Me presento en esta zona! Mi nombre es Mirshauder y esta es mi primera historia por supuesto SONADOW al que no le guste no lo lea.
Sonic y cía. no me pertenecen, son del Sonic Team! solo los uso porque... bueno, pues porque necesito entretenerme XD, a exepcion de los otros personajes que no son de SEGA y la historia por supuesto.
nota: los personajes aqui estan vestidos y los pensamientos son los que están en paréntesis y cursiva y la repetición de palabras del pasado sólo en cursiva.
RESUMEN: Sonic había sido el esposo perfecto y el año de matrimonio que había acordado había sastifecho todas las expectativas de Shadow. Pero concluido éste, el atractivo abogado se resistía a poner fin al contrato. Sonic también deseaba que Shadow fuera un verdadero marido, y no sólo uno de conveniencia. ¿Les impediría su orgullo llegar a otro acuerdo matrimonial, esta vez definitivo?
CAPÍTULO 1
Shadow se quedo mirando al erizo que tenia enfrente. Se trataba de un erizo de belleza serena. Desde que lo conocía, la gente siempre había dicho que era una nueva versión de la princesa Grace Kelly. Él estaba de acuerdo en que había un cierto parecido en el físico y en el estilo.
Las erizas lo envidiaban y siempre lo envidiarían. Y los erizos lo envidiaban a él por tener el derecho de exclusividad sobre su compañía. Algún día, el mundo entero lo admiraría.
-¿Sonic? Como bien sabes, nuestro matrimonio de conveniencia terminó a las seis en punto de la mañana. Habrá habido momentos en los que pensaras que el veintiocho de marzo no iba a llegar nunca…
Él cruzó sus largas piernas, con aire muy femenino.
-Estarás de acuerdo en que los dos esperábamos con ansiedad esa fecha…
Él asintió con la cabeza.
-La anulación significa que puedes volver a ser Sonic Dawson, el famoso más atractivo y perseguido erizo de todo el estado. Ahora que estas libre, los chicos/as harán cola para conquistar tu corazón. Y algún afortunado/a lo conseguirá.
-¿Eso crees? –Pregunto el, con unos ojos verde esmeralda sonrientes.
-Lo sé –dijo él con una mueca-. Probablemente, lo encontraras antes de que acabe el año. Quizás en tu viaje alrededor del mundo. ¿Has hecho ya las maletas?
-Sí.
-Una limusina pasará a recogerte dentro de dos horas. ¿Tienes los billetes? ¿Todo listo?
-Ya no tienes que preocuparte por mí –le contestó con una sonrisa-. Ya me cuidaba solo antes de conocerte y así volverá a ser ahora.
-Ya lo sé –aseguró él, poniéndose serio-, pero después de un año de matrimonio… todavía tengo esa costumbre.
-Una vez que me pierdas de vista, te olvidarás de mí –advirtió él, con tanta presteza que él se sintió un poco molesto.
Shadow cambió de postura en su asiento.
-Has cumplido con tu parte del trato mucho mejor de lo que hubiera esperado. La recompensa está en este sobre, pero ninguna compensación económica será suficiente para expresar mi gratitud por tu sacrificio. Siempre estaré en deuda contigo.
-No tienes por qué.
Había fuego en esa respuesta, un fuego que lo sorprendió.
-Bueno, me imagino que tenemos que despedirnos –dijo, mientras se apartaba del sillón de cuero del escritorio y se ponía de pie.
Al caminar hacia él, la suave fragancia floral de Sonic inundó sus sentidos.
-Gracias por todo, Sonic. Eres un erizo adorable y te mereces todo lo mejor. No hay nadie como tú. Nunca te olvidaré.
Le dio un suave beso en su delicada mejilla de piel melocotón y abandonó con la creciente sensación de haber perdido algo. Ese sentimiento también lo sorprendió.
Sonic esperó hasta oír cerrarse la puerta principal para correr hacia la ventana. Desde allí, observó detenidamente al erizo de pelo oscuro y mechas rojas que le había robado el corazón. Sintió un dolor profundo al verlo ocupar el asiento trasero sin siquiera volver la cabeza para decir el último adiós.
Un año atrás, el padre de Shadow, el poderoso senador de Rhode Island, Hershal Wainwright, había conseguido al nuero que deseaba. Dos meses más tarde logró algo que deseaba aún más: ser reelegido para el Senado de Estados Unidos.
Shadow Wainwright era el hijo menor del senador, así como el mas brillante y el que tenía mas carisma y en canto. Era el favorito indiscutible de la gente y todos opinaban, su padre incluido, que un día terminaría en la Casa Blanca. Él también había conseguido lo que quería: librarse de un matrimonio provisional. Ese contrato había logrado su propósito y, de nuevo, era librarse para vivir según le dictaba la conciencia.
Los dos erizos avían conseguido lo que querían. Era el turno de Sonic…
El primer paso era cancelar la limusina que Shadow había pedido par él. Una vez hecho eso, se pasó el resto del día dando los últimos retoques a un plan secreto.
Esa noche, a las siete, entro en el Club Marítimo de Newport. Llevaba un traje de seda diseñado por Fabrice, su modisto francés favorito.
Las cabezas se giraban al verlo pasar en dirección al maître. Le pidió que no sirviera la cena hasta que él se lo dijera y, respirando profundamente, entró en el comedor privado donde lo estaban esperando. Había invitado a sus padres y a los de Shadow para celebrar su primer aniversario. Como era habitual, los encontró enfrascados en temas de política.
Desde la reelección del senador Wainwright, este había insistido en que su padre, que formaba parte del Consejo de Dirección de la Reserva Federal, aceptara el puesto de Ministro de Hacienda si se lo ofrecían. El anterior ministro había fallecido recientemente, dejando la cartera vacante.
-Buenas noches a todos- dijo Sonic al llegar a la mesa. Los saludó y besó a todos, y al padre de Shadow le dio un abrazo especial. Nunca había ocultado a Sonic que el gustaba como nuero. Pero por desgracia, cuando escuchara lo que tenía que contarles, no volvería a repetirse tales demostraciones de afecto.
Cuando llegó a su asiento, Sonic permaneció de pie un momento.
-Tengo algo que contaros antes de la cena.
-¡Oh, tesoro! –Gritó su madre rebosante de felicidad-. ¿No prefieres esperar a que tu marido llegue antes de darnos la noticia?
A Sonic le hubiera gustado evitarles ese sufrimiento, pero se trataba de una cuestión vital. Estaban seguros de que les iban a anunciar el próximo nacimiento de un pequeño Wainwright…
-No va a venir mamá.
Su tono sonó tan serio que les borró la sonrisa de lacara y el aire festivo de la habitación se evaporó. Había practicado esas palabras durante todo el día, pero en casa no tenia audiencia. En ese momento, era el foco de atención de cuatro pares de ojos expectantes.
(Perdóname, Shadow. Lo que voy a hacer no estaba en tus planes, pero te amo demasiado para permitir que salgas de mi vida).
-Cómo todos sabéis, hace diecisiete meses Shadow me invitó a cenar. Cuando llegué a casa llevaba un anillo de compromiso. Cinco meses más tarde, nos casamos. Pero nunca os he contado los detalles de aquella noche. Ahora es el momento de revelarlos.
-Pareces tan seria… -gimió su madre.
Sonic tragó saliva, intentando mitigar el dolor.
-Por favor escuchadme.
-Te estamos escuchando, cielo –aseguró su padre asintiendo con la cabeza.
-Gracias. Después de aquella cena, Shadow me preguntó: ¿Es cierto lo que dice mi padre, que algún día, te gustaría acabar como primera dama de la Casa Blanca? -contó Sonic mirando a los ojos al padre de Shadow-. Por supuesto, las palabras de tu hijo me pillaron desprevenido, porque yo nunca había dicho nada parecido.
-Solo eran las ilusiones de un viejo que te quiere mucho, Sonic –murmuró el senador, después de aclararse la garganta.
Esa confesión le habría agradado si no le hubiera causado tanto daño.
-El caso es que estaba tan enamorado de Shadow, tan encantado de estar con él que en medio en broma, le contesté ¿No es el sueño de cualquiera?. Shadow me miró y después añadió: En ese caso, tengo una propuesta que hacerte. Yo pensaba que quería proponerme matrimonio, pero nada más lejos de la realidad. Con un tono formal, me confesó que había llegado un momento en su vida en el que necesitaba casarse de manera temporal. La palabra temporal hizo que mis sueños se esfumaran.
Las manifestaciones de sorpresa resonaron en el comedor privado del club.
-Para gran dolor mío, me explicó que ese chico o chica debía tener un nivel muy alto y que, como esposa o esposo suyo, debía ocupar un lugar en público, de ves en cuando, cuando él estuviera fuera encargándose de ciertas actividades que no quería que nadie conociese.
-¿Qué actividades? –preguntó el senador, que había perdido los nervios.
-Dejadme acabar –pidió Sonic, e hizo una pausa para tomar aliento-. Shadow me dijo que en esos momentos, su padre se estaba preparando para las elecciones al senado y que se merecía una campaña libre de preocupaciones. Me contó que sabía que si se casaba conmigo, haría muy felices a sus padres.
-¡Pero también a él! –exclamó la madre de Shadow.
Sonic adoraba a su suegra y la miró, negando con la cabeza.
-No. Después me habló de las condiciones. Me aseguró que si me casaba con él, nuestro matrimonio pactado terminaría pasado un año. El veintiocho de marzo, quedaría anulado de manera legal.
-Este hijo mío debe estar mal de la cabeza-. Señaló el padre de Shadow.
-No solo él –susurró Sonic, con tristeza-. Por mi colaboración, recibiría una generosa suma de dinero que me permitiría ser económicamente independiente. Saldría del matrimonio tan puro como el día en el que contraje y estaría libre de casarme con algún aspirante a la Casa Blanca.
Todos lo miraban estupefactos y Sonic decidió que era mejor continuar mientras pudiera.
-Como todos sabéis hoy estamos a veintiocho. Shadow ansiaba que llegara esta fecha –aseguró con voz trémula-. Esta mañana, se marchó para embarcarse en una nueva vida, cualquiera que sea. Y no va a volver.
-Si está pensando en gastarnos una broma, no es nada divertido. –dijo el senador.
-No, ya sé que no –susurró Sonic, angustiado.
Los ojos del padre de Shadow mostraban confusión, algo muy raro en él.
-¿Qué quiere decir que no va a volver? Tiene un bufete de abogados que dirigir. Entre otras cosas. Además, ya tengo algunos proyectos que son vitales para su futuro en la política.
-No me has estado escuchando –se quejó Sonic, moviendo la cabeza-. Durante los últimos meses, ha estado desviando las causas pendientes a otros abogados del bufete, para poderse marchar sin trabas. Llegado el momento, se pondrá en contacto contigo. Pero creo que tardará un tiempo.
-Tonterías.
El hiso caso omiso del gesto enfadado del senador.
-Para no avergonzar a ninguna de las dos familias, preparó a los empleados de la casa y de la oficina diciéndoles que, como yo he sido el centro de todas las miradas desde que nos casamos, nos íbamos a dar la vuelta al mundo. Se supone que ese viaje nos iba a mantener alejados unos seis meses.
De nuevo, los cuatro comensales la miraron con incredulidad.
-Os escribió unas cartas para contaros el asunto del viaje. Me imagino que las recibiréis mañana -les indicó y se aclaró la garganta-. Si yo hubiera seguido sus planes al pie de la letra, ahora estaría en París, disfrutando de mis largas vacaciones. Pero, como podéis comprobar, no lo he hecho porque…
-¡Ya es suficiente! –gruñó su padre, poniéndose de pie. Al dejar la servilleta sobre la mesa, volcó su copa de vino-. ¿Un matrimonio por un año? Nunca en mi vida hubiera escuchado semejante disparate. ¡Cómo se atreve Shadow a hacerte esto! ¡Como se atreve!
Jamás había escuchado a su padre tan enfadado.
-¡Por favor, papá, siéntate! Todavía no he acabado.
-¿Qué le pasa a nuestro hijo? –preguntó la madre de Shadow, al borde de la histeria, mientras tiraba de la manga a su marido.
-No me lo puedo creer que esto haya ocurrido –dijo la madre se Sonic moviendo la cabeza de un lado para otro-. Sencillamente, no me lo puedo creer. Sonic, él actuó de manera despreciable, pero, ¿Qué te llevó a ti a aceptar semejante preposición? Por dios, tesoro, te hubieses casado con el hombre que hubieses querido.
-Porque soy tonto. Estaba convencido de que, una vez de que estuviéramos viviendo juntos, rompería ese miserable contrato y haría de nuestro matrimonio un matrimonio real. Pero he aprendido que no se puede obligar a nadie a que te ame. Como habíamos hecho un contrato, no me atreví a intentar convencerlo de que abandonara sus planes.
-¿Qué planes? –estalló el senador, que estaba empezando a perder la paciencia.
-No tengo ni idea –respondió el con sinceridad-. Será él quien nos lo cuente; cuando esté listo.
-¿Dónde está mio hijo? –preguntó con las mejillas enrojecidas Hershal Wainwright.
-Todavía no lo sé, pero estoy en ello –contestó Sonic.
-¿Quieres decir que se ha marchado? –preguntó el senador intentando asimilar lo que había sucedido.
-Sí, pero he contratado a un detective para que lo siga.
-Gracias a Dios que tuviste buen sentido –dijo el padre de Shadow, un poco más aliviado.
-La idea de casarse contigo como tapadera de unas actividades es absurda –intervino el padre de Sonic, meneando la cabeza-. ¿Qué tipo de hombre utilizaría a un chico de esa manera? ¡Especialmente, cuando ese chico es mi precioso hijo!
Antes de que todo le estallara en la cara, Sonic tenía que acabar con el asunto.
-No culpéis solo a Shadow. Yo dije que sí a su propuesta. Pensadlo un minuto. Él podía haber actuado de forma egoísta y desaparecer en medio de la campaña de reelección. Habría hecho mucho daño, pero Shadow no quería eso, de manera que lo planeo todo para no provocar ningún escándalo. ¿No lo entendéis? Es el hombre más honesto que he conocido en mi vida.
-¿Honesto? –soltó su padre-. Se aprovechó de tu vulnerabilidad y te rompió el corazón.
-Pero eso él no lo sabe, papá.
-¿Qué quieres decir?
-Que nunca le dije lo que sentía. No se lo iba decir sabiendo que no me amaba… De puertas adentro, llevábamos vidas completamente independientes. Él creía que yo era feliz con nuestro arreglo.
-¿Cómo podía estar tan ciego? – inquirió su madre, moviendo la cabeza.
-Porque pensaba que yo quería un marido en la Casa Blanca, mamá. No tiene ni idea de que él es el único hombre al que quiero. Por eso no me fui de viaje. Tan pronto como conozca su destino, iré a buscarlo, con mi propia propuesta.
El senador saltó de su silla.
-¡Esto es culpa tuya, Sonic! Me lo tenías que haber contado todo hace meses, para que yo pudiera haber evitado esta tragedia. ¡Has lo que tengas que hacer, pero lo quiero en casa antes de que acabe la semana!
-Yo también quiero que vuelva -le aseguró él manteniéndose en sus trece-; pero no va a ser fácil. Shadow ya no es mi marido. Cuando dijo adiós esta mañana, se despidió para siempre. Confiaba en mí y lo que voy a hacer podría volverse contra mí. De hecho, solo pensar en verlo me da pavor. Pero es un riesgo que tengo que correr –afirmó, haciendo un esfuerzo para respirar-. Porque la vida no merece la pena sin él.
El senador estaba ahí con la boca abierta. Por primera vez desde que Sonic lo conocía, estaba atado de pies y manos.
Pero no permanecería así por mucho tiempo. Como bien sabía ella, sus tentáculos llegaban a muchos sitios. Cuando quería algo, era prácticamente imparable. Mejor que nunca, Sonic comprendió por qué Shadow había llegado a un atolladero con su padre hacia algún tiempo. Un escalofrió le recorrió la espina dorsal.
-Voy a necesitar la ayuda de todos –continuó él-. Por el momento, tenéis que fingir que no sabéis nada del asunto. ¿Harías eso por nosotros?
-Si esa es tu decisión –respondió su padre con ojos sombríos-, no tenemos ogtra elección.
-Gracias papá. Os prometo que estaré en contacto con vosotros. Ahora tengo que marcharme…
-No, Sonic –intervino su madre, levantándose de la mesa ella también-. No puedes marcharte todavía.
-Tengo que irme, mamá. Le dije al detective que me llamara a las nueve y quiero estar en casa para atender esa llamada. Puede que pasen días, o incluso más tiempo, antes de que conozca el paradero de Shadow. Después ya podré hacer mis planes, pero mientras tanto, cuento con vosotros para hacer que todo parezca normal. Eso era lo que Shadow quería.
Hershal Wainwright lo atravesó con la mirada. La misma que utilizaba para intimidar a la gente que no le gustaba. Al colocar su lealtad al lado de Shadow, por encima de él, había perdido su apoyo.
Era un pena, porque había cualidades en el senador que habían comenzado a apreciar desde que se había convertido en su suegro. Además, había hecho mucho bien en el mundo.
-Espero que hagas entrar en razón a mi hijo, Sonikku…
Aunque no añadió las palabras o si no, la advertencia era evidente.
El padre de Shadow tenía miedo. Y ella también…
Les lanzó un beso de despedida y se marchó hacia la limusina que le esperaba en la puerta.
-Lléveme al Oyster Inn, por favor. He quedado allí con unos amigos; ellos me llevarán después a casa.
-Muy bien, señora Wainwright.
En cuanto llegaron al restaurante del centro de Newport, el chofer le abrió la puerta y se marchó. Al verse solo, Sonic caminó hasta la esquina y giró a la derecha. Esa misma mañana, había comprado un coche azul pequeño de segunda mano que había aparcado en aquel lugar.
Tenía un teléfono móvil en una de las maletas y varios cambios de ropa. Rápidamente se cambió y se puso una peluca (con la peluca las púas son como las de Amy pero mas largas y azules con el fleco color café oscuro tipo copete de niña pero de lado como se usan y los lados del copete mas largos del tamaño de la cara) obteniendo una apariencia más femenina de la que ya tenía. Tomó el móvil, terminó sus últimos toques y se sentó al volante; estaba ansioso por macharse lo antes posible de Newport.
Probablemente, el senador todavía estaría en el club con su esposa y sus padres, pero no tenía ninguna duda de que se habría ausentado el tiempo suficiente para ordenar que vigilara la fabulosa casa que Shadow le había dado como regalo de boda.
No pasaría mucho tiempo antes de que le pincharan el teléfono. El padre de Shadow haría que la espiaran hasta que encontrara a su hijo.
Mientras estaba casado con Shadow, había aprendido muchas cosas sobre el senador que no habría descubierto a simple vista, cuando fue a trabajar para su campaña dos años atrás.
Para el senador Wainwright, la familia era muy importante. Sus hijos eran como sus posesiones, y su palabra la ley. Aunque los adoraba, consideraba una gran ofensa si alguno quería apartarse de la familia. Especialmente Shadow, a quien consideraba su favorito.
Lo que su hijo pequeño acaba de hacer ese día equivalía a la más alta traición. Impensable. Imperdonable. Lo había visto con sus ojos. No se detendría ante nada hasta que consiguiera llevar a su hijo de vuelta al redil, incluso si eso significaba tener que vigilar a Sonic en su propia casa.
Pero él tenía a su favor el elemento sorpresa. Cuando el senador se diera cuenta de que lo había burlado, ya estaría a miles de kilómetros de distancia.
La llamada que estaba esperando llegó a las nueve en punto. Su corazón dio un vuelco al contestar el teléfono.
-¿Sí?
-¿Señora Dawson?
-Soy yo, Vector. ¿Qué ha encontrado?
-Su marido tomó un avión a Providence y después, se montó a un todoterreno con matricula de Montana.
-¿Montana?
Había pensado que quizá se hubiera marchado al extranjero en avión privado.
¿Había alguien con él?
(Por favor, no me diga que era una mujer).
-Al principio no.
(¡Oh, no!)
Pero antes de marcharse de la ciudad, paró frente a una academia militar y recogió a un chico y a una mujer.
-¿Lo vio bien? –preguntó, muy sorprendido.
-Sí. El chico debía tener unos catorce o quince años. Alto, delgado y moreno. La mujer era morena y parecía tener entre treinta y cuarenta. Atractiva.
(¡Dios mío!) ¿Sería el hijo de Shadow? ¿Sería ese el gran secreto que había ocultado a todos? Si era así, ¿Quién era la mujer?, ¿la madre?, ¿la amaría Shadow?
Demasiadas dudas. Sonic sentía tanto dolor que apenas podía respirar.
-¿Señora Dawson?
-¿Sí?
-Sólo quería comprobar que seguía ahí. Mi ayudante y yo lo hemos seguido hasta Erie, Pennsylvania, donde acaban de aparcar a la puerta de un motel. Me imagino que van a pasar aquí la noche.
¿Shadow estaba en Erie? Eso significaba que había conducido sin parar desde que recogió a sus pasajeros. Mientras había estado casados, algunas beses temió que estuviera con otra. Pero saber que estaba en un motel con… eso le destrozaba.
-Mi ayudante, Espío, va a vigilar mientras yo duermo en la parte trasera de la furgoneta. Usted tiene el número del móvil. Llame cuando quera que la pongan al día.
-Gracias. Así lo haré –murmuró, con una voz temblorosa por el temor de que Shadow hubiese estado enamorado de esa mujer todos esos años. ¿Sería alguien que su familia rechazaba?
Si ese fuera el caso, no había ninguna duda sobre por qué nunca había roto los términos del contrato que había hecho con ella. ¿Cómo iba a desear hacer el amor con él mientras la madre de su hijo esperaba que estuviera libre?
Sonic no sabía que pensar.
-Por favor, no lo pierdan de vista – le suplicó al detective-. Ahora mismo me pongo en camino hacia Pennsylvania.
-Nunca hemos perdido a nadie.
-Sobre todo, no permitan que los vea. Tiene que entender que él no quiere que sepa dónde está.
-Ya lo sé, señora Dawson. Tiene que confiar en nosotros.
-Entonces, imagino que ya no hay nada más que decir –dijo Sonic y colgó el teléfono. Todavía le daba miedo que algo saliera mal y no volver a ver a Shadow.
Una hora más tarde, sus ojos comenzaron a cerrarse. Cuando vio la siguiente indicación de alojamiento, salió de la autopista y paró para pasar la noche. Antes de dormir hizo la última llamada. Shadow todavía estaba en el mismo motel. Con ella…
Después de dar las gracias a Espío por la información, Sonic hundió la cara en la almohada y la empapó con sus lágrimas.
-Lo vamos a pasar genial.
-¿Tu crees?
Shadow sonrió al chico de quince años que estaba sentado en la parte trasera del vehículo. Había influido en el tribunal para que mandaran al problemático muchacho a una academia militar en lugar de un reformatorio. Desde entonces, lo visitaba de ves en cuando y, con el paso del tiempo, había aprendido a apreciarlo.
-Seguro. No me lo puedo creer que estemos llegando.
-No te olvides de que es un experimento.
-Lo sé.
-Te han dejado salir bajo mi responsabilidad. Si no obedeces las reglas, estaré atado de pies y manos y tendrás que volver a la academia.
-Odio ese lugar. Es como una prisión.
-Te aseguro de que no se parecen en nada.
-Le prometo que no me voy a meter en líos –dijo después de un largo silencio.
-Eso espero, Clay. Yo me disgustaría, pero a tu madre le romperías el corazón. Además, tienes que hacerlo por ti mismo.
El choco asintió con la cabeza.
El viaje ya había servido para un par de cosas. En primer lugar, Clay y su madre se habían visto después de varios meses. Ya la habían dejado en el aeropuerto de Chicago para que volviera a Providence. Al ser alcohólica, era lo máximo que podía viajar sin tomar una copa.
Pero lo que Shadow se refiere, había logrado meterse en la cabeza del muchacho el tiempo suficiente para entablar una relación con él.
El adolecente había nacido en el seno de una familia adinerada que no sabía nada sobre cómo educar a un hijo. Desgraciadamente, la muerte del padre de Clay de cáncer hacía dos años, había dislocado su mundo. Incapaz de vivir con su dolor, no digamos con el de su madre alcohólica, se había metido en líos con otros chicos de buena familia de Providence. Todos tomaban drogas y habían dedicado a destrozar sus exclusivos barrios por el simple placer de hacerlo.
Desesperada, la madre de Clay había contactado los servicios de Shadow para que defendiera a su hijo en los tribunales. Pero que mandara al chico a una academia militar solo había sido una solución provisional. Ya que Shadow estaba libre, Clay recibiría la ayuda psicológica y emocional que desesperadamente necesitaba.
Según por la nieve ya pisada, un letrero muy familiar apareció a la derecha.
Bienvenido a Marion, Montana. Ha llegado al país de Dios.
Shadow había pasado por allí docenas de veces durante el último año. Significaba que su largo viaje a través de Estados Unidos estaba a punto de finalizar.
Mientras tanto, en Newport, las dos familias habrían recibido las cartas que les había enviado. Aunque les había dicho a sus padres que se había marchado al extranjero, todavía cabía la posibilidad de que el senador lo encontrara. Por eso había decidido hacer el viaje en coche, para no dejar huellas.
En un par de meses, volvería a escribir para comunicar su separación.
Menos mal que Sonic se había marchado a París. Estaba seguro que allí lo pasaría en grande con sus amigos.
Le había devuelto la libertad, pero aún no podía imaginárselo con otro hombre. La sola idea le hacía mucho daño. La imagen y la voz de Sonic habían renunciado a abandonar su mente y sus sentidos y suponía que el hechizo aún duraría mucho tiempo. Uno no vivía durante un año en la misma casa que Sonic y salir totalmente ileso.
Por otro lado, no se había dado cuenta de lo profundo que él había llegado. El largo viaje habría sido un verdadero tormento si tuviera todo ese tiempo para pensar.
Probablemente, no pasaría mucho tiempo antes de que apareciera que él se iba a casar con alguien que, claramente, apuntara hacia la Casa Blanca.
Veinte minutos después, vio algo que interrumpió sus tortuosos pensamientos.
El Rancho del Pino para chicos.
Cuando Shadow vio el letrero en la puerta, dio un suspiro y frenó. Knuckles debía de haberlo puesto para él. Era un regalo de bienvenida muy especial. El mejor que alguien podría recibir para alejar unos sentimientos que quería olvidar.
Cuan do llegó a ese lugar por vez primera, hacía dieciocho meses, todo el rancho le había parecido perfecto. Setenta y cinco mil acres de prados verdes con algunos pinos y ganado suelto pastando. Una cinta azul llena de truchas danzarinas cruzaba el terreno. Y, al fondo, un bosque. Se trataba de un valle fértil, con un par de cabañas de madera aquí y allá, rodeado de montañas y nieves perpetuas.
La estampa había calado hondo en el inquieto corazón de Shadow.
Hasta ese momento, había eludido sus necesidades, aspiraciones y deseos, como si de una brisa imposible de alcanzar se tratase. Pero entonces descubrió ese rancho y, de repente, todos sus anhelos cristalizaron el él.
Dios sabía que había viajado mucho, más que la mayoría de la gente; pero era ese lugar dónde echaría raíces.
-¿Hemos llegado? –pregunto Clay, nervioso.
-Si. Ya estamos en casa.
Pero sin Sonic, la palabra sonaba hueco. Sin embargo, era una realidad con la que Shadow tendría que vivir.
Conduciendo despacio, se adentró en su propiedad. Aunque acababa de comenzar la primavera, parecía que era invierno.
-¿Por qué no le puso al rancho su nombre?
Los pinos estaban aquí antes de los Wainwright. Espero que estés hambriento, porque seguro que Vainilla nos ha preparar su famoso chile con carne.
-¿Es su mujer?
-No –contestó Shadow, exhalando un suspiro-. Es la cocinera.
-Mamá me enseñó una fotografía de la señora Wainwright que había recortado en el periódico. Es guapísima.
-Estoy totalmente de acuerdo –dijo Shadow. A decir verdad, se trataba de él chico más guapo que había visto en su vida.
-¿Está ella en el rancho?
-No –respondió agarrando el volando con fuerza.
-¿Cuándo vendrá?
-No va a venir Clay. Ahora mismo, está dando la vuelta al mundo.
-¿Po qué? –preguntó el chico sorprendido.
-Necesitaba tiempo para sí mismo. –respondió frotándose la barbilla.
-¿Se van a divorciar? –quiso saber Clay.
Había hecho una pregunta clara y directa, esquivarla sólo provocaría más curiosidad.
-Ya estamos divorciados.
-¿No quería vivir en el rancho?
-Donde realmente le gusta vivir es en la Costa Este.
-¿Conoce el rancho?
-No –contestó Shadow con sudor en la frente.
-Pero eso era una tontería. Solo tenía que haber echado un vistazo a este lugar y nunca se habría marchado.
Shadow meneó la cabeza. Jóvenes... ven la vida tan sencilla.
-Eso nunca va a suceder.
-¡Qué pena!
El chico todavía lloraba la muerte de su padre. Decirle adiós a Sonic no parecía muy diferente para Shadow…
-Cómo ya has podido comprobar en tu propia piel, la vida no siempre sale como a uno le gustaría. ¿Qué te parece si los dos olvidamos el pasado? Solo cuenta lo que ocurra a partir de este momento, ¿de acuerdo?
-Eso parece un poco difícil –dijo el chico con la cabeza agachada-, pero lo intentaré.
-Acepto el trato –dijo, dándole una apalmada en la espalda. Un a vez más el chico se había ganado su corazón.
sientanse libres de comentar.
