Estoy tan emocionada que es mejor comentar al final. ¡Disfrutad de la primera parte de Interstellar Series!


PARTE PRIMERA DE LA SERIE INTERESTELAR

POLARIS

Capítulo Uno

Un Dib Membrana de 17 años honestamente se preguntaba por qué si quiera se seguía molestando con el tema de la escuela. Él era sin ninguna duda el único humano entre sus compañeros sin cerebro, y frecuentemente se encontraba a sí mismo golpeándose la cabeza contra la mesa por la frustración de la situación.

Además, el hecho de que todo el mundo seguía llamándole loco no ayudaba nada. De todos modos, al menos podía echarle la culpa a alguien más, la misma persona que era la razón de que no hubiera hecho la maleta y se hubiera mudado a Roswell, o algo parecido.

Seis años. Habían pasado seis años desde que Zim llegó a la Tierra. Seis años desde que el Irken había andado hasta su clase de sexto grado, cambiando su vida para siempre. Seis años de gritos, peleas a puñetazos, batallas espaciales, y muchos, muchos intentos de superar al otro.

Dib suspiró para sí mismo, desplomándose en su sitio. Dejó de preocuparse sobre revelar la identidad de Zim hacía mucho tiempo. Mientras se hacía mayor, se dio cuenta de que demostrar que existía la vida alienígena no era realmente lo importante. No. Lo que era importante era detener a Zim y a sus retorcidos planes para dominar la Tierra. Aún encontraba razones para fisgonear en la base Irken (mayormente para sabotear), pero aún con eso era innecesario la mayor parte del tiempo. Prácticamente todos los planes de Zim eran, por la necesidad de una mejor palabra, estúpidos. En el pasado, las ideas de Zim iban al cincuenta-cincuenta por ciento entre ofensivamente ridículas, hasta casi ser capaces de destruir toda la raza humana si llegaban a tener éxito, pero esos días los planes de Zim eran simplemente… estúpidos. Creativos. Pero estúpidos.

Dib empezaba a preguntarse si siquiera Zim seguía intentando.

Dib tamborileó su lápiz mecánico contra su libreta mientras el resto de la clase se desarrollaba. La mayoría de sus compañeros de clase le ignoraban aquellos días (un resultado de él empezando a ignorarles). Aquellos que no insistían en saludarle con el habitual "bicho raro" y "perdedor". A Dib le había tomado bastante tiempo el volverse ciego y sordo ante todo eso. Sólo un año más, se dijo. Después de ese año no tendría que volver a lidiar con ninguna de aquellas personas de nuevo. Bueno, con la mayoría.

Su relación con Zim (otra vez, a falta de una palabra mejor) había cambiado ligeramente. Últimamente era más una competición –Zim alardeando de su último plan y Dib yendo en camino a detenerle. Se sentía más como un juego ahora que una verdadera batalla por la Tierra.

-Em… ¿Perdón? –dijo una voz alrededor suyo. Miró hacia arriba para ver a una chica bastante hermosa con pelo rubio y unos brillantes ojos azules. Ella llevaba una chaqueta verde oliva con las mangas arremangadas hasta los codos, un par de vaqueros y una camisa gris. La camisa le llamó la atención, ya que en ella había un logo rojo brillante de la Alianza Rebelde. También llevaba un colgante bastante grande con un amuleto triangular y extraño.

Él la miró a la cara de nuevo, observando mientras ella se colocaba un mechón de pelo tras la oreja. Ella le dio una amplia sonrisa.

-¿Hay alguien que se siente aquí? –le preguntó, indicando el sitio vacío al lado de Dib. Dib elevó una ceja. Nadie quería nunca sentarse al lado del chico loco.

-No eres de por aquí, ¿verdad? –le cuestionó sin rodeos.

La chica sacudió su cabeza.

-Nope. Me acabo de mudar aquí. Mi madre consiguió una transferencia por el trabajo y demás, ya sabes -. Le extendió una mano y continuó sonriendo -. Soy Midge Cuppari.

Dib no sacudió su mano. Simplemente se quedó mirándola de manera incrédula.

-Tú no quieres hacer esto –le aseguró.

Midge frunció el ceño.

-¿Hacer el qué?

-Sentarte a mi lado –le respondió Dib -. O relacionarte conmigo de cualquier manera. Estarás cometiendo un suicidio de popularidad.

Midge de repente lucía muy enojada.

-¿En serio?

Dib dejó que sus ojos echaran un vistazo a la sala. Podía ver las miradas fijas y malvadas, y oír las risititas y susurros.

-Mira, créeme, tú-

-Muy tarde –declaró Midge, desplomándose en el pupitre. Había una sonrisa brillante en su rostro. Dib miró al pupitre que había enfrente. Él había tratado de veras de avisarla.

-Te vas a arrepentir –Dib le enunció con voz cantarina.

Midge se veía genuinamente confusa. Dib la ignoró, empezando una cuenta atrás con sus dedos.

Tres, dos, uno…

-JAJAJAJAJAJAJAJA –se escuchó una risa tan maníaca como su propietario, que entraba al salón. Se había vuelto más alto con el paso de los años, pero el crecimiento acelerado de Dib había superado al del Irken. Zim escasamente le llegaba al torso.

-Zim –El usual saludo. Un tono lleno de menosprecio. Los ojos entrecerrados en una mirada intensa.

-Hola, Dib –replicó Zim. Su expresión era engreída. Eso nunca era algo bueno -. ¿Confío en que durmieras bien?

Dib apretó sus dientes. Pues claro que no había dormido bien. Había estado despierto toda la noche lidiando con la docena de hongos mutantes de Zim. Al parecer GIR había conseguido esa película horrible de Super Mario Bros. O algo así. A veces Dib sólo dejaba de escuchar a Zim cuando vociferaba.

-Zim –Dib gruñó, levantándose de su asiento -. ¿En qué estás metido esta vez?

Dib siempre conseguía una sensación enfermiza de satisfacción cuando se ponía de pie en su máxima altura. Era extremadamente divertido, la manera en que el rostro de Zim se retorcía en rabia.

-Nunca lo sabrás, Dib-larva –gritó Zim -. Zim tiene el plan perfecto para tu destrucción –Observó a Dib estirándose, obviamente intentando corregir su postura para parecer más alto -. ¡Sí! ¡Tú destrucción será increíble! ¡Y entonces este planeta ARDERÁ! ¡ARDERÁ HE DICHO!

-Eso no pasará, Zim –le dijo Dib. No había mucho espacio entre ellos, pero Dib estaba acostumbrado a ello. De cierta forma encontraba entretenido el intentar distinguir las esferas rubíes que se escondían tras las lentes de contacto lilas de Zim -. Te detendré, como siempre hago.

Hubo una pausa, una competición silenciosa. El ambiente estaba lleno de tensión e ira. Dib con el tiempo se había dado cuenta de que no odiaba a Zim. ¿Zim hacía que él se enfadara? Definitivamente. ¿Era Zim todavía el enemigo? Absolutamente. Pero Dib dejó de odiar a Zim tan pronto decidió rendirse en capturarle. En un sentido muy perturbador, Dib necesitaba a Zim. Por alguna clase de interacción social. Por su cordura. Para tener alguna clase de propósito para seguir adelante.

Su mente se dirigió a un sitio oscuro por un segundo. ¿Qué habría pasado si Zim nunca hubiera llegado a su vida?

-¡Sólo echen un polvo de una vez! –alguien se hizo escuchar desde el gentío de adolescentes. Hizo que Zim y Dib giraran con brusquedad sus cabezas hacia la voz inidentificada. Dib puso sus ojos en blanco. Esas personas eran tan maduras.

-¿¡Quién se atreve a darle órdenes a Zim!? –vociferó Zim, saltando desde su asiento -. ¿¡Quién se atreve a interferir en mis planes de destruir a la Dib-bestia!?

-Em –una tímida voz habló desde el otro lado de Dib. La verdad, Dib se había olvidado de Midge. Sus ojos azules danzaban entre ambos. Dib silenciosamente agitó su cabeza hacia ella, suplicándole no interferir. Fue en vano -. Solamente le estás mirando. ¿Cómo eso va a destruirlo?

Dib se tensó, observando a Midge y a Zim cuidadosamente. Ya estaba hecho. Esa chica iba a ser la primera de las muertes brutales obradas por Zim. Y Dib no sabía si culparse a sí mismo o a Midge por abrir la boca.

-¡SILENCIO! –chilló Zim, apuntando un dedo que temblaba a la rubia -. No cuestiones mi brillantez, tú… rubia… pequeña… ¡BOBA!

Midge miró fijamente a Zim durante un minuto, viéndose perpleja. Entonces empezó a reírse. Dib podía ver la irritación en el semblante de Zim. Él había visto esa mirada dirigida a su persona demasiadas veces.

-Boba pequeña y rubia –Midge repitió con una risa -. Nunca había sido llamada así antes.

-¿Te entretengo, pequeña humana? –exigió Zim, clavándole dagas con su mirada penetrante -. ¿¡Te atreves a reírte en la cara de Zim!?

Antes de que Zim pudiera precisar su venganza, el profesor entró a la sala. Zim le envió a Dib una última mirada llena de odio antes de que se sentaran en sus sitios.

Dib honestamente no lo entendía. Si Zim se sentía tan superior, ¿por qué si quiera se molestaba en encajar? ¿Por qué ir a la escuela o formar parte en… cualquiera de las cosas que hacía?

La clase acabó sin mucho más entretenimiento, a parte de Zim riendo otra vez. La única diferencia de ese día fue la nueva chica, Midge. Ella le saludó con la mano y le sonrió antes de irse a una taquilla a lo largo del pasillo.

Algo en verdad no estaba bien con eso

La situación se puso más rara cuando Dib llegó a la siguiente clase. Se encontró a Midge también, ya sentada en el pupitre al lado del suyo. Ella sonrió ampliamente mientras él se acercaba, indeciso de sentarse en su sitio.

-En serio, ¿esto es una especie de truco? –Dib le cuestionó, ganando terreno su paranoia -. ¿Alguien te está pagando, o se están riendo de mí?

Midge elevó una ceja, luciendo ligeramente preocupada.

-¿Eso suele pasar?

Dib se encogió de hombros.

-Por si no te has dado cuenta, nadie habla realmente conmigo. Bueno, excepto para insultarme.

-Ese otro chico habló contigo –mencionó Midge tímidamente.

-¿Escuchaste la parte de "excepto para insultarme"? –replicó Dib, finalmente sentándose -. Además, eso es diferente. Él es una especie de archienemigo para mí.

Midge se quedó asombrada.

-Siento que archienemigo es algo que no debería ser "una especie de".

Dib frunció el ceño, de repente sintiéndose como si hubiera dicho demasiado. Ni siquiera sabía por qué se molestaba. Quien quiera que fuera esa chica, y cualquiera que fuera su motivación, Dib estaba seguro de que sería cuestión de tiempo antes de que se diera cuenta de su error de tratar de hablar con él, y así se uniría a la norma social del lugar.

-Olvídalo –le dijo -. Olvida que dije algo.

Midge levantó una ceja.

-¿Dices que otro niño es tu archienemigo y esperas que no quiera detalles?

Dib sacudió la cabeza. Él sabía que era mejor no tratar de convencer a nadie nunca más.

-No lo entenderías-"Más bien que no me creerías si te lo contara".

Dib ahora miraba al libro de texto de Historia, pero podía sentir la mirada de Midge en él. De veras, estaba tratando de ser amable, pero ella no estaba pillando la indirecta. Dib no tenía amigos. Ya lo había aceptado muchos años atrás.

-De todos modos, ¿por qué ese chico tiene la piel verde? –Midge preguntó de pronto.

Dib se movió, incómodo. Sentía que su parte de once años quería gritar "¡Él es un alien! ¿¡No puedes verlo!?" Pero se tragó las palabras. Lo último que necesitaba era otra ida a la Casa Loca para Chicos.

-Tiene una enfermedad de piel –respondió Dib. Su parte de once años seguramente estaría vomitando a esas alturas. Miró a Midge un momento. Ella parecía… escéptica. ¿Por qué sería escéptica? No era como si ella no tuviera alguna razón para no creer la mentira ridícula que Zim había hecho a todos creer.

-¿Es por eso también que no tiene nariz? ¿U orejas?

Dib clavó sus ojos en ella. Nadie más había cuestionado nunca la "enfermedad de la piel" además de él mismo. Por un momento realmente pequeño, consideró inclinarse hacia ella y contarle la verdad. Una vez más, se libró del pensamiento. Todo esto tenía que ser en cierto punto un truco. No sucumbiría.

Por suerte, no tuvo que responder, ya que la segunda clase del día comenzó. Esa era una de las clases que no tenía con Zim, y siempre se encontraba intranquilo. No le gustaba cuando Zim estaba fuera de su vista. Si el alien intentaba algo sería demasiado tarde. Así que, lo último que necesitaba era una chica desconocida le molestara.

Su paranoia aumentó mientras el día pasaba. Midge estaba en cada una de sus clases, e insistía en sentarse junto a él todas las veces. Ella incluso se sentó en su mesa durante la comida. Incluso conversaba, no importaba cuan desinteresado Dib parecía. Él logró captar que su madre era una cirujana quién de pronto se había transferido al hospital local, pero honestamente no le interesaba.

Hubo un par de veces en las que Zim llegaba y empezaba las peleas usuales. En el pasado eso hubiera sido suficiente para hacer que las personas se alejaran (si directamente no le evitaban por su reputación). Sin embargo, eso ni siquiera amedrentó a Midge. Ella sólo se quedaba ahí callada, viendo sus discusiones como un partido de tenis. Dib realmente no lo entendía. ¿Cuál era la intención de la chica?

Para el final del día, Dib estaba tenso y tenía toda la intención de hackear cada rincón de internet para averiguar quién era esa chica y de dónde venía.

Ya habían sido unas cuantas veces en el pasado donde la gente había pretendido querer ser su amigo, mayormente cuando era forzado a hacer trabajos de grupo. Ellos eran tan dulces como podían conseguir ser, simplemente para lograr que Dib hiciera todo el trabajo. Entonces, cuando todo se había acabado, ellos volvían a ser horribles y crueles. Por el lado bueno, Dib nunca se tuvo que preocupar por el hecho de que su media de notas se viera perjudicada. Esas personas podían ser tan estúpidas.

-¡Hey, Dib, espera! –Midge llamó a la salida del edificio escolar. Dib trató de aumentar el ritmo de sus pasos, pero Midge era rápida -. Hey, me preguntaba, ya que tenemos exactamente las mismas clases, ¿quizás podríamos estudiar juntos alguna vez? También me di cuenta de que eres mucho mejor que yo en matemáticas y-.

-Detente. Sólo detente. No sé cuál es tu intención, pero no estoy interesado –dijo Dib desanimado. Iba a acabar esa farsa ya mismo. Una parte muy pequeña de sí mismo le dijo que no debería sacar conclusiones tan rápido, porque Midge era definitivamente nueva, viendo que nunca la había visto antes. Pero sentía que tenía todo el derecho a estar en guardia, considerando las circunstancias. Ella había estado a su alrededor todo el día como un perrito perdido. ¿Por qué le había escogido, de todos modos? Seguramente ella había visto como todos le odiaban. Obviamente, algo estaba fuera de lugar.

Midge frunció el ceño.

-¿Perdón?

-Mira, si estás trabajando para Zim, o para… alguien más, o si eres otro alien intentando atormentarme-.

Se congeló, dándose cuenta de que acababa de meter la pata.

-Mira, no me lo trago, ¿okey?

Midge continuó mirándole con sus ojos enormes azules humedecidos. Después miró hacia abajo y asintió. Ella se veía como si Dib acabara de aplastar todos sus sueños.

-Oh, okey –susurró. Dib sintió algo retorcerse en su pecho -. Yo sólo… Lo siento. Es sólo que soy nueva y vi que tenías puesta una camisa de Misterios Misteriosos… -ella sacudió su cabeza. Se veía como si realmente fuera a llorar -. Da igual. Lo siento. No quiero molestarte más.

-Espera, espera –exclamó Dib. Maldito fuera su corazón humano. Por no mencionar que la chica había nombrado su camisa -. ¿Te… gusta Misterios Misteriosos? -. La serie se había cancelado hace mucho. No se había ni percatado de alguien que recordara que la serie había existido.

Midge le miró un momento antes de volver a mirar a sus zapatos. Jugueteó con la manga de su chaqueta.

-Sí –respondió con un encogimiento de hombros -. Quiero decir, algunos de los capítulos eran demasiado disparatados y prácticamente acababa riéndome de ellos, pero solía verlo todo el tiempo de niña.

Dib continuó mirándola. La verdad es que sonaba como una respuesta sincera.

-¿Qué episodios?

La expresión de Midge se iluminó.

-¿Cómo ese en el que estaban en el castillo de Drácula?

Dib recordaba ese episodio, y no pudo evitar salvo reír ante el pensamiento. Sintió un extraño ardor de emoción. Honestamente no podía recordar la última vez que compartió algo en común con alguien.

-Sí. Creo que estaban desesperados en ese punto.

La sonrisa de Midge había vuelto en su totalidad.

-Totalmente –ella se ajustó la mochila de hombro, su expresión poniéndose pensativa -. ¿Dijiste algo de un alien antes?

Dib había de veras esperado que Midge no le hubiera dado importancia a eso.

-¿Qué? ¡No! ¡No seas ridícula! ¡Sólo era una forma de hablar! ¡Nope! ¡Aquí no hay ningún alien!

Midge expresaba una extraña combinación de diversión y perplejidad.

-Bien… De todos modos, tengo toda la serie descargada en mi ordenador –ella dijo alegremente -. ¿Qué tal si me ayudas con Cálculo y yo comparto ese lujo?

Eso sonaba maravilloso. Sonaba casi normal. Sonaba demasiado bueno para ser verdad. Probablemente lo era, ahora que Dib dejó de pensar en ello. Sin embargo, se acordó de que sus prioridades estaban en otro lugar esa noche, de todos modos.

-No hoy –admitió, en verdad sintiéndose algo decepcionado.

-Oh, sí –accedió Midge con una sonrisa torcida -. Tú "archienemigo" te desafió.

A Dib no le gustó su uso de las comillas.

-Sí…

Midge se encogió de hombros.

-De acuerdo entonces –concedió. Sacó su teléfono de su bolsillo trasero y empezó a teclear en él -. ¿Está bien si me dejas tu número?

Dib vaciló. Hasta ahora esa chica no parecía ser una amenaza real, pero aún estaba receloso. De todas maneras, quizás el quedarse cerca y mantener un ojo en ella era la mejor opción.-

-Claro.

-¡Genial! –ella tecleaba al tiempo que Dib numeraba su número de teléfono -. Intentaré mandarte un mensaje para que puedas tener mi número, también -. Su mirada se giró de pronto hacia la derecha, parpadeando -. Tu archienemigo está aquí.

Sin pensarlo, Dib se volteó escaneando los alrededores, viendo a Zim que los miraba a los dos. Parecía especialmente enojado antes de zapatear hasta ellos y señalar a la rubia.

-¡TÚ! –gritó, empujando entre ambos -. ¿¡Qué quieres hacer con la Dib-cosa!?

Midge se quedó mirando. Aun cuando Zim era bastantes centímetros más alto que ella, no parecía intimidada. Sólo perpleja.

-Em…

¡No me mientras, bebé-gusano amarillo! –continuó Zim, pinchando a Midge en la cabeza.

-¡Auch!

-Déjala en paz, Zim –ordenó Dib. Honestamente no le importaba por qué Zim interrogaba a Midge. Zim hacía cosas raras todo el tiempo.

Zim se giró, topándose con la cara de Dib -. No creo que te lo estés tomando en serio, Dib –indicó enigmáticamente -. ¡No puedes permitirte ninguna distracción! ¡Cuando lleve a cabo mi último plan, no tendrás tiempo a parpadear! Perecerás con tus ojos salidos de sus órbitas mientras tu precioso planeta arde a tu alrededor. ¡JAJAJAJAJA!

Dib miró por encima de la cabeza de Zim a Midge, cuyo rostro hacía a Dib pensar que estaba entre intentando no reír y pensando en salir corriendo. Captó su mirada y susurró "Lo siento". Aulló cuando sintió su cabeza siendo jalada hacia abajo.

-¡Mírame cuando amenazo tu vida, Dib-peste! –rugió Zim -. ¡Observa con terror la grandeza que es ZIM!

-¡Zim, suelta mi pelo! –demandó Dib.

Fue ignorado mientras Zim se giraba hacia Midge -. ¡Y tú, tú, vil… PLÁTANO! ¡Estás metida hasta el cuello en esto! ¡No tienes ni una pista sobre con quien estás tratando! ¡Yo soy Zim! ¡El genial y poderoso! ¡Y tú aprenderás a temerme tanto como Dib!

Dib frunció el ceño.

-No te temo-.

-¡SILENCIO! –bramó Zim, volviendo a girarse hacia Dib. Su expresión rebosante de ira se había duplicado, comenzando a ser una risa peligrosamente confiada. Dib sintió que su pulso aumentaba mientras le miraba de vuelta -. Parece que has conseguido un nuevo aliado, Dib. De todas formas, ¡te darás cuenta de que no hará ninguna diferencia! ¡Mi plan es perfecto esta vez! Puede que quieras darte por vencido ante mí, ahora, para salvarte de la humillación.

Dib continuó observándole. No importaba que supiera que su plan estaba demasiado lejos de ser perfecto. Sería igual de estúpido y fácil de derrotar que todos los anteriores. No importaba que no mereciera la pena esa vez. No. Así no era cómo funcionaba el juego. Los desafíos nunca eran olvidados, y las amenazas se encontraban con una resistencia definitiva.

-Nunca –gruñó Dib, enojándose por la sonrisa estúpida del rostro de Zim. Quería pegarle justo en la cara. Quería atacar a Zim con todo lo que tenía, si sólo pudiera hacer que dejara de verse tan malditamente engreído. Odiaba esa mirada. Odiaba cómo la voz de Zim se transformaba en una voz grave y salvaje cuando estaba particularmente amenazando. Odiaba cómo de cerca se encontraban ahora mismo. Odiaba cómo su cuerpo entero se encendía, cómo la adrenalina corría por sus venas, cómo de repente sentía la insana necesidad de…

Nope. Nope, nope, nope. Aplastó esa idea como si estuviera jugando a ese juego de aplastar topos en los recreativos, como siempre hacía cuando pensamientos así emergían. Eran creados por las hormonas reprimidas y años de soledad, después de todo.

Zim no parecía haberse percatado del tren de pensamientos que habían distraído a Dib temporalmente. Finalmente dio un paso atrás, y una corriente de aire fresco chocó contra las mejillas de Dib. El Irken todavía sonreía agresivamente.

-¡Muy bien, Dib-peste! –anunció Zim -. ¡Has sellado tu destino! ¡Te advierto ahora, que tú y tu débil planeta no tenéis ni un FANTASMA de OPORTUNIDAD! –se rió intensamente a carcajadas, casi saltando la acera. Dib le observó marchar, gruñendo en exasperación.

-Es de la clase celosa, ¿eh? –oyó decir a Midge, sacándole de su estado de ira. Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, le dedicó una mirada mordaz.

-No voy a dignificar eso con una respuesta –le dijo, cruzando sus brazos sobre su pecho.

Midge se encogió de hombros.

-Meh, da igual –replicó ella. Su indiferencia realmente le molestó -. Así que, ¿posponemos el maratón de Misterios Misteriosos?

Dib casi se olvidaba de eso.

-Sí. El deber me llama.

Midge movió su mano desdeñosamente.

-No hay problema. Puedo simplemente ir a la librería o algo.

Dib asintió, no estando seguro de qué más decir. Revisó su reloj de muñeca, gruñendo al darse cuenta de que se había perdido su autobús de siempre a casa. Maldijo el Departamento de Seguridad Pública de su ciudad. Aparentemente el haber sido mandado a la Casa Loca más de una vez hacía que conseguir la licencia para conducir fuera demasiado difícil.

-Tengo que irme a casa –le dijo a Midge.

-De acuerdo. Nos vemos –replicó, despidiéndose con la mano mientras se iba -. ¡Buena suerte salvando el mundo!

Dib no estaba seguro de si estaba siendo sincera o sarcástica. Honestamente, no le importaba. Ya averiguaría lo que le pasaba a la chica nueva después.

Por ahora, tenía a un alien psicótico al que detener.


Yey~ primer capítulo traducido. Esta serie de fics es impresionante y no pude creer cuando la autora me dio el visto bueno para esto. Los capítulos son largos así que pondré que cada capítulo se publicará aquí cada dos semanas. Sólo al principio, hasta que empiece a traducir más rápido. Quizás en 1 semana aquí ya hay otro capítulo, pero no me gusta prometer cosas que quizás no ocurran.

Dejad comentarios y yo se los enviaré y traduciré a la verdadera autora. Hagamos que estalle de felicidad ;)

La serie empieza así, con personajes que acabaréis amando, y aunque al principio no os enganche mucho, seguid leyendo. Vale la pena. Para mí es la mejor fic de Zim jamás publicada. Y he leído muchísimos tanto en español como en inglés :D