La historia de Yami No Matsuei pertenece a la Maestra Yoko Matsushita. Yo nada más me divierto.
Gracias a Senko-Kun que me hizo ver una posibilidad divertida, de ahí nace esta locura… jojojojojo…
Aclaraciones: Es algo así como la segunda parte de Acosado? Ahí quedó un cabo suelto que aquí se ata ¿o desata? Jejeje… Se supone que Muraki pide un deseo, y lo escucha un geniecillo travieso cuya magia es contrarrestada por el agua. Para cumplir el deseo Muraki debe ser un niño… jejeje…
Murakito…
Tsuzuki escucha un llanto en lo profundo de uno de los pasillos. Camina con recelo, espera que cualquier monstruo salte en cualquier instante. Mira al fondo una silueta, es alguien pequeño hincado en el piso. Advierte su cabello plateado, la enorme gabardina que lo cubre.
La sorpresa y el temor lo golpean, sabe que ese pequeño es Muraki, se detiene a una distancia considerable. Por un instante considera la idea de dar media vuelta, correr y al estar lo suficientemente lejos hacer como si eso no hubiera pasado. Sin embargo escucha con atención el llanto, esos sollozos son de temor y dolor. Suspira profundo al decirse:
— Te arrepentirás de esto por la mañana… —
Al aproximarse se interroga el cómo pudo llegar Muraki a EnmaCho. Se encuclilla frente al pequeño, le regala una gran sonrisa aunque esté en alerta pues podría ser una treta para secuestrarlo. El pequeño está cubierto por su ropa, le queda enorme; no parece tan amenazante como pudo pensar al contrario, se ve frágil, indefenso, inocente, una imagen de Muraki que jamás pensó ver. Mira un instante el techo al pensar:
— ¿Por qué no traigo una cámara para tomarle una foto?… Esto es algo que vale la pena para mofarse un rato… —
Los ojos del pequeño Muraki están llenos de lágrimas, su llanto corre por sus mejillas. Tsuzuki le pregunta:
— ¿Qué tienes?…
— No sé donde estoy…
— ¿No te acuerdas?…
— No…
— ¿Me conoces?…
— No…
— ¿Sabes quién eres?…
— No… —
Un impulso lleva a Tsuzuki a abrazar a su enemigo, la congoja del niño lo ha conmovido. Lo estrecha entre sus brazos al asegurarle:
— Mientras estés así yo te voy a proteger… —
Los pasos de Hisoka advierten al Shinigami de ojos violetas que debe moverse, no sabe como su compañero va a reaccionar ante esto. Mira a todos lados, busca un lugar donde meter al doctor, pero todas las puestas están cerradas, correr no serviría pues lo perseguiría. Se levanta y pone a Muraki tras él, ahora es pequeño así que es posible que Hisoka no lo vea.
El ojiverde se detiene a unos metros, observa el lugar, siente el nerviosismo de su compañero, además en el ambiente flota el temor y la tristeza. Inquiere a Tsuzuki con la mirada:
— ¿Qué haces?…
— Nada…
— ¿Qué ocultas?…
— Nada…
— ¿Seguro?… — Tsuzuki comienza a sudar.
— Es una rebanada de pastel…
— No sabes mentir… —
Hisoka hace de lado a Tsuzuki, para la sorpresa de ambos no hay nada. El chico piensa que puede ser un efecto secundario, después de todo lo ocurrido, decide marcharse para descansar un poco no sin antes advertir:
— Te estoy vigilando… —
Tsuzuki suspira aliviado por un instante, al estar por irse a buscar a Muraki, el niño lo jala la gabardina. El Shinigami voltea al encontrar los ojos tristes de su enemigo, lo toma entre sus brazos para llevarlo a algún lugar.
Mientras camina por los pasillos piensa a dónde puede ir. Tatsumi despedazaría al doctor, el jefe lo dejaría sin sueldo, Hisoka le gritaría además de tal vez vengarse de Muraki que bien merecido lo tendría, Yuma y Saya no son buena idea, lo cierto es que Muraki había hecho meritos para que todos lo odiaran. Sólo quedaba Watari, como un posible cómplice.
Los pasos de Tsuzuki lo llevan con el rubio, cubrió a Muraki con su gabardina, en el camino tuvo que evadir a sus compañeros, incluso a Tatsumi pero finalmente está ahí. Entra al laboratorio, Watari le regala una gran sonrisa. Tsuzuki le pude como si se tratara de una travesura de niños:
— Watari promete que me vas a ayudar y no se lo vas a decir a nadie…
— ¿Qué sucede Tsuzuki?…
— Prométemelo… — La curiosidad del científico lo lleva a decir:
— Sí, te lo prometo. —
Tsuzuki le quita la gabardina de encima a Muraki, deja ver al niño rodeado por sus ropas de doctor y recargado en el pecho del Shinigami. Watari abre la boca, su mandíbula si hubiera podido hubiera tocado el suelo.
— ¿Cómo pasó?…
— No sé… Es posible que el geniecillo hiciere esto antes de irse…
— Sí… pero, ¿qué hacemos?…
—Cuidarlo…
— Buena idea… pero… ¿Quién se ofrece?… — Los dos dicen al unísono:
— ¡Yo no!… —
El ojivioleta siente la tristeza del niño al escuchar esas palabras, ambos fueron crueles, a él no le gustaría que alguien le dijera eso. Suspira apesadumbrado, dice:
— Yo lo cuido. — Watari pregunta:
— ¿Cómo piensas sacarlo de aquí?… — Tsuzuki guarda silencio, lo cierto es que no sabe cómo. — ¿Qué te parece sí?… —
Watari explica su plan a Tsuzuki, mientras tanto en la biblioteca Hisoka lee un poco. El ojiverde hojea sin ánimo un libro, lo cierto es que recuerda a Tsuzuki y le extraña que no lo haya buscado. Cierra el grueso volumen al decirse:
— Algo trama… —
Tsuzuki camina por uno de los pasillo, carga una caja enorme. Watari lo sigue al decirle que trate con cuidado el paquete, ya que es un experimento muy peligroso. Tatsumi pasa, antes de que pregunte algo el rubio le dice:
— Tsuzuki aceptó ayudarme con un experimento… — Tatsumi acomoda sus lentes, da media vuelta al pensar:
— En ocasiones Tsuzuki es un estúpido. — Tsuzuki pregunta:
— ¿Le hiciste algo?
— No… —
Hisoka llega se detiene frente a Watari y Tsuzuki, pregunta con recelo:
— ¿Qué es eso?… — Siente algunas emociones provenientes de la caja, Tsuzuki intenta disimular sus nervios y Watari parece entusiasta de más. El científico explica:
— Es un experimento muy peligroso… Tsuzuki aceptó ayudarme.
— ¿A sí? ¿De qué se trata?…
— Bueno… es difícil de explicar… se trata de… — Una idea llega mágicamente cuando la necesitaba. — entender un poco más a los perros en condiciones especiales.
— ¿Qué tiene de peligroso eso?… — Watari siente el sudor correr por su espalda. Tsuzuki interviene:
— Se trata de la fórmula en la que tanto se esmera Watari… —
Hisoka al escuchar eso decide hacerse de lado, no quiere ser víctima de uno de los experimentos de Watari. Los dos siguen adelante hasta lograr salir, van a donde vive (duerme, se queda, renta,) Tsuzuki. Al encontrarse lejos, ponen la caja en el piso, la abren y salta el pequeño Muraki. Tsuzuki se asusta un poco al ser sorprendido, Watari ríe un poco para después preguntar:
— ¿Lo imaginabas así?…
— No, pero a mí siempre me da sustos…
— Tienes razón en eso no ha cambiado. —
Tsuzuki toma en brazos al doctor, que hace unas horas un adulto. Watari comenta:
— No puedes traerlo así… — Tsuzuki pregunta con inocencia:
— ¿Cómo?…
— Pues así… esa ropa no le queda… — El castaño mira un instante a Muraki, comprende que lo que dice Watari es cierto.
— ¿Tú lo llevas a mi casa y yo voy a comprar la ropa?
— No… no sabes su talla ¿verdad? — Tsuzuki se estremece al pensar en la clase de relación que tendría que tener, para conocer la talla del doctor.
— Cierto… —
Se dirigen a la tienda, que no está lejos. Muraki recarga su cabeza en el pecho de Tsuzuki. El castaño pregunta:
— ¿Te pasa algo?…
— Tengo sueño… — Responde Muraki, su voz deja entrever su cansancio.
Llegan a la tienda, entran, una señorita se aproxima con una sonrisa:
— Buenas tardes. ¿Puedo ayudarles en algo?… — Watari responde.
— Sí… Necesitamos un cambio de ropa para este pequeño. — Señala a Muraki.
— Bien, los llevaré a la sección de los niños.
— Preferiríamos que usted se encargue… — Dice Tsuzuki. — Sólo que sea ropa cómoda.
— Bien, pero acompáñenme para mostrarles algunas opciones. —
Ellos siguen a la mujer. Watari luce contento y divertido. Tsuzuki por otro lado está incómodo, compara algo para Muraki no le agrada, quiere salir lo antes posible de ahí. La empleada les muestra algunas prendas, pero escogen lo primero que es un pantalón deportivo y una playera. El castaño baja a Muraki, le dice al darle la ropa:
— Ve a ponértela… —
Muraki toma las prendas, observa la sonrisa de Tsuzuki, corresponde el gesto al obedecer sin objeciones. Unos minutos después sale vestido, la ropa le queda bien y lo hacen ver como un niño "normal", nadie creería que es el frío, atractivo y psicópata doctor.
El castaño paga y salen de la tienda. Watari parece ser el más emocionado con lo que ocurre, no puede creerlo aún. Tsuzuki luce desanimado, no le agrada nada lo que ocurre, piensa que puede ser una trampa.
Llegan a la casa de Tsuzuki, abre la puerta y los deja pasar. Tiene pocas cosas, su casa es acogedora, en el ambiente danza un aroma a dulces. Muraki ve el jardín, corre a él al notar las hermosas flores y algunas rosas. Watari comenta:
— El geniecillo dijo que su magia se diluye con el agua… ¿Por qué no lo bañas?
— Paso… imagina ¿Qué pasará si vuelve a ser adulto? —
Watari pone a trabajar su mente en el asunto, casi de inmediato se sonroja. Tsuzuki al verlo no necesita leer la mente para comprender, puede imaginarlo: primero lo va a meter, al tocar el agua crecerá, lo agarrará, lo meterá en la tina y no habrá nadie que llegue a rescatarlo del perverso doctor. En el rostro del castaño aparece una línea azul de temor.
Los dos voltean a ver a Muraki, el ex doctor mira con una sonrisa las flores. Watari comenta:
— Pasará… ¿Regresará a lo que es?…
— Sí… ¡pero yo no quiero estar cerca cuando eso pase!… —
Watari ríe un poco, sabe que su amigo es muy atractivo incluso para él. Tsuzuki piensa un momento en las posibles formas para escapar si algo ocurre. Muraki está afuera sin saber nada de lo que ocurre
