La sartén por el mango.
Este fic participa en el "Minireto de noviembre" para el "Torneo entre Distritos en la Arena", del foro "Hasta el final de la Pradera". Ni Lukas ni Morgan son idea de Collins, los Juegos y demás historias sí.
Cuando consiguieron alejarse de la escena del crimen, a Morgan el corazón le seguía matando a porrazos contra las costillas y tenía que contener las ganas de volver a vomitar. Hasta ese día había tenido la impresión de que todo lo que iba hacer en esa arena era el paripé, cosas similares al bailecito que se había marcado con Lukas mientras Lis babeaba mirándole. Los días previos no se había topado con nada especialmente desagradable. Escapó del baño de sangre sin dificultad. Era más lista que el resto, obviamente, ya que lo único que hizo fue salir pitando y sin un rasguño. Tenía bastante claro que la habían encerrado en ese estadio para matar o morir, pero hasta entonces había conseguido apartar la idea a un lugar poco transitado de su cerebro. Estaba bien sola. En líneas generales se encontraba mucho mejor sola que acompañada, aunque tenía que admitir que después de la escenita carnicera que acababan de presenciar agradecía la presencia de Lukas.
De repente, éste, que había corrido como un poseso a su lado durante la última hora, le agarro el antebrazo con fuerza.
—Eh, ahí hay alguien.
Morgan miró en rededor, con la esperanza de que Lukas hubiera confundido ese alguien con un simio, o una sombra, o que tuviera alucinaciones. Cualquier variable era buena antes que añadir compañía.
—Es una tía —señaló Lukas.
Morgan entornos los ojos. Vio una espalda cubierta de un resplandor anaranjado. Una cabeza pequeña. Unos hombros. Incluso desde atrás pudo adivinar unos brazos y unas manos.
—Podría ser un tío —comentó—. O un muto que ha decidido dejarse melena.
—Si me das a elegir, preferiría una chica —dijo Lukas—. Creo que hemos cubierto el cupo mutante de la jornada. De verdad que preferiría a una chica.
Morgan no dijo nada, pero pensó en la mala relación histórica que siempre tenía con los miembros del género femenino. Y pensó en los otros tributos, con las manos y las bocas manchadas de sangre mientras se merendaban a su compañera. Llegó a la conclusión de que un muto no sería tan terrible.
Ambos caminaron hacia la cosa en cuestión. Lukas posó una mano sobre su hombro y la cosa se dio media vuelta. Lukas tenía razón, era una mujer, aunque no una chica. Supuso que Lukas se sentiría levemente decepcionado, visto que le agradaba tanto la compañía femenina de buen ver al estilo Lis.
La señora —Morgan no tenía muy claro la forma correcta de referirse a ella—, tenía los ojos llorosos y una libreta en una mano. Con la otra sujetaba un bolígrafo, aunque dudaba que fuera capaz de escribir, dado el tembleque que tenía.
Morgan pensó que para qué andarse por las ramas, por lo que preguntó sin remilgos:
—¿Tenías idea de matarnos? ¿Habías pensado en algo así?
Le había colocado a la tipa un cuchillo en la garganta. Esperaba que aquello no la intimidara. Morgan podía ponerse algo agresiva en determinadas circunstancias y después de lo que había visto hacía un rato, las circunstancias eras lo bastante determinadas como para actuar en consecuencia.
—Intentaba arreglarlo —susurró la mujer. Luego posó el bolígrafo en la libreta y trazó una palabra temblorosa. Morgan no se fiaba un pelo de ella.
—¿Qué has escrito? —preguntó, hincándole el cuchillo en la carne un poco más.
—Revolución.
Morgan arrugó el entrecejo y pinchó un pelín más fuerte.
—Morgan —siseó Lukas poniendo la mano sobre la de ella—. Afloja un poco la mano. Parece inofensiva.
—Muy bien —aceptó Morgan—. No es un tributo, así que está en el lío. Nos la llevamos como rehén.
