Disclaimer: Este fic participa en el reto "Solsticio de invierno" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Género: Romance/Drama.
Personajes: OC/Rose Weasley (No es de pareja, aclaro).
Rating: "T".
Palabras: 2000 exactas.
1
Rose se recogió su cabello con cierto cuidado. Sus ojos, azules como los de su padre, centelleaban ante la ilusión de pasar la navidad con el que era su novio. Una sonrisa se formó en su rostro a la vez que observaba a través del reflejo del espejo a su compañera de piso, y además, buena amiga.
Siempre, en esas fechas donde la gente cantaba y bailaba feliz, se detenía a recordar vagamente cómo había llegado a convertirse esa mujer en la que era ahora su amiga. No es que fuese algo extraño, pero en la época de la escuela, ambas no se llevaban precisamente bien. Puede que por la diferencia esa de casas que algunos indicaban que ya no existía.
Dejó escapar un suspiro para poder colocarse mejor la ropa. Estaba a punto de marcharse de allí y una parte de ella se resistía a ello. No porque no quisiese irse con su familia. Para nada. Pero la otra muchacha iba a pasar sola las fiestas y era algo que no se podía permitir. Algo en su interior le decía que no estaba bien. Al fin y al cabo, era su amiga.
Pero le había insistido como no estaba escrito. Le había pedido que le acompañase y así visitase también a Scorpius, que siempre iba a las cenas familiares como invitado de su primo, Albus. Había una ligera sospecha de que entre ellos dos había algo más que una pura amistad, pero como nadie decía nada, todos permanecían en silencio observando la mirada de ambos muchachos. También Dan iba a ir, y los tres en sí se llevaban bien. No iban a estar incómodos para nada.
Pero su compañera no iba a asistir. No quería ir a una fiesta familiar, y aunque ella le había indicado que para ella era como la hermana que nunca había tenido, su compañera no cedió en ese momento. Se levantó de la silla con cansancio, dejándose caer al lado de la otra muchacha, que permanecía con un libro entre sus manos
-¿Qué estás leyendo?
El silencio invadió a ambas. Las pupilas de la otra, que eran ligeramente más claras que las suyas y de la misma tonalidad, se separaron de las líneas de esa hoja para fijarse en las suyas. Siempre se sentía intimidada por la frialdad que parecía demostrar. Y si no era eso, era el dolor que mostraba a cada segundo de su vida. A veces se cuestionaba como podía seguir su compañera sumergida en ese estado. Sin embargo, cuando se preguntaba como estaría ella si su amado Dan desapareciese de su lado, era consciente de que acabaría comportándose como lo había hecho ella.
Imaginarse vivir sin aquellos ojos dorados se le antojaba demasiado incrédulo para su gusto. También se paraba a pensar si su amiga se imaginaba todo aquello. Si se esperaba todo aquel final. Era cierto que era arrogante, era una matona que se metía con todo el mundo y encima era una cobarde. Todo el mundo lo sabía. Pero cuando sucedió todo lo que sucedió, su carácter se agrió, aunque sí que dejó de meterse con las personas.
-Estaba leyendo "Jane Eyre".
Se quedaron en silencio. ¿Por qué se quería destrozar de esa manera? ¿Por qué pretendía sufrir tanto? ¿Acaso ya no era suficiente vivir con ese recuerdo en su interior? Suspiró, sin apartar la mirada de su amiga.
-Deberías salir un poco.
-No me apetece. Ya sabes como soy-Sonrió de manera torcida-No te preocupes por mí.
-Ya sabes por qué lo hago. Si no me dieses razones para ello, iría tranquila a la cena.
-Para después enseñarle a tu querido muggle ese conjunto de lencería roja.-Y ante esas palabras, su compañera le propinó un puñetazo-¡Ey! ¡No me golpees! Tampoco he dicho ninguna mentira.
-Claro que lo has hecho…No le voy a enseñar precisamente el conjunto-Dejó caer, sonsacando una sonrisa en la otra.
Era lo único que conseguía. Una sonrisa. Y encima en la época de Navidad, porque en los demás días del año conseguía solo esas sonrisas formales que eran más que nada para quedar bien y no dejar mal a nadie. Por lo que al menos era algo. Poco a poco conseguiría que esa muchacha de cabello oscuro acabase mostrando una sonrisa de pura felicidad. Era algo que consideraba como un importante objetivo.
-Te vas ya, ¿no?
-Sí. Voy a pasar a por Dan enseguida y después iremos a cenar a casa de mis tíos con mi familia y demás.
-Dan… ¿Ya lo sabe?
-Por supuesto. Sabe de mi condición y me acepta tal y como soy.-Declaró orgullosa la pelirroja-La verdad es que soy muy feliz con él.
La morena sonrió un poco por ello para acabar fijando su mirada en la portada del libro. ¿Llegaría ella a ser feliz? ¿Volvería a amar a alguien? ¿Volvería a sentir esa llama tan intensa en su interior? Se sobresaltó al pensarlo, rememorando esa sonrisa que tanto la fascinaba por mucho que hubiese intentado ocultarlo.
Aún le parecía una terrible pesadilla todo aquello que ocurrió. Suspiró, despidiendo a su amiga con la mano mientras esta cerraba la puerta. El silencio se apoderó de la habitación
Rose se sentó en medio de la mesa después de haber ayudado a su abuela, Molly, a colocar los platos alrededor. La mesa era enorme, cosa que era normal teniendo en cuenta la enorme familia que se encontraba allí. Y eso que era solamente la familia Potter y Weasley. Faltaban los otros Weasley pero ante la visión de ser demasiados, decidieron asistir unos una noche y los otros en la cena de nochevieja.
Ella había decidido ir acompañada de su novio, al igual que su prima menor, Lily. Esta se veía algo rejuvenecida con ese cabello rojizo cortado en forma de capas y sin tan siquiera llegar a rozar esos finos hombros. Su novio, un chico llamado Tim, se encontraba sentado a su lado. Sus ojos marrones se compenetraban perfectamente con los de su pareja. Los dos se encontraban prometidos y dentro de unos dos meses se iban a casar. Y no había problema alguno. La familia adoraba a ese chico, quien había cursado un año antes en la escuela que la menor de los Potter, siendo así mayor.
Luego se encontraba Albus, quien iba acompañado de Malfoy, como siempre. ¡Y pensar que la joven Weasley había estado saliendo con él! Pero ahora todo era comprensible. Y es que esas miradas y sonrisas cómplices de delataban por sí solas. Y eso le hacía sonreír. Esperaba que algún día ese par de estúpidos decidiesen dar el paso y declararse ese amor loco que les envolvía.
Su relación con Malfoy se había enfriado después de la muerte de su hermano, Hugo. Y también había que marcar lo insensible que se comportó el chico con ella. O quizás que ella exigía demasiado. Lo único que tenía claro es que en ese mismo momento, su relación con él era puramente cordial, y solamente por su primo, Albus. Este se encontraba mucho mejor después de la pérdida de su gran amigo. Su cabello de tonalidad azabache caía ligeramente por su cuello, y algunos mechones rebeldes se posaban en su frente, llegando a tapar parte de esos ojos de tonalidad verde.
Luego se encontraba James, que seguía soltero. Nunca se había interesado mucho en esos aspectos de la vida, aunque eso no significaba que el chico hubiese mantenido alguna que otra relación con alguna chica. Aunque también Rose no era para nada estúpida y se había percatado de que él y su prima Roxanne se llevaban estupendamente. Demasiado bien, pensaba la pelirroja con una pequeña sonrisa. Al principio no le agradaba la idea, debía ella confesar para sus adentros, pero eso no importaba. ¿El amor no era amor? Y en realidad, eran primos. Tampoco era tanto pecado. Pero prefería callar y no pensar mucho en esos aspectos.
Y luego… ¿Qué podía ella pensar de su familia? Su madre se veía igual casi que de joven. Con ese carácter suyo. Sin embargo, su padre se veía demasiado desmejorado. Los años a veces no pasaban en balde, ciertamente, pero eso no impedía que se apenase por ello. Los años pasaban, las personas cambiaban y solamente quedaban imágenes y recuerdos nítidos de aquellos años de niñez y de adolescencia. Tiempo que no volvería al presente. Sensaciones que jamás experimentaría de la misma manera. Un algo tan confuso que la dejaba sin palabras.
Antiguas personas que nunca volvería a ver. El contacto perdido con otras tantas que sí se encontraba, pero ya no era lo mismo. Esas instantáneas que se asomaban en su cabeza cada vez que recordaba el reencuentro de personas a las que llegó a conocer y a comprender. Y con tan solo pensar todo aquello, se percataba de que la vida era un débil suspiro. Un largo camino de cambios que parecían abrumadores y que luego eran solamente eso. Cambios. Nada más complejo que eso.
Y allí, sentada en medio de la mesa, soltaba carcajadas ante anécdotas de James, quien mostraba esa sonrisa que encandilaría a cualquier mujer. Parecía que ahora el trabajo de "San Mungo" le proporcionaba una felicidad que nadie hubiese creído. ¡Era tan sorprendente que a James Potter le gustase ese tipo de trabajo! Pero allí estaba, charlando además amistosamente con el novio de su hermana pequeña.
Albus le contaba historias curiosas de su vida como auror a Dan, quien le observaba curioso y fascinado por aquel mundo nuevo que se abría ante él. Le sorprendía todo aquello, y en otras circunstancias hubiese asegurado que saldría de allí corriendo. Pero cuando se encontraba con la mirada de Rose, quien se lo agradecía sin palabras siquiera, él solamente le devolvía el gesto y seguía escuchando al primo de su novia.
Y luego quedaban ella y Lily, las que rememoraban momentos de su niñez. Como la prima mayor cuidaba de la menor con esmero. Y como la muchacha consoló a la mayor ante la ruptura con Malfoy. Esos cotilleos que eran triviales, y quizás otros no tanto. Esas sonrisas cómplices. Esas salidas de parejas que tanto les gustaban a ambas. Y es que, al fin y al cabo, Dan y Tim eran amigos. Y fue Dan quien presentó a Lily y a Tim. "Un estupendo celestino" indicaba siempre Rose antes de besarle en los labios con gracia y una pequeña risa, verdadera, de esas de los bobos enamorados.
Y es que, las navidades eran la época favorita de Rose. Quizás porque le gustaba poder estar así con su familia. El poder reír, festejar y valorar los buenos momentos vividos entre todos ellos.
La chica se quedó entonces en silencio, mientras que su tío, Harry, se levantaba con una copa en la mano y llamando la atención de todos los que se encontraban allí charlando.
-Lamento mucho interrumpir ese agradable encuentro, chicos, pero este éste hombre tan pesado quiere que todos los demás lo escuchen como tiene que ser.
Todos soltaron una carcajada ante las palabras del señor Potter, quien también sonrió ante el gesto de los demás.
-Hoy es navidad. Es esa época donde mucha gente se siente en familia. La verdad es que yo también ando igual. Me siento afortunado de poder estar aquí. Junto a mis suegros, mi esposa-Dijo posando su mano sobre la de esta, que sonreía cariñosamente-Mis hijos y mis sobrinos, junto a sus respectivas parejas. Aunque no tuve la oportunidad de celebrar de joven estas fiestas de la forma adecuada, sí que llegué a comprender que de esto no importa los regalos. Lo que importa es que la familia esté unida, sin separaciones, sin lágrimas por los aquellos que se han marchado. Esta es la época en la que uno se puede permitir olvidar, y empezar así una nueva vida.
Todos se sumergieron en un profundo silencio tras finalizar este pequeño silencio. Sí. Era la hora del olvidar. De superar todo aquello que parecía imposible. El poder querer. El poder proseguir. Como decían los muggles: "Año nuevo, vida nueva". Y Rose así lo creía.
Nota de la autora: Creo que al final voy a acabar con una de estas al final de cada texto. Pues al final, este es el primer capítulo de este reto. El segundo lo subiré a la vuelta, pues me marcho de viaje. Los personajes siguientes: Dan, Tim y la amiga de Rose son de mi propiedad. Tim es un personaje nuevo. Dan apareció por primera vez en "Amor se llama el juego". Sí. Es el mismo personaje, un poco relatando lo que sería su relación en navidad. Y al otro personaje, también se le conoce de una de mis historias. Si alguien lee esto y lo ha leído, que es de otro reto, ya sabrá quién es. En fin, solo me queda decir que muchas gracias por leer y saludos.
