Suturing the wound
「Capítulo 1」
–Income –
– Mi vida no tiene sentido sin ti, ¿acaso no lo entiendes? – Desde el otro lado del auricular hablaba una mujer, su voz se escuchaba entrecortada pero segura de sus palabras.
– … – El receptor sólo escuchaba, sin embargo no prestaba atención a la voz femenina.
– ¿Me estás escuchando si quiera, Sasuke? Yo te amo… Te amo como no tienes una idea, ¿por qué me haces esto? ¿Podemos vernos de nuevo? ¿Podrías darme otra oportunidad? Por favor, Sasuke… ¡Di algo!
– Ayer te lo dije, ¿no? Me harté de estar contigo, eres ruidosa y no quiero tener nada más contigo, Karin. No quiero que me busques más.
– ¿No te importo ni siquiera un poco? Bien, entonces, si me suicido no te sentirás culpable, ¿verdad? No te preocupes en bloquear mi número, ni nada por el estilo, esta noche dejaré de existir – Sin darle más tiempo, la mujer colgó.
El joven, de tez nívea en contraste con sus ojos oscuros de mirada profunda y cabellera negra, sólo veía la pantalla de su móvil. Sabía que aquella mujer siempre exageraba en sus palabras, esa era una de las razones por las que había terminado su relación, pero también sabía que podía llegar a los extremos por él.
El resto de la tarde despejó su mente haciendo otras cosas; lavó su motocicleta después de haberla arreglado, cambió la arena de su gato y llenó el platillo del mismo con alimento procesado, preparó suficiente curry y guardó una porción en el refrigerador para la hora de cenar. Al final del día decidió tomar una ducha y relajarse pero, a fin de cuentas, no podía dejar de pensar en aquellas palabras.
Si bien, el Uchiha era un hombre que se le conocía por ser estoico, nunca mostraba interés en ninguna persona, ni siquiera hacia sus parejas y, mucho menos, en las demás chicas que gustaban de él. Pero, aunque los dramas de Karin le molestaban de sobremanera, no podía ignorar aquella amenaza. No podía tocar temas relacionados a la muerte sin que sus nervios no se alteraran.
Después de vestirse tomó sus llaves, salió de su departamento y se dirigió al estacionamiento. Se colocó su casco y emprendió su viaje para asegurarse que, como siempre, aquella mujer con la que había terminado una fastidiosa relación, sólo soltaba sus palabras sin pensar en las consecuencias.
El tráfico de aquella noche parecía jugar en su contra por lo que se atrevía a moverse entre los autos que, por momentos, detenían su andar. El Uchiha siempre tuvo buenos reflejos desde el primer momento en que montó su motocicleta, varias veces se anticipó a los accidentes que hubiese ocasionado una mala maniobra. Sin embargo, la prisa a llegar a su destino y sus nervios alterados afectaron su habilidad, haciéndolo calcular mal el tiempo del semáforo.
– Hoy está muy tranquilo el hospital, ¿no crees? – Mientras revisaba algunos expedientes, la doctora en turno, -una joven de cabello corto y rosado, sostenido con una coleta-, platicaba con la enfermera que siempre la apoyaba, -menor que ella, y sus ojos color perla, junto con su piel, contrastaba su cabellera larga y oscura, la cual recogía en un chongo-. La menor sólo asentía al momento de anotar las observaciones de los mismos pacientes.
Cada una se desempeñaba de manera eficaz, siendo las mejores en su respectiva profesión y conocidas, a su vez, como el mejor equipo de trabajo en el nosocomio. Pero, a pesar de que muchas personas le trataran de convencer a subir de rango e igualar a su compañera, la morena no cedía ante ellos, pues le gustaba ayudar a sus pacientes más allá de las intervenciones tras los incidentes.
– ¡Ah, acabo de recordar algo! ¿Te acuerdas de Uzumaki Naruto? Nuestro compañero de clases en la escuela elemental – La morena, tras escuchar aquél nombre, sintió que su corazón se aceleraba, sin embargo no dejó que sus facciones la delataran y asintió con sutileza, dirigiendo la mirada hacia su compañera –. Bueno, resulta que hace poco Ino lo vio por las calles de Nagoya, hablaron y todo. Total, ¡él le dijo que aún seguía gustando de mí! ¿Puedes creerlo? Y, claro, como a Ino le gusta molestarme le dio mi número y ahora no deja de mandarme mensajes – la peli-rosa hizo una pausa para suspirar y recargar su rostro en ambas manos, bajando la mirada hacia los expedientes, sin prestarles mucha atención –. Aunque… He de admitir que ahora se ve más alto y un poco más maduro… ¡Y digo sólo un poco, pues a veces saca cada tema que dudo que su viaje al extranjero le haya servido! – Sin notarlo, la peli-rosa había mostrado un sonrojo por sus palabras.
– Seguro que sí – con todas sus fuerzas, la oji-perla le regalaba una sonrisa a su adversa, pero el timbre de su voz comenzaba a delatarla – ¿Hace cuánto que regresó del extranjero?
– Hm… Según él, hace medio año volvió a Japón. Hinata, ¿te sigue gustando? – Aunque intentara ocultarlo por más tiempo, la nombrada hizo un gesto que respondió al cuestionamiento de la mayor –. Yo… Lo siento, Hina, hablé de más…
– ¡No, no! No tienes por qué preocuparte, Sakura. Me sorprendió saber de él, sólo eso.
Antes de que su adversa se disculpara nuevamente, una voz femenina en el altavoz pedía su presencia en la sala de urgencias. Ambas sabían que su prioridad eran los pacientes, por lo que, sin más rodeos, se levantaron de sus asientos y caminaron a paso acelerado hacia su destino.
