Prologo

Hasta la amistad mas profunda se puede romper por el amor de una persona. Eso es lo que sucede cuando dos hombres se enamoran de la misma mujer ¿Que pasaría si esos dos hombres son mejores amigos? Y eso no es todo ¿Y si ambos son Yakuza? Pertenecientes a la Yakuza mas poderosa de Japón.

¿Quien dijo que no podía amarse dos personas al mismo tiempo? Ese era el caso de Miho Amakata, se había de enamorado de Seichirou Yamazaki y Sorey Shigino. Y eso no era todo, ambos eran mejores amigos y hijos de las familias mas poderosas de la Yakuza.

Miho se había terminado casando con Sorey Shigino, aunque eso no significaba que había dejado de amar a Seichirou Yamazaki. El día que él se había casado le había dolido en lo mas profundo de su alma, y para hacer mas miserable su vida, ella estaba obligada a verle casi todos los días. Después de todo era el mejor amigo de su esposo, había visto nacer su primer hijo Sousuke Yamazaki, hijo que no era de ella. Aunque ella también había tenido a su precioso hijo Kisumi, y mas tarde había tenido a Hayato y con uno de los dos hombres que amaba.

Miho creía que era la única afectada en esta historia, no sabía lo que había tenía que sufrir Seichirou al ver a la mujer que amaba casarse con su mejor amigo y por si fuera poco le había parido no solo un hijo sino dos, que no eran suyo, sino de él.

Sorey Shigino no era la excepción al sufrimiento provocado por el triángulo amoroso, su relación con su mejor amigo nunca volvió a ser la misma y sabía que aunque Miho estuviera casada con él, aún suspiraba por Seichirou.

Las cosas comenzaron a complicarse el día en que murió en un accidente automovilístico la esposa de Seichirou, Hana Yamazaki. Aunque ella no había sido el amor de su vida, Seichirou la había querido, ella lo había acompañado en sus años de sufrimiento y ahora la única persona que podía contener su dolor, se había ido. Miho consolaba a Seichirou, una cosa llevó a la otra y la pasión que había existido entre ambos había vuelto a entenderse. Seichirou por respeto a la memoria de su esposa, no había tocado a Miho por años.

Ellos creían que sus encuentros eran un secreto para Sorey, pero no era así. Hacia tiempo que sospechaba, solo esperaba el momento perfecto para destapar la olla y hacer pagar a ambos por haberlo traicionado.

Seichirou se sentía la mas vil cucaracha que se arrastraba por la faz de la tierra. Ni cuando mataba a sangre fría, se había sentido tan rastrero, que cuando traicionaba a su mejor amigo. Pero él había llegado a su límite, le había cedido a Miho por mucho tiempo, ahora era su turno de estar con ella. Seichirou sabia que esa no era la mejor manera de pensar, aun así no podía alejarse de Miho por segunda vez y menos ahora que la había probado.

En la mansión Shigino se organizaba una gran fiesta, por el aniversario de bodas de Miho y Sorey, como era de esperarse los Yamazaki fueron invitados. Al llegar Sousuke Yamazaki salió corriendo en busca de sus mejores amigos, Kisumi Shigino y Makoto tachibana. Este último era el hijo del compañero de clases de Sorey y Seichirou, Tachibana Natsume. Él no tenía nada que ver con la Yakuza, aún así conocía los "negocios" a los que se dedicaban sus dos mejores amigos.

-Makoto, Kisumi- Saludó alegre el pequeño Sosuke, cuyos ojos cían brillaban por la emoción de ver a sus dos mejores amigos.

-¡Hola, Sousuke!- chilló un chico de cabello tan rosa como los pétalos de un cerezo.

-Sousuke-chan- saludó Makoto con una inclinación, el pequeño castaño era muy educado.

-¡Juguemos!-chilló el más pequeño de los Shigino que iba llegando, Hayato Shigino. Él solo tenía 3 años, y su hermano y los otros dos tenían 10 años.

-Por supuesto, Hayato-chan-Makoto era alto para su edad, por lo que se puso en cuclillas para estar a la altura de Hayato -¿Que quieres jugar?- Preguntó al pequeño.

-Policías y ladrones- canturreo el pequeño. Que irónico que los hijos de los Yakuza, jugaran a ser policías. Makoto asintió sonriente, estaba demás decir que tenían que dividirse en parejas. Y no era una sorpresa para nadie, que Kisumi y Sousuke tenían una pequeña rivalidad por la amistad de Makoto. Se la pasaban compitiendo por la atención del castaño, Makoto simplemente ignoraba sus tontas peleas. Él le tenía la misma estima a ambos, aunque si tuviera que elegir... No estaba preparado para decidirse. Aunque eso no iba a pasar porque el castaño juraba que estarían los tres juntos para siempre. ¡Error!

-¡Yo voy con Makoto!- gritaron al unísono los hijos de los Yakuza. Sousuke tomó a Makoto de una brazo y Kisumi del otro, al ver que ambos habían escogido al castaño comenzaron una lucha de miradas, casi que se podían ver centellas salir de sus ojos. A pesar de tener 10 años, ambos chicos podían intimidar mas que algunos de los mejores hombres de sus padres, tenían el calibre de ser las futuras cabezas de sus clanes. Aun así Makoto no les temía ni en lo mas mínimo a ambos, él al igual que su padre conocía perfectamente a qué se dedicaban los padres de sus mejores amigos y sabía que ambos en un futuro serían las cabezas de sus clanes, de hecho Makoto entrenaba con ellos. Aunque a sus padres no les agradara mucho la idea, él lo hacía. Sabía que el futuro tendría que proteger a sus amigos, si iba a estar junto a ellos no tenía que ser un inútil al que hay que proteger.

-Yo iré con Hayato-chan- Makoto se soltó del agarre de sus amigos -Y seremos los policías - sus dos amigos lo miraron con un puchero en sus labios.

-¡Yay! Hayato irá con Makoto-niisan- celebró el menor de los Shigino. Sousuke y Kisumi suspiraron derrotados, y comenzaron a planear su estrategia. Cuando todo estuvo listo, Makoto gritó.

-¿Listos? ¡Fuera!- los ladrones se echaron a correr al jardín trasero de la mansión Shigino, a Makoto le pareció injusto porque Kisumi se conocía perfectamente ese jardín, que era tan complicado como un laberinto. De todas formas le resto importancia, solo era un juego. Tomo de la mano a Hayato y corrieron a perseguir a sus presas.

Miho se abrazó a Seichirou, tenían un mes sin poder verse, y mucho menos tocarse. Ambos sabían que Sorey sospechaba sobre su relación, a Miho le había costado mucho despegarse del lado de su marido esa noche, él no apartaba sus morados ojos de ella. Natsume Tachibana era quien le había ayudado a escaparse, Miho tenía la leve impresión de que ese hombre conocía o por lo menos se hacía una idea de lo que pasaba entre ella y Seichirou. Ambos se fundieron en un pasional beso, se extrañaban.

-Estás preciosa esta noche, Miho- la voz de Seichirou era ronca y sensual -Aunque estarías más preciosa si te arrancara ese vestido -Miho se había sonrojado por las descaradas palabras de su amante.

-Te extrañe tanto, Seichirou- Miho le dio un suave beso en sus labios.

-Yo también, preciosa-Seichirou hundió su nariz en el castaño cabello de Miho. En las sombras un dolido y traicionado hombre observaba dicha escena, aunque ya lo sospechaba eso no hacía que doliera menos.

-Quería creer que no era verdad...- su voz se escuchaba triste, los amantes voltearon a verle con su ojos abiertos por la sorpresa. -Por primera vez le rogaba a dios que mi instinto fallara...- Miho intentó acercarse a su marido pero este le alejó, sin ser brusco, después de todo aun era su esposa, la madre de sus hijos y él la seguía amando.

-Sorey...- a Miho le había dolido la mirada que su esposo le había dedicado, aún Seichirou no decía nada. No podía creer lo que había hecho, casi que escucho el caer de los pedazos del corazón de su mejor amigo. Él se había dejado llevar por la pasión y se había olvidado por completo, que quien iba a salir mas lastimado de todo esto era su mejor amigo.

-No pensé que me harías esto, Sei- sin antes Seichirou se había sentido una cucaracha, ahora se sentía la peor escoria del mundo -No lo quería creer, Sei- las palabras de Sorey, calaban en Seichirou. No encontraba las palabras necesarias para pedirle perdón a su mejor amigo.

-Perdoname, Sorey-lloró Miho. Nuevamente intento acercase a su marido, siendo rechazada por segunda vez.

-De ti si lo creía, Miho. Siempre supe que seguías amando a Seichirou, aun así quería creer en él...- Sorey miró a Seichirou, este seguía sin decir nada. Y eso llenó de irá a Sorey -¡Ni siquiera vas a negarlo!-por fin el pelirosa había perdido la calma que lo caracterizaba.

-¿Serviría de algo, So?-por primera vez, desde que había aparecido Sorey, Seichirou había dicho algo.

-Tienes razón, Sei. No serviría de nada- la tranquilidad de Seichirou, alteraba los nervios de Sorey. Por lo menos esperaba que su mejor amigo mostrará un poco de arrepentimiento, pero a él parecía importarle en lo mas mínimo haber destrozado su familia. Lo que él no sabia era que a Seichirou le quemaba en el alma haber herido a su mejor amigo -Al menos podrías mostrar un poco de arrepentimiento por haberte tirado a mi esposa ¿no?- Seichirou se arrepentía de haber herido a su amigo, pero no se arrepentía de haber hecho el amor con su esposa.

-No me arrepiento de hacerlo, So- a Seichirou le parecía que lo mas justo era que fuera sincero por una vez en tanto tiempo con su amigo. Escuchar la respuesta de Seichirou le hirvió la sangre a Sorey, no podía creer el descaro de su mejor amigo, sacó su arma de fuego. La que siempre traía consigo, la llevaba en la pretina del pantalón, y que nunca pensó que llegaría el día que tendría que apuntar a su mejor amigo con ella. El revolver 38, ardía en la manos de Sorey, era la primera vez que el frío metal de un arma de fuego había cobrado vida en las manos de Sorey, y vaya que había sostenido armas en sus manos manchadas de sangre.

-Sorey... No lo hagas- rogó Miho, pero Sorey estaba cegado por la rabia, no estaba pensando. La adrenalina recorría su cuerpo, nunca había sentido algo similar ni cuando estaba por asesinar a sus oponentes mas fuertes.

Ajenos a lo que ocurría un par de arbustos mas allá de donde ellos estaban, Sousuke y Kisumi corrían para ocultarse de Makoto y Hayato.

-¡No podrán escapar de mi!-para la sorpresa de Makoto, Hayato se conocía ese jardín incluso mejor que Kisumi. Kisumi y Sousuke corrieron lejos de Makoto, pero se acercaron a una escena que ninguno de los dos hubiera querido presenciar.

Seichirou miraba sin miedo alguno el revolver con el que era apuntado. Lo que menos le importaba ahora era morir, si acabar con su vida dejaría satisfecho a su mejor amigo Sorey, él no tenía objeción alguna en entregarla. Se lo debía, por haber destruido a su familia

-Aléjate de aquí, Miho-ordenó Seichirou, la mujer lo miró horrorizada.

-¡No!-se negó Miho -¿Como puedes esperar que me vaya y deje que se maten entre ustedes? Cuando todo esto es mi culpa...- Seichirou le dedicó una mirada que la dejo petrificada. Miho sintió como si la hubieran atravesado mil puñales de hielo y comenzó a alejarse. Sorey la dejo ir, después de todo no podría hacer nada en contra de ella.

-Te ofrezco mi vida, So- Seichirou se dejó caer de rodillas frente a Sorey, y arrojó su arma frente a él.

-Ya que insistes, Sei-Sorey apuntó a la cabeza de Seichirou, este último bajó la cabeza ofreciendo su vida en bandeja de plata, ya no tenía nada que perder. Fue entonces que escuchó la risa de su Sousuke, le recordó a Seichirou que no podía dejar a la deriva a su más preciado tesoro.

El sonido de dos disparos cortó el aire, Kisumi y Sousuke se había quedado congelados frente a su padres. Los cuáles se habían disparado mutuamente. Seichirou había recibido un balazo en su hombro y Sorey en su pierna. Este último quedó en shock cuando Seichirou disparó, ¿no que le había ofrecido su vida? Una vez más se sintió molesto y traicionado, volvió a apuntar la cabeza de Seichirou, no fallaría dos veces seguidas.

-¡Papá! -Miho al escuchar la voz de su hijo, volvió a escena ¿Que hacía él ahí? Si algo le pasaba a Kisumi, Miho no se lo perdonaría nunca, y además de que no podía permitir que sus dos amores se mataron entre sí, por su culpa.

Makoto corría desesperado buscando a sus mejores amigos, él había escuchado el par de disparos que habían alterado la paz del jardín por un momento. Makoto ahora escuchó el grito de Kisumi.

-¡Papá! - Makoto llegó justo en el momento en que la mamá de Hayato y Kisumi era atravesada por dos balas. Justo en el pecho, Makoto cubrió los ojos del pequeño Hayato. No quería que ese pequeño, de tan solo 4 años presenciara la trágica muerte de su madre.

-¡Miho!- Un desgarrador gritó, por parte de Seichirou Yamazaki sacó a Sorey Shigino de su trance, este dejo caer su arma al darse cuenta de lo que había hecho. Había asesinado a su esposa frente a sus hijos.

-¡Mamá!- Kisumi se lanzó a los brazos de su moribunda madre, Sousuke observaba la escena petrificado. Lágrimas caían por las mejillas de Kisumi, Makoto no se dio cuenta en que momento él también había comenzado a llorar.

-Mi niño...perdonadme por... Dejarte... Tan.. Pronto - habló Miho con dificultad, no sentía su cuerpo y sus ojos se sentían pesados, se sentía arrastrada por una fuerza mayor con la que luchar era totalmente inútil. Un frío insoportable invadió su cuerpo.

-¡No me dejes, mamá!-Kisumi lloraba desconsolado en el pecho de su madre, que finalmente había fallecido con una leve sonrisa en sus labios. Kisumi estaba bañado en la sangre de su madre, es una escena muy lamentable, pensó Makoto. El jardín se llenó con los hombres de Seichirou y Sorey. Todos los hombres se apuntaban entre sí. Los Yamazaki y los Shigino, estaban enfrentados, Makoto sintió su espina dorsal helarse con el terror.

-No tenemos que llegar a esto frente a los niños, Sorey-intentó razonar Seichirou, mientras apretaba la herida de su hombro para detener el sangrado, no podía permitirse morir y dejar a su tesoro solo, cuando apenas se había recuperado de la muerte de su madre. Le hizo seña a uno de sus hombres para que tomará Sousuke y lo pusiera sano y salvo. El hombre obedeció y cargo al petrificado Sousuke en sus brazos.

-No tenia pensado hacerlo, Seichirou-Sorey acababa de asesinar a su amada esposa, no podría con la pérdida de sus hijos -Hayato, ven aquí- Ordenó Sorey, el nombrado se soltó de los brazos de Makoto y corrió a los de su padre, el niño al ver el inerte cuerpo de su madre también comenzó a llorar desconsoladamente -No será hoy, Seichirou. Pero a partir de mañana comienza la guerra- sentenció Sorey.

-No esperaba menos, Sorey- Seichirou le dedicó una última mirada al cuerpo inmóvil de su amada, él mismo había participado en la muerte de esta -Nos vamos- ordenó a sus hombres y se puso de pie. Sousuke salió de su asombro, al ver que se iban a ir sin Makoto. Ver morir a la madre de Kisumi le había trastornado, le había recordado la muerte de su madre, aunque sus circunstancias fueron muy diferentes pero él había llorado igual que Kisumi al enterarse. Él sabía perfectamente por lo que Kisumi y Hayato estaban pasando, aun así no se olvidaría de su mejor amigo Makoto.

-¡Makoto!-Llamó Sousuke al castaño. Este vino enseguida en su búsqueda, no se quería quedar ahí.

-¡Makoto!-Kisumi había reaccionando al ver que Makoto iba a ser llevado. Makoto volteó a verle, sentía pena por Kisumi y Hayato pero tenía mucho miedo de quedarse en ese lugar, después de lo que había visto. No quería quedarse ahí, para Makoto, el padre de Kisumi era un demonio que había asesinado a su esposa y había comenzado la guerra.

-Lo siento, Kisumi- Makoto corrió al lado de Sousuke. Kisumi vio alejarse a sus dos mejores amigos el mismo día que había perdido a su madre. Makoto había jurado que nunca tendría que decidirse entre Kisumi y Sousuke, que nunca iban a ser separados pero el cruel destino ya había echado sus cartas, abofeteándolo con la cruel realidad de lo que significaba ser amigo de un Yakuza.

¡HI! Este fic tambien esta publicado en WATTPAD, va mas adelantado, Usuario: Hanaeuchiha