Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Isayama-sensei y Kodansha

1.

El nuevo

La escuela.

Todos hemos ido a ella. Si pensamos en esta palabra, muchos recuerdos nos vienen a la cabeza, y por muy diversos que sean, siempre estarán relacionados con lo mismo: compañeros, las clases, los profesores, los momentos de descanso… Muchos de estos recuerdos pueden llegar a marcarnos nuestras vidas, ya sea de manera positiva o incluso, negativa. Tal vez recuerdes cuando tuviste tu primera novia o te saltaste la clase de matemáticas porque el profesor te odiaba; o cuando decidiste irte "de pinta" con tus amigos. En todo caso, la escuela es una etapa de nuestras vidas que no podemos olvidar, sobre todo si eres adolescente.

Pero seguro uno de esos inolvidables recuerdos es el primer día de clases. Yo he tenido tantos… Algunos más aburridos que otros, pero el día que comencé mi segundo año de secundaria; ése día sí que prometía ser el más aburrido de todos… O eso creí.

Hasta que llegó un tal Eren Jeager.

El sol apenas entraba por la ventana cuando la alarma sonó ruidosamente. Aquel sonido infernal…

Beep beep beep

Pesadamente, sus ojos se abrieron y de inmediato se posaron sobre el reloj que soltaba sus gritillos para despertarlo, soltó un gruñido y se dio la vuelta enroscándose sobre la cama y tapándose hasta las orejas. Pero ese horrendo pitido no cesaba.

Beep beep beep

Se removió en su cama. No quería despertar, no quería levantarse, menos el día de hoy. Se hizo ovillo en su cama.

Beep beep beep

"Condenada alarma, ¡ya cállate!" Pensó molesto y, como si lo hubiera oído, dejó de sonar. Sus ojos se cerraron plácidamente por el hermoso silencio y soltó un suspiro, relajando el cuerpo y decidido a entregarse a soñar otra vez. Hasta que…

- ¡Eren! ¡Ya levántate! ¡Vas a llegar tarde!

El muchacho refunfuñó debajo de sus cobijas, comenzando a removerse enfadado. No quería, de verdad no quería ni moverse. Silencio otra vez.

- ¡EREN!

En un grito Eren se levantó, aventando las cobijas con pies:

- ¡YA ME LEVANTÉ! – Exclamó, otro silencio.

- ¡PUES MAS TE VALE O LLEGARÁS TARDE A TU NUEVA ESCUELA! – Contestó su madre, quien seguramente estaba en la cocina. El chico volvió a farfullar, mientras se desabotonaba el pijama.

Como si tuviera tantas ganas de ser el nuevo una vez más, pensó. ¡Cuántas veces había sido el nuevo! Desde que entró a la secundaria, no había permanecida en el mismo salón (mucho menos en la misma escuela) más de tres meses. Y siempre era lo mismo, lo bullys que le ponían apodos molestándolo y peor aún, incluso lo llegaban a golpear y todo porque él era… Eren soltó un suspiro removiendo la cabeza como si así se le fueran a caer los pensamientos del cerebro. Cuando terminó de vestirse, fue al baño y después se quedó mirando el reflejo del espejo. No tenía nada de especial: cabello oscuro, piel blanca, nada fuerte, nada guapo, sólo esos ojos verdes que perturbaron a más de uno, pero fuera de eso no era nada más que…

- Un don nadie. – Musitó, recitando las palabras favoritas de los bravucones.

¡Rayos! ¡Cómo los odiaba! Pero eso tenía que cambiar, no permitiría que volvieran a sobajarlo una vez más, pues él cambiaría las cosas, ¡sí cambiaría su destino! ¡Sería conocido ahora como…!

- ¡EREN JEAGER! ¿¡BAJAS DE UNA VEZ O YO TE TRAIGO DE LAS OREJAS?! – La voz de su madre llegó hasta la otra cuadra. El aludido volvió a soltar un grito emberrinchado.

- ¡YA VOY MAMÁ!

Armin Arlet soltó un fuerte suspiro cuando pisó la entrada de la escuela: el gran edificio principal blanco de tres pisos se levantaba a su izquierda, mientras los árboles adornaban los alrededores del patio, donde se podían ver las canchas de básquet y volibol, una al lado de la otra; frente a él, descansaba el edificio administrativo pero a Armin sólo un lugar le apetecía visitar: la biblioteca, justo detrás de la mole blanca a su derecha. Oscura, silenciosa y abandonada por la mayor parte de los estudiantes, allí podía leer cuanto quisiera o conectarse fácilmente a Internet sin ser molestado, que era lo que menos quería. Pero hoy, por ser el primer día no se podía encerrar entre los libros porque era inicio de clases y tenía que esperar el saludo del director, y eso era obligatoriamente en el patio. En ese patio lleno de malos recuerdos y seguramente más malas experiencias le estaban aguardando allí. Pero, para su fortuna, había llegado muy temprano y el lugar estaba desierto, por lo que podría gozar de su soledad mientras checaba su cuenta y se hacía de las novedades de la world. Aunque…esperaba que su amiga llegara pronto, sin miramiento se sentó debajo de un árbol cercano y sacó su laptop y de inmediato se perdió en ella. Aunque sabía que ni de chiste alcanzaba la señal wi-fi, tenía en la cabeza dese algunos días una idea en la mente y había pasado todo el verano intentar ponerla en orden; abrió su One Note y comenzó a revisar todo lo que llevaba escrito. Era la historia en un mundo paralelo, donde la crueldad, el misterio y la guerra eran el tema principal. Le gustaban ese tipo de historias como Gantz o Tokyo Ghoul se habían convertido en sus obsesiones de leer hasta que llegaba la madrugada y ni hablar de no perderse un solo episodio nada más salía. Pero esa historia era diferente, y aunque no tuviera la más mínima intención de alguna vez sacarla a la luz, por lo menos la sacaría de su cabeza. Sonrió complacido, lo que llevaba le parecía prometedor, pero quería seguir pues las ideas comenzaban a surgir.

- ¡Hola Armin! ¿Qué andas haciendo? – El chico se sobresaltó y alzó los ojos del monitor. Un chico alto, pecoso, con gafas y toda la pinta de nerd, le sonreía a su lado. Miró a todos lados, la entrada comenzaba a verse plagada de alumnos, pero de él ni rastro. Eso era bueno. Dirigiéndole una pequeña sonrisa, siguió en los suyo.

- Hola Marco.- Contestó mientras sus dedos se movían con velocidad en el teclado. – Nada en especial, escribiendo cosas sin sentido.

El chico alegremente ocupó asiento junto a Armin, quien al ver que se acercaba creó una nueva página y escribió otras cosas.

- Oh ya, creí que estabas haciendo el test. – Armin alzó las cejas.

- ¿De qué test hablas? – Marco parecía ofendido.

- ¿Cómo que cuál test? ¡El que siempre nos piden llenar antes de entrar a clases! – Armin soltó una exclamación en señal de que había captado.

Se trataba de un test en donde pedían la opinión de los alumnos acerca de los profesores preguntando cómo llevaban sus clases, su eficiencia y cosas así, además de que podías hacer un comentario escrito dirigido al profesor, siempre y cuando no incluyeras ofensas o groserías en su contra.

– Yo lo hice desde hace dos semanas, cuando se publicó en la página de la escuela. – Contó marco, mientras abrazaba sus piernas y su amigo lo escuchaba, sin apartar la mirada de la laptop. – Casi no dejé comentarios, pero no pude evitar dedicarme en los de la profesora Ral y la profesora Zoë. ¿Tú cuándo lo enviaste?

- Hace un par de días. – Contestó con simpleza, sin embargo sintió que estaba siendo demasiado cortante, así que miró a su amigo y volvió a sonreír. – Aunque no hablé de nadie en especial, seguro que hay un maestro que recibirá más de una notita de esas.

- Sí, sé de quién hablas, apuesto que es…

- ¡Vaya, vaya! Pero si son los nerds de la escuela, hablando de cosas tan estúpidas y nerd como los maestros, pero qué novedad.

Armin sintió de pronto cómo todo su aire se hacía pesado y con frustración alzó los ojos por encima de sus lentes de pasta y se encontró con el tipo más desagradable de toda la escuela: Jean Kirschtein. Con su chaqueta ajustada y el pelo relamido, parecía que quería dar la sensación de rebelde de los cincuentas, y aunque ridículo, era muy molesto, sobre todo con Armin y Marco haciendo su pasatiempo favorito: fregarles la existencia. Porque Jean era el ejemplo perfecto de un bravucón.

Pero Armin y Marco no se dejarían esta vez, ambos bajaron la vista e hicieron como si vieran el monitor, cosa que a Jean no le hizo nada de gracia.

- Conque muy ocupaditos, ¿no? – De un manotazo, cerró la computadora y la tiró al pasto. Armin se levantó de un brinco.

- ¿Pero qué te pasa? – Jean tomó al chico del cuello de la playera, Marco comenzó a gritar que lo dejara en paz en vano. Una chica a los lejos, miraba el espectáculo sobresaltada.

- Así que te gusta ignorarme, bien. Bastante tiempo te dejé descansar en vacaciones pero una cosa que choca es que me ignoren, así que a partir de hoy te enseñaré a no ignorar-

Sin saber cómo, Jean salió disparado hacia el suelo, soltando a Armin en el camino. El bravucón, asombrado alzó los ojos al igual que el rubio: un chico de cabello oscuro y ojos verdes se hallaba junto a él, a la defensiva y con una cara de enojo que daba miedo.

- Te crees mucho molestando a otros ¿no? Pues no eres más que un tarado, ¡así que deja en paz a este chico! – Exclamó. Jean se quedó de piedra, pero de inmediato se levantó y retó al recién llegado, Armin notó que lo sobrepasaba en altura.

- ¡Yo molesto a quien se me pega mi regalada gana! Además, ¿quién rayos te crees para venir a empujarme? – Dijo Jean, mientras lo empujaba por los hombros.

- ¿Qué rayos te importa, cara de caballo? – Se defendió el desconocido. Los que se acercaron para ver la pelea, exclamaron un "¡Uhhhh!" al oír el apodo, mientras otros se reían.

- ¿C-cara de…? – Jean tomó al nuevo del cuello, pero éste levantó el puño. – ¡Ya veremos a quien le queda la cara de animal…!

- ¡YA BASTA! – Todo el grupito se abrió para dar paso a una hermosa profesora de cabello corto y grandes ojos castaños. - ¡Kirschtein! No puedo creer que ni siquiera hayan iniciado las clases y ya estés haciendo relajo aquí. – El aludido soltó al de los ojos verdes, no sin antes lanzarle una mirada fría (que fue correspondida).

- Lo siento profesora Ral, pero nada más era un pequeño saludito a Arlet y sus amigos, hasta que éste se metió en mis asuntos. – Dijo con voz burlona.

- Pues más te vale que sea tu último saludito, o serás expulsado antes de que termine el día. – Dijo con autoridad para luego dirigirse al de cabello oscuro. – Y tú, eres el nuevo ¿verdad? Sígueme el director Smith te está esperando en su oficina, y no creo que le agrade saber que te estás metiendo en problemas desde temprano.

El chico, musitó algo indescifrable y se caminó con la profesora con las manos hundidas en los bolsillos del pantalón, no sin antes dirigirle una fugaz mirada a Armin. Luego de eso la bolita de chismosos se disipó. Pero Armin se quedó allí, asombrado y pensativo. ¿Quién era ese chico? ¿Y por qué lo había defendido si ni siquiera lo conocía? Hubiera seguido metido en sus pensamientos, de no ser por una mano que se posó sobre su hombro haciéndolo sobresaltar.

- ¡Armin! ¡Vi lo que pasó! ¿Estás bien? – El chico giró la cabeza, encontrándose con una bella chica de rasgos asiáticos y el cabello alzado en dos coletas, toda vestida de negro. Con una enorme sonrisa le saludó.

- Sí, no te preocupes Mikasa, sólo fue Jean haciendo su papel de siempre. – Dijo sin rodeos pero su amiga no quedó conforme.

- Pero, ¿quién era ese chico que te defendió? ¿Por qué lo hizo?- Armin quedó serio y miraron al aludido caminar junto a la profesora Ral.

- La verdad no lo sé. Pero nadie hace ese tipo de cosas.


¡Hola a todos! Primero que nada, les agradezco por haber entrado a leer este fic! Es el primero que escribo de SNK y además, el primero en AU así que si algo suena raro es por estas razones.

Espero dejen sus reviews y me dejen su opinión, cual sea esta será bien recibida.

¡Saludos y nos leemos muy pronto!