Hola!
Anuncio: Esta historia es la tercera parte una serie de "fanfics" que he estado subiendo.
1ra Parte: Ups, me enamore
2da Parte: Entre las reliquias y el amor
3ra Parte: Nuestra Historia
Les recomiendo que si quieren entender mejor la historia se pasen a leer las primeras partes, y si ya lasleíste espero disfrutes esta continuación.
Besos! A leer!
Capítulo 1
Memories
P.O.V Draco Malfoy
Me hallaba recostado sobre algo duro e incómodo. Me removí minutos antes de abrir lentamente mis ojos. La luz era escasa, sentía un frio recorrer el lugar y solo se escuchaba el ruido del viento. De la somnolencia me recibieron los espesos e inmensos arboles del bosque prohibido. Los mismos, se alzaban cual largos delante de mi visión, me senté, apoyando mis manos en la arena húmeda. La última vez que había estado aquí, fue el día de la guerra.
Me puse en pie, arrugando el entrecejo al contemplarme solo en medio de aquel lugar. Un viento frio soplo con fuerza, el sonido se coló pesadamente por entre las hojas. Por un instante, me pareció escuchar el rugido de un ser espeluznante, pero me tranquilicé repitiéndome que solo era mi imaginación. Giré sobre mis pies, intentando encontrar a alguien, además de mí. Pero además de las ramas, las hojas, la arena y las piedras…no parecía haber nadie.
-¿Hay alguien ahí?- cuestioné en voz alta, el sonido revoto contra los árboles. El viento volvió a soplar con fuerza, me abrace a mí mismo intentando conservar un poco de mi calor corporal. Intentando entrar en calor, fui consciente de la ausencia de ropa. Solo traía unos pantalones negros rasgados en las rodillas, me giré, mi camisa estaba hecha pedazos en el suelo.
-¿Qué rayos?- pregunté arrodillándome, sujeté la tela azul entre mis manos y observe que se hallaba manchada de sangre. ¿Pero de dónde? Escuché nuevamente el ruido desagradable colarse entre las hojas y me giré espantado. Escuchaba pasos, pasos que presurosamente se acercaban a mí.
Retrocedí, ante el ruido, pero tras un buen rato, todo volvió a calmarse. Suspiré, quizás estaba imaginando cosas. Volví a girarme, encontrándome, para sorpresa mía, con mi reflejo en un espejo. Espantado, me llevé las manos al rostro, estaba cubierto de sangre, desde el cabello hasta mitad de pecho. La sangre escurría por mis hombros, por mis brazos e incluso por mi torso muriendo en el negro pantalón que vestía.
-¡Draco!- escuché que me llamaban, me volví hacia la voz, pero solo habían árboles.
-¡Mama!- exclamé comenzando a andar.
-¡Draco!- insistió, me di la vuelta, percatándome de que el ruido había surgido de mi costado derecho, pero allí tampoco había nada.
-¡Draco!- gritó, me di la vuelta, terminé encontrándome cara a cara con ella. Vestía un traje negro como la noche misma, su cabello rubio caía por sus hombros y sus ojos grises me miraban fijamente. Di un paso hacia ella, pero cayó al suelo cuando estaba por tocarle. Me arrodille a su lado, tanteando su rostro con cierto temor.
Mis manos estaban manchadas de sangre, así que, al tocarle, manchaba sus mejillas. Intenté llamarle, pero no podía abrir mis labios, con desesperación le zarandeé un poco, no hizo ningún efecto. Baje mi mirada estudiándola, una mancha en su costado llamo mi atención. Al llevar hacia allí mis manos, sentí la sangre húmeda que mojaba la tela.
-Mama…- grité en mi subconsciente, no parecía escuchar, estaba por llamarle nuevamente cuando me desperté.
Un temblor involuntario recorrió mi cuerpo cuando mis ojos se abrieron, fue como cuando te lanzan un balde de agua muy fría sobre tu cuerpo. Me senté en la cama, el sudor bajaba por mi torso desnudo y mi respiración se encontraba acelerada. "Solo soñaba…" suspiré pasando una mano por mi cabello, logrando que dejase, por algunos segundos, dejar de cubrir mi mirada. "Solo un sueño…" repetí saliendo de la cama y acercándome a la ventana.
Moví a un lado la cortina, el sol golpeaba con debilidad desde el horizonte. Llevé mis manos al reloj, faltaban quince minutos para las diez. Suspire, debía estar en la parada de King's Cross a las once. Me incliné de la ventana en silencio, estos últimos días había tenido algunos sueños extraños, quizás sean producto de todos los comentarios que aparecen en el profeta.
Hermione se había ido hace algunas semanas a buscar a sus padres. No habían pasado veinte y cuatro horas cuando ya le extrañaba. Pero ella tenía toda la razón, yo debía terminar mis estudios y ella debía buscar a sus padres. Además, tengo a Pansy, la morena suele venir a visitarme todo el tiempo. Y por supuesto, mi madre está conmigo día y noche, excepto en esas ocasiones que decidía ir a visitar a mi padre a Azkaban.
-El joven Malfoy ¿Desea algo?- cuestionó una voz a mis espaldas, me giré de inmediato, el elfo de la casa me miraba con sus enormes ojos fijamente, suspiré y me senté en mi cama.
-Prepara mi baúl… ¿Mi madre esta despierta?- interrogué mientras el elfo aparecía un baúl y comenzaba a acomodar algunas de mis pertenencias.
-La señora Malfoy esta desayunando. Dice la señora que la señorita Parkinson esta con ella.- me dijo el elfo, tomé una camisa de las que él colocaba en el baúl y salí de mi cuarto mientras me la colocaba.
La cocina se hallaba al otro lado de la Malfoy Manor así que atravesé el lugar en silencio, las ventanas estaban abiertas, dejando entrar la poca luz que el día comenzaba a proporcionarnos. Escuchaba la voz de Parkinson en la cocina, su voz retumbaba en el lugar y arruinaba el perfecto silencio que había llenado la estancia. Abrí la puerta del comedor con un empujón suave y las dos mujeres que allí se hallaban giraron el rostro y me miraron.
-¿Aun no te cambias?- me preguntó Pansy rodando los ojos.
-Me estas viendo.- respondí acercándome, le removí el cabello y la morena me empujó enojada.
-Buen día, madre.- susurré depositando un beso en su mejilla.
-Pansy tiene razón. ¿Por qué no te cambias y luego desayunas?- me dijo mi madre mientras aparecía mas jugo de frutas en su copa. Rodé los ojos, moví mi varita y me cambié. Ambas mujeres me lanzaron una mirada asesina.
- ¿Felices?- interrogué tomando asiento, comencé a servirme el desayuno rápidamente, mirando el enorme reloj de madera que marcaba las diez de la mañana.
- ¿Has sabido algo de Hermione? - me preguntó mi morena dándole un sorbo a su taza de café.
-No…no me escribe desde que se fue.- respondí encogiéndome de hombros.
- La distancia prueba el amor.- comentó mi madre sin mirarnos, le miré intentando descifrar su gesto inmune, pero no lo conseguí. ¿Acaso ella estaba probando a Hermione?
- Deberíamos irnos.- declaró Pansy poniéndose de pie, miré el reloj, di un último sorbo a mi bebida y me puse en pie.
- Si, mejor vamos. Te escribiré.- le dije a mi madre, le di un beso en la mejilla y me giré para seguir a Pansy.
-Los Greengrass me llamaron.- me dijo mi madre, sujetándome del brazo, Pansy estaba por salir cuando ella habló. Mi amiga se giró con los ojos muy abiertos, murmuro un "te espero afuera" y abandonó el comedor.
- ¿Qué querían?- cuestioné cruzándome de brazos.
- Teniamos un contrato con ellos…- comenzó a decir mi madre.
-Contrato que quedo anulado cuando rompí la mayoría de las clausuras.- sentencié
-Lo se, ellos querían hablar contigo. Hacerte entrar en razón, dijeron. Les dije que no había nada que hablar, pero dijeron que conseguirían la manera de comunicarse contigo.- me dijo mi madre levantándose de su asiento y acomodando los cabellos que caían sobre mis ojos, intentando que volviesen a ubicarse en el lugar que correspondia.
-Se cansaran.- murmuré dando la vuelta.
-Escríbeme cuando llegues.- me dijo mi madre justo cuando abría la puerta, giré el rostro y tras observarla en silencio durante un rato, cerre la puerta. Pansy me esperaba de pie en la pared contraria, me dedicó una mirada llena de intriga y confusión.
-Vamos, te cuento de camino.- le dije
Minutos mas tarde, nos hallábamos sentados en el anden 9 y 3/4. Aunque Hogwarts estaría en reconstrucion durante este año, y aunque no seria lo mismo sin Hermione, tenia el consuelo de tener una buena compañía. Además de Pansy, Theo también regresaría a terminar de cursar su ultimo año. Como era de esperarse Lovegood y la pelirroja Weasley también lo harían. Seria extraño no ver al trio de oro por los pasillos, y el solo saberlo, comenzaba a causarme un poco de melancolía.
Incliné mi mano de la ventana del vagón y miré en silencio las vías del tren mientras comenzábamos a movernos. A mi lado, Pansy hablaba animadamente con Theodore y Luna; aun no había rastro de la pelirroja Weasley. Suspiré, extrañaba a Hermione, tenia este extraño presentimiento que me decía que algo saldría mal. Siempre que nos separábamos algo solía salir catastroficamente mal.
-Entonces, se detuvieron los tres pelirrojos delante mi. Bill Weasley me miraba como si quisiese asesinarme. Y luego de un incómodo silencio de casi cinco siglos dijo "Te pondremos a prueba…si lastimas a nuestra pequeña…" y claro, no terminó de hablar porque la comadreja de Parkinson le interrumpió y me señaló con uno de sus dedos mientras decía "Arrancaremos todos tus miembros uno a uno."- les decía Nott a las dos chicas imitando a los pelirrojos.
- ¡No, no le arranquen nada, por favor!- imitaba Parkinson a Ginny.
- Fue la hora mas desesperante de mi vida.- suspiró Nott
- Draco- me llamó Pansy, giré el rostro, mi morena me dedico una sonrisa.
- ¿Qué?- interrogué
- Cuéntanos como fue su despedida. – me dijo mi morena dándome un golpe con su hombro, los otros dos me miraron a la espera de mis palabras.
-¿Qué despedida?- pregunté confundido.
-La tuya y de la sabelotodo.- dijo Pansy rodando los ojos, le fulminé con la mirada por el apodo quehabía utilizado al referirse a mi castaña. Solo yo podía seguir llamándola: sabelotodo, ratón de biblioteca, chica Muggle, y todos sus derivados. Ante la mención de nuestra despedida, mi mente hizo un "swich" y me encontré recordando, por milésimas de segundos, aquel día.
Me había levantado a las ocho y me había aparecido en la madriguerra de los Weasley. Mi castaña había estado viviendo con ellos desde que terminó la guerra. Yo quise convencerla para que se quedase conmigo y con mi madre, pero se negó rotundamente a poner un pie en la mansion Malfoy por mas de cinco minutos. Me preguntaba como haríamos para vivir juntos si ella temía tanto a mi hogar. Lo veía en sus ojos color miel cuando observaba de lejos mi casa.
Ella todavía tenia, en su memoria, la tortura de mi tia Bellatrix, todavía tenía en su memoria aquel día. Aun cuando habían pasado meses desde aquel acontecimiento, en sus ojos seguía reflejándose, no solo el mismo miedo, sino el mismo dolor. Fue por ese motivo que decidí no insistir cuando dijo que se estaría quedando con sus amigos en la madriguera. Yo bajaba todos los días a verle, no hubo un día que no estuviese de pie junto a su cama esperando que despertase.
Por eso, cuando aparecí por la cocina de la madriguera tan temprano, la señora Molly no se sorprendió. La pelirroja me dedico una pequeña sonrisa, una que reflejaba aun, los vestigios de la guerra. Una que guardaba el dolor y la soledad que inundaban su pecho desde aquel día que enterró a su amado Arthur. Saludé con un gesto de mano a la mama de los pelirrojos y ella me dio un beso en la mejilla cuando me incliné a observar lo que cocinaba.
-Pancakes…tus favoritos.- me dijo con una sonrisa.
-Se ve decilicioso.- acepté, desde que terminó la guerra, la señora Molly se había vuelto aun mas cercana a mi. Sus hijos solían dormir hasta muy tarde, y en otras ocasiones, se quedaban en sus habitaciones evitando contemplar a su madre llorar. En cambio, yo llegaba muy temprano, y en mas de una ocasión le vi llorando; estuve ahí para consolarle, aun sin hablar, solo estando junto a ella.
- Hermione aun no despierta.- me dijo la rechoncha mujer volviendo a enfocarse en su desayuno.
-Subiré a verle. – le avisé.
-Dijo que se iría hoy ¿cierto?- me preguntó antes de que pudiese irme.
-Si, eso dijo.- respondí con la vista fija en los pancakes, no por que tuviese hambre, sino porque no quería mirar a la pelirroja a los ojos. Podría descubrir que me dolía la decisión de mi novia.
-Estarás bien, muchacho. Un tiempo alejados no es el fin del mundo.- me dijo la pelirroja dándome un golpecito cariñoso en el hombro, intenté sonreír y luego me despedí. La madriguera estaba sumergida en un completo silencio, seguramente la mayoría de los pelirrojos dormía. Subí las escaleres distraídamente, todos los recuerdos en este lugar pasaron con una rapidez vertiginosa delante de mis ojos. Al igual que todos los días que subía esas escaleras.
Tomé un largo respiro y abrí la puerta del cuarto donde dormían Hermione y Ginny. Esperaba encontrarle a ambas allí durmiendo, pero para mi sorpresa, solo mi castaña yacía tendida sobre su cama. Cubierta por las mantas rojas que le mantenían caliente cuando el frio se colaba en las noches por la ventana abierta. Caminé hasta su cama y me arrodillé delante de la misma.
Mi leona dormía profundamente, al parecer había batallado con las sábanas en la noche, porque se hallaba boca abajo. Con una mano fuera de la cama, el cabello mas alborrotado que la noche anterior y el rostro ladeado hacia mi. La sábana roja solo cubría la mitad de su cuerpo, se hallaba amontonada alderedor de sus cintura, enredada entre sus tersas piernas que eran cubiertas por un corto pantalón color azul cielo. Hermione suspiró y apretó una almohada en forma de corazón que se hallaba entre sus brazos.
Sonreí al ver que abrazaba fieramente aquella almohada, parecía una niña cuando dormía. Viéndole allí, como cada mañana, volví a preguntarme como se sentiría abrir mis ojos y que ella fuese lo primero que viese. Extendí una mano y acomodé uno de sus risos tras su oreja derecha, acariciando el lóbulo de la misma con la yema de mis dedos. Mi leona tembló ligeramente, murmuró algo, y siguió durmiendo. Divertido volví a acariciar su lóbulo, volvió a temblar y esta vez se removió, dejando una de sus piernas completamente fuera de las sábanas.
-Despierta, sabelotodo.- susurré acariciando su lóbulo derecho, suspiró, pero no despertó. Me incliné cerca de su oído y deje que mi aliento golpease su lóbulo. Hermione se estremeció y sentí como sus manos se aferraban a mis brazos. Sus uñas no tardaron en enterrarse ligeramente en mi piel pálida.
-Buen día…- susurré cerca de su oído, ella me soltó de inmediato.
-Buenos días…- murmuró, sentí su voz cerca de mi cuello, me alejé y ella me dedicó una sonrisa sin moverse de su anterior posición. Una sonrisa reposaba en sus labios, pero sus hermosos ojos color caramelo permanecían cerrados.
-Además de sabelotodo, dormilona.- comenté divertido.
-Estaba por despertarme, el reloj sonaría a las ocho y treinta. Pero me gusta mas este despertador en carne y hueso.- me dijo sonriendo, extendí mi mano y le dediqué una caricia en su mejilla. Mi castaña abrió los ojos y se giró hasta quedar boca arriba, no tardó en empujar la colcha fuera de cuerpo.
-Extrañaré despertarte.- le dije moviendo mis dedos desde su mejilla hacia su cuello, saltando hasta sus piernas. Mi leona movió sus piernas evitando el contacto y le miré acusadoramente.
-Me pongo nerviosa.- me dijo sonrojada, solté una cargajada ante el comentario.
-¿La leona tiene miedo?- interrogué divertido, me puse de pie y Granger me hizo espacio para que me sentase a su lado.
-No es miedo, hurón. -me dijo sentándose, abrazando sus piernas.
- ¿Entonces?- insistí movimiento mis manos hacia su pierna derecha, acariciando su rodilla con mi dedo índice. Mi leona hizo un gesto gracioso, como si fuese a morderme si seguía con mi juego y le miré divertido.
-¿Piensas morderme? – le dije mientras bajaba mis dedos desde su rodilla hacia abajo en su pierna.
- Si no dejas de hacer eso, probablemente.- me dijo divertida y me empujó suavemente, claro que no consiguió moverme.
-No te imaginas el miedo que tengo, leona. – dije con una sonrisa torcida, mientras me inclinaba hacia ella. Estaba por atrapar sus labios cuando ella giró el rostro y terminé colocando un beso en su mejilla.
- Por burlarte.- me dijo divertida y se arrojó sobre mi, perdí el balance y caí hacia atrás. Por suerte, terminé tendido boca arriba sobre las sábanas de Hermione. No hubieron pasado algunos segundos cuando sentí el peso de mi sabelotodo sobre mi.
Ella me miró con una sonrisa, y descansó su rostro en mi pecho; le envolví con mis brazos. Respiré profundamente el aroma que emanaba de ella y me sentí feliz. Luego de tanto tiempo, y seguía amándole como aquel día en el cual me di cuenta que me había enamorado.
- La señora Molly está haciendo pancakes.- susurré sonriendo, mi leona levantó la mirada y clavó sus ojos color caramelo en los míos.
- Ya sé que te prepararé todas las mañanas cuando nos casemos.- me dijo escondiendo su risa.
- No hará falta...contigo no necesito alimentos.- dije con una sonrisa torcida e intenté atrapar sus labios, mi castaña se hecho ligeramente hacia atrás dejando su boca a una distancia inalcanzable.
- ¿Sigues jugando?- interrogué, ella mordió su labio inferior divertida.
- No soy desayuno y... vamos a desayunar, Molly debe estar por venir a llamarnos...a todos.- me dijo divertida y saltó fuera de la cama. Antes de que pudiese alejarse completamente sujeté su cintura mientras me levantaba. Ella se giró hacia mi, yo me senté en el borde de la cama sin soltarle.
- ¿A dónde crees que vas?- pregunté divertido.
- A dónde Molly...- me respondió inocentemente. Aunque comenzaba a creer que no era tan inocente.
- Si, si, eso luego.- murmuré levantándome, acaricié su mejilla derecha y poco a poco terminé con el espacio que había entre ambos. Está vez, mi leona no movió el rostro, así que pude atrapar sus labios.
- ¡Malfoy! ¡Estamos esperando!- la voz de Pansy me volvió a la realidad. Sacudí el recuerdo lejos de mi mente y me centré en los tres pares de ojos que me observaban esperando por mis palabras.
- Fue...normal...-me limité a contestar.
- Eso quiere...- comenzó a decir Pansy, pero fue interrumpida cuando Ginebra Weasley abrió la puerta del vagón.
- ¡Al fin les encuentro!- exclamó la pelirroja, para sorpresa nuestra, detrás de ella, asomó Ronald. El pelirrojo tenía cara de no estar muy seguro de porqué se hallaba aquí.
- ¡Ron!- exclamó Pansy y se acercó emocionada hacía el pelirrojo, se arrojó sobre este ocasionando que el pelirrojo se tambalese por la fuerza del repentino abrazó.
- Pensábamos que no regresarías.- comentó Theo sorprendido.
- No pensaba hacerlo, pero...- comenzó a explicar Ronald cerrando la puerta del vagón.
- Vino a vigilarme.- murmurró la Weasley menor rodando los ojos y dejándose caer al lado de Nott, mi amigo la abrazó mientras todos reíamos. Ron les asesinó con la mirada antes de que él y Pansy se sentarán a mi lado. Algo me decía que este sería un año lleno de sorpresas.
- En realidad, vine a comprobar que... Mr. Soy un Santito sin aureola, no se propase con mi hermana.- le advirtió Weasley fulminándo a Nott con la mirada.
- ¡Ronald!- le reprendió Pansy dándole un golpe suave en el brazo derecho. El pelirrojo le miró inocentemente y le dio un beso en la mejilla.
- No importa, Pansy. Estoy acostumbrándome al amor de...Ron.- comentó sarcásticamente Theo mientras Ginny se acomodaba en su pecho.
- Tengo tantas ganas de llegar a Hogwarts.- comentó Luna emocionada, sus ojos azules brillaron mientras hablaba. Al verle, solo pude pensar que a Hermione también le encantaría estar de vuelta en Hogwarts. En su biblioteca...en su sala...con sus amigos...a la espera de una aventura...
- Debo admitir, que también muero por llegar. Escuché que el primer torneo de Quiddich será Gryffindor contra Slytherin.- habló Ron, le miré y rodé los ojos.
- ¿Qué se siente saber que serán derrotados en el primer torneo del año?- interrogó Nott con una sonrisa burlona.
- ¡Bromeas! ¡Slytherin jamás le ha ganado a Gryffindor!- exclamó Ron riendo, Ginny comenzó a reír también.
- ¡Leones al poder!- exclamó la pelirroja, Ron extendió su mano y ambos hicieron unos extraños movimientos antes de exclamar "Gryffindor" a viva voz.
- ¿Qué ha sido eso?- preguntó Nott mirándoles entre confundido, indignado y asqueado.
- Es el saludo Gryffindor victorioso...- explicó Ron.
- Les callaremos la boca a ambos.- sentenció Nott, Ginny a su lado comenzó a reír y luego volvió a abrazarle.
- ¿Estás bien? Estás callado.- me susurró Pansy ignorando la conversación que seguían teniendo los pelirrojos y Theo.
- Si, estoy bien, solo...no tengo nada que aportar.- respondí encogiéndome de hombros.
- ¿Extrañas a Granger?- me preguntó
- Como no te imaginas, pero séque pronto me escribirá.
Tardamos varías horas en llegar a Hogwarts, horas en las cuales conseguí distraerme de mis recuerdos y miedos. Debo admitir que ser amigo de algunos Gryffindor era muy agradable, e incluso ser amigo de Lunatica Lovegood daba un toque divertido a las horas. Ellos sacaban, por algunos minutos, a Hermione de mis pensamientos, no podía evitar ponerme a pensar en ella y en que estaría haciendo ahora mismo.
A primera vista, desde las carrozas, Hogwarts se veía igual que años atrás. El exterior del castillo no había sufrido daños enormes, lamentablemente algunas partes habían sido completamente destruidas. A lo lejos se alzaba la imponente torre Gryffindor, pensar que antes odiaba y despreciaba ese lugar con mi vida.
A medida que nos acercábamos...todos los recuerdos de la guerra pasaban por mi memoria...bajé la mirada...contemplando mi antebrazo. Ya no había restos de la marca tenebrosa, como Sirius había prometido, desapareció en el preciso momento que Voldemort murió. Lamentablemente, a pensar de mi antebrazo vacío, habían marcas en mi cabeza y corazón que jamás podrían borrarse con un simple hechizo.
Marcas que nadie veía, que nadie imaginaba, pero que se hacían cada vez más profundas. Recuerdos que, sin yo desearlo, arremetían contra mis me mente con fuerza. Solo lograba ignorarlos cuando estaba con mi castaña, y ahora...ahora ella no está. Y mis miedos me recordaban su ausencia minuto a minuto. ¿Estaría bien? ¿Y si le ocurría algo y yo no estaba ahí para ayudarle? Las dudas me atormentaban, pero había decidido terminar Hogwarts, había decidido ser alguien. Alguien por mi mismo...y no solo por ser un Malfoy.
- ¡Llegamos!- anunció Hagrid, el ahora segundo al mando, estaría, no solo ofreciendo clases, sino que sería la mano derecha de la señora Mcgonagall.
- Esto...es emocionante...- murmuró Ginny cuando comenzamos a bajar de las carrozas. Y aquí me encontraba...otra vez en Hogwarts.
Miré a los chicos, todos miraban hacia el castillo con ilusión. Volví mi mirada hacia Hogwarts, mi Hogwarts, mi hogar. Pero ya no se sentía como antes, sentía que algo me faltaba. Volví a mirar la carroza, y la imagen de una Hermione sentada allí, con su cabello castaño alborotado, su ropa de sabelotodo, y mirando ahnelante hacía el castillo me sacudió los recuerdos. Era eso. Me faltaba ella.
"Extrañar no es estar vacío, sino estar lleno de alguien que se hace presente apesar de la ausencia."
Continuará...
¿Qué les ha parecido? El próximo capítulo que prefieren ¿Saber dónde está Hermione o seguir un rato más en Hogwarts con los chicos? ¿Por qué creen que Hermione no le ha escrito a Draco? ¿Será qué el amor a distancia si funciona?
