CHAPTER 1
La nebulosa luz hacia brillar las paredes blancas de la bóveda que resguarda el jardín secreto del palacio, las sombras eran rosadas y la briza de la fuente parecía bajar en lentitud, quieta, haciendo parecer a las gotas doradas estrellas fugaces. Era un lugar lleno de misterio, se habían perdido los contrastes entre colores y formas, tan tranquilos que el movimiento era casi inerte, era un lugar que creaba paradojas, es el lugar más romántico pero también es el más pálido. Siempre dentro de la tranquilidad que te transmiten lugares así, existe una emoción nerviosa que se volverá solo un recuerdo.
Los verdes eran sanos, los reflejos de sus hojas crean un paño onírico que reúne los elementos de la naturaleza y los rebota difuminando el vestido de Lucy, lo fusiona y lo transforma en un adorno esencial de la fuente. Ella es de porcelana, es una figurina celeste que pierde la mirada en el tiempo, pero gana la atención de los dioses. Lucy es una fantasía.
Cuando se rompe el momento, Lucy mira hacia los pilares que terminan con la magia y empiezan con la guerra. Pero encuentra un sentimiento cálido, un milagro que solo ella es capaz de disfrutar, ella es el único ser en el que esa mirada negra y mística puede generar esa ternura.
Lantis la mira sin movimiento, pero no indiferente, jamás indiferente a Lucy, su pilar, su delicada dama de lucida figura. La joven era dueña de sus sentimientos, él la miraba con cautela registrando cada segundo, cada movimiento, cada sonrisa, cuidando no interferir en su meditación, en esa bella angustia.
Lucy comenzó, se levantó y dejando atrás los rastros de los dientes de león que la bondad le obsequio, se acercó medio camino a Lantis, que permaneció recio en su lugar, no esperándola llegar, solo mirándola para recordar para siempre esa imagen.
-Lantis…
Dijo sorprendida. Ella tenía un tono suave y Lantis soñaba despierto esa melodía.
-¿También vienes aquí?
Continúo disminuyendo su voz y girando para mirar de regreso el infinito movimiento de la hermosa fuente de estrellas.
Lantis, únicamente hizo un gesto angustiado, como si le hubiera dolido el incompleto movimiento de la musa de sus sueños, que no termino su camino hacia los largos brazos de su amor secreto. Ella le dio la espalda, una bella piel cremosa que pedía caricias se asomaba dentro de un vestido blanco casi transparente. Él, no podía evitar acercarse, el movimiento de la chica era una invitación a completar el camino que dejo incompleto.
Y así fue, él completo el espacio que los separaba, se detuvo detrás de Lucy. Su altura y su postura engrandecida le permitían mirar la fuente, ella se estremeció al sentir su hombría, su presencia noble. En ningún momento se sintió intimidada por el poderío de su caballero, pero suspiro como una necesidad, como una única respuesta que le daría a Lantis cuando la envolviera con esa energía cálida que ya sentía en la espalda.
-Vengo aquí a pensar, es un lugar muy bonito y casi nadie viene. Así puedo estar sola.
Lantis miro su pelo rojizo con admiración y cuando llego a su cuello, con sus manos cálidas como sus sentimientos, la tomo por los hombros y por fin rompió su silencio misterioso.
-Lucy…
Se detuvo. Lucy retiro la mirada de la fuente y le dio toda su atención a Lantis, a sus manos en sus hombros, que parecían tan pequeños y frágiles comparados con las manos del formidable espadachín.
-Debo protegerte, por favor confía en mí.
Lantis tenía una voz muy profunda, tranquila y franca. Era un hombre silencioso pero muy certero, Lucy lo sabía y así fue como lo escucho.
Lucy se dio media vuelta y abrazando a Lantis, coloco su cara afligida contra su pecho. Ella sabía que Lantis no le explicaría lo que estaba por suceder, no porque no fuera necesario, sino porque él se preocupaba demasiado por ella. La joven, obligada a transformarse en mujer, escucho su corazón, era constante y tranquilo.
-Confió en ti.
Cerró los ojos y se tranquilizó.
En este lugar los momentos eran más lentos, y Lucy tenía la capacidad de perderse dentro de sí misma para alargarlos. Se sumergió en un sueño instantáneo para permanecer así indefinidamente, estaba fuera de sí, perdió el control de sí misma en un momento que Cronos le obsequio y ella no desaprovecharía, lo hizo durar infinitamente.
Hasta que Lantis la hizo regresar.
-Debo partir. Lucy… necesito que te quedes aquí, por ningún motivo salgas de aquí, no importa lo que pase. ¿Entendiste?
Lucy lo abrazo con más fuerza y respondió.
-Sí.
A punto de llorar la joven princesa del destino, respondió firmemente al único hombre al que le permitiría darle semejante instrucción. Y respondió dolida pero firme.
-Sí, Lantis… no me sueltes.
Flaqueo al final, cuando sus ideas fugaces la llevaron a imaginarse sin él. Pero Lantis reafirmo su determinación.
-Se acerca, no puedo permitirlo. No solo tú corres peligro.
La soltó solo para colocar sus manos sobre sus hombros una vez más, separarla de él y mirarla a los ojos. Lantis sabía que este podría ser la última vez que la vería, pero una despedida seria como aceptar una derrota.
-Tienes que ser fuerte.
Lantis retiro sus manos lentamente, como si él la hubiera colocado cuidadosamente en el jardín. Dio media vuelta. Lucy levanto su mano para detenerlo pero no lo hizo, relajo su cuerpo hasta sentarse en el piso, lo miro caminar. Lantis se perdió entre las columnas del palacio.
-Seré fuerte.
CHAPTER 2
El palacio era un lugar mágico lleno de deseos y cuentos, decían que parecía tener vida, y al ser así, había sido testigo de los más increíbles momentos, después de todo era el lugar más antiguo de Cephiro. También compartía cierta similitud con la atmosfera tan especial del jardín secreto, y por esto la gente contaba historias de como el mismo palacio había tomado protagonismo en algunos de los momentos más decisivos de la historia de esta tierra mágica, ya que al tomar vida propia podría transformar atmosferas y dar un giro a los momentos cruciales que se han vivido en el majestuoso palacio del pilar de Cephiro.
Impecables marfiles, mármol, telas pomposas, largos pasillos de techos altísimos, lugares prohibidos, secretos y brillos, atmosferas únicas se encontraban en el recorrido de Lantis a la zona posterior del palacio. Él conocía a su oponente y sabía dónde encontrarlo.
Desolado totalmente, todos los habitantes del palacio estaban afrontando una batalla que parecía interminable o se encontraban en refugios. El sonido de los pasos de Lantis retaba constantemente el silencio del palacio, que prevalecía como si las paredes tuvieran la capacidad de absorber los sonidos.
El pasillo más largo del palacio era también el menos concurrido, era frio, la luz era mucho más pálida y Lantis era una figura rápida que rompía con la armonía de ese lugar tan depresivo. Su vestimenta era tan negra que parecía haber generado la capacidad de absorber las sombras, su capa era elegante sin dejar de ser sencilla, hecha de una tela pesada pero suave, con ella alguna vez había protegido a Lucy de truenos y lluvias.
Al mirar la luz al final de pasillo, Lantis apresuro su paso. Sin mirar atrás, con un movimiento ágil de su brazo derecho lanzo su capa a su espalda revelando el mango de su espada. El arma de Lantis era mágica, una espada que cuando invocado su poder, desenvaina una flama de energía luminosa que conforma la hoja alargada de este poderoso artefacto. Un arma digna de su dueño.
Lantis tenía la mirada fija en un punto, al parecer su adversario ya lo esperaba, su figura era similar a la de Lantis, pero estaba aún lejos para distinguir su rostro. Lantis permaneció concentrado y continuo su camino aunque su adversario al verlo se desplazó a gran velocidad hacia el palacio. Al alcanzar la salida, Lantis inmediatamente incremento su velocidad y con un grito de combate aterrador comenzó a correr alcanzando una velocidad impresionante. Al mismo tiempo dejo conocer la luz de su espada, que se alzó enfrente del guerrero formando una figura aterradora.
Su adversario no flaqueo y para sorpresa de Lantis, que sin gesto alguno continuo ante la luz incandescente del arma que podría darle muerte, sintió en su corazón una angustia indefinida que distrajo su mente. Nunca antes había sentido tal temor de perder la vida. Esto era nuevo para Lantis, ya que nunca había sentido un lazo tan fuerte con ninguna mujer, a tal grado que sintiera un temor inmenso ante la posibilidad de dejarla desprotegida, de abandonarla con su falta, de jamás volver a verla.
Sus sentimientos estaban definidos, últimamente era muy evidente, por lo que su determinación debía de tener la misma calidad, la misma fortaleza. Y fue justo a tiempo cuando la concentración de Lantis regreso, dejo de pensar en la muerte para poner su mente en blanco, así debían de ser los pensamientos de un espadachín de su calibre.
La batalla había comenzado, el sonido estruendoso del choque de sus espadas era semejante a un trueno, la demostración de habilidades era impresionante. Después de tal embestida, habían separado sus armas para retroceder y examinar más detenidamente a su oponente.
Lantis permaneció en silencio por un par de segundos, el sonido de su respiración era uniforme, había sido perfeccionado con años de entrenamiento. La capa del contrincante, de una manufactura parecida a la de Lantis, cayó al piso.
-¡Lantis! ¡Por fin nos conocemos! No esperaba menos de ti.
Su espada era de luz, pero era diferente, era un artefacto que a diferencia de la espada de Lantis, había sido construido a base de estudio y experimentación, tecnología muy probablemente originaria de Autozam. No era una espada común, era larga como sus piernas y se sostenía de la parte exterior de la mano, de una muñequera tecnológica que tenía un pequeño plato protector, de este artefacto salía la luz, un detalle importante ya que permitía el libre movimiento de los dedos. La hoja de la espada era recta totalmente, una figura vertical que terminaba de tajo formando un largo rectángulo perfecto.
Su semblante era confiado y aunque compartía la misma mirada fría, su boca lo delataba, parecía tener un espectro de emociones muy salvaje, que difícilmente podría ser equilibrado al grado del dominio que Lantis tenía sobre sí mismo.
-Por un momento pensé que vendría aquí en vano, que abrían escapado a refugiarse en los bosques. Pero ya veo que estás dispuesto a defenderla. Bueno, escogiste el mejor lugar para protegerla…
Alcor tenía un aire déspota, era anárquico y enemigo de cualquier tipo de justicia, una contraparte de Lantis perfecta. Levanto sus brazos hacia el palacio y continúo.
-¡El majestuoso palacio del Pilar de Cephiro! Un lugar digno de nuestro encuentro.
Lantis permanecía callado, algo que para cualquier otro adversario habría sido una señal de que se planea una estrategia para el ataque. Pero Alcor conocía los temores de Lantis y sabía también de su calidad como guerrero, él sabía que Lantis, para evitar que sus miedos lo corrompan, tenía la mente en blanco y pelearía como lo hacen los verdaderos caballeros, con un instinto y un dominio de su disciplina formidable. Esto era algo que Alcor admiraba, y no esperaba menos, después de todo, Alcor era su sombra.
Aunque tenían la misma apariencia, para Lantis pelear contra sí mismo era difícil, él conocía muy bien sus fortalezas, pero sus debilidades no eran tan evidentes, por lo que se vería obligado a pelear defensivamente hasta que encontrara alguna puerta que pudiera darle la victoria. Algo que lo preocupaba ya que sabía que muy probablemente su oponente, siendo el atacante, podría encontrar primero un espacio clave para definir la batalla. Pero esto era solamente una de las posibilidades de desenlace, ya que esta batalla seria legendaria, y como todas las batallas legendarias, el final debía ser impredecible.
La primera embestida de Alcor fue tremenda, enfocando todo su poder en un corte trasversal que Lantis defendió con gallardía, deteniendo la espada tecnológica con la luz mágica de su espada y lanzando de regreso un empuje que los separo una vez más.
-¡Eres un artista Lantis!
Los dos se miraron por un segundo y comenzaron de nuevo. El sonido de sus espadas era electrifícate, y aunque era estruendoso, se encontraban solos a los pies de la entrada del bosque en un día nublado que estaba a punto de terminar. La corriente de aire que se formaba alrededor de semejante evento, era tan fuerte que se elevaba como un tornado que atrapaba a los dos combatientes, como una declaración de que esta batalla no terminaría hasta que uno de los dos dejara de vivir.
