EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS

Por Cris Snape


Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.

Esta historia participa en el minireto de septiembre para La Copa de la Casa 2014-15 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.


Dugald McPhail podía escuchar los gritos de Ojoloco Moody desde el pasillo. No le extrañó en absoluto que el auror hiciera gala de tan mal humor puesto que todos en el Ministerio sabían cómo se las gastaba. Sonriendo de medio lado, esperó pacientemente a que la sanadora saliera de la habitación. Cuando lo hizo, se dispuso a traspasar el umbral de la puerta.

—Señor Ministro, el señor Moody no quiere ver a nadie.

—Lo he escuchado perfectamente.

Y pese a ello, entró. El viejo Alastor le recibió con una mirada de malas pulgas. Últimamente habían mantenido varias conversaciones que siempre terminaban en pelea. Empezó a hablar antes de que el otro abriera la boca.

—Buenos días, Alastor. Me han dicho que ya estás mucho mejor.

—¿Y qué?

—Tenemos que hablar de lo que ocurrió anoche.

Un desastre, ni más ni menos. Alastor salió a patrullar por las calles de Hogsmeade junto a dos aurores y fueron emboscados por un grupo de mortífagos. El propio Ojoloco era el único superviviente entre los suyos. Los seguidores de Voldemort no sufrieron ninguna baja.

—Vete a la mierda, Dugald.

—No sin aclarar un par de cosas —El Ministro tomó asiento a su lado. Llevaba tres meses en el cargo y tenía muy claro cómo batallar en la guerra en la que estaban sumidos—. Es obvio que ha llegado el momento de hacer las cosas a mi manera.

—Eso supondría ser igual que ellos.

—Te he dado tiempo para pelear con tus armas y no funciona. Nuestras últimas bajas así lo demuestran.

Alastor apretó los dientes. Pese a su aspecto rudo y su absoluta falta de modales, era un tipo muy escrupuloso para según qué cosas.

—Hoy mismo promulgaré la ley que permita a los aurores la utilización de las maldiciones imperdonables.

—Te estás equivocando, Dugald.

—Estoy entregando a nuestros hombres y mujeres medios que les permitan luchar en igualdad de condiciones.

Alastor se estaba clavando las uñas en las manos y el Ministro, que le conocía muy bien, sabía que estaba a punto de sufrir un ataque de ira.

—¿Y qué hay de esa idea de dejar que todo el mundo las use?

—Sólo sería en caso de extrema necesidad —Dugald sonrió con candidez—. Y tiempo al tiempo, amigo. Todo llegará.

Alastor le miró como si no lo considerara su amigo. Era el momento de marchar. Tenía que hacer su trabajo.


Según Word, esta historia tiene 397 palabras.

Hola, holita.

Reconozco que en principio no sabía a qué personaje de Hufflepuff escoger para presentar una segunda historia, pero entonces me encontré con Dugald McPhail, que fue Ministro de Magia a partir del año 1980 y me vino la inspiración. No me digáis que no es interesante imaginarse cómo era el ministro cuando Voldemort estaba en la cima de su poder. Pues bueno, ahí dejo una miguita sobre él y su falta de escrúpulos. Espero que os haya gustado.

Besetes y hasta la próxima.