé qué más decir… .w.U Así que con esto y un pingüino(?), ¡que comience esta historia!

Canción: MonStar (Del single MonStar del año 2007)

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Capítulo 1: "El príncipe y la cantante"

Magnolia. Una ciudad en donde llegar a la fama es algo complicado para muchos. Pero cuando se llega a aquel punto tu popularidad crece tan rápido que empiezas a darte a conocer por todo el mundo. Sin embargo, ¿quién pensaría que una cantante corriente llegaría a darse a conocer mejor después de conocer a un príncipe?

Lucy era una chica que no pensaba de esa manera hasta que conoció a Natsu. Pero, empecemos desde el principio…

Lucy era una chica de dieciocho años, alta para una chica de su edad y delgada, el color de su cabello era rubio como el oro y los ojos color chocolate. Y además, no era una muchacha corriente. Tenía un pequeño don el cual quería mostrarselo al mundo: y ese era el canto, el cual junto a su belleza logró cautivar rápidamente el corazón de la gente, logrando así a los dieciséis dar el paso a la fama gracias a su voz.

El día en el que empezó todo para ella era emocionante, porque por fin grabaría el videoclip de una canción que saldría dentro de poco a la venta junto a su nuevo CD.

-Muy bien, Lucy –le dijo el coreógrafo-, ya hemos ensayado varios veces los pasos que debes hacer. Así que da lo mejor de ti y haz que el público cuando te vea en el video caiga a tus pies.

-¡Sí! –dijo con una deslumbrante sonrisa poco antes de marcharse al escenario donde iba a grabar.

Se miró una vez el atuendo que llevaba en ese momento frente al espejo, tenía el pelo suelto con una parte la ocultaba un sombrero de piel de leopardo, un top negro ajustado junto con un chaleco sin mangas del mismo color que le llegaba hasta la cintura, unos shorts negros y unas botas de cuero que le llegaban hasta un poco más arriba de las rodillas. En el cuello llevaba varias cadenas de oro, un pañuelo de ese color y en las manos unos guantes de cuero sin dedos y varias pulseras de oro.

Tras ver todo en su lugar asintió con la cabeza y corrió hasta la zona de grabación, sentándose en una caja decorada con un manto dorado. A continuación bajo del techo un micrófono de cinta la cual Lucy tomó con una mano.

-¡Silencio, por favor! –gritó el director acallando al resto de personas-. ¡Monstar, primera toma! ¡Listos y… acción!

Y cuando dijo esas palabras, la música comenzó a sonar.

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Kono Haato sin okufukaku ni

(En lo más profundo de mi corazón)

Hiza o kakae nemutte iru

(Solía dormir abrazando a mis rodillas)

Mada atrevería mo Kitto mita kotonai hoshi

(Porque nadie había visto aún una estrella)

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Lucy mientras cantaba, se cruzó de piernas y miró a la cámara.

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Chiisana koro kara sotto Iki o hisome mimamotteru

(Desde muy pequeña he ocultado mi suave respiración)

Nando tte Naita ne

(Llorando innumerables veces)

Akiramerarenai riyuu ga ...

(Es por eso que no debo rendirme…)

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La rubia soltó el micrófono, el cual volvió a subir al techo y se levantó de su lugar.

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Imanimo kobore soude

(Entonces caeremos unidos)

Kurayami no naka Kono Yoru mezameru ni ...

(y la oscuridad de esta noche por fin despertará…)

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En ese momento, Lucy comenzó a bailar moviendo las manos tal y como indicaba la coreografía.

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Atashi Twinkle Twinkle Little monstar

(Soy una destellante, destellante y pequeña estrella)

Abaredasu Kono kimochi

(por este gran sentimiento de inquietud)

Wa Sore Totemo nite ni koi

(El cual es muy parecido al amor)

Koi yori zutto Tashika na mono

(pero algo más claro que éste)

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Twinkle Twinkle Little monstar

(Brilla, brilla, pequeña estrella)

Unmei mo mikata suru

(y si el destino esta de mi parte)

Atashi nara Daijoubu

(De seguro que estaré bien)

Kanaerareru lema ...

(porque más deseos se podrán cumplir…)

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Lucy calló y mientras esperaba a volver a cantar, caminó hacia unos pequeños cristales redondeados que se encontraban fijadas a varias cortinas situadas cerca de una pared. Y mientras retomaba su canto empezó a acariciarlas lentamente.

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Mo Nani ni shiranai kuse mierda

(Finjo ignorar todo lo que hay a mi alrededor)

Nanimokamo que wakatteru na

(Cuando en verdad conozco cada detalle de lo que pasa)

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Entonces giró su vista una vez más hacia la cámara.

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Nee kao shinaide subete USO kamoyo

(Así que trata de no poner una cara falsa)

Motomete IRU sin itsumo wa

(Porque lo que buscas)

Kekka toka sonnan ja naku

(No siempre lo podrás encontrar)

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Enredó con cuidado una de sus manos y miró por un segundo al techo para después volver a mirar al lugar que debía.

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Tada kousezu ni wa irarenai ninguna

(Por eso yo una vez lo perdí todo)

Soredake ...

(Pero aún así…)

Mabataite ni Rifujin

(Fue algo tan irracional)

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Lucy desenredó su mano y caminó hasta el centro del plató.

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Jinsei ni hansoku nantenai desho

(que me hace pensar que la vida está bien tal y como está, ¿verdad?)

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Atashi Twinkle Twinkle Little monstar

(Soy una destellante, destellante y pequeña estrella)

Abaredasu Kono kimochi

(por este gran sentimiento de inquietud)

Kyou ja nai tomó damede

(que es cada día mucho más fuerte)

Ashita ja tokete nakunacchau

(y que no cesará ni con los días que pasen)

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Twinkle Twinkle Little monstar

(Brilla, brilla, pequeña estrella)

Joushiki ketobashite

(y deja que vuele el sentido común)

Atashi nara Daijoubu

(De seguro que estaré bien)

Kanaerareru lema ...

(porque más deseos se podrán cumplir…)

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El micrófono de cinta descendió una vez más en el mismo lugar que antes, y Lucy mientras escuchaba el instrumental lo tomó.

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Hatenaku Doko hizo mo kagayaku Yozora

(El cielo durante la noche brilla por doquier)

Nagareru hoshitachi zenbu Kyacchi kyacchi mierda

(al igual que las estrellas fugaces que yo iré atrapando)

Hitorijime ...

(Por mi cuenta…)

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La rubia colocó una de sus piernas encima de la caja en la que había estado anteriormente y siguió cantando.

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Atashi Twinkle Twinkle Little monstar

(Soy una destellante, destellante y pequeña estrella)

Abaredasu Kono kimochi

(por este gran sentimiento de inquietud)

Todoki sou de todokanai

(y aunque parece alcanzarte aún no lo logra)

Yume nara konya tsukamaero

(Por eso esta noche lo atraparé aunque sea en un sueño)

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Lucy dejó el micrófono y se alejó unos pasos para retomar la coreografía.

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Twinkle Twinkle Little monstar

(Brilla, brilla, pequeña estrella)

Unmei mo mikata suru

(y si el destino esta de mi parte)

Atashi nara Daijoubu

(De seguro que estaré bien)

Kanaerareru lema ...

(porque más deseos se podrán cumplir…)

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Lucy bailó la parte final hasta que terminó la canción. Todo se quedó en silencio y nadie movía ni un músculo, y cuando escucharon al director gritar corten y que todo había salido perfecto tanto Lucy como los productores aplaudieron por el buen trabajo.

-Muy bien hecho, Lucy –felicitó el director-, te mereces un buen descanso de 15 minutos, después grabaremos las otras escenas.

-Sí, señor –dijo la rubia obedientemente mientras sonreía. Caminó hasta su asiento y se sentó. Tomó una botella de agua que habían dejado cerca y tomó un sorbo.

-Perdona… -dijo alguien detrás de ella. Cuando se dio la vuelta vio a una niña pequeña de unos cinco o seis años. Tenía el pelo verde muy oscuro atado en una trenza y ojos morados. Vestía un vestido rojo y blanco que le llegaba hasta sus rodillas y unos zapatos negros. Miraba hasta el suelo con un pequeño sonrojo en su carita y en sus manos tenía un cuadernillo abierto en una página en blanco y un bolígrafo-. ¿Me podrías dar tu autógrafo? Es que me gustan mucho tus canciones…

La chica sonrió a la niña. Y recordó una de las muchas cosas de porque le gustaba esto: porque le alegraba ver a la gente disfrutar con su trabajo.

-¿Cómo te llamas? –la preguntó levantándose se su sitio y arrodillándose hasta quedarse a su altura.

-Asuka -contestó la niña, tímidamente-, Asuka Conell.

La rubia tomó la el cuaderno y la pluma y escribió en la página "Para Asuka, gracias por venir a verme y espero contar con tu apoyo en el futuro. Con mucho amor, Lucy Heartfilia".

Garabateó su firma y se lo entregó a la niña con una cálida sonrisa.

-Aquí tienes, Asuka –dijo. La niña tomó el cuaderno y el bolígrafo e inmediatamente miró la firma con la dedicatoria de la joven cantante.

-¡Muchas gracias, Lucy! –exclamó Asuka, rebosante de felicidad. Entonces la niña salió corriendo hacia el lugar en la que se encontraban sus padres para poder mostrarles la firma de la rubia.

Lucy se encogió de hombros recordando que cuando era pequeña siempre había vivido entre lujos porque sus padres poseían una gran cadena de ferrocarriles muy importante en la nación. Pero eso no influyo nada sobre ella, ya que su familia le permitió tener una infancia lo más cómoda posible, sin tener que estar atada a la empresa de sus padres cuando ella creciera, dándole la elección de dedicarse a lo que quisiera.

Y eso hizo. Ya que desde muy pequeña a Lucy le había gustado cantar y tocar instrumentos. Había aprendido a tocar la guitarra, el piano y un poco de violín, y cuando vio que tenía la suficiente destreza comenzó a acudir a clases de canto, compaginándolo con sus clases y sus tareas.

Sus padres desde su infancia notaron el gran talento que tenía su hija, y al ver lo bien que se arreglaba hasta ensayar y estudiar, decidieron llevarla a audiciones musicales. En donde la contactaron para participar en coros y musicales infantiles además de algún que otro anuncio infantil.

Pero su salto a la fama no se dio hasta hace un año mientras participaba en un concurso de canto la ciudad. En donde un cazatalentos la vio y no dudo en contratarla en su compañía discográfica.

Aquel hombre era Loke, el cual además de ser un don Juan era uno de los cazatalentos más importantes de toda Magnolia.

Es un chico de veinte años, alto y musculoso. Su pelo alborotado y puntiagudo era de color anaranjado y los ojos color avellana los cuales estaban ocultos bajo unas gafas de sol. Solía vestir habitualmente con traje y corbata, por lo que raramente se le podía ver con ropa distinta a esa.

Loke ayudaba en todo lo posible a todos los cantantes de su discográfica y no dudaba en hacer todo lo que estuviera a su alcance por hacer felices a sus artistas. Y ella no era la excepción.

-Muy bien hecho, Lucy –dijo el chico acercándose a la rubia mientras se colocaba en su sitio las gafas-, a este paso tu CD se venderá como rosquillas.

-¿Tú crees? –preguntó ella esperanzada.

-Pues claro. Además de preciosa tienes una hermosa voz. ¿Cómo no podrían fijarse en ti?

Lucy sonrió con su comentario. Y tras tomar otro sorbo de agua, se levantó de su asiento.

-Gracias. Y perdona pero me tengo que ir. Aún hay varias escenas que grabar.

-Entiendo. Ánimo. –se despidió dándole unos suaves golpes en el hombro de forma amistosa. A continuación la rubia se dirigió de regreso hasta el lugar de la grabación, lista para retomar su trabajo.

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De mientras en la ciudad de Crocus, ciudad reconocida por su belleza y buen lugar para festivales de todas las categorías, un chico de dieciocho años, alto y tonificado trataba de escabullirse del palacio en donde residía para ir con sus amigos a dar una vuelta por la ciudad y de paso, tratar de ligar con alguna que otra chica.

El chico era de cabello pelirosa y ojos puntiagudos de color negro. Iba vestido con sudadera roja con decorados de llamas y pantalones holgados de color marrón oscuro junto a unas deportivas blancas y negras, y en el cuello llevaba una bufanda blanca con rayas grises.

Con esa ropa trataba de pasar desapercibido por la ciudad, cosa imposible para él cuando todo el mundo le conocía como el príncipe de Fiore y siguiente en la lista de la coronación.

Caminó con sigilo por detrás de dos guardias del palacio, y cuando éste vio que no habían percibido su presencia tras alejarse lo suficiente suspiró de alivio. Se escabulló por la parte de trasera del palacio donde se encontraba un coche el cual se había comprado sin el permiso de sus padres hacía ya meses. Entró en el vehículo, se puso sus gafas de sol y arrancó, saliendo inadvertido del lugar.

Después de unos minutos conduciendo y con la radio sonando del automóvil, su móvil empezó a sonar e inmediatamente lo descolgó en manos libres.

-¿Qué pasa, cubito de hielo? –preguntó al mismo tiempo que bajaba el volumen de la radio para escuchar mejor la llamada.

-Oye, Natsu, ¿dónde se supone que estás? –preguntó una voz masculina desde la otra línea-, hace rato que deberías de haber venido.

-Perdona, pero mis padres y los guardias que se encontraban en el jardín no me dejaban salir.

-Tal vez tendrías que hacerles un poco más de caso –dijo-. Son los reyes al fin y al cabo, y tú como heredero tendrías que ser un ejemplo a seguir en vez de un modelo que trata de romper las reglas cada vez que tiene oportunidad.

-Ya, pero Gray, entiende que yo también quiero tener una vida sin complicaciones, como la de una persona cualquiera.

-Pero no lo eres –replicó.

-Mejor olvidémoslo –decía Natsu cambiando de tema-, ¿y en qué zona estáis del centro comercial?

-En el bar Honey Bone.

-Muy bien, enseguida nos vemos allí. –dijo antes de descolgar el teléfono y acelerar la velocidad del coche para llegar lo antes posible al lugar concertado.

Después de cinco minutos llegó al centro comercial, en donde nada más llegar vio a varias chicas bastante guapas.

-Mmm… no está mal –murmuró con una sonrisa pícara.

-¡Hey, pelo chamuscado! –gritó una voz conocida para el pelirosa. Miró al lugar donde había escuchado su nombre y vio a sus amigos sentados junto a la barra del bar donde habían quedado.

Gray era un chico un poco más mayor que Natsu, de pelo corto de color azabache y de ojos azul oscuro. Era un poco más alto que Natsu y al igual que él, musculoso. Iba vestido con una camisa negra de manga corta, unos pantalones vaqueros caqui y zapatos deportivos de color gris. En su cuello llevaba una cadena con una cruz.

-Ya pensábamos que no ibas a llegar –comentó el otro chico algo más mayor que ellos y al que igual que ellos un poco musculoso de unos veinte años.

Su pelo era azul y los ojos castaños. Vestía una camisa negra junto con una chaqueta blanca por encima, unos pantalones negros y zapatillas grises. Cerca de su ojo derecho tenía un tatuaje de color rojo.

-Pero como ya sabéis sus deberes reales hacen que se retrase –dijo el otro pelinegro.

Este tenía la misma edad que Gray, pero su cabello era más largo y puntiagudo y sus ojos eran de color rojo, era igual de alto que Natsu y tonificado. Llevaba una camisa de tirantes de color gris sobre una chaqueta azul marino tirando a negro, unos pantalones negros y deportivas de color azul oscuro. Lo que más llamaba la atención de él era su rostro lleno de piercings.

-Si estuvierais en mi piel entenderíais el porque me siento tan presionado con todo esto de la realeza –dijo Natsu sentándose junto a ellos y cruzándose de brazos.

-Vale, vale, perdona. –de disculpó el pelo azul-. Os he llamado porque tengo que dar una noticia.

Los chicos miraron expectantes al mayor del grupo el cual tras unos breves segundos de silencio habló:

-Erza y yo nos vamos a ir a vivir juntos.

-Gihi –sonreía Gajeel-, al final convenciste a la gran Titania.

-Y eso que es difícil de convencer –siguió Gray-, ¿Cómo lo hiciste? ¿Sobornandola con un pastel de fresas?

-No, -contestó negando con la cabeza-. Veréis, desde hace ya un tiempo hemos estado hablando sobre lo de irnos a vivir juntos, pero no lo zanjamos hasta hace unos días.

-Pues enhorabuena, Jerall –dijo Natsu mientras le daba unos golpes suaves en la espalda.

Entonces el pelirosa le hizo un gesto al barman para que se acercara a él, le dijo algo al oído y el hombre asintió con la cabeza. Tras esto se alejó y dejó solo al grupo una vez más.

-¿Qué le has pedido al tipo, Salamander? –preguntó el chico de piercings.

-Enseguida verás, Gajeel –contestó. Y como si le hubieran llamado, el barman llegó con unos vasos de trago largo con un líquido ambarino, gran cantidad de hielos y trozos de limón en su interior.

-Aquí tenéis –dijo el hombre mientras colocaba un vaso de bebida a cada uno-. Disfrutadlo.

-Muchas gracias, Alessandro –agradeció el pelirosa, entregándole un fajo de billetes- por el cambio no te preocupes. Quédatelo.

El barman inclinó la cabeza y se volvió a atender en la barra al resto de sus clientes. Los amigos de Natsu miraron la bebida con asombro.

-¿Eso es ron? –preguntó Gajeel.

-Y del caro –aclaró.

-Tú y tus caprichos, Salamander… -dijo con su sonrisa temeraria.

-Bueno, hay que celebrar que Jerall no vivirá solo en casa hasta los 40 –contestó riendo y tomando uno de los vasos de aguardiente.

-¿Pero no creéis que esto es demasiado? –preguntó Jerall, algo preocupado.

-Naah –dijeron los tres al mismo tiempo.

-Además, es solo una copa –siguió Gray, tomando su respectivo vaso.

Jerall,no del todo convencido, hizo lo mismo que Gray y que los demás.

-Por Jerall –empezó Gray-, que la poca privacidad que tenía va a ser destruida por la mismísima Titania.

-Y por nosotros –continuó Natsu-, que aún seguimos solteros y somos felices por ello.

-Chicos, lo primero ha parecido como si me estuviera muriendo –dijo Jerall con una gota de sudor en la nuca, provocando que sus tres amigos rieran a carcajadas.

-¡Salud! –gritó el pelirosa.

-¡SALUD!

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Pasaron las horas y llegó el atardecer, momento en el que Lucy terminó la sesión de grabación del videoclip. Se encontraba cansada pero a la vez feliz de que todo hubiera salido a la perfección. Se marchó a su camerino, donde empezó a desvestirse del uniforme de secretaria y gafas que le habían asignado para ciertas escenas, y cuando casi había terminado de vestirse, su teléfono móvil comenzó a sonar. Rápidamente se puso una camisa de tirantes negra con rayas blancas y amarillas en la cintura y se dispuso a responder.

-¿Diga? –preguntó ella nada más descolgar.

-Lu-chan –dijo una voz femenina desde la otra línea-, ¿ya terminaste la grabación?

-Sí –contestó la rubia-, ahora mismo estaba terminando de cambiarme para volver a casa.

-¡Genial! ¡Tengo ganas de ver el resultado del videoclip, quiero ser la primera en verlo!

-Tranquila, mañana después de clase tengo que ir a por la cinta, así si te parece bien después de clase pasamos un segundo por el estudio y luego vamos a mi casa para hacer los deberes y ver el video.

-Perfecto –dijo conforme-, pues mañana nos vemos.

-Bien, hasta mañana.

-Chao.

Tras esto Lucy le dio al botón de colgar.

Levy era su mejor amiga desde que tenía memoria. Habían ido juntas a la misma escuela y eso no cambió ni siquiera a sus dieciocho años, cuando estaban en el último curso escolar antes de entrar a la universidad.

Además ellas tenían muchísimas cosas en común: como por ejemplo escuchar el mismo tipo de música o leer el mismo tipo de libros. Y cada vez que terminaban uno siempre se encontraban en casa de alguna para comentar lo que más les ha gustado y lo que menos.

Para Lucy, Levy era la persona a la más confianza tiene, hasta el punto de ser ella la primera en enterarse de que un cazatalentos la había contratado, siendo así su fan número uno como un gran apoyo moral.

Tras finalizar la llamada, se terminó de vestir con una falta blanca, unas medias que llegaban hasta un poco más arriba de las rodillas y unos botines negros.

Se miró al espejo que había en el camerino, tomó su bolsa y salió de allí encontrándose con Loke delante de la puerta.

-Buen trabajo, Lucy –felicitó una vez más-. Acabo de ver el resultado final y es fantástico.

-Yo mañana lo veré con una amiga –contestó la chica-, la prometí que la veríamos al mismo tiempo.

-Entiendo –tras decir esto, Loke empezó a buscar en su bolsillo de la chaqueta del traje una caja de CD, que nada más encontrarlo se lo entregó a la cantante-, aquí tienes.

-Pero no se supone que mañana… -decía boquiabierta.

-Piensa que es un premio por todo tu esfuerzo –contestó con una sonrisa.

-Vaya, muchas gracias –guardó la caja dentro de su bolsa y le esbozó una sonrisa a su manager.

-¿Quieres que te lleve a cenar fuera? –preguntó de una forma coqueta-. Yo invito.

-No estoy interesado en mujeriegos, Loke –respondió Lucy colocando los brazos en jarra entre risas, haciendo que el chico perdiera el equilibrio tras ser rechazado. Pero al de unos instantes volvió a estabilizarse.

-De acuerdo, pues te llevo a tu casa.

-Vivo cerca de aquí, así que no es necesario.

-Qué mala eres –bromeó el chico, haciendo que ella sonriera.

-Lo sé –dijo de la misma manera-, mañana cuando vea el video te enviare un mensaje para dar el visto bueno.

-Perfecto.

Tras eso se despidieron y tomaron caminos diferentes.

Lucy vivía a unos diez minutos del lugar en el que se encontraba, y tras ese largo día quería irse a casa caminando aunque ya casi fuera de noche. Y después de caminar sin paradas llegó a su hogar.

Este era un pequeño apartamento de dos pisos que se encontraba en un pequeño barrio que al mismo tiempo era llamativo por la belleza que desprendía el entorno además de la tranquilidad que desprendía y los vecinos amables que habitaban la zona.

Lucy decidió mudarse allí no solo por esa razón, sino porque también quería irse a vivir de forma independiente. Y después de hablarlo con sus padres ellos aceptaron, pero con la condición de que permaneciera en la misma ciudad y que fuera a visitarles una vez por semana.

Entró en la casa y dejó la bolsa en el suelo. La chica se encogió de hombros sin saber que hacer el resto de la tarde, ya que no tenía mucho que hacer. Hacía ya dos días que había terminado las tareas que le habían asignado en la clase para poder grabar el videoclip tranquila de que el lunes podría ir al instituto con los deberes hechos.

-Creo que me daré una ducha y después me iré a ver las noticias –pensó en voz alta antes de tomar de nuevo la bolsa y caminar hasta su habitación, en donde había un cuarto de baño conectado a su cuarto.

Puso la bolsa en un rincón de la sala, y tras ducharse y ponerse un pijama limpio y cómodo caminó hasta su habitación. Esta era bastante amplio y tenía un balcón que daba buenas vistas. Las paredes eran de color crema con los bordes blancos y el suelo de madera. Cerca de la puerta del baño, se encontraba pegada a la pared una cama en la que podían dormir dos o tres personas, una mesita de noche con una lámpara y un libro encima el cual estaba leyendo actualmente. Al otro extremo, pegado al rincón de la pared, había una ancha estantería repleta de libros y a su lado un pequeño televisor con varias cintas de video y dvd en un hueco que había en la parte inferior, donde podía guardar las cintas. Y cerca del balcón, había un escritorio con una cajita llena de lápices y gomas de borrar.

Se tumbó en la cama y tomó el mando a distancia que estaba en la mesita de noche. Y nada más encender la televisión empezó a cambiar de canales hasta que se topó con una película que trataba sobre una estudiante norteamericana y un chico que acaba de llegar a su clase. Pero lo que ella desconoce es que ese chico era el príncipe de Dinamarca y que se había ido de casa para no heredar la corona.

A ella nunca le llamo demasiado la atención ese tipo de películas debido a que se trataban de un amor casi imposible y que solamente ocurría en los cuentos de hadas.

-Todo eso son estupideces. Como si eso pudiera llegar a pasar –dijo antes de apagar el televisor y acostarse en la cama para echarse a dormir.

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-Wola juapa, ¿quie tal eztaz? –preguntaba un Natsu borracho y sonrojado a causa del alcohol.

Sin darle tiempo a responder, el pelirosa pasó el brazo por el hombro de la muchacha con la que se había topado, dejándola asustada por la reacción de aquel desconocido por ella.

La chica más o menos de su edad, era de estatura mediana y también linda. Tenía el cabello corto y plateado y los ojos marrones, iba vestía con una camisa sin hombros de color azul, pantalones blancos y tacones del mismo color que estos.

-¿Di-disculpe? –tartamudeaba la chica dando un paso hacia atrás.

-Vamoz a saluir a pasarlo buein… –decía Natsu acercándose a ella en un intento de besarla, pero ella rápidamente se apartó.

-No te me acerques –dijo con temor.

-¡EH, TÚ! ¡QUÉ HACES CON MI NOVIA! –exclamó un chico de pelo negro y corto que llegaba a ocultar la parte derecha de su rostro, los ojos rojos y vestía con ropa oscura.

-Lo sientou, pero tengou que salir pitendo –dijo Natsu viendo como el desconocido corría hacia él para pegarle una paliza.

El pelirosa de inmediato salió disparado de allí para salvar su vida, aunque avanzaba de forma patosa por culpa de las copas de más que se había bebido con anterioridad.

De mientras en otra zona del centro comercial, Gray caminaba tranquilamente mientras que la gente que había a su alrededor salía despavorida.

-¿Pero por qué se va todo el mundo? –se preguntaba él. Pero lo que no se había dado cuenta es que la gente huía de él porque iba caminando por la zona… completamente desnudo.

-¡Que alguien llame a la policía! –exclamaba alguna que otra persona cada vez que le veían pasar.

-¿Pero por qué? No estoy haciendo nada ma… –preguntó al escuchar a la gente exclamar aquello. Cuando entonces, Gray miró hacia abajo y vio que no llevaba ninguna prenda encima.- ¡MALDICIÓN!

Y en otro lugar del centro, Gajeel hurgaba por los cubos de basura, exclamando algo que tenía que ver con un gato, Natsu y ser mejor en algo.

-¡NECESITO UN GATO MEJOR QUE EL DE NATSU! –rugió molesto, haciendo que las personas que se encontraban cerca mirando aquella escena salieran corriendo asustadas-. ¿Pero por qué todo el mundo tiene un gato menos yo…?

Entonces Gajeel se hizo una bola en el suelo y su entorno se volvió oscuro y deprimente al mismo tiempo que la gente se volvía a acercar con una gota de sudor en la nuca.

Jerall de mientras se encontraba sentado en el bar de Honey Bone, tomándose un refresco frío mientras observaba a sus amigos hacer el idiota, sin ganas de arreglar el escándalo que se había formado por culpa de los cinco vasos de ron y uno de tequila que se habían tomado.

-Eso es lo que pasa por consumir más de lo que deberían –dijo antes de tomar un trago de su bebida.

Pero por desgracia, ninguno de ellos había notado la presencia de los paparazzis que se encontraban en aquel lugar y que sacaban fotos de forma sigilosa a los tres jóvenes en plena borrachera.

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Lucy nada más levantarse de la cama tomó su uniforme, prendió el Ipod y se dirigió al baño para darse una ducha fría.

Al mismo tiempo que se duchaba escuchaba la canción de "Walking on sunshine", por lo que había veces que la rubia tarareaba la melodía o cantaba las estrofas que se sabía de memoria.

Terminó de ducharse, se secó y se puso el uniforme escolar. Compuesta por una camisa blanca de botones y manga corta, una falda marinera de color rojo con finas rayas negras y blancas, unas medias blancas y zapatos negros.

Se cepilló los dientes y el pelo e hizo una coleta a un lado atada en una cinta roja. Nada más terminar guardó los libros en su mochila para ese día escolar y miró la hora.

Eran las 6:30.

Aún tenía un cuarto de hora para tomar un desayuno ligero, y eso hizo. Fue a la cocina y tomó un tazón de cereales con leche y un jugo de naranja. Comió tranquilamente y cuando dejó los platos en el fregadero vio que ya era hora de irse.

Fue hasta su cuarto, tomó su mochila y salió de casa. Aún con el Ipod encendido, pero con los auriculares conectados. Por el camino, ya después de haberse marchado hacia ya varios minutos, escuchó una voz femenina llamándola por detrás

-¡Lu-chan!

La rubia se detuvo y se dio la vuelta ahí vio a su mejor amiga Levy correr hacia ella con una sonrisa.

Levy iba al mismo curso que Lucy pero comparada con ella y las otras chicas de su edad era mucho más baja. Tenía el pelo corto azul amarrada con una cinta anaranjada y ojos castaños. Al igual que la rubia, iba vestida con el mismo uniforme escolar.

-Buenos días, Levy –saludó la chica cuando su amiga se situó frente a ella.

-¿Has hecho los deberes? –preguntó la peliazul.

-Los hice el viernes –contestó-, recuerda que este fin de semana estuve ocupada con lo del videoclip. Por cierto, adivina a quien le han dado cierta cinta antes de tiempo…

La peliazul abrió la boca con sorpresa.

-¿Enserio? –dijo-. ¡Genial! ¡Luego me lo tienes que enseñar!

-Lo sé, lo sé –decía mientras sonreía. Levy rió junto a su amiga.

En un abrir y cerrar de ojos, ya estaban a las puertas del instituto Fairy Tail. Un lugar en el que solo unas pocas personas podían acceder debido al gran prestigio que tenía desde hacía ya varias décadas.

-Vaya, vaya –dijo alguien a espaldas de las chicas-. Mirad lo que tenemos aquí, chicas.

Lucy y Levy giraron la vista hacia un lado cercano de la puerta para toparsecon un grupo de chicas que también iban a la misma clase-. Mirar a quien tenemos aquí, la cantante de ricitos de oro…

-¿Qué quieres, Minerva? –preguntó Lucy con seriedad.

Minerva era una chica alta y de gran figura, tenía el pelo largo y negro y ojos verdes. Llevaba el uniforme de la escuela, excepto que ella llevaba una gran cantidad de maquillaje en la cara. Junto a ella se encontraba su grupo de amigas: Ángel, Sayla, Lami, y la más reciente del grupo: Flare.

Esas chicas solían meterse con quien quisiera, y trataban de hacer insufrible la estancia en el instituto a le gente que era menos popular y a los recién llegados.

-Pero si no te hemos hecho nada… -dijo Minerva poniendo falsa cara de tristeza-, ¿es que no quieres hablar con nosotras?

-Lo que pasa es que no tenemos nada que ver con vosotras –contestó Levy, decidida.

-¿A ti quién te ha llamado, enana? –intervino Ángel, haciendo reír a su grupo con ese comentario. Molesta, Levy dio un paso hacia ellas con la idea de decirles unas cuantas palabras, pero Lucy puso una mano en su hombro para detenerla.

-No vale la pena hablar con ellas, Levy –dijo la rubia-, mejor vayamos al aula. La clase está a punto de comenzar.

La peliazul, aún enojada asintió la cabeza. Y caminó junto a Lucy por el pasillo.

-Adiós, chica "monstar" –dijo Minerva de forma burlona cuando las dos chicas se alejaron unos pocos metros.

Claramente pudieron escuchar el coro de risas de su grupo de amigas mientras se marchaban, y Lucy no dudo en apretar los dientes con fuerza, con rabia.

Además de cosas buenas, la fama que tenía por ser cantante también la trajo cosas desagradables de algunas personas: burlas por su forma de ser, por su aspecto o criticarla por algo sin ni siquiera conocerla.

-Tranquílate -pensaba Lucy-. No les hagas caso, tú piensa en la gente que te importa.

Y tras ese pensamiento se encogió de hombros, entró al aula y se sentó en su asiento a la espera de que tocara el timbre y empezara una nueva jornada escolar.

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-¡Esto es intolerable! –exclamó un hombre lanzando el periódico de aquel día encima de la mesa de té que se encontraba en medio de la sala.

El hombre era alto y robusto, de cabello pelirojo con algunos mechones canosos y ojos puntiagudos de color negro, iba vestido con un traje negro con decorados dorados y medallas a un lado del traje a causa de su rango. Ese hombre se trataba de Igneel, el padre de Natsu y el actual rey de Fiore. Éste se volvió hacia el pelirosa y le preguntó completamente molesto:

-¿Qué se supone qué es esto?

-¿El artículo de un periódico? –respondió irónicamente el pelirosa cruzándose de brazos en el sillón de cuero en el que se encontraba sentado. Llevaba puesto un traje similar al de su padre pero con menos medallas debido a su rango.

-Sí. Pero, ¿montando un escándalo en el centro comercial? –decía señalando con el dedo la foto en el que aparecía su hijo jugando en el agua de la fuente del centro comercial, Gray espantando a gente por su desnudez y a Gajeel lanzando cubos de basura con furia contra el suelo-. ¡Eres el heredero de la corona, Natsu! ¡El próximo rey de Fiore!

-Pero Igneel…

-¡NADA DE IGNEEL NI QUE OCHO CUARTOS! –gritó enfadado el pelirojo haciendo callar a su hijo y dejándole completamente erguido como una estatua en su asiento. Igneel se empezó a mover de un lado a otro con la mano en su frente, pensativo.

-¿Qué ha sido ese grito? –preguntó una mujer entrando por la puerta. La mujer era bajita, pero se le notaba un poco que era de una edad cercana a la de Igneel. Tenía el pelo rosa como Natsu y los ojos castaños. Vestía con un vestido de color lavanda, una chaquetilla blanca y unos tacones también blancos.

-Mamá –dijo el joven, sorprendido.

-Tu hijo, Grandine –contestó Igneel-. Ha vuelto a montar otro escándalo.

-¿Otra vez? –preguntó acercándose a ellos.

El hombre tomó el periódico de la mesita y se lo alzó a su esposa, que con tan solo ver el título del artículo y la foto negó con la cabeza bastante decepcionada-, ya es la tercera vez en este mes.

-Pero mamá yo tan solo quiero tener mi propio espacio. Quiero salir a la calle cuando quiera y sin que nadie me mande lo que tengo que hacer.

-Cariño, eres un prin…

-¡Sé que soy el príncipe de Fiore! -interrumpió, haciendo sobresaltar a Grandine-. ¡Pero tan solo quiero tener una vida tranquila sin unos paparazzis me sigan y fotografíen todo lo que hago! ¿Acaso eso es imposible para mí?

Igneel seguía pensativo mientras que la mujer no sabía que decir a aquel comentario.

-Te propongo una trato –habló el padre después de un rato, mientras que Natsu escuchaba atento a lo que tenía que decir-, te permito que vivas en Magnolia…

-¡Sí! –murmuró Natsu en voz baja alzando un poco el puño.

-Con la condición de que te quedes con tu tío y…

-¿Con el tío Atlas? –preguntó el pelirosa entusiasmado. El pelirojo asintió con la cabeza, haciendo que su hijo se alegrara por el trato impuesto.

Atlas era el hermano pequeño de Igneel el cual dejó atrás todo lo que tenía que ver con la realeza y se fue a Magnolia a vivir su vida, donde conoció a una linda chica la cual años después sería su esposa. Natsu solamente podía ver a Atlas unas pocas veces al año, pero cada vez que venía a Crocus de visita solía jugar con él hasta que no podían más.

-Acepto el trato, padre –dijo, decidido.

-Pero aún no han acabado las condiciones. –explicó Igneel, dejando extrañado a Natsu. El joven no habló, solamente se encogió de hombros a la espera de que dijera el resto del acuerdo.

-Además de quedarte con tu tío no podrás ir llamando la atención. Recuerda que eres un príncipe. Y si se enteran que eres el mismísimo Natsu Dragneel todos los fotógrafos irán directos hacia ti.

El pelirosa asintió, entendiéndolo.

-Por eso tendrás una identidad falsa en el tiempo en que permanezcas allí –siguió-. Y también tendrás que ir al instituto y trabajar.

-¿Trabajar? –repitió sorprendido.

-No me digas que estabas pensando en esto como en una especie vacaciones, ¿no?

Natsu resopló con molestia.

-Así que Natsu, ¿lo tomas o lo dejas? –preguntó Igneel mirándole fijamente.

El pelirosa permaneció inmóvil en su asiento, pensativo por la respuesta que tenía que darle a su padre. Claro que quería ir con Atlas tener una vida corriente, pero la parte negativa era que no podría hacer lo que aquí hacía. Tenía que tener más cuidado con las acciones que haría si no quería que los paparazzis notaran su presencia.

-De acuerdo –asintió.

Igneel y Grandine sonrieron conformes. Y tras eso, Natsu salió de la habitación y sonrió.

Finalmente tendría una vida normal. Pero…

¿Qué es lo que le deparará el destino?