Pues esta va a ser la primera historia que escriba basada en Digimon, basada particularmente en la primera serie, Digimon Adventure, digamos un año después de los sucesos ocurridos en la serie.

Aparecerán Digimon conocidos, así como otros de mi propia invención. Así como algún que otro personaje inventado por mí.

En cuanto a relaciones amorosas o situaciones comprometidas, estás típicas en todas mis historias, no tengo aún muy claro si pondré alguna, pero nada es imposible en una historia.

Sin más dilación, el primer capítulo. Espero os guste.

CAPÍTULO 1

LOS PREPARATIVOS PARA UNA NUEVA BATALLA

Cuanto Tai llegó a casa, se rascó la cabeza, intentando recordar a santo de que estaban sus padres tirando tantas cosas de golpe.

- ¿Qué hacéis? – Les preguntó a sus padres - ¿Por qué tiráis tantas cosas?

- ¡Ah! ¡Por favor, cariño, ayúdanos un poco! – Le rogó su madre tirándole una caja que Tai agarró al vuelo.

- ¿Pero se puede saber que pasa? ¿Es qué nos persiguen Yakuzas o qué?

- ¿Pero es qué ya no te acuerdas? – Le dijo su padre – Tu hermano vuelve hoy.

- ¿Cómo? ¿Era hoy?

- Si, va a llegar en el vuelo de las seis, y la verdad, guardé su ropa porque su armario nos venía muy bien para meter cosas. Pero, aunque no creo que se quede mucho, igual…

- Hace cinco años que no viene por aquí, no creo que eso le importe mucho.

- Más vale prevenir que curar.

- ¿Y Kari? – Preguntó al ver que no estaba por ahí.

- Se ha ido con Sora a comprar un regalo para vuestro hermano. La verdad es que está muy contenta, ella casi no lo conoce.

- Normal, se marchó cuando ella tenía tres años o poco más.

- Bueno, ¿pero no te alegras que vuelva o qué, hijo?

- No he dicho que no me alegre mamá… es solo que… pues bueno, eso, que no sé. Ha pasado tanto tiempo.

- Bueno, pues vete preparando, que tenemos que ir a buscarle.

Kari miró el reloj con el escudo del equipo de fútbol de la ciudad de Tokyo. Era bastante bonito, simulando el color de la plata, pero, ¿le gustaría a su hermano?

- No sé, Sora…

- A tu hermano le gustaba mucho el fútbol cuando vivía aquí. De hecho, me acuerdo que el equipo de Tokyo era el que más le gustaba.

- Pero un reloj… es algo muy típico y ya tendrá uno.

- Tienes razón… pero yo creo que será algo bueno para él.

- Es posible…

Sora sonrió al ver a la pequeña. Habían pasado muchas cosas juntas, toda la batalla contra los Amos oscuros, y había visto lo fuerte y decidida que podía llegar a ser. Pero, ahora, veía a una joven niña de nueve años, nerviosa.

- ¿Estás nerviosa por volver a ver a tu hermano?

- Será casi como la primera vez… casi ni le recuerdo – respondió – Pero… si recuerdo que era muy bueno y amable… me contaba historias que el se inventaba para que me durmiese, me llevaba a todos los sitios que quería y me compraba todo lo que le pedía… al menos, así le recuerdo…

- Si le recuerdas así, es porque seguramente era así, Kari.

- No sé… ¿tú te acuerdas de él?

- Bueno… era mayor que yo, así que supongo que nunca me fijé en él. Pero siempre estaba atento a si alguien necesitaba algo. Era muy bueno en fútbol y nos enseñó a jugar a Tai y a mí… por lo demás, poco más. Pero, estoy segura de que si le regalas ese reloj, le encantará, sobre todo porque se lo has regalado tú.

- ¿Seguro?

Sora asintió. Y tanto que estaba segura. Aunque no recordaba del todo bien a su hermano, si recordaba lo encaprichado que estaba con Kari cuando era un bebé. Cada dos por tres estaba al tanto de que no le pasase nada, como si fuera su guardián protector.

Sora se rió por lo bajo, recordando como al ver el tipo de hermano que Tai y Kari tenían le había pedido a su madre también un hermano. Por desgracia, nunca vino.

En el mundo digital, Gennai miraba la pantalla del monito de su ordenador, en su casa de debajo del mar digital.

Los datos eran muy preocupantes.

- Esto no va bien… tenemos un problema muy grave.

Un petrolero navegaba en dirección a Tokyo, previsto para descargar la carga. El capitán, Seijouro Sawara, miraba con sus prismáticos que no hubiera obstáculos a la hora de llegar a puerto.

De pronto, una densa niebla apareció de la nada, impidiendo la visión.

- ¿Pero qué…?

En ese entonces oyó un ruido, o más bien algo parecido a un rugido.

- ¿Qué ha sido eso? – Le preguntó a su segundo al mando.

- No lo sé, capitán.

De pronto todo comenzó a temblar, y ambos perdieron el equilibrio. El capitán Sawara logró ponerse en pie, pero volvió a caer de nuevo con otra sacudida.

- ¡¿Pero qué es lo que pasa?

- ¡Señor! – Gritó alguien por megafonía - ¡Algo ha rodeado el barco! ¡Nos está hundiendo!

- ¡¿Qué?

El capitán bajo las escaleras, pero no tuvo que correr más. Entre la niebla, en dirección a la popa, pudo ver perfectamente algo que brillaba, algo parecido a unos ojos.

- ¡¿Qué es esa cosa?

Si lo sabría no lo tenía claro, ya que, fuese lo que fuese esta cosa, partió el barco por la mitad y este comenzó a hundirse poco a poco, mientras la criatura rugía, como si cantase victoria por su hazaña.