Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, autora del manga de Ranma ½, obra del cual se basa esta historia.

Los fantasmas navideños de Ranma

Capítulo 1-Genma, fantasma del pasado

.

.

.

Una vez más llego el gélido invierno y con él todas aquellas actividades rebosantes de felicidad, al grado que revolvían mis entrañas y llegaban las inmensas ganas de vomitar indiscriminadamente encima de toda esa basura decembrina. Simplificando, era lo que sentía respecto a la navidad.

Una festividad que si bien hace un par de años la festejaba junto a mis seres queridos, hoy, en la actualidad, mi mejor compañía era una botella de alcohol en la mano y mi amarga soledad que decidí escogerla como mi más apreciada acompañante hace tan solo unos meses. Para que socializar o relacionarse con demás gente cuando lo único que hacen es traicionarte de formas más que viles y crueles que se es posible.

Lo crearían o no, pero lo más gracioso, lo más estúpidamente hilarante de todo aquello, es que pasaba todos esos días recordando y reviviendo aquellos días donde la estúpida felicidad llenaba mi vida.

Yo nunca fui el borracho sin remedio, antisocial, pedante e idiota que soy hoy en día. Ok, supongo que lo de idiota lo soy ahora tanto como lo fui en el pasado, pero ese no es un detalle que me gustaría profundizar y revelar. Después de todo, a quien le gustaría enumerar las razones para validar la idiotez que posee cada uno.

No, mejor centrémonos en cosas más productivas.

El caso es, antes era alguien, si, aunque no lo crean, tanto mi apellido al igual que mi nombre valían para algo más que absurdos truques hechos por mi padre que en lo general, siempre terminaban en vendiendo mi mano al mejor postor o solo para saldar alguna de sus deudas.

En fin, todos esos años invertidos en mi entrenamiento dieron sus frutos pues una vez que gane mi primer torneo, la fama y la fortuna empezaron a presenciarse con mayor intensidad en mi vida. Empecé a ser lo que muchos dirían, alguien famoso, alguien que de no tener nada más que un padre que al menor intento me cambiaría por un trozo de comida a alguien con fortuna, riqueza y un estatus social que me abrió varias puertas.

Simplemente era el mejor en la tierra en lo que se refiere a artes marciales. Por increíble que pareciera, todos esos años de entrenamiento tan absurdos por parte de mi viejo dieron resultado.

Puede que me equivoque, o tal vez no, el caso es que se preguntaran que fue lo que me paso, ¿Por qué fue que termine así?, ¿Qué me orillo a ser un amargado deprimente antisocial? Se me podrían ocurrir más características para describir lo que soy ahora pero al igual que antes, es algo que prefiero dejar en el anonimato.

De hecho, saben que, mejor dejemos todo esto para otra ocasión, emborracharme hasta perder el conocimiento suena mucho mejor que estar reviviendo aspectos de mi pasado.

En lo que me acerco a la nevera para sacar de ella un par de cervezas, me pregunto cuanto tiempo ha pasado desde que deje de sentir los efectos del alcohol en mi torrente sanguíneo.

¡Dios! Qué vida tan deprimente llevo.

Una vez que tengo lo que quiero en mis manos, dejo aquel par de cervezas en la mesa y busco un destapa corchos en algún punto de la cocina. Una de las desventajas de estar ebrio hasta caer muerto es que olvidas donde dejas las cosas eventualmente.

Desesperado, tomo el llavero en mi bolsillo y con exactitud de un cirujano abro una de las cervezas con la necesidad en boca de beber un enorme trago de aquel líquido embriagante.

Contrario a mis expectativas, una vez que inclino lo suficiente la botella como para que su contenido se vertiera en mi boca, noto que la cerveza estaba vacía. De inmediato abro la otra y para mi sorpresa se encuentra en el mismo estado que la primera. Completamente vacía.

De no ser por lo siguiente que escuche, habría salido de mi apartamento, bajado las escaleras, caminado un par de cuadras para poder reclamar al gordete dueño de la tienda donde había comprado las cervezas y reclamarle por haberme visto la cara.

No pude hacer eso, claramente había escuchado la voz de padre a mis espaldas. Se dirán, que tiene de especial eso, pues les respondo que mucho pues hace un año que él había muerto.

Temeroso, salgo a la sala donde según yo creí que había provenido la voz de él. El cuarto estaba oscuro y sombrío, la única fuente de luz que había era la iluminación artificial de las farolas que alumbraban la calle que se colaban por la ventana dando así, una aspecto tétrico a mi hogar.

De la penumbra de una esquina, la figura de mi padre salió lo suficiente como para que mis asombrados ojos lo pudieran ver.

—¿Qué modales son esos muchacho? ¿Así recibes a tu propio padre?

Empiezo a hiperventilar. Me pregunto en que momento me quede dormido pues era la única razón para poder describir lo que estaba viviendo. O caso es que ya estaba borracho, de ser el caso explicaría aquel par de cervezas vacías.

—No Ranma. No. No estas soñando ni estas pasado de copas, de hecho, ahora que tocamos el tema, ¡yo no te crie para que fueras un vil borracho! Que rayos diría tu madre.

Ignoro lo dicho por él y me fijo atentamente en la figura que tenía enfrente de mí. Esos lentes, esos ojos de aprovechado, ese turbante, no había duda alguna, frente a mi estaba mi fallecido padre. La pregunta era ¿Por qué? ¿Qué hacía aquí?

—Un momento, tu, ¡tú estabas muerto! ¡Te vi en ese ataúd!

—¡En serio me reconoces por lo de aprovechado! Y para tu información, en ningún momento dije que no lo estará.

Se acomodó sus gafas y prosiguió.

—Sigo muerto Ranma. Solamente vengo de visita, bueno más que visita, es por mi trabajo.

Ok, no sabía que debería parecerme más verosímil, que el fantasma de mi padre muerto me visitara en periodo navideño o el hecho de que estaba trabajando.

—¡Muchacho ingrato! ¡Yo siempre estoy trabajando!

—Eso ni tú te lo crees viejo.

Digo a la vez que cruzo los hombros a la altura del pecho. Realmente me sorprende la facilidad con la que me estoy adaptando a los eventos. Normalmente, cuando alguien ve un fantasma la primer reacción seria gritar o tal vez tirar la puerta abajo para poder alejarse de la aparición. Contrario a eso, me encuentro aquí, con el fantasma de mi padre alegando como lo hacíamos en el pasado. Me doy cuenta de lo mucho que lo extraño.

—¿En serio eres tu papa?

—¡Por supuesto que lo soy! Acaso no confías en mí.

De inmediato, me lanzo hacia él y trato de capturar su figura entre mis brazos, tratando de demostrar lo mucho que lo extrañe, pero en cuando lo toco, noto como mis extremidades atraviesan su corporeidad y termino estampándome en la pared de pleno.

Mi padre empieza a reír descaradamente ante mis actos.

—¡Soy un fantasma Ranma!

—Bendita tu suerte, en estos momentos ya te hubiera molido a golpes.

Traga seco una vez que escupo aquellas palabras. Una vez que me recompongo, doy atención a la zona donde recibí mayor impacto, la frente. Solo el sabia como transformar un momento enternecedor en algo completamente acido.

—¿Y qué clase de trabajo te trae a este mundo padre?

—¿Alguna vez has escuchado el relato de los tres fantasmas de la navidad?

Respondo negativamente. En mi vida había escuchado tal relato, aunque es algo que no es de sorprender pues ese tipo de actividades no se encontraban en mi circulo de intereses.

—Bueno, resumiendo, es un relato el cual describe como un trio de fantasmas reviven tu pasado, te enseñan tu actualidad y para finalizar te muestran tu futuro.

En aquel momento, adopto una pose triunfante.

—A partir de hoy, yo representare el fantasma del pasado.

Me cuesta mucho creer lo que acabo de escuchar. Parece ser que lo que dice es verdad. Solamente puedo pensar en la metida de pata que se ha hecho al darle tal puesto a mi padre

—Y todo eso… ¿Qué fin tiene? Para que hacer tanto circo maroma y teatro.

—¡Por supuesto que lo tiene! Y déjame decirte Ranma que es uno muy importante.

—¿Ha si? Dime cual es papa.

Sus balbuceos son bastantes torpes. Me convenzo que ni el mismo sabe la importancia de su "trabajo".

—¡Por supuesto que lo sé! Solamente…este…¡Es algo que tú debes descubrir por tu cuenta! No tiene ningún mérito que yo te lo diga.

A otro perro con ese hueso. Una vez que paro sus inútiles intentos por convencerme que la ignorancia no lo impregnaba y que era yo quien necesitaba encontrar las respuestas, comenzó aquello por lo que aparentemente, él había venido.

—Es hora de mostrarte tu pasado Ranma.

Me pidió que me acercara a la ventana donde momentos antes estaba. Sin saber bien que esperar me acerco con un paso paulatino, me tomo mi tiempo. ¿Así que voy a ver mi pasado? La idea para nada me agrada pues hay bastantes cosas que prefiero olvidar.

Una vez que llego ante el ventanal. Me sorprendo pues a las afueras no había nada, absolutamente nada, solamente había una inmersa obscuridad. De pronto, aquella ventana se convirtió la mirilla a una escena la cual era más que conocida para mí. Abiertamente puedo decir que fue ahí donde perdí los estribos de camino.

Todo lo recuerdo perfectamente. Todas sus palabra, todos sus gestos, lo que yo sentía, lo que pensaba, en fin.

Ese día, la mujer a la cual amaba con locura, la persona a la cual confiaba más, al grado de dejar mi vida en sus manos. Me confesaba que me había engañado con alguien más, que había traicionado y pisoteado la confianza que había puesto en ella. ¡Lo peor de todo! La muy zorra, si, hoy en día la considero así, se atrevió a decir sin tapujo alguno que todo había sido mi culpa. Prácticamente me dijo que yo la había lanzado a las manos de su amante…

Uso toda mi fuerza para quebrar el vidrio que me mostraba tan ingratos recuerdos.

—¡Basta! ¡No quiero ver más!

Sentencio golpeadamente. ¿Qué maldito significado había en recordar esas cosas? El saber que fui un idiota al confiar en ella, ¿en creer que ella me amaba…? No, solamente eran estupideces.

—Te equivocas hijo. Ella en verdad te quiso. Tú fuiste el único responsable por que terminaran así las cosas.

¡Cómo se atreve a decir eso! El único pecado que cometí fue el amarla con locura. Y lo único que recibí a cambio de eso fue una apuñalada en la espalda por la muy…

—Te equivocas.

Asevero. Se lo suficiente como para saber que en estos momentos mis ojos brindaba una mas que gélida y fría mirada a mi padre, el cual se puso nervioso ante tan intimidante mirada. Estaba más que listo para saltar hacia él y causarle el mayor daño que jamás le haya hecho.

—Controla tus deseos asesinos Ranma. Lo único que quiero mostrarte son los errores que cometiste en el pasado.

—Si sigues diciendo eso, soy capaz de profanar tu tumba y moler hasta el último de tus huesos.

Una vez más trago seco ante mi actitud. Se pasa un paño por su frente limpiándose el sudor en ella y prosigue hablando.

—¿Quiero mostrarte algo más?

Me tiende su mano derecha. Me niego de inmediato a tomarla, si me va a mostrar cosas como la última prefiero no ver nada más. Sin embargo es lo bastante insistente como para que me aventure a tomarla; me sorprendo pues la última vez que intente tocarlo simplemente no pude. Antes de que reclamara, nuestro entorno cambio de inmediato. En cuestión de segundos, nos hallamos en algo que parecía ser una fiesta de navidad.

Tardo en darme cuenta de donde estaba parado. Era la casa de ella. La casa donde viví bastante tiempo. Antes de que iniciara mi actividad como peleador de torneos.

—Una vez más, te equivocas Ranma.

Lo encaro una vez más a mi padre.

—Haz memoria. ¿Quieres?

Empiezo a recorrer el cuarto, noto como los presentes pasan de mí como si fuera un fantasma. Ignoro eso y me concentro. Piensa Ranma, piensa, piensa. Tardo pero por fin caigo en cuenta. Aquella navidad fue la primera que pase lejos de ella después de conocerla. Recuerdo que en aquella semana tuve que viajar a china para poder pelear por ser el mejor de mundo. En pocas palabras, fue en esa semana cuando empecé a ser alguien en el mundo.

—Muy buena memoria hijo.

—¿Por qué me muestras esto? ¿Qué tiene de relevante esto?

—Mucho y poco a la vez.

Respondió. No hice mucho caso pues a la habitación entro la mujer que amaba junto a su amante. Como lo hice con anterioridad, me lance hacia el espejismo pero como sucedió antes, solo pase de ese imbécil y me volví a estrellar en la pared.

Una vez más mi padre estallo de risa. Eso hirvió mi sangre.

—Jaja…hasta un ratón aprende más rápido que tú.

—¡Cállate!

Trato de controlarme pero simplemente no puedo, tengo la enorme necesidad de golpear algo, de poder descargar toda la ira que sentía en aquel momento. Como fui tan idiota para no ver las cosas. A saber cuántas veces me engaño con ese idiota.

—¿Y tú cuantas veces la engañaste Ranma?

Esto era el colmo. Como si quiera se atrevía a decir tan osadas palabras. Era injurioso a mi persona. Ni con la mente llegue siquiera a engañarla.

—¿En serio? ¿En serio te crees tus palabras?

—¡Deja de leer mis pensamientos! Y por favor, jamás la engañe…

—¿No? Déjame refrescar la memoria chico…

Una vez más, el entorno se volvió borroso hasta que desapareció en el infinito. Chasqueo sus dedos y de pronto nos encontramos en una escena más de mi pasado.

De inmediato recordé aquella escena. Ocurrió unos días después de aquella navidad. Había vuelto de china después de haber sido ganador del torneo que me capulto a la fama. A mi llegada, mis padres al igual que los de mi prometida y sus hermanas me recibieron con efusividad por mi triunfo.

Una vez que estuve a solas con ella, note que algo no andaba bien. Me recibió con bastante frialdad, apenas se alegró por mi regreso. Su actitud no le di mayor importancia, creí que solamente le había pasado algo que afecto su humor, que con el tiempo se le pasaría.

Con atención, mire la escena que se empezaba a desarrollar frente a mis ojos.

—¿Te puedo hacer una pregunta Ranma?

—Claro.

—¿Fuiste solo a china? ¿Alguien más te acompaño?

Vi como mi yo del pasado se tensó.

—No-no ¿porque?

La chica se alejó aceptando la respuesta. Perfectamente sabía que eso fue una mentira, no podía decirle que otra de mis supuestas prometidas se las había arreglado para ir a china junto a mí, al tiempo que consiguió que ambos nos quedáramos en el misma habitación en nuestra estadía por esos lares. A saber lo que se hubiera imaginado si se enterara.

—Lo bueno es que no la engañabas.

Murmuro mi padre a mis espaldas.

—¡Eso es diferente! Si le mentí fue por su bien. Tú sabes muy bien lo melodramática que era…

—Lo sé, lo se Ranma. Desafortunadamente ella se enteró de tu "aventura" con Ukyo y déjame decirte, que no fue muy agradable la forma en que lo hizo.

Tal vez sobre exagere mi reacción pero realmente no estaba enterado de ese dato. Aunque realmente, si se enteró, eso no excusa su infidelidad y su tracción, si bien oculte la verdad no llegue a engañarla con Ukyo. Eso jamás.

—Para ella no fue así. Ukyo fue la que le conto y se encargó de torcer la realidad para decirle que te habías acostado con ella. Incluso fue capaz de mostrarle un par de fotos donde te veías con el torso desnudo y con ella a tu lado en una cama de hotel

Eso no era cierto. El suelo me empezó a dar vueltas, poco a poco me empezó a parecer bastante frágil el terreno que pisaba. Ukyo simplemente no era capaz de hacer esa atrocidad, ella era mi mejor amiga o mejor dicho, fue mi mejor amiga, ¿Acaso fui tan ciego como para no ver su verdadero ser?

—Después de eso quedó destrozada. La imagen que tenia de ti se derrumbó en un instante. Quiso de alguna forma regresarte lo que tú le hiciste sentir, quería lastimarte y lo mejor que se le vino a la mente fue acostándose con alguien más. Ojo por ojo…

—¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate de una maldita vez!

Caí al suelo de rodillas. Hice un refugio con mis piernas y mis brazos, lo bastante acogedor como para poder esconder mi rostro entre mis extremidades. Eso no era verdad, simplemente era un cruel invento del viejo. Yo no pude haberla lanzado a los brazos de otro hombre. ¡Fue ella la que me engaño! No yo…

Siento la pesada mano de mi padre en mi espalda encorvada.

—Vez lo importante de hablar con la verdad hijo.

Tallo mis ojos buscando secar las lágrimas que empezaban a brotar de mis lagrimales. Fui un idiota. Todo este tiempo la culpe por algo que yo provoque, todo por no querer confrontar las cosas. Tal vez si hubiera sido más valiente, hoy en día seguiría junto a su lado.

Levante una vez más mi mirada y para mi sorpresa me hallaba de nuevo en mi sombrío apartamento. Una vez más me pregunte si había soñado o simplemente todo fue una alucinación provocada por el alcohol. Sin embargo, el fantasma de mi padre parado frente a mí, me decía que todo lo que vi y presencie fue la pura realidad.

Con trabajo logro ponerme de pie y miro a mi padre.

—Esto es todo lo que tengo por mostrarte hijo.

Asiento con la cabeza, todavía afectado por las escenas del pasado que se revelaron frente a mis ojos.

—Realmente fue un gusto volver a verte Ranma.

Sin decir mucho más. Se acerca a mí con los brazos abiertos con la clara intención de darme un abrazo de despedida. Yo lo permito. Tras decirnos adiós mutuamente, noto como desaparece sin dejar rastro alguno. Solamente escucho sus últimas palabras.

—Prepárate para recibir el fantasma del presente hijo…

Fin del primer capitulo