¿saben que es genderbender? Bien es a lo que yo llamaría un cambio de género.

En este pequeño mundo que he creado los personajes de Invader Zim siguen siendo los mismos con la única diferencia que son como el sexo opuesto.

Era una pequeña idea que comente con una amiga una vez, pero lo deje hasta ayer en la noche, cuando la inspiración me golpeo en la cara y no tuve más remedio que seguirle la corriente.

En esta historia Gretchen es nuestro personaje principal pero aquí es un chico (Gregory) que busca la atención de su amado Dib (Drina) y por supuesto sin olvidar la participación de nuestro amado Zim (Zin). Y muchos personajes más =D (haré lo posible para que se entienda quién es cada quién).

Es la primera vez que haré algo así y déjenme decirles que para que esto pasé tengo que amar mucho la serie, y yo amo Invader Zim. Así que bueno, disfruten la historia.

Invader Zim pertenece a Jhonen Vasquez. La historia es mía.


Capítulo 1: Un pequeño malentendido

Se aferró al lavado y abrió el grifo a todo lo que daba, hundió las manos en el tazón lleno de agua antes de decidir que era mejor sumergir la cara, la hundió y luego respiro hondamente dejando entrar el aire a sus pulmones. Y se miró en el espejo.

"Estoy listo."

-Hoy es el día –le dijo mirando fijamente su reflejo, quién le devolvió la mirada con decisión- hoy le hablare, sí.

Asintió y reflejo se lo devolvió.

-¡Gregory, vas a llegar tarde a la escuela! –gritaron detrás de la puerta.

Ante el llamada se desconcentro de su pequeña charla motivacional, agarro el peine y puso en orden su pelo empapado. Con una rapidez casi desesperada.

Tiro el peine al lavado y cargo la mochila que había traído consigo al baño.

-¡Y-Ya voy mamá!

Hoy era el día.

Y no podía llegar tarde… otra vez.

Salió disparado de la casa y corría asía la parada de autobús, miro el reloj en su muñeca acelero el paso, vio el bus amarillo empezar a moverse de la esquina. Casi lloro al correr para detener su partida.

-¡E-Espere! –chillo llamando la atención de la conductora- ¡por favor! ¡e-espere!

No era un chico atlético y se lo recordaban mucho, era uno de los alumnos en Educación Física más lamentable que hubieran tenido en su vida, o al menos eso le había gritado el profesor de gimnasia.

Pero la cosa era que se estaba quedando sin aliento y por lo tanto sin fuerzas para seguirle el paso al bus.

Fue un milagro que se detuviera justo cuando empezaba a perder sus fuerzas.

-¡Déjame recordarte que llego a las 7 en punto! –le grito la conductora de mal humor al abrir las puertas del automóvil- ¡que no se te olvide la próxima vez!

Se encogió un poco ante su grito mientras podía escuchar las odiosas risotadas de sus compañeros de escuela, los "populares", con los que desgraciadamente tenía que compartir el bus.

–L-Lo siento… –balbuceo bajando la mirada y sintiéndose pequeño-… no v-volverá a suceder.

-Eso espero, ahora ¡siéntate! –gruño la conductora de mala gana poniendo de nuevo en marcha el autobús.

El repentino movimiento lo desequilibro un poco y dio unos pasos asía adelante antes de agarrarse a uno de los asientos evitando así caer de cara al suelo. Se escucharon más risitas desde el fondo del autobús.

Frunció el ceño.

Se paró con toda la dignidad que pudo reunir y se sentó en primer sitio libre que encontró, ignoro las risitas detrás de su asiento y dejo su mirada caer por la ventana a su lado para tener algo que hacer antes de llegar a la escuela.

La mañana no había empezado tan bien como había previsto.

-Ah, ¡otro tardón! –se quejó la conductora cuando el carro se detuvo de nuevo.

Y dejo entrar a dos personas en el.

-Agh, y yo que creía que faltaría hoy después de lo de ayer –se quejó una chica al lado de asiento mirando sobre el respaldar a los recién llegados con una cara de disgusto.

-¿Es que no tiene vergüenza? –se quejó su compañera.

-Está loca.

No era una buena palabra para describir a una persona, en realidad no era buena palabra para describir a nadie, pero fue esa palabra que lo obligo a inclinar su cabeza fuera del respaldar asía el pasillo del auto y admirar a la chica que había entrado. Las puertas del autobús se cerraron detrás de ella.

La chica al frente de la conductora daba una serie de excusas en voz alta y haciendo gesto exagerados, todo un conjunto de dialectos que no escucho al encontrarse más embelesado con la visión de su presencia que la de sus palabras.

Ella era alta, de buen peso y suave melena corta con un mechón sobresaliendo de su cabeza. Usaba una gargabina negra sobre un polo azul con una carita triste como logo, tenía puestos unos shorts negros sobre unas pantaletas grises y calzaba unos botines de combate oscuros.

Pero lo que más le llamaba la atención eran sus ojos ambarinos, que detrás de sus anteojos, daban en conjunto a la chica una belleza oscura y fresca.

Drina.

Se sintió suspirar cuando la chica se exalto y se giró para gritarles a todos algo que no entendió. Tan perdido estaba en sus ojos ámbar, tan brillantes como el sol, que no noto que se había inclinado demasiado lejos de su asiento.

Y entonces cayo con un golpe sordo llamando la atención de todos.

-Eh, ¿está bien? –pregunto alguien desde algún lugar. No estaba seguro.

Y no le importaba.

Después de su golpe Drina fue regaña por la conductora que, ignorando que uno de los pasajeros se golpeó de cara, la mando a sentarse.

-Muévete de mi camino.

Levanto la mirada, adolorido y casi anhelante. Antes de retroceder de horror de vuelta a su asiento al encontrarse con la mirada amenazante de Gooz.

El hermano pequeño de Drina.

Quién aún con su baja estatura y aspecto frágil, era el ser humano más aterrador de toda la escuela, obligando a que nadie le dirigiera la palabra por temor a recibir uno de sus castigos.

Gooz lo miro de arriba abajo y luego como si no le importara su mera existencia, saco su "Game Slave" y empezó a jugar mientras retomaba su camino por el pasillo seguido de su hermana que no había parado de quejarse de su incomprensión y de cómo no apreciaban sus intentos para salvar a la Tierra.

Se quedó congelado tanto por la visión de haber estado a punto de morir como de que Drina hubiera pasado tan cerca de él. No pudo evitar sonreír como un tonto ante lo segundo.

Lo siguió con la mirada antes de que el carro volviera andar y los perdiera de vista cuando se sentaron, se volvió a su asiento y suspiro con resignación mientras el autobús por fin proseguía con su viaje asía la escuela.

Respiro hondo y se obligó a sentarse erguido. Hoy no iba a limitarse a resignarse otra vez.

A pesar de que no haya empezado con el pie derecho, la presencia de Drina había iluminado su mañana gris y desalentadora, le dio fuerzas para continuar con lo que se había propuesto asía hacer.

Porque hoy era el día.

Era el día en que haría notar su presencia. El día en que finalmente la invitaría a salir.

Y apenas el autobús se detuviera a las puertas de Skool, él se pararía la seguiría de cerca y la detendría y entonces él le preguntaría: "¿Te gustaría ir al cine conmigo?"

Simple, espontaneo y casual. Aprueba de tontos. Sí.

"Puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo hacerlo" se animó mentalmente a medida que el autobús entraba en el terreno de la escuela, justo cuando tocaban la campana.

Este era su momento, su gran oportunidad, el día que cambiaría su vida.

Y sin embargo… no pudo hacerlo.

Había elaborado el plan de tal forma que debió haber sido perfecto, a prueba de tontos, pero había olvidado un pequeño detalle.

Que él nunca había cruzado palabras con ella, que si se habían visto un par de veces en el aula y muy rara vez fuera de la escuela, pero no eran cercanos. Ni siquiera se decían hola.

Y empezó a pensar que si de repente le salía con una pregunta tan descabellada como esa, ella lo miraría con desagradado le daría la espalda y se alejaría de él por el resto de su vida.

Así que cuando puso un pie fuera del automóvil y a medida que se iba acercando a Drina, estas inseguridades se arremolinaron como un torbellino sobre su cabeza, y antes de que siquiera pudiera alcanzarla salió huyendo en dirección contraria. Evitando su interacción.

Toda su autoconfianza se fue al caño esa mañana.

Y el no dejo de lamentarlo en ningún momento, ni en la hora de clase, ni en la hora de recreo, ni en la hora del almuerzo. Hora que por supuesto su apetito había desaparecido junto con todo rastro de esperanza.

Era un cobarde y lo sabía.

-Nunca podré estar con ella –se lamentó recostando su cabeza sobre la mesa, a su alrededor las chicas comían mirándolo con pena, cosa que era muy frecuente en este lugar-…se acabó, soy un rechazado.

-Oh, ¡vamos Gregory no te rindas! –le alentó Keefe con una de sus sonrisas ultrabrillantes y su inacabable actitud positiva- estoy segura que Drina estará muy feliz de que se lo preguntes, como su mejor amiga lo puedo asegurar, ¡a ella le encantara!

Levanto un poco su mirada desde su posición y miro a la chica frente suyo, casi costaba verla con los colores arco iris resplandeciendo en su vestido y resaltando su ondulado cabello rojo. Sus ojos verdes chispeaban como una dinamita antes de estallar. Pero su sonrisa… era una cosa perturbadora.

Aunque, debía admitir que se sentía algo celoso de que Keefe siempre encontrara el lado de bueno de las cosas y nunca dejará de sonreír a pesar de que nadie a su alrededor lo hacía.

Keefe era extraña y rechazada por su forma de ser, pero eso no era novedad.

Nadie en esta mesa no era un rechazado.

Volvió a hundir su rostro en la mesa ahogando un gemido.

-¿Tus brackets te molestan? –pregunto Keefe cambiando repentinamente de tema al ver su abatimiento, sin deshacerse de su sonrisa empezó a buscar algo en su mochila color verde chillón- ¡no te preocupes!, creo que tengo hilo dental en alguna parte.

Se cubrió el rostro con los brazos y se quejó aun más fuerte, ya era de por si decepcionante haber arruinado su gran oportunidad con Drina, pero era más humillante el que sus compañeros de preocuparan por su salud dental.

Estúpidos dientes, por su culpa él no podía ser un chico normal.

¡Acaba de cumplir 13 años! ¡Por amor a Dios! ¡Algo de misericordia!

-Ey, Keefe deja eso, lo estás avergonzando –interrumpió Matilda, quién había escuchado parte de su conversación, Keefe a su lado dejo de su mochila- solo míralo, no ayuda.

-Oh, sí ¡perdón Gregory! –balbuceo Keefe tambaleando su sonrisa solo un poco– ¡y-ya sé! ¡traeré algo dulce! –anuncio restableciendo su sonrisa optimista y antes de salir de la mesa a todo prisa- ¡traeré pudín para todos! ¡pudín, pudín, pudín!

Rio la pelirooja entre sonrisas antes de perderse en la fila de comidas, con lo larga que era y el poco tiempo que tenían, era muy probable que no la volvieran a ver hasta después de clases.

Levanto la cabeza y le sonrío a Matilda en agradecimiento por quitarle de encima a Keefe.

-G-Gracias –balbuceo con torpeza.

Matilda se hundió de hombros y volvió a su sándwich de pavo como si nada. Ella era una chica robusta y de cabello liso y corto, con una apariencia muy normal a excepción por la deformidad en uno de los dedos de sus pies. Una cosa que sabía porque ella le había ofrecido mostrárselo.

Pero quitando eso, Matilda era una buena persona. Cuando no hablaba de sus pies claro.

Suspiro para sí un poco más aliviado, pero aun así menos animado.

-Oye, Gregory –le hablo Matilda nuevamente- no es de mi incumbencia, pero, ¿qué tanto problema tienes con Drina?

El volvió a suspirar. Ay, Matilda si supieras.

–N-No tengo problemas con ella… bueno es solo –desvió su mirada asía donde Drina y su hermano se sentaban y se hundió de hombros enrojeciendo tristemente- no… no soy bueno hablándole a las chicas.

Matilda levanto una ceja escéptica, incluso la chica a su lado, esa cuya cercanía de parte de las personas la ponía a gritar. No pudo aguantar que una misteriosa tos incomoda saliera de sus labios.

Y de inmediato se dio cuenta de su error.

-¡N-No es que ustedes no sean! ¡es… es…! –empezó nerviosamente ante la mirada seria de Matilda-…¡la influencia que tiene en mí es…! ¡s-sus ojos! –enrojeció al verse enredado entre sus propias palabras- ¡m-me distraen!... c-creo que me dejan… ciego.

-Ah –respondió Matilda hincándose de hombros y dándole otro mordisco a su pan, como si no le importara el hecho de que pudo haberlas ofendido- entonces, la solución creo que sería, no verla a los ojos y listo, ¿no?

La miro aún enrojecido y humillado por todo lo que acababa de soltar, pero dentro de su corazón algo parecido a un pequeño brote de esperanza lo hizo darse cuenta de la realización de sus palabras.

Era muy cierto eso que se distraía con sus ojos. Eran el mayor atractivo de Drina, según él.

Sus bellos ojos ambarinos habían sido la causa de sus inseguridad desde un inicio, por supuesto allí estaba el motivo, estaba tan motivado con su idea de pedirle una cita pero cuando se hizo la idea de que iba a verla a los ojos simplemente se echó para atrás.

Entonces la clave para su existo era evitar el contacto visual con Drina, más sencillo, ¡imposible!

Le dirigió una sonrisa a Matilda tan grande que pudo haber competido con la de Keefe, casi sintió deseos de abrazarla, la había dado la clave para su solución.

Pero se contuvo, después de todo, él no era una niña.

Estaba motivado y con renovada confianza para intentarlo de nuevo, tal vez ahora que sentía toda está ímpetu, tal vez su plan aún era salvable.

Pero apenas se levantó se escuchó un grito de rabia por toda la cafetería y todos, incluyéndolo a él, voltearon en dirección a la fuente de tanto escándalo.

-¡ESTÚPIDA DRINA-COSA! –bramo una voz chillona y familiar que provoco más risas que temor al solo escuchar su voz- ¡ME LAS PAGARÁS POR ESTO LARVA ASQUEROSA!

-¡NINGÚN HUMANO SUFRE AL SENTIR LA CARNE BAJO LA PIEL! –refuto Drina ante todos, haciendo oídos sordos a su compañía, logrando enfurecerla más, antes de inclinarse asía a ella y mirarla con desafío- ¿no es cierto? Dime Zin, ¡¿no es cierto?! ¡¿eh?!

Zin, una pequeña niña de piel verde, carente de nariz, ojos celestes hirviendo de ira, pelo negro atado en dos coletas, ataviada con un extraño vestido magneta. Miro a Drina como un ser insignificante y con uno de sus dedos enguantados le apunto el pecho y le devolvió la sonrisa burlona.

-¡La grasa de la carne de las bestias vaca causa una reacción alérgica a mi piel enferma! ¡mensa! –chillo Zin sintiéndose victoriosa antes de fingir un puchero y hacerse la víctima- ¡Zin le dirá a sus padres sobre el abuso de su enfermedad! ¡ya no hay respeto por la delicada salud de Zin!... achu –soltó haciéndose la enferma.

Drina la miro incrédula, no creyéndole un apéndice, lamentablemente la gente a su alrededor la miro con mala cara antes de volver a su almuerzo murmurando cosas desagradables sobre ella.

-¡Mientes!

Él solo pudo ver con ojos entristecidos como la chica de sus ojos empezaba una pelea a gritos que fue ignorada rápidamente por todas a su alrededor, le pareció injusto que nadie hubiera tenido la decencia de intervenir o decir algo a favor suyo, era un espectáculo de todos los días pero ni aún así no dejaba de ser triste.

Zin había sido una estudiante nueva y desde el momento en que ella y Drina se conocieron comenzaron con estás interminables peleas y discusiones que parecían no tener fin, a él no le agradaba mucho Zin, ella era arrogante y muy egoísta desde que entro a Skool.

Pero le parecía injusto que aun así Drina, siendo totalmente sincero y poniendo aparte sus sentimientos por ella, la atacara de esa forma siendo Zin una nueva estudiante que estaba adaptándose a los parámetros de su nueva escuela.

Él no estaba de lado de Zin para nada, pero tampoco aprobaba el comportamiento de Drina asía a ella. Le parecía cruel y lo decía siendo consciente que Drina había pasado también por ese tipo de crueldad.

Esa sería una de las cosas que intentaría ayudarle a superar una vez que estuvieran juntos, pero para eso, él tendría que dar el primer paso para que sucedería.

Así que llenándose de valor, no así sus piernas lo traicionaron comenzando a temblar, se encamino con paso torpe pero decidido asía la mesa de Zin.

Este era el día y ni siquiera una discusión entre Drina y Zin impediría lo que había venido hacer.

Este era el día. Este era su día.

-Yo puedo hacerlo –se dijo para sí mismo, infundiéndose animo mientras que cada paso estaba más cerca de ella- puedo hacerlo…

Podía hacer esto, podía acercarse a Drina, la chica más bonita de toda la escuela… podría hablarle sin mirarla a los ojos… y entonces él podría… él…

-¡¿Qué quieres niño con boca de metal?! –grito Zin sacándolo de sus pensamientos.

Parpadeo como si no se hubiera dado cuenta que había interrumpido el pleito entre las dos, había estado tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que ya estaba parado al lado de ellas, trago grueso al sentir la mirada consternada de Drina.

Drina… sus ojos… ¡no debía mirar!

–Y-Yo… ugh… gah –balbuceo sintiendo como su lengua se enredaba consigo misma y se tiraba al fondo de su apretada garganta.

Estaba entrando en pánico.

-¡¿Qué estúpida humano?! ¡¿Qué quieres de Zin?! –insistió Zin con una mirada cada vez más impaciente y una actitud que solo logro ponerlo más nervioso.

Y entonces fue ahí, cuando sentía que sus piernas lo volverían a traicionar y huiría, cuando se reprochaba mentalmente en prestarle demasiada atención a la presencia de Drina a su lado, cuando sentía que moriría ahí mismo ahogado en la peor de las humillaciones.

Fue ahí donde miro a Zin con los ojos que se desbordaban en la desesperación y en un estado de pánico le grito lo primero que se le vino a la mente.

-¡Eres muy linda! ¡¿Quieres salir conmigo?!

El silencio en la cafetería cayó como un golpe seco, incluso el sonido de las cucharas con las que la cocinera servia el almuerzo dejaron de oírse, el ruido parecía haber abandonado el lugar apenas esas palabras salieron de su boca.

Empezó a temblar mientras sentía la mirada incrédula de todos, como si de repente el fuera un animal exótico en exhibición, de repente tuvo la necesidad de abrir un agujero en el suelo y enterrar allí cabeza.

Drina al lado suyo parecía que lo miraba como si no fuera humano.

No podía haberlo dicho eso, ¿verdad?

Esto no podía ser real. Esto tenía que ser una pesadilla.

¡No podía haber invitado a Zin a una cita!

-Ah… –balbuceo una vez más, intentando decir algo para defenderse pero no tenía palabras.

Maldijo en su corazón a su torpeza por no tener límites.

Y cuando la situación no podía ser más embarazosa, Zin, quién había sido la más impresionada de todos los presente. Rompió a reír.

Luego, todos en la cafetería siguieron su ejemplo, hasta las cocineras. A excepción de Drina, que aún lo miraba estupefacta.

-¡JA! –atajo Zin apuntando a Drina, reclamando su atención de él devuelta a ella- ¡te dije que ningún niño-mugroso se resiste a los encantos de la gran Zin! –rió alzando los brazos y lanzando un grito de victoria- ¡VICTORIA PARA ZIN!

De pronto él se sintió mareado. Miro con detenimiento el rostro verde y sonriente de Zin, sus mechones negros atados a loco, buscando algún indicio que demostrara que no podía estar hablando en serio.

Al no encontrarlo debajo de todo el ego de la niña con la enfermedad de la piel, se dio media vuelta, resuelto a regresar donde su mesa y olvidarse por completo de lo sucedido hoy. Tal vez después de esto jamás volvería a acercarse a Zin o a Drina. Pero eso ya no importaba.

Solo quería salir de allí.

-¡Y TÚ PEQUEÑA ESCORIA! –grito Zin agarrándolo detrás de su camisa antes de que pudiera huir alguna parte- Zin acepta tu invitación a esa cosa llamada "cita", tienes suerte de que la bellísima Zin esté dando una generosa muestra de su afecto a una poca cosa como tú –lo giro y lo miro con amenaza- ¡No hagas perder el valioso tiempo de Zin o haré de tu vida una interminable tortura!

-Ah… un… ¿Qué? –balbuceo atónito tanto como su cercanía indeseable como su amenaza.

¿Acaso… acaso le había dicho que ""?

¡¿Qué?!

¡RIIIIIIIIIING!

-¡La campana a sonado! –exclamo Zin soltándolo como quién no quiera la cosa- ¡Zin te verá mañana a las 6 p.m! ¡MAS VALE QUE NO DEJES PLANTADA A ZIN!

Él se hundió bajo su mirada perturbadora y asintió tragando grueso.

Zin sonrió satisfecha consigo misma y lo pateo de su camino, le seco la lengua a Drina y se fue apartando a todos como si fuera la dueña del lugar en su regreso a clase.

Entonces él se levantó y huyo de la mirada interrogativa de Drina, de su mirada confundida y de su horror escrito en su rostro. No tenía el valor para explicarse… no tenía como explicarle.

¡Oh Dios! ¡IBA SALIR CON SU PEOR ENEMIGA! ¡ZIN NADA MENOS!

Era un tonto, un tonto, un grandísimo y estúpido tonto.

Si en la mañana le había parecido que las horas avanzaban lentas y dolorosas, ahora las sentía como una cuenta regresiva asía su condena, porque sinceramente no sabía cómo iba a salir de eso ileso.

-Mi vida se ha ido… por el caño –se lamentó una vez que sonó la última campana y salió del aula- es… es el peor día de mi vida.

De todas las torpezas que había hecho en su vida, esta había sido la peor de todas.

No solo había invitado a salir erróneamente a Zin, la niña más extraña de la escuela, sino que había echado a perder cualquier oportunidad que pudiera haber tenido con Drina al hacerlo. Seguramente ella ya pensaba en no volver a dirigirle la palabra. Pensar en hablarle siquiera ya no era factible después de lo sucedido hoy en día… oh y lo que faltaba para que sucediera lo de mañana.

Abrió su casillero para recoger sus cuadernos, sumergiéndose en sus lamentos, listo para resignarse al día de mañana y lo que después de eso ya nunca sería posible. Estaba tratando tan duro de no romper a llorar ahí mismo que se sobresaltó cuando alguien detrás le toco el hombro.

-¡AH, KEEFE! –chillo girando su cabeza y cerrando los ojos con fastidio- no estoy de humor…

-Uh, no –susurro una voz desconcertada delante suyo- no soy Keefe, soy Drina.

Casi como si se hubiera congelado el mundo, abrió los ojos por inercia y se mordió el labio, mientras una oleada de rubor poblaba sus mejillas y se chocaba contra su casillero sin querer al retroceder por la impresión.

Drina ladeo la cabeza evaluando su rostro sin comprender su turbación. El trago más grueso, ser el objeto de visual de esos ojos ambarinos, era más impactante de lo que alguna vez imagino.

-¿Estás bien? –pregunto Drina intrigada por su actitud.

El sacudió la cabeza y se enderezo, deseando haberse arreglado el pelo, asintió a toda prisa puesto que no confiaba lo suficiente en sí mismo para hablarle sin decir alguna tontería.

Drina lo ponía nervioso, pero lo que era más importante, Drina estaba ahí delante de él.

-De… acuerdo –sonrío Drina incómodamente y el casi se derritió ante ella, Drina tosió para aclarar su garganta y lo miro con severidad- he venido hacerte unas preguntas.

Él volvió a asentir, de acuerdo en hacer todo lo que ella quisiera. Drina volvió a sonreír.

-Es sobre Zin –aclaro ella acomodándose los lentes antes de empezar a hablar- ¿Qué rayos tenías en la cabeza? ¿acaso no sabes que Zin no es humana?

Ese tono de voz, su expresión sería y casi enojada, una expresión que hizo que su corazón saltara de alegría.

El no pudo evitar sonreír. Sabía que era una equivocación y que el mundo no podía ser tan maravilloso, pero se atrevió a pensar de que tal vez su "preocupación" se debía a un motivo mucho menos evidente y más bien descabellado. Tal vez ella en realidad estaba…

…estaba celosa.

No fue consciente de la sonrisa boba que le dirigió en ese momento.

-Zin aprovechara cualquier oportunidad para arrancarte la cabeza o sacarte los órganos ¡o algo incluso peor! –continuo Drina con insistencia y lo miro seriamente al no recibir ninguna respuesta de su parte-…¿me estás escuchando?

Asintió con rapidez aliviando un poco el ánimo de Drina, pero lo cierto era que no había oído nada más, estaba tan metido en sus pensamientos. En su rostro, en su ojos No pudo evitarlo.

Drina era tan bonita que no podía poner atención a nada más.

Volvió asentir a algo más que dijo, al parecer la conversación se trataba de Zin, pero era lo único que a lo había puesto atención. Se sentía como en un sueño.

-…así que no te preocupes –termino de decir Drina con una sonrisa confiada-…yo me encajaré de vigilarla para que no te haga nada y de paso descubrir si está planeando algo contra la seguridad de la Tierra –dije esto último para sí antes de recordarse que él estaba allí- uhm, lo que intento decir es que no te preocupes, déjamelo todo a mí.

Con ella a su lado, ¿quién se preocuparía por algo?

Volvió asentir, Drina dijo algo más y luego se fue a toda prisa alegando que tenía mucho que preparar para evitar que la Tierra cayera en las garras de Zin o algo así…

Saco su mochila y la apretó contra si, sintiéndose dichoso y más feliz de lo que había estado está mañana.

-Ella me hablo –murmuro mientras el rubor se apoderaba de sus mejillas- ella hablo conmigo –chillo con emoción.

La niña de sus sueños, Drina Membrana, la increíble y segura alumna de Skool le había hablado a él. ¡Lo había notado a él!

No cabía en sí de gozo.

Tal vez este día no había sido tan malo… después de todo.


Quiero aclarar que este fic no está destinado a ser un fic largo, a lo máximo tendrá unos 4 capítulos más y eso sería todo. Así que haré lo mejor que pueda para terminarlo pronto.

Y bien… ¿qué les pareció?

¿bien? ¿mal?, por favor díganmelo en los reviews

¡que tengan un buen día!