Disclaimer: Yo sólo secuestre a los personajes por un rato. Todo es de una tal Rowling.
Palabras: 500.
Color: Rosa (Ternura y delicadeza)
Este fanfic participa en el reto "Nuestro amor es tan..." del reto en la página Es de fanfics.
Remus estaba a punto de caer dormido cuando oyó un sollozo femenino proveniente del otro lado de la cama.
Con preocupación se dio la vuelta y miró a Tonks. Pese a la semioscuridad de la habitación, sus sentidos eran mejores y pudo notar que ella tenia los ojos cerrados.
Su preocupación creció cuando ella soltó un pequeño grito ahogado y murmuró con desesperación su nombre. «¡Remus!».
La observó gimotear durante unos cuantos segundos y cuando estuvo completamente seguro de que ella estaba dormida, le acarició el brazo con cierta delicadeza.
Como no despertaba, se vio obligado a zamarrearla un poco. Ella despertó bruscamente, luciendo un poco desorientada cuando se alejó de él.
Tonks parpadeó varias veces, con lágrimas en los ojos y su pecho subiendo y bajando, agitado.
Remus la acercó a ella y la rodeo con sus brazos, con tanta delicadeza como pudo. Tonks apoyó su cabeza en su pecho y respiró hondo mientras oía el latido del corazón de Remus.
—Shh, está bien. Fue una pesadilla —susurró Remus contra el cabello de la Auror, que estaba de un rosa pálido.
—Soñé que... que tú... —ella ni siquiera se animaba a terminar la oración, pero él lo comprendió al instante.
—Tranquila, estoy bien. Estamos bien —murmuró intentando que ella se sintiera mejor.
Luego de la muerte de Ojo Loco, Tonks había tenido constantes pesadillas y, a veces, sólo Remus podía calmarla. Su muerte había golpeado fuertemente a la joven, que consideraba a su mentor como una segunda figura paterna.
—¿Puedes hacer algo por mi? —preguntó ella, al mismo tiempo en entrelazaba sus manos.
—Dime.
—Promete que nunca te irás sin mi —pidió.
—No puedo prometerte que sobreviviré siempre, pero lo intentaré con todas mis fuerzas sólo por ti —respondió, sin querer hacer promesas que no podría cumplir.
En aquellos tiempos de guerra, las posibilidades de sobrevivir eran de un cincuenta por ciento. Cualquier cosa podría suceder; hacía tan sólo unos pocos días Alastor había muerto y nadie lo había visto venir, sobretodo porque el ex Auror había sido muy bueno en su trabajo y solía estar en alerta permanente.
Remus le acarició la mejilla y Tonks se sintió reconfortada por el cálido contacto. Ella le miró, maravillándose una vez más por la mirada de oro liquido del hombre lobo, y él le devolvio la mirada con intensidad. Los ojos de Tonks cambiaron, volviéndose idénticos a los de Remus.
—Gracias, Remus.
—No hay nada que agradecer —respondió con franqueza. Haría cualquier cosa por ti, pensó.
Tonks le sonrió, con un infinito amor creciendo y expandiéndose por su pecho. Aquel hombre tenía la ternura torpe de quien nunca ha sido amado y debe improvisar.
Volvieron a recostarse, esta vez con Tonks acurrucada en el pecho del hombre.
—Buenas noches, Remus.
—Dulces sueños, cariño.
—¿Acabas de llamarme «cariño»? —preguntó ella, con voz adormilada.
—Si, sólo salió. Podría decirte amor, pero es muy corriente para ti.
—¿Corriente?
—Sabes a que me refiero, mi chica color rosa.
—Cariño está bien. Te quiero.
—Te quiero.
