Como siempre, los personajes no me pertenecen, son de JKRowling n.n
Espero que disfruten del fic. He intentado dar una nueva visión de Hermione, aunque sin perder sus cualidades más características. Ron y Harry pierden mucha importancia, eso sí.
Disfruten!!
CAPITULO 1 Triángulo prohibido
Hermione se giró en la cama, envuelta en sábanas y la luz que entraba por la ventana la deslumbró. Mierda, se me olvidó correr las cortinas, pensó. Despegó los párpados con suma dificultad, deslumbrándose con los haces de luz. Cabeceó cuando se sentó al borde de la cama, y buscó sus zapatillas a tientas con el pie. El frío suelo la hizo estremecer.
-Hermione Jane Granger-dijo en voz baja-. Despierta ya de una maldita vez.
Arrastrando los pies, salió de su habitación y cruzó el corredor de la planta superior hasta topar con la puerta del baño. La abrió y se encerró en él para lavarse la cara y despejarse. Cuando salió, su madre la miraba escéptica.
-Vas a llegar tarde, Mione-le reprochó.
-Sí, mamá, otra vez se me olvidó poner el despertador.
-Date prisa, niña-le dio un suave empujón para que se apresurara, y mientras bajaba las escaleras le gritó-. Papá ha decidido trasladarse a una nueva clínica, y en compensación, ésta le ha ofrecido un viaje con todos los gastos pagados a Italia. Ha aceptado, y yo me iré con él. Así que te aviso antes. Estarás sola durante tres semanas.
-¿Tres semanas?-gritó ella mientras abría la bolsa de cereales y los volcaba en la leche-. Eso es mucho, mamá.
-Creo que te las podrás apañar sola. Confiamos en ti. De todos modos, tenemos varios días por delante. Te explicaremos qué tienes que hacer en nuestra ausencia. Aun así, llevaremos los móviles por si surge algún imprevisto...
-¡Mamá! Voy a llegar tarde-le gritó-. Como tú has dicho, tenemos varios días por delante. Deja ahora que pueda desayunar tranquila.
-Vale, vale, preciosa. Yo me voy ya al trabajo-Hermione escuchó cómo bajaba las escaleras corriendo, y descolgaba el abrigo de una percha que había detrás de la puerta de entrada-. Ya he cumplido el cometido de despertarte.
La chica bufó cuando ella ya estuvo fuera de casa. ¿Su cometido? Se había tenido que despertar sola. Y de no ser porque, en un descuido, había olvidado correr las cortinas de su habitación, habría seguido durmiendo plácidamente.
Engulló los pocos cereales que quedaban en el fondo del tazón y salió de la cocina para volver a subir hasta su habitación. Ordenó la desastrosa mesa, con pilas de libros, y buscó su maleta entre aquel pequeño caos que era su habitación. Cuando descubrió que estaba debajo de la manta, no se le ocurrió preguntarse cómo demonios había llegado hasta ese insospechado lugar.
Abrió su armario y sobre ella cayó un montón de ropa hecha una bola; un intento desesperado de hacer creer a su madre que había despejado la habitación de prendas de vestir. Sacó unos pantalones negros un poco anchos y se los colocó sin miramientos. Llegaría tarde al instituto. Sacó los calcetines del último cajón y se ató los zapatos antes de darse cuenta de que los calcetines estaban del revés. Hizo caso omiso al pequeño contratiempo y sacó una camiseta de mangas cortas negra, con letras plateadas y rojas oscuras, que rezaban: "I'm the metal goddess". Después se colocó su jersey preferido encima de ella. Era morado, con una cremallera corta en su hombro derecho. El cuello, alto, caía sobre sus hombros. Buscó a tientas en la penumbra del armario dos pulseras de pinchos y su reloj. Alcanzó el último en una esquina de la tabla del armario, y se lo intentó colocar. Maldijo a aquel que dijo que cuanta más prisa tengas, más lento irás. Al fin atinó con el agujero del reloj y reanudó la búsqueda de las pulseras. Al fin se acordó de que las tenía en los bolsillos del pantalón. Se las colocó igual que el reloj y fue directa al cuarto de baño cuando consiguió volver a cerrar el armario, evitando que toda aquella ropa a presión saltara.
Se miró en el espejo. Su pelo caía ahora ondulado. Hacía un año que había dejado de ser estropajoso e indomable, una maraña imposible. Sonriendo, lo cepilló hasta dejarlo casi liso, y se apartó el flequillo de los ojos. Cogió una gomilla para el pelo por si las moscas.
Pasó por su habitación para recoger su maleta antes de salir corriendo por la puerta de su casa. A punto de caer estuvo en varias ocasiones mientras corría por la calle. Miró su reloj antes de doblar una esquina. Faltaban cinco minutos y tres manzanas por recorrer. Sentía el flato punzándole el abdomen. Se dobló y respiró agitadamente. No podía permitirse llegar tarde.
Era cierto que en los dos últimos años había dado un cambio radical. Al cambiar de instituto, cambió también de imagen. Se convirtió en lo que sus compañeros llamaban una "Heavy empollona". Descubrió que ese tipo de música le encantaba, y el color negro ahora la atraía. Siguió siendo la alumna ejemplar a ojos de los profesores, pero a la vez algo se rebeló en su interior. Iba a fiestas, se arreglaba para estar más guapa, no tenía demasiados enemigos, utilizaba el vocabulario propio de una adolescente, y no el de una anciana amargada.
Todo le había ido bien al principio, en el primer año. Tenía muchos amigos, y ella siempre estaba disponible para ellos cuando tenían alguna duda sobre las asignaturas. Ya no era una empollona o rata de biblioteca. Era inteligente y culta, nada más. Una "tipa enrollada y con mucho cerebro", palabras textuales de Seamus Finnigan, compañero de clase.
Hasta el principio, claro. En el segundo año, su pesadilla llegó. Hacía ahora tres meses que Draco Malfoy y Blaise Zabini habían llegado al instituto. Recordaba a sus dos compañeros, si podían recibir esa expresión, del instituto anterior a ese. Ellos habían conocido su faceta de ratón de biblioteca y sabelotodo petulante y pedante. Se quedaron asombrados al ver su nueva persona en aquel lugar. Pero las cosas no cambiaron tanto en ese aspecto. El rubio seguía intentando amargarle la existencia a ella, y había conseguido varios seguidores en el instituto. Con su impresionante físico, Malfoy y Blaise habían acaparado la atención de todas, todas, todas, las chicas de su mismo curso y anteriores. Excepto Hermione, claro está.
