SIETE AÑOS A TU LADO.

Resumen:

El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños. Frase de Eleanor Roosevelt

El primer año. Percepción.

Jamie miro llegar la primavera con algo de rencor. Aunque le gustaba volver a sentir la tibieza del sol en su piel prefería mil veces el aliento frió del invierno porque ahora sabía que en cada ventisca podría, si se esforzaba en encontrarlo, ver a Jack Frost.

Mientras sus ojos castaños miraban por la ventana se preguntaba ¿en dónde estaría Jack en ese momento? Seguramente el espíritu invernal se estaría divirtiendo congelando alguna parte del mundo. ¿Tendria días libres? O quizá ser guardián era cuestión de tiempo completo. Dio un suspiro anhelante, esperaba que las estaciones corrieran rápido para ver llegar en menos de un parpadeo el invierno.

Un leve codazo le hizo mirar a su izquierda, ahí en donde su amigo Ian le hacía señas para que volviera la vista al frente, aunque un poco demasiado tarde pues…

—Señor Bennett. Tendría inconveniente en resolver la educación del pizarrón. —Solicito en tono enérgico el profesor mientras zapateaba junto a su asiento.

Jamie encogió los hombros y asintió. Una vez frente a la nada legible operación matemática tuvo que admitir su completa ignorancia sobre el tema.

—Tome asiento señor Bennett y procure poner atención a la clase antes que a sus fantasías.

Jamie afirmo con la cabeza y sin más volvió a su pupitre. Ese sería un día largo.

Ya de camino a casa Jamie sentía un cansancio extra en sus hombros, un auto se detuvo cerca el castaño y el maestro de matemáticas asomo leve mente el rostro por la ventanilla del vehículo.

—Espero, señor Bennett, que para mañana si estudie sus lecciones porque volverá estar frente a la pizarra.

Jamie asintió y sonrió de manera casi hipócrita, casi… porque en realidad lo que sentía era una tremenda incomodidad y un tanto de pánico. Sin pronunciar una sola palabra se dejó abatir por la amenaza aumentando su malestar. Comenzaba a odiar las matemáticas.

El auto rojo del profesor avanzo unos cuantos metros para doblar la esquina y sin razón aparente las llantas patinaron, el hombre movió desesperado el volante sin lograr controlar el vehículo y al fin el auto salió disparado por la calle para terminar por estrellarse directamente contra una toma de agua.

—¡Uy! Eso debió doler. —Se escuchó la burla bien patente en la voz .

Jamie dio media vuelta para encontrarse con: —¡Jack! —Exclamo sorprendió de la presencia del albino.

—No creo que mañana de clases… ¿o tú piensas Jamie?

Jamie rio divertido, ¿Jack había hecho eso para ayudarlo?

—Nadie amenaza a uno de mis creyentes y se sale con la suya. —Declaro con orgullo al tiempo en que de un salto subía a una barda pavoneándose de su pericia.

Jamie apretó las manos en puños, por un segundo creyó que él era especial para Jack sin embargo, ese comentario lo hacía pensar que protegería a todos por igual, sin distinción o favoritismo. Él no era especial para Jack aunque fuera quien más lo apreciaba.

Sus creyentes… Jamie dio un suspiro y comenzó a caminar, odiaba tener ese nudo atorado cuando Jack estaba a su lado, porque le impedía disfrutar de su compañía.

—Jamie… ¿estás bien? —Cuestiono preocupado Jack al notar la cara de tristeza de su luz favorita. —Si ese hombre te ha dicho o hecho algo más… puedes decírmelo, yo…

—No, no ha sido él… es, bueno…

Jamie deseaba gritarle que él fue el primero, que jamás dejaría de creer y que aun entre las amistades había diferencia, él no se conformaba con ser un amigo más, aspiraba a ser su mejor amigo, alguien indispensable, una persona permanente en su vida cuya ausencia a si sea por días u horas es insoportable, deseaba ser querido de la misma forma en que él quería a Jack Frost.

—Nada olvídalo—. Dejo salir en un suspiro derrotado.

Jack no insistió pero, no por eso lo dejaría de ese ánimo. Con andar suave siguió a Jamie, dando unos suaves empujones al niño cada tres pasos o revolviéndole el cabello. Jamie lo miro entre divertido y curioso. ¿Qué pretendía Jack con ese jueguito?

Jack dibujó una sonrisa complacido del cambio de actitud en el niño, amaba la risa de Jamie y el brillo que esos ojos podían llegar a desprender. Discretamente miro en derredor cuidando de estar fuera del alcance de ojos curiosos y una vez seguro de que estaban solos tomo por los brazos al castaño para salir volando.

Jamie soltó un grito, un segundo después reía, estaba volando nuevamente con Jack Frost.

[…]

El sol ya casi se ponía cuando Jack dejo a Jamie en la puerta de su casa.

—¿Cuándo volverás? —Pregunto el chiquillo castaño sin desear soltar la mano del espíritu invernal.

—Quizá el siguiente mes. Madre naturaleza no estará muy contenta si dejo atender mis deberes.

Jamie asintió comprensivo. Al menos no tendría que esperar hasta el invierno para ver a Jack.

—Estaré esperándote. —Dijo antes de abrazar con afecto a Jack.

Jack devolvió el cariño. Una vez terminaron de despedirse y Jamie entro a la casa, Jack se elevó listo para regresar a sus ocupaciones, había dejado una suave tormenta sobre la parte norte de Asia la cual esperaba hubiera hecho ya efecto enterrándolo bajo varios metros de nieve a los rusos. Fue entonces que regreso a su mente el rostro displicente de Jamie.

Se quedó pensando unos segundos, no estaría tranquilo hasta no saber que el castaño estaba bien.

En un movimiento ya estaba asomándose por la ventana del chico, observando como este entraba a la habitación y dejaba su mochila cerca de su escritorio para luego ir a tirarse sobre la cama con aire ausente y melancólico.

Jack abrió sigilosamente la ventana, entro de un salto y se aproximó hasta la cama para estar a la altura del castaño.

—¿Ahora si me dirás que te molesta?

Jamie casi dio un salto hasta el techo. —¡Jack! Creí que…

—Jamie, somos amigos. Sabes que puedes confiar en mí. — Jack torció la boca ante la desidia que el niño mostraba, esa renuencia a contarle lo que le incomodaba. —¡Oh, no! Este es el principio del fin. Así comienza todos los distanciamientos, primeo me ocultas cosas, luego vas a mentirme y al final… —Dramatizo el albino dejándose caer derrotado en la alfombra, como si hubiera recibido una puñalada de muerte. —Al final ya no podrás verme. Vas a olvidarme, a dejarme atrás como tu dulce infancia. —Sus manos elevadas al cielo enfatizaban su tragedia.

Jamie comenzó a reír a carcajada viva, ¿de dónde sacaba Jack esas ocurrencias? —Yo no voy a olvidarte, jamás lo haría.

—¿Entonces que te tiene preocupado? —Pregunto esta vez con seriedad flotando hasta quedar frente al chico.

Jamie desvió la mirada, ahora que lo pensaba detenidamente era una estupidez. —Yo, solo… es una tontería y vas a reírte.

—Si te pone triste entonces no puede ser una tontería.

Jamie dio un suspiro y junto todo el valor que tenía antes de casi gritar. —Yo no soy solo un creyente… no soy solo uno más… yo…

—Por Min. Jamie claro que no eres eso… tu eres mi amigo.

Jamie frunció el ceño juntando sus cejas molesto. —No quiero ser tu amigo. Yo soy amigo de Pipa, de Mark, de… de muchos de mis compañeros de clase y vecinos pero tu… tu eres mi mejor amigo, tu eres especial y yo…

—Ya entendí. Pero enserio Jamie. —agrego regalándole una sonrisa un tanto burlona. — ¿Tú crees que todos esos niños tienen la misma atención de mi parte?

—No se…—Farfullo Jamie desviando la mirada y sintiendo como se le coloreaban las mejillas de carmín.

—Te diré un secreto. —Jack se sentó junto al castaño, a su lado Jamie se veía tan pequeño. Debía recordar que solo tenía ocho años. —Jamás llevaría a volar a nadie más que a ti. De por sí ya es bastante arriesgado hacerlos contigo.

—No sabía que estaba prohibido….

—No está prohibido, pero… piénsalo de esta forma, ¿Qué sucedería si te viera un avión de gobierno? Objeto volador no identificado… disparen… bang, bang… Cabuummmm—Jack parecía bastante alegre de ver la mueca de horror de Jamie al hacer esa representación de un ataque y no pudo evitarlo, se soltó a reír a carcajadas hasta sujetarse el estómago. De verdad su luz era tan inocente. —Es broma, Jamie, jamás te expondría de esa manera.

Jamie inflo los mofletes en disgusto. Se estaba burlando de él.

—Sí que eres un niño celoso. —Rio Jack despeinando los suaves cabellos castaños.

—No soy celoso. —Refunfuño Jamie cruzándose de brazos.

—Si te hace feliz te prometo que serás el único.

—¿Es una promesa?

—Promesa…

—¿Que te mueras si mientes?

—Jamie, ya estoy muerto.

Jamie enrojeció de la pena. —Lo siento.

Jack tomo las manos del niño entre sus las suyas. —Te perdono si quitas esa cara larga. Me gustas más cuando sonríes.

—Te quiero Jack. —Declaro feliz abrazándose al gélido guardián.

—Yo también te quiero, y Jamie… tú también eres especial para mí. —Confeso apretando más cerca de si el menudo cuerpo de su luz.

Asi el primer día de cada mes Jamie tenía un día de vuelo seguro, era solo un día, un día por el cual valía la pena esperar. Ese fue el primer año desde que se conocieron, el primero de los siete que les quedaba por vivir.

Continuara….

Si, si…mátenme o mándenme ántrax por correo por subir nuevas historias sin terminar las anteriores... Ammm creo que no debería darles ideas….

Si aún sigo vivo habrá continuación…

jajajajaja

Nos leemos.

Atte: Ciel Phantomhive.