Disclaimer: Will y Nico pertenecen a Rick Riordan, yo solo juego con ellos.

Este fic participa en el reto temático de Marzo "Solangelo, sweet, Solangelo" del foro El Monte Olimpo.


"Te lo manda el médico"

Esa frase sacaba a Nico de sus casillas. Will Solace, hijo de Apolo, no le había dejado moverse de la enfermería durante tres días. Todo por que casi se disuelve en las sombras. ¿Y a él que más le daba? A ver, era muy bonito de su parte preocuparse por Nico, pero el hijo de Hades seguía sin creerse que Will lo considerase "una cara amiga".

-¿A dónde vas, Di Angelo? -le preguntó cuando le vio enderecándose para salir de su camilla.

-No es de tu incumbencia, Solace -respondió cortante Nico.

Intentó ponerse en pie. Sin embargo, las piernas le flaquearon, y si no fuese por Will se habría estrellado contra el frío suelo de mármol. Mientras le ayudaba, Nico pudo admirar las escultóricas facciones del rubio. Sus ojos brillaban con determinación, como si estuviesen analizando a Nico. Cuando se le acercó, el chico no pudo evitar ruborizarse levemente. ¿Qué narices le pasaba?

-Tienes muy mal aspecto -observó-. ¿Qué has comido últimamente?

Nico farfulló algo relacionado con avena y granadas, pero Will no le dejó continuar. Puso el dedo índice en sus labios finos y chistó.

-No me puedo creer que seas tan cabezota. Te dije explícitamente que debías nutrirte. Tus defensas están muy bajas -bajó la voz-. Además, no quiero que te pase nada.

El rubor de Nico se intensificó. Definitivamente, sentía algo por él. Le empezaron a temblar las manos y después todo el cuerpo. Will le abrazó y le acarició el pelo.

-Cuéntame lo que te pasa. ¿Es algo relacionado con Hazel? ¿La echas de menos?

Nico asintió, intentado contener las lágrimas. Pensó que podría soportar la ausencia de su medio hermana. No obstante, la nostalgía lo invadió y no podía quitársela de la cabeza. Recordaba cada rizo, cada sonrisa. Sobre todo, recordaba el cariño y el amor que tenía hacia él. Lo único que lo había salvado de la depresión había sido... Will. Impulsado por un arranque de locura, buscó la cara de Will y lo besó. Sus labios eran tiernos y dulces. Aunque Nico no supiese qué Hades estaba haciendo, siguió besándolo. Al separarse en busca de aire, el rubio suspiró.

-Ya era hora -le reprendió.

-Cállate, Solace.

Will rió y cogió un trozo de ambrosía. Se la dio a Nico y, acercándose de nuevo a él, murmuró:

-No te comas la cabeza pensando en Hazel. Pronto podrás visitarla. Antes de cometer una locura como sumirte en la depresión... -hizo una pausa- yo estaré aquí para ti, Di Angelo. Por siempre y para siempre.